sábado, 22 de diciembre de 2012

Dios nace en un mundo conflictivo, L. Cervantes-O.


23 de diciembre, 2012

Augusto, el emperador romano, publicó por aquellos días un decreto disponiendo que se empadronaran todos los habitantes del Imperio. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Todos tenían que ir a empadronarse, cada uno a su ciudad de origen. Por esta razón, también José, que era descendiente del rey David, se dirigió desde Nazaret, en la región de Galilea, a Belén, la ciudad de David, en el territorio de Judea, para empadronarse allí juntamente con su esposa María, que se hallaba embarazada. Y sucedió que, mientras estaban en Belén, se cumplió el tiempo del alumbramiento.
Lucas 2.1-6, La Palabra, SBU

Afirmar que Dios nació en un mundo conflictivo parece una repetición innecesaria, porque el mundo siempre ha sido conflictivo, pues es un conjunto múltiple de fuerzas y dinámicas en acción que cuesta mucho trabajo entender e interpretar. Esta combinación de elementos teológicos e históricos para referirse a los actos divinos no es nueva, pues forma parte de la manera en que muchas veces las Escrituras presentan los acontecimientos. La introducción de Lucas 2, al menos hasta el v. 6 nos coloca frente a un escenario donde la aparente normalidad de la época se había establecido gracias a la fuerza de las armas del imperio romano, el cual, a su vez, había sustituido a otro imperio, y así sucesivamente. Nadie discutía la pax romana, o al menos aparentemente, pues detrás del disfraz de aceptación que trasluce la obediencia con que José y su esposa acuden a Belén para empadronarse estaban los grupos opositores y de resistencia que rechazaban rotundamente la presencia de los legionarios romanos.
La intención del censo ordenado por el emperador, cuya legitimidad cuando se expone este pasaje eclesiásticamente al parecer tampoco nadie discute, obedeció al proyecto político de Roma, e implícitamente Lucas está evidenciando esta oposición con los plantes divinos, con los cuales sin embargo se entrelaza para proyectar no el suceso oficial como relevante o primordial, sino aquel otro, el que estaba condenado a quedar en las orillas de la historia, el nacimiento de un niño celebrado por ángeles y alabado por pastores, es decir, lo más alto y lo más bajo en la escala simbólica y social. La conflictividad política y religiosa es trabajada por el evangelista en una clave capaz de producir fe y confianza en medio de las condiciones adversas para los más desfavorecidos, encarnados por los pastores. Como explica José Severino Croatto:

Según el esquema lucano, los episodios del anuncio, nacimiento e infancia de Jesús son paradigmáticos, apuntando a “realizaciones” en su vida pública y a trans-significaciones en la vida de la comunidad de sus seguidores. Por eso, la configuración mesiánica del Jesús resucitado (Hechos 2.36) es anticipada, casi diríamos que esotéricamente (como anuncio y prefiguración), en el episodio del nacimiento y de la epifanía angélica: “No temáis […] Os ha nacido hoy un salvador, que es Mesías Señor, en la ciudad de David” (Lucas 2,11).[1]

Podría decirse que “Dios le contesta al sistema” proponiendo una significación intrínseca al tiempo, a la historia, a la vida humana, más allá de los proyectos burocráticos de un imperio preocupado por ampliar las redes de su poder y de su control sobre la vida de las personas. Ante ello, la acción divina es profundamente intrahistórica y, en medio de los conflictos e insatisfacciones, instala razones para la esperanza. El nacimiento de Jesús, anuncia Lucas, cambiará literalmente la historia, pues se coloca en el plano que supuestamente merecían los planes imperialistas. Así lo resume Darío Barolín:

…¿cómo debemos entender la alegría y esperanzas que aparecen en los dos primeros capítulos? Hay dos aspectos: a) por un lado esta alegría y gozo que mostraban Zacarías, María, Isabel, Simeón, Ana, los pastores y cuantos más se alegraban con ellos/as, es la respuesta adecuada a la promesa de Dios y también a la presencia del Cristo Señor. Lucas ha rescatado esa alegría, sabiduría y esperanza de la piedad judía popular pues la considera válida para sus lectores/as. Una piedad muy distinta a la de la dirigencia farisaica; b) por otro lado, “cuando llegó [Jesús ] a la ciudad [Jerusalén] viéndola, lloró por ella” (19.41; cf. también 23.28). Ésta es la respuesta de Jesús ante Jerusalén y seguramente es la que Lucas espera de Teófilo para con el pueblo judío. El lector por cierto, no puede dejar de sentir lástima ante tanta esperanza, tanta alegría que no logra concretarse en plenitud por el rechazo de los líderes. Sin embargo esta redención esperada no ha sido descartada por Dios sino que es transportada hacia el futuro.[2]


[1] J. Severino Croatto, “Jesús muere como profeta en Jerusalén. La construcción lucana del Jesús profeta”, en RIBLA, núm. 44, http://claiweb.org/ribla/ribla44/jesus%20muere%20como%20profeta.html.
[2] D. Barolín, Fortaleciéndonos con Teófilo. Una lectura de Lucas 1-2”, en RIBLA, núm. 53, http://claiweb.org/ribla/ribla53/fortaleciendonos.htmlhttp://claiweb.org/ribla/ribla53/fortaleciendonos.html.

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...