29 de marzo, 2015
Deben
saber que han sido liberados de la estéril situación heredada de los mayores,
no con bienes caducos como son el oro y la plata, sino con la sangre preciosa
de Cristo, cordero sin mancha y sin tacha que, existiendo desde antes de la
creación del mundo, se ha manifestado al final de los tiempos para el bien de
ustedes.
I Pedro 1.18-20, La Palabra (Hispanoamérica)
1. La figura de un cordero indefenso, tomada de Isaías 53 preside toda
la imaginería con que los autores del Nuevo Testamento describen la actitud de
Jesús de cara al martirio que lo llevó a la cruz para cargar sobre sí los
pecados del mundo.
2. Los apóstoles desarrollaron esa imagen y la aplicaron a todos los
aspectos de la obra redentora del Señor, considerando que su actitud de entrega
y sacrificio marcaría para siempre la fe y el destino de las comunidades.
3. Ninguna actitud triunfalista preside la reflexión de las comunidades
a la hora de percibir, con los ojos de la fe, la manera en que el Señor asumió
la necesidad de entregarse a una muerte ignominiosa y ofensiva que ganaría la
salvación para su pueblo.
4. El apóstol Pedro recuerda con especial intensidad los momentos
terribles de la cruz en donde su Señor fue asesinado pero, gracias al milagro
de la resurrección, transfigura esa terrible experiencia en una enseñanza profunda
sobre el gran regalo que entregó a su pueblo mediante su entrega a la muerte.
5. Los “bienes caducos” a los que se refiere enfatizan la forma en que
los creyentes deben relativizar su vida histórica a la luz de los acontecimientos
de salvación que los han beneficiado directamente.
6. El “cordero sin mancha” que ha entregado su sangre preciosa,
Jesucristo, fue predestinado para llevar sobre sí la tragedia humana y así
superarla mediante el amor y el poder de Dios manifestados en su existencia
histórica y en su triunfo sobre la muerte.
7. La visión de futuro que preside esta reflexión propone un horizonte
de esperanza para todos quienes hacen suyo el impacto del sacrificio del
Cordero de Dios en la cruz y su resurrección.
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