11 Si, pues, todo esto ha de ser
aniquilado, ¡qué vida tan entregada a Dios y tan fiel debe ser la de
ustedes, 12 mientras esperan y aceleran la venida del día de Dios!
Ese día, en que los cielos arderán y se desintegrarán y en que los elementos
del mundo se derretirán consumidos por el fuego. 13 Nosotros, sin
embargo, confiados en la promesa de Dios, esperamos unos cielos nuevos y una
tierra nueva que sean morada de rectitud.
14 Por tanto, queridos,
en espera de tales acontecimientos, esfuércense por vivir en paz con Dios,
limpios e intachables. 15 Consideren que la paciencia de nuestro
Señor es para nosotros salvación. En este sentido les ha escrito también
nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le ha concedido. 16
Lo repite en todas las cartas en que trata estos temas y en las que hay algunas
cosas difíciles de entender, que los ignorantes y poco formados en la fe
interpretan torcidamente —como hacen con otros pasajes de las Escrituras—,
buscándose con ello su propia ruina.
17 Están, pues,
advertidos, mis queridos. Monten guardia, para que no los seduzca el error de
los libertinos ni se desmorone la firmeza que ahora tienen. 18 Y crezcan en
gracia y en conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria
ahora y por siempre. Amén.
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