sábado, 16 de marzo de 2019

Esdras 9 / Hebreos 5.7-14, TLA

Cuando terminaron de hacer todo esto, vinieron los jefes y me dijeron: "Esdras, queremos informarte que nuestro pueblo no se ha mantenido apartado de la gente que vive aquí. Todos ellos imitan las horribles costumbres de los pueblos que habitan en Canaán y Egipto. 2 Los judíos se han casado con mujeres de esos pueblos, así que el pueblo de Dios se ha mezclado con esa gente. Los primeros en pecar de esta manera han sido los jefes, los gobernantes, los sacerdotes y sus ayudantes".
Al saber esto, rompí mis ropas, me arranqué los cabellos y la barba para demostrar mi dolor, y lleno de tristeza me senté en el suelo. Así permanecí hasta el atardecer. A mi lado permanecieron los que habían regresado conmigo, pues tuvieron miedo del castigo que Dios enviaría por causa del pecado de estos israelitas.
A la hora del sacrificio de la tarde me recuperé de mi tristeza. Sin quitarme mis ropas rotas me puse de rodillas delante de mi Dios, y extendiendo mis brazos le dije: "¡Dios mío, qué vergüenza! ¡Estoy tan confundido que no sé cómo hablarte! Nuestros pecados son tantos que si los pusiéramos uno sobre otro llegarían hasta el cielo. Hemos estado pecando gravemente desde hace mucho tiempo. Por causa de nuestra maldad todos nosotros, incluyendo a nuestros reyes y sacerdotes, hemos sido entregados al poder de los reyes de otros países. Hasta hoy nuestros enemigos nos han herido, robado, humillado y sacado de nuestro país.
Pero ahora, Dios nuestro, tú has sido bueno con nosotros y has permitido que algunos quedemos en libertad y vengamos a vivir seguros en este territorio que tú apartaste para nosotros. Nos has dado nueva esperanza y has hecho renacer la alegría en nosotros. Aunque somos esclavos, no nos has abandonado. Tu amor por nosotros es tan grande que hiciste que los reyes de Persia nos permitieran volver para reconstruir tu templo, el cual estaba en ruinas. ¡Aquí en Judá y en Jerusalén tú nos proteges!
10 Dios nuestro, después de todo lo malo que hemos hecho, ¿qué podemos decir en nuestra defensa? No hemos obedecido las órdenes 11 que nos diste por medio de los profetas, tus servidores. Nos advertiste que el territorio que íbamos a ocupar estaba lleno de maldad, pues los que vivían allí habían llenado todo el territorio con sus horribles costumbres. 12 También nos dijiste que no debíamos permitir que nuestras hijas se casaran con hombres de esa gente, ni que las hijas de ellos se casaran con nuestros hijos. Tampoco debíamos ayudar a esa gente a tener paz y bienestar. De esa manera seríamos fuertes, disfrutaríamos de todo lo bueno de este territorio y después se lo dejaríamos a nuestros hijos y nietos como herencia para siempre.
13 Todo lo que nos ha ocurrido fue por nuestros pecados y nuestra grave culpa. Tú, Dios nuestro, no nos has castigado como lo merecíamos, sino que nos has dado libertad.14 ¿Cómo podríamos, entonces, volver a desobedecerte casándonos con mujeres de esos pueblos, que practican cosas tan horribles? ¡De ninguna manera! Porque entonces te enojarías tanto con nosotros que nos destruirías a todos.
15 ¡Dios de Israel, tú eres justo! Tú permitiste que un grupo de nosotros pueda salvarse, como ahora vemos. Reconocemos que somos culpables y que no tenemos derecho de acercarnos a ti".
*
Cuando Cristo estuvo aquí en el mundo, oró mucho a Dios, y con lágrimas le rogó que lo librara de la muerte, pues Dios tenía poder para hacerlo. Y como Cristo siempre fue obediente, Dios contestó su oración. Aunque él era Hijo de Dios, por medio del sufrimiento aprendió lo que significa obedecer siempre a Dios. Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en el salvador que da vida eterna a todos los que lo obedecen. 10 Por eso Dios también lo nombró Jefe de sacerdotes, como lo fue Melquisedec.
11 Hay mucho más que decir acerca de este asunto, pero no es fácil explicarles a ustedes todo, porque les cuesta mucho entender. 12 Con el tiempo que llevan de haber creído en la buena noticia, ya deberían ser maestros. Sin embargo, todavía necesitan que se les expliquen las enseñanzas más sencillas acerca de Dios. Parecen niños pequeños, que no pueden comer alimentos sólidos, sino que sólo toman leche.13 Son como niños recién nacidos, que aún no pueden distinguir entre lo bueno y lo malo. 14 En cambio, los que sí saben distinguir entre lo bueno y lo malo, y están acostumbrados a hacerlo, son como la gente adulta, que ya puede comer alimentos sólidos.

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