domingo, 1 de diciembre de 2019

Letra 647, 1 de diciembre de 2019


HAZ DE NOSOTROS CENTINELAS
Jean Debruynne

Resultado de imagen para velas de advientoSeñor, en este principio de Adviento, ven a despertar nuestro corazón sobrecargado, a sacudir nuestra somnolencia espiritual.
Danos escuchar de nuevo los susurros de tu Espíritu que en nosotros ora, vela, espera.

Señor, reaviva nuestra espera, la vigilancia activa de nuestra fe, para empeñarnos allí donde la vida es ofendida, el amor pisoteado, la esperanza amenazada, el hombre despreciado.

Señor, en este tiempo de Adviento, haz de nosotros personas que velan, que preparan y aceleran la venida y el triunfo de tu Reino, el del reino del Amor.
Dios ha elegido hacerse esperar.

Dios, tú has optado por hacerte esperar el tiempo de todo un Adviento.
A mí no me gusta esperar en las filas de espera.
No me gusta esperar mi turno.
No me gusta esperar el tren.
No me gusta esperar para juzgar.
No me gusta esperar el momento.
No me gusta esperar otro día.
No me gusta esperar porque no tengo tiempo, y no vivo sino en el instante.

Además, tú lo sabes bien, todo está hecho para ahorrarme la espera: las cartas de crédito y las barras libres,
las ventas a crédito y los distribuidores automáticos, las llamadas de teléfono y la fotos que se revelan al instante, los télex y los terminales de ordenador, la televisión y las noticias de la radio…
no necesito esperar las noticias, porque me preceden.

Pero tú, Señor, has optado por hacerte esperar el tiempo de todo un Adviento.
Porque haces de la espera el espacio de la conversión, el cara a cara con lo que está escondido, el desgaste que no se deteriora.
La espera, solamente la espera, la espera de la espera, la intimidad con la espera que está en nosotros porque sólo la espera despierta la atención que sólo la atención es capaz de amar.
Todo está ya dado en la espera, y para Ti, Señor, esperar se conjuga Orar.

____________________________

LA RECONSTRUCCIÓN INTEGRAL DEL PUEBLO DE DIOS
ISAÍAS 56-66 (I)
Samuel Amsler
Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros
Estella, Verbo Divino, 1996 (Cuadernos bíblicos, 90).

Resultado de imagen para croatto isaías
Los once últimos capítulos de lsaías muestran ciertas afinidades con las otras partes de este libro, el más amplio de todas las colecciones proféticas: el mismo acento en la santidad del Señor, la misma preocupación por la salvación de Jerusalén, la misma polémica contra los ídolos, las mismas perspectivas universales. Sin embargo, su estilo no es ni el del profeta del siglo VIII ni el del profeta del destierro de los capítulos 40-55. Se hacen oír aquí varias voces proféticas, de manera que el nombre de «Trito-lsaías» que da normalmente la crítica a estos últimos capítulos no debe tomarse al pie de la letra. Estamos en presencia de una colección que recoge profecías anónimas de épocas diferentes, pero inspiradas todas ellas en la tradición de lsaías. Esto indica la importancia del mensaje del profeta Isaías para que haya repercutido de tal modo a lo largo de los siglos, sin dejar de suscitar nuevas profecías, en función de las circunstancias cambiantes de la vida de la comunidad reunida en torno al templo de Jerusalén.


La colección
El corazón del relato está constituido por los capítulos 60-62, en donde resuena el anuncio de la salvación en una Jerusalén glorificada, iluminada, colmada, y que se ha convertido en centro de atracción para las naciones paganas. Hay varios rasgos de esta sección central que se relacionan con los de los capítulos 40-55, hasta el punto de que se ha creído escuchar aquí la voz del Segundo lsaías. En medio de estos tres capítulos figura, por otra parte, la confesión personal de un profeta que describe su misión al estilo de la del Siervo de los capítulos 42 y 49. Sin embargo, las perspectivas se han ensanchado a una dimensión cósmica que atestigua más bien la profecía de un discípulo que desarrolla el mensaje de su maestro.



Esta sección central va encuadrada por dos poemas que describen proféticamente la venida del Señor:


- 59,15b-21: como un soldado, el Señor se ha equipado para vencer a sus enemigos y salvar a Sión;
- 63,1-6: al no encontrar a nadie que tome su defensa, el Señor se ha decidido a intervenir personalmente.

En torno a estos dos poemas figuran dos plegarias: la gran plegaria de humillación como respuesta a las acusaciones del profeta (59,9-15a); y el salmo de alabanzas y de esperanza para suplicar al Señor que intervenga en favor de su pueblo desvalido (63,7-64,11). Finalmente, dos series de oráculos sirven simétricamente para abrir y cerrar la colección: los capítulos 56-58 por un lado y los capítulos 65-66 por otro.

Así pues, la colección del Trito-Isaías parece estar construida sobre este esquema:

A. 56-58: la renovación de la comunidad.
   B. 59,1-14: acusación y plegaria de humillación
     C. 59,15-21: la venida del Señor para juzgar
        D. 60-62: la salvación llega a Jerusalén
     C'. 63,1-6: la venida del día de la venganza
   B'. 63,7-64,11: plegaria de súplica
A'. 65-66: la renovación de la creación.

Las circunstancias
La época en que se inscriben estas profecías va probablemente desde el retorno del destierro hasta el final de la dominación persa, o quizás más tarde, bajo el dominio griego. La comunidad a la que se dirigen no está ya animada por el celo de los primeros repatriados de Babilonia; al contrario, parece estar desanimada por el retraso en el cumplimiento de las promesas de salvación que Hageo o Zacarías anunciaban como inminente. Se ha instalado cierta desilusión. Se pretende que "¡el brazo del Señor es demasiado corto para salvar! •• (59,1). Es verdad que siguen llegando repatriados a Jerusalén, pero en pequeños grupos, y otros muchos andan dispersos por las naciones (66,18-20). En cuanto a los pueblos que iban a traer sus riquezas al templo, es más bien su agitación lo que se perpetúa y su miseria lo que persiste (59,10-11).

En este clima de pesadumbre no parece ser que se hubiera abandonado el culto, sino todo lo contrario; pero el profeta lo acusa de no ser más que una obra humana con fines egoístas. Se practica el ayuno, pero falta la solidaridad con el pobre. Y el sábado no interrumpe la ambición de los comerciantes (58). Los jefes de la comunidad explotan al pueblo (56,9-12) y nadie acude a socorrer a los pequeños (57,1). Como el Señor se muestra inactivo, se practican en secreto los cultos idólatras (57,3-13).

Es palpable que la situación dista mucho de ser la de los años 520, cuando el celo se había apoderado del pueblo para reconstruir el templo. La solidaridad social se ha relajado. Se ha producido un desnivel entre los ambientes sacerdotales que dirigen la comunidad y que buscan su propio interés, y el grupo de fieles a los que se ha prometido la salvación. El papel central que ocupa Jerusalén en estas profecías demuestra que estamos en Jerusalén, probablemente antes de la intervención de Nehemías (cf. 60,10s). Es la primera mitad del siglo V, un tiempo en el que la fe tiene que enfrentarse con el reto de la lentitud de la historia de la salvación.



No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...