“LA LUZ DE DIOS ES LA QUE ILUMINA NUESTROS PASOS Y NOS
ALUMBRA EL CAMINO HACIA LA PAZ Y LA JUSTICIA”, DICE EL MENSAJE DEL CONSEJO
MUNDIAL DE IGLESIAS
ALC Noticias, 7 de diciembre de 2012
Traerá la justicia a las naciones… … No hará pedazos la caña quebrada,
ni apagará la mecha humeante; Traerá la justicia por medio de la verdad. Isaías
42.1, 3
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz
resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron. Juan 1.3-5
El salmista describe la Palabra de Dios
como una lámpara que alumbra nuestros pasos y nos guía en el camino de la vida.
En las Sagradas Escrituras, encontramos muchas alusiones a la luz como símbolo
de la gloria de Dios y de su mano que nos guía. Los artistas ulteriores
utilizaron la luz en sus representaciones de la Natividad de Jesucristo: la luz
de una estrella que brilla en el cielo, la luz que rodea a las figuras de los
ángeles, el resplandor divino que surge de un pesebre para iluminar los rostros
humanos.
Isaías nos enseña que el siervo del Señor, en los tiempos venideros,
avivará hasta el fulgor más tenue que brille entre las tinieblas. El himno de
la encarnación que abre el Cuarto Evangelio proclama que la luz sigue brillando
entre las tinieblas y que la muerte y la oscuridad nunca se superpondrán a la
Palabra, la vida y la luz de Dios.
Lo que la Palabra ha traído al mundo es la vida, y la vida es la luz de
todas las naciones. Durante el próximo año, el Consejo Mundial de Iglesias
centrará su labor y testimonio en una simple oración que servirá como tema de
nuestra décima Asamblea: Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz.
Durante los tiempos de Adviento, Navidad y Epifanía, somos especialmente
conscientes del don de Dios de la luz, revelado en la Palabra eterna que se
hizo carne, y que sigue habitando ahora entre nosotros. Esta es la luz que nos
da esperanza en nuestro mundo actual a pesar de la desunión, el abuso, el odio,
la violencia, la pobreza, la codicia y la corrupción.
La luz de Dios es la que ilumina nuestros pasos y nos alumbra el camino
hacia la paz y la justicia. Incluso aunque el brillo de nuestras luces sea muy
débil, la Palabra de Dios prevalece en la oscuridad, poniendo siempre la
justicia en el centro de nuestro camino común hacia la paz.
Que disfruten de todas las bendiciones de estas Navidades, recordando la
Buena Nueva:¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a todos los que
gozan de su favor!
Suyo en la alegría del Espíritu Santo, y en el amor de Cristo,
Pastor Dr. Olav Fykse Tveit
Secretario general
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A PROPÓSITO
DEL DÍA INTERNACIONAL DEL DISCAPACITADO. MEDITACIONES EN TORNO A MARCOS 7.31-37
(II)
Amós López
Rubio
Elsa Tamez,
teóloga mexicana, nos dice que la deshumanización es la pérdida de la
sensibilidad por lo que le pasa a las demás personas y a nuestro planeta, es
indiferencia mezclada con codicia, sin importar el sufrimiento de quien no
tiene nada. Esta es una buena fotografía de lo que algunos llaman hoy la
sociedad de consumo o la cultura del mercado.
El pastor David Potter fundó un ministerio en
Inglaterra que vela por la integridad espiritual y social de las personas con
discapacidad. En uno de sus libros, él habla de seis principios inspirados en
la Biblia y que son importante en el trabajo con las personas con discapacidad:
la individualidad de la persona, su dignidad, su integridad, su independencia,
su integración y su espiritualidad. En el ministerio de sanidad que Jesús
desarrolla podemos ver cómo su atención a las personas con discapacidad tiene
en cuenta las particularidades de cada cual, cada gesto sanador de Jesús se
desarrolla de manera diferente y respondiendo a las necesidades puntuales y a
las peticiones de aquellos que le buscaban para ser sanados.
No poder escuchar y no poder hablar, son
imágenes que nos remiten a situaciones de opresión, de exclusión, de
incomunicación. Escuchar y hablar son actos que remiten a la esencia de las
relaciones humanas, de la vida en comunidad. El encuentro con Jesús adquiere
una relevancia y una profundidad en el proceso de liberación del tartamudo que
va más allá de la sanidad en sí misma. El que antes vivía sumido en un silencio
que le aislaba, ahora puede apreciar y comprender mejor el mundo que le rodea;
el que antes no podía expresarse con facilidad, ahora tiene la oportunidad de
hablar y decir su propia palabra.
En su trabajo
con personas con discapacidad, las iglesias deben considerar algunos
elementos importantes. Hay quienes oran
para que las personas con discapacidad sean curadas, grandes campañas de
sanidad son realizadas con este fin. Pero esta actitud acentúa, ahora desde la
fe religiosa, aquellos mitos sobre las personas con discapacidad, y no nos
permite valorarlas en sí mismas como creación buena de Dios, como personas con
dignidad, valores y capacidades propias. Lo primero al compartir el evangelio a
las personas con discapacidad es romper con aquellas mitos y situar a la
persona en el centro del cuidado y el amor de Dios, así como respetar su
dignidad propia y hacerle partícipe tanto de la salvación en Cristo como del
llamado a colaborar con la misión de Dios en el mundo.
