HOY
POR LA TARDE SE LLEVARÁ A CABO EL TALLER DE ACCIÓN SOCIAL.
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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes
26 de junio, 19 hrs.
Pioneros/as
del presbiterianismo en México (IV) (Salmo 78.20-26)
Modera:
A.I. Germán Fernández
MELINDA RANKIN (1811-1888) (IV)
M. Ángel González Quiroga y Timothy P. Bowman
Tras establecerse en
Brownsville, Rankin se puso de inmediato a trabajar. Compró una modesta casa de
dos habitaciones, una de las cuales utilizaba como escuela para niñas mexico-americanas.
Casi de inmediato, Rankin se enfrentó a su primer desafío con la Iglesia
católica cuando un grupo de curas y monjas de Francia arribaron a Brownsville
con suficientes recursos para establecer un convento y una escuela. Comenzaron
a atraer a los jóvenes del pueblo, poniendo a Rankin, quien carecía de
recursos, en una gran desventaja. A principios de 1853, antes de que cumpliera
un año en Brownsville, decidió regresar al noreste y solicitar fondos para su propio
seminario.
El
viaje de vuelta al noreste se volvió una horrenda odisea que, en muchas formas,
puso a prueba la fortaleza y tenacidad de Rankin. Este es el viaje durante el
que la misionera sufrió esa terrible experiencia a medida que las olas
bamboleaban su “endeble barca” como un corcho sobre las aguas durante varios
días. Aunque se creyó “perdida en el mar”, la barca finalmente llegó a Nueva Orleáns,
y Rankin continuó su viaje. Para marzo había llegado a Filadelfia, en busca de fondos
para un seminario. Pasó el resto de ese año en el noreste y luego, a inicios de
1854, se encaminó hacia la frontera en un lento viaje que incluía la
recolección de fondos. Se detuvo en distintas poblaciones a lo largo de los
ríos Ohio y Mississippi, recorriendo con dificultad hasta 15 kilómetros diarios
entre plantaciones para buscar donativos individuales. A lo largo de su jornada
de 14 meses, se topó con tormentas, incomprensión, hostilidad y abiertos rechazos
a su proyecto. Algunos le dijeron que los mexicanos necesitaban ser
exterminados, no instruidos. Pero ella perseveró, encontrando aceptación entre
otros y regresando a Brownsville con 2 mil 500 dólares, suficiente para
construir su escuela.
El
viaje para recolectar fondos revela mucho sobre el carácter de Rankin. Se
enfrentó a juicios que hubiesen derrotado a gente de menor fortaleza. Parecía
insensible a las penurias y temeraria ante el peligro. Pero no es difícil
descubrir la fuente de su fuerza. […] De hecho, ella se consideraba un
instrumento de Dios.
M.
Rankin, Veinte años entre los mexicanos. Relato
de una labor misionera. 2ª ed. Monterrey, Fondo Editorial Nuevo León, 2008, pp. 17-18.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
29 – Velada
de oración, 19-22 hrs.
JULIO
1 – Santa
Cena
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