OREMOS POR TODAS LAS FAMILIAS
QUE SERÁN VISITADAS DURANTE ESTE MES
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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes
9 de octubre, 19 hrs.
La actuación de Elías (I Reyes 17.16-24)
Modera:
D.I. Odilón Arellano A.
LA SEQUÍA EN LA
ÉPOCA DE ELÍAS
Pierre Buis
La sequía se anuncia ex abrupto al comienzo del capítulo 17: “Elías de
Tisbé dijo a Ajab: Tan cierto como que el Señor, Dios de Israel, al que yo
siervo, está vivo, te juro que no caerá ni rocío ni lluvia durante estos años,
mientras que yo no lo diga”. Y solamente al final del capítulo 18 es cuando
vuelve a llover.
No hay nada que introduzca la
declaración de Elías ni nada que la explique en el contexto inmediato. ¿Por qué
impone Elías esta calamidad? Solamente lo sabremos al final de la gran
confrontación con los profetas de Baal.
Es probable que el relato del
duelo entre Elías y los profetas de Baal sea independiente del relato de la sequía.
Pero si se le ha intercalado allí, ha sido con una finalidad concreta. El
relato del duelo demuestra que el Señor es Dios porque envía el rayo. Era
precisamente en este punto donde Baal era su rival. En la religión cananea,
Baal (o sea, «el señor», epíteto de Hadad) es representado como el dios de la
tempestad, y por tanto de la lluvia y de la fertilidad. La sequía impuesta por
Elías podía explicarse por la voluntad de Baal, por su sueño (cf. 18.27) o
hasta por su muerte en el ciclo de las estaciones, lo mismo que por la voluntad
del Señor. Por tanto, solamente cuando se haya demostrado la impotencia de BaaL
y el pueblo haya proclamado: “¡El Señor es el Dios verdadero!”, es cuando Elías
podrá pedir y obtener que vuelvan las lluvias (18.41-45).
Es en este relato donde mejor
aparece Elías como el campeón del Señor. Quiere obligar al pueblo a una opción
radical y sin equívocos: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando caminando con
muletas 3? Si el Señor es el verdadero Dios, seguidle; si lo es Baal, seguidle»
(18,21). El silencio que responde a esta intimidación demuestra que el pueblo
no quería elegir; dos dioses protegen mejor que uno. Elías impone la elección
proponiendo a las divinidades rivales una prueba decisiva. Se trata también de
una prueba para los profetas respectivos. En las costumbres de la época el
perdedor no podía menos de sufrir la muerte.
Elías arriesgaba su vida, y no tiene
reparos en hacer que maten a los profetas de Baal. El lugar de la prueba estaba
bien escogido: el altar que Elías reconstruye demuestra que se había rendido
culto al Señor en el Carmelo. Pero entre tanto la montaña había pasado al
dominio de los fenicios y se honraba allí a Baal Hadad. Los romanos seguirán
hablando de un dios Carmelo, identificado con Zeus y por tanto con Hadad.
El libro de los Reyes. Estella, Verbo Divino, 1995 (Cuadernos bíblicos, 86), pp. 22, 24.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
8-19 – Visitas de evangelización a hogares
21 – Película especial
28 – Clase unida/ Culto unido, 17 hrs.
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