La curación de un
mundo sordo y mudo
Sordera y
mudez son también señales de nuestro mundo actual. Padecemos de sordera cuando
cerramos nuestros oídos al clamor del necesitado. Preferimos hacer silencio
ante las injusticias para no complicarnos la vida y asumir responsabilidades.
No querer escuchar y no querer hablar son formas de evitar el compromiso, son
formas de negar a Dios. Sin embargo, Dios continúa hablando a nuestro oído,
Dios quiere que escuchemos con atención y que comuniquemos su mensaje sin temor
y con alegría. Dios quiere seguir destapando nuestros oídos y desatando nuestra
lengua para compartir su mensaje de amor y salvación.
Después de aquel gesto de sanidad, el texto de
Marcos afirma que la gente comentaba que Jesús “lo hacía todo bien”, esta frase
nos recuerda las palabras de Dios en el libro del Génesis. Cuando la creación
fue completada, dice el texto que “Dios vio que todo lo que había hecho estaba
bien”. En esta perspectiva, la curación de aquel tartamudo señala también hacia
una nueva creación que está llegando con Jesús, quien restaura la vida y
rescata al mundo de la destrucción del pecado humano. Son las palabras del
apóstol Pablo: “en Cristo somos una nueva criatura”.
Y la segunda parte del comentario de la gente
es que Jesús “hacía oír a los sordos y hablar a los mudos”. Aquí es recordado
el texto del profeta Isaías, capítulo 35, al hablar de la futura restauración
de Jerusalén cuando sea librada de sus enemigos: “Fortalezcan las manos
débiles, afiancen las rodillas vacilantes; decir a los de corazón inquieto
‘sean fuertes, no tengan miedo. Vuestro Dios viene, trayendo recompensa y
salvación’. Entonces se abrirán los ojos del ciego, se destaparán las orejas de
los sordos, saltará el cojo como el ciervo, y la lengua del mudo gritará de
júbilo”.
Ésa es también nuestra misión como iglesia de
Jesucristo, ser instrumentos de la nueva creación que llega por el amor
restaurador de Dios, ¿de qué manera? En primer lugar, devolviendo a las
personas su derecho a escuchar y ser escuchadas, así como su derecho a la
palabra; en segundo lugar, haciendo oír a los sordos aquello que no quieren
escuchar, diciendo la palabra del evangelio para este tiempo. Esto es, denuncia
del pecado y la injusticia, y anuncio de la liberación y la esperanza que trae
el evangelio a través de gestos concretos de dignificación humana.
Ser
instrumentos de la nueva creación que Dios está trayendo tiene que ver, en este
pasaje, con un don que es comunicado a través de gestos concretos de
liberación, gestos que pasan por nuestro cuerpo, por nuestros sentidos. Manos que
se imponen sobre nuestra cabeza, dedos que se meten en nuestros oídos y saliva
que desata nuestra lengua, la palabra de Dios en nuestra palabra y a través de
nuestra palabra. Y esta palabra es palabra de salvación, de consuelo, de amor y
esperanza.
Siempre me llamó la atención el hecho de que
Zacarías, padre de Juan el bautista, quedara mudo cuando recibió la noticia del
nacimiento de Juan, y solo recuperó el habla cuando su hijo nació. Dice el
evangelio de Lucas que cuando Zacarías escribió sobre una tablilla que su hijo
se llamaría Juan, confirmando el llamado de Dios y la palabra de su esposa
Isabel, “al punto se abrió su boca y se desató su lengua, y hablaba alabando a
Dios”. Y entonces entonó un cántico conocido como el cántico de Zacarías, cuyas
primeras estrofas dicen así: “Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha
visitado y redimido a su pueblo, y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la
casa de David, su siervo, como había prometido desde antiguo por boca de sus
santos profetas”.
La lengua de Zacarías fue desatada para
proclamar la salvación de Dios. Con ese mismo propósito fue desatada la lengua
del tartamudo que vino al encuentro de Jesús. El cántico de Zacarías bien
podría ser el cántico de aquel que era tartamudo y sordo, quien había recibido la
visita del Señor y había sido redimido por la fuerza salvadora del amor de
Dios.
Termino con las palabras de Alejandra Meneses,
una cristiana del Ecuador y portadora de discapacidad física:
La iglesia como referente de justicia,
solidaridad y amor, está llamada a convertirse en una comunidad inclusiva, que
no hace acepción de personas, sino que propicia y facilita el espacio para que
todas las personas se sientan acogidas, sanadas, dignas y convocadas a ser
parte de su misión. El Evangelio nos pide seguir el ejemplo del Maestro, quien
sin pena ni vergüenza fue capaz de tener actos de amor concretos a favor de sus
pequeñuelos y pequeñuelas, entre los que estaban las personas con
discapacidad…es necesario que como iglesias comencemos a develar este problema
que existe en nuestra sociedad y ser conscientes de que nos concierne como los
llamados y las llamadas a ser sal y luz.
Promover debates en torno al tema en nuestras
congregaciones… discipular a las familias que tienen seres queridos con
discapacidad acerca de la autoestima, la autonomía, la independencia, la forma
de desarrollar sus habilidades sociales, recordando que la sobreprotección les
hace más vulnerables a todo acto de violencia…todos y todas podemos hacer algo,
y lo primero es salir de la lástima que nos inmoviliza y acomoda… éste es un
problema que nos desafía a tomar una posición definida como discípulos y
discípulas de Cristo, a fin de lograr que este grupo de personas históricamente
marginadas y olvidadas, encuentren que las iglesias son espacios de gracia,
amor y aceptación.
Que así sea.
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