TÚ
AÚN ME ESPERAS
Lytta
Basset
Señor, si Tú quieres esperarme todavía,seré el cuarto mago,
partido de ninguna parte,
partido sin estrella en los cielos
para un viaje al cabo del tiempo,
para un viaje al cabo de mí mismo…
Cuando las tinieblas nublan todas las pistas,
cuando mi brújula interior late a toda velocidad,
cuando mi camino se embala sobre sí mismo,
Tú me muestras en alguna parte en la noche
la estrella desconocida que Tú levantas para mí.
Tú me dices que no he perdido mi vida,
Tú me dices que Tú me esperas todavía,
pues la fiesta no comenzará sin mí.
Y yo te ofreceré mi infancia
agazapada bajo los escombros de mi pasado…
Adoraré al Niño de la Navidad
como se arrodilla uno maravillado
ante el milagro frágil
de una Palabra que por fin se ha hecho verdadera.
Ahora yo te veo en el Niño de la Navidad
arrodillado ante mí
para que, al fin, yo llegue a ser Tu hijo.
___________________________________
Y UNA CRIATURA PEQUEÑA LOS GUIARÁ…
UN
MENSAJE DE ADVIENTO Y NAVIDAD
Chris
Ferguson
Secretario
general de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas
Del tronco de Isaí brotará un
retoño; un vástago nacerá de sus raíces. El Espíritu del Señor reposará sobre
él: espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Él se deleitará en el temor del
Señor; no juzgará según las apariencias, ni decidirá por lo que oiga decir,
sino que juzgará con justicia a los desvalidos, y dará un fallo justo en favor
de los pobres de la tierra. Destruirá la tierra con la vara de su boca; matará
al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será el cinto de sus lomos
y la fidelidad el ceñidor de su cintura. El lobo vivirá con el cordero, el
leopardo se echará con el cabrito, y juntos andarán el ternero y el cachorro de
león, y un niño pequeño los guiará. Isaías
11:1-6, NVI
Pero cuando los jefes de los
sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas, y que
los niños gritaban en el templo: “¡Hosanna al Hijo de David!”, se indignaron.
—¿Oyes lo que esos están diciendo? —protestaron. —Claro que sí —respondió
Jesús—; ¿no han leído nunca: “En los labios de los pequeños y de los niños de
pecho has puesto la perfecta alabanza”? Mateo
21.15-16, NVI
En todo
el mundo, este año, nos sentimos atrapados y atrapadas en el verdadero y más crudo significado bíblico del Adviento. No se
trata de una espera apacible, expectante y preparada anhelando algunas buenas e
inevitables noticias para las que debemos hacer espacio en nuestras atestadas
vidas, sino más bien de una sensación desesperada de estar sobrepasados por el peso
del mundo. Para la mayoría de las personas y para el planeta mismo, las
realidades sociales, políticas, económicas, culturales y religiosas son, en el
mejor de los casos, inquietantes y, de hecho, angustiantes.
La
realidad de la guerra, la violencia, la agitación social, la emergencia
ambiental, el racismo y el aumento del autoritarismo y la opresión
religiosamente justificada es para todos y todas, un peso en la vida de cada
día. Esto nos abre un espacio receptivo para percibir el mundo del profeta Isaías
como un mundo en el cual el impacto del sufrimiento y la injusticia son
insoportables y dominan la vida del pueblo de Israel. La situación global
actual nos sensibiliza para sentir la desesperación de vivir en un mundo donde
todos los indicadores apuntan hacia una situación cada vez peor de desigualdad,
miedo y violencia, hacia el anhelo de que la situación cambie, hacia la tensión
por el alivio. El tiempo del Adviento no es la expectativa de que la ayuda
llegue pronto, sino la duda creciente de que tal vez no llegue.
La
emergencia climática y la masividad del desplazamiento humano, junto a la
pobreza e inequidad crecientes, no parecen, francamente, indicar un final feliz
en el corto plazo. El surgimiento de liderazgos que fomentan la división y la
dominación apunta a una lucha polarizada y prolongada por la justicia y la
dignidad. Estos liderazgos y mayorías asumen posiciones intolerantes que
hubieran parecido impensables y que, sin embargo, reciben un apoyo popular
aparentemente masivo.
