sábado, 7 de septiembre de 2019

Nehemías 9.13-21 / Hechos 7.38-45, TLA

13-14 
Después bajaste
al monte Sinaí,
y hablaste desde el cielo
a nuestros antepasados.
Allí les diste tus mandamientos
por medio de Moisés, tu servidor.
Y les ordenaste descansar
en el día sábado,
para que te adoraran.
15 
Les enviaste pan del cielo
para calmar su hambre,
y sacaste agua de la roca
para calmar su sed.
También les ordenaste
conquistar la tierra
que les habías prometido.
16 
Pero nuestros antepasados
fueron orgullosos y tercos;
no te obedecieron.
17-18 
Se olvidaron de los milagros
que tú hiciste en su favor.
Fueron desobedientes
y nombraron a un jefe
para que los llevara a Egipto,
de vuelta a la esclavitud.
Luego hicieron un toro de metal
y dijeron que ése era su dios,
el dios que los sacó de Egipto.
Pero tú no los abandonaste,
pues eres tierno y compasivo,
y siempre estás dispuesto a perdonar.
No te enojas con facilidad,
y es tanto tu amor
que en ti se puede confiar.
19 
No dejaste de guiarlos
ni de día ni de noche;
no los abandonaste en el desierto,
pues los amabas mucho.
20 
Fuiste bueno con ellos
y con tu espíritu de bondad
les enseñaste a vivir.
No dejaste de enviarles
el maná para comer
ni el agua para calmar su sed.
21 
Cuarenta años los alimentaste
y nada les faltó en el desierto.
Tampoco se les gastó la ropa
ni se les hincharon los pies.
*
38 Moisés estuvo con nuestros antepasados en el desierto, y les comunicó todos los mensajes que el ángel de Dios le dio en el monte Sinaí. Esos mensajes son palabras que dan vida.
39 Pero los israelitas fueron rebeldes. No quisieron obedecer a Moisés y, en cambio, deseaban volver a Egipto.
40 Un día, los israelitas le dijeron a Aarón, el hermano de Moisés: “Moisés nos sacó de Egipto, pero ahora no sabemos qué le sucedió. Es mejor que nos hagas un dios, para que sea nuestro guía y protector.”
41 Hicieron entonces una estatua con forma de toro, y sacrificaron animales para adorarla. Luego hicieron una gran fiesta en honor de la estatua, y estaban muy orgullosos de lo que habían hecho. 42 Por eso Dios decidió olvidarse de ellos, pues se pusieron a adorar a las estrellas del cielo.
En el libro del profeta Amós dice: “Pueblo de Israel, durante los cuarenta años que anduvieron por el desierto, ustedes nunca me presentaron ofrendas para adorarme. 43 En cambio, llevaron en sus hombros la tienda con el altar del dios Moloc y la imagen de la estrella del dios Refán. Ustedes se hicieron esos ídolos y los adoraron. Por eso, yo haré que a ustedes se los lleven lejos, más allá de Babilonia.”
44 Allí, en el desierto, nuestros antepasados tenían el santuario del pacto, que Moisés construyó según el modelo que Dios le había mostrado. 45 El santuario pasó de padres a hijos, hasta el tiempo en que Josué llegó a ser el nuevo jefe de Israel. Entonces los israelitas llevaron consigo el santuario para ocupar el territorio que Dios estaba quitándoles a otros pueblos. Y el santuario estuvo allí hasta el tiempo del rey David.

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