La
coyuntura de Isaías no señala en absoluto la cómoda seguridad de que todo esto
tendrá un final feliz. O la falsa esperanza de fingir que no importa cómo
suframos ahora porque recibiremos una recompensa más adelante en el cielo.
La
imaginación profética se enciende no con promesas de gracia barata y de
resultados garantizados, sino con un llamado a construir esperanza en otros
lugares. Una invitación a ver el presente no en términos de una situación mejor
pre-enlatada, sino como una oportunidad para descubrir que Dios está ofreciendo
posibilidades en los lugares absolutamente opuestos a los de las reglas del
poder.
Isaías
no solo está presagiando lo que ya conocemos sobre Jesús, sino también sobre
cómo Dios obra en nuestros tiempos actuales. La profecía tiene que ver tanto
con el discernimiento de las acciones de Dios en el presente como en aquello
que está por venir.
Dios está haciendo su tarea no en
lugares de poder, fuertes y dominantes. El retoño verde de la esperanza
proviene de un tronco seco e infértil, no de un árbol robusto. Proviene de
vidas ya destrozadas y menospreciadas. Un brote de un tronco seco. Mira a tu
alrededor. Discierne, detecta. Dónde y quiénes han sido diezmados y disecados,
¡allí espera una sorpresa! No modelada por lo que vemos o escuchamos como posibilidades
sino por la justicia que no se puede reprimir.
Criaturas
que se resisten y se oponen, armonizan y unen fuerzas, no domesticadas por los
poderosos sino guiadas por una criatura pequeño. Es difícil no asimilar la
visión profética de Isaías cuando vemos los múltiples estragos de la opresión,
del sufrimiento y de la destrucción y, a la vez, desde lugares muy inesperados,
percibimos que las fuerzas opositoras están siendo dirigidas por niños y niñas.
Jesús, pero en nuestro propio tiempo y contexto, desde sitios con poca
esperanza aparecen brotes de nueva vida.
En
el frente ambiental global, no hay duda acerca del lugar desde el cuál asoma el
verdadero liderazgo para el cambio. Imagínese, hace apenas un año que Greta
Thunberg comenzó una huelga escolar en absoluta soledad. Ahora los niños y
niñas de las escuelas están literalmente liderando el movimiento ambiental
global. Y este Adviento de movimiento de liderazgo no es solo inspirador,
edificante. Son las voces urgentes de los niños y de las niñas que dicen: “No queremos
que se sientan esperanzados, esperanzadas. Queremos que entren en pánico”. La
visión profética nos ayuda a ver que, en ocasiones —como en la resistencia a la
violencia armada o al enfrentar una catástrofe ecológica— los niños y las niñas
son las únicas personas adultas en la sala.
Desde
Hong Kong hasta Beirut, pasando por Chile y más de nueve protestas populares
lideradas por jóvenes, rechazan la clase política actual, poniéndose a favor de
la política de la vida y de la justicia.
Isaías
nos señala dónde se encuentra el espíritu, el espíritu de Dios, el espíritu de
Jesús en momentos desesperantes. Entre las personas maltratadas e ignoradas.
Los niños y las niñas se encuentran entre aquellas personas llenas del espíritu
de sabiduría y de comprensión. El espíritu del temor y del conocimiento del
Dios de la vida.
En
el Evangelio de Mateo, luego de la entrada de Jesús a Jerusalén, el patio del
templo está lleno de niños y de niñas de la calle que gritan: “¡Hosanna!”.
Sálvanos. Rescátanos, hijo de David, ahora. Y los jefes de los sacerdotes y los
maestros de la ley se indignaron y dijeron: “¿Escuchan lo que dicen estos
niños?”. La respuesta es: sí. En este Adviento de las voces esperadas de los
niños y de las niñas, escuchamos la convocatoria a unirnos al movimiento de
Jesús. Para salvar, para rescatar la vida donde ella se encuentre en riesgo. El
Adviento nos ayuda a recordar hacia dónde mirar para percibir el obrar de Dios.
Porque
una criatura los guiará.
wcrc.ch/es
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