sábado, 5 de diciembre de 2015

Letra 447, 6 de diciembre de 2015

NO HAY DICHA PARA MÍ FUERA DE TI (SALMO 15)
Ernesto Cardenal
Salmos. México-Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1969.



He Qi, Santa Cena en Emaús

Y
 yo le dije:
¡no hay dicha para mí fuera de ti!
Yo no rindo culto a las estrellas de cine
ni a los líderes políticos
           y no adoro dictadores
No estamos suscritos a sus periódicos
ni inscritos en sus partidos
ni hablamos con slogans
ni seguimos sus consignas
No escuchamos sus programas
ni creemos sus anuncios
No nos vestimos con sus modas
ni compramos sus productos
No somos socios de sus clubs
ni comemos en sus restaurantes
Yo no envidio el menú de sus banquetes
¡no libaré yo sus sangrientas libaciones!
El Señor es mi parcela de tierra en la Tierra Prometida
Me tocó en suerte bella tierra
en la repartición agraria de la Tierra Prometida
Siempre estás tú delante de mí
y saltan de alegría todas mis glándulas

Aun de noche mientras duermo
¡y aun en el subconsciente
           te bendigo!


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¿POR QUÉ LOS EVANGÉLICOS NECESITAMOS CATECISMOS?(I)
Will Graham
Protestante Digital, 29 de noviembre de 2015

H
ace 360 años, esta misma semana varios amigos ministeriales de Richard Baxter se reunieron para orar. Querían orar el día 4 de diciembre de 1655 por tres razones. Primero, para pedirle perdón al Señor por no instruir bien a su pueblo. Segundo, para pedir la ayuda divina para enseñar bien a la iglesia. Tercero, para pedir que su obra de enseñanza tuviese éxito entre sus congregaciones. Los ministros estuvieron de acuerdo en que la mejor forma de enseñar a sus rebaños sería a través de catecismos, esto es, una forma de estudio doctrinal mediante preguntas y respuestas.
En nuestros días cuando vemos cómo muchos evangélicos están volviendo al redil de la Iglesia Católica Romana por la falta de profundidad en el mundo protestante y cómo otros simplemente abandonan la fe por completo, me parece que una reunión de oración tal como aquélla organizada por los amigos de Baxter se está haciendo cada vez más necesaria. Tristemente, según el análisis del Dr. J.I. Packer, el mundo protestante lleva casi un siglo sin tomar en serio las confesiones de fe o los catecismos. La catequesis ha desaparecido del mundo evangélico. Como ha escrito el Dr. Antonio Cruz recientemente, “Si se ofreciera por parte de las comunidades cristianas una formación religiosa más adecuada y seria, así como una actitud más auténtica, probablemente se reduciría este abandono de la fe que se observa en la actualidad en buena parte del Occidente”.
Debemos tomar conciencia de que una educación teológica pueril, pusilánime y superficial no va a cambiar esta tendencia”. Hoy, pues, me gustaría defender los catecismos evangélicos. Pero antes de hacerlo, creo que sería conveniente oponerme a algunas ideas que he oído de parte de mis hermanos protestantes condenado el uso de semejantes catecismos.

I. Argumentos contra los catecismos
1. No necesitamos nada sino la Biblia. Creo que la objeción principal que he oído de parte de mis amigos anti-catequéticos es la idea de que sólo hace falta la Biblia. Su lema preferido es: ¡Sola Scriptura! Confieso mi admiración por la actitud que hay detrás de esta objeción, no obstante, hay que recordar que la enseñanza sobre Sola Scriptura nunca fue formulada de tal modo que eliminase otras autoridades de menor importancia.
Sí, las Escrituras tenían que ser la regla suprema de fe y conducta; pero la Biblia en sí no está opuesta a la presentación de documentos teológicos tales como los catecismos. De hecho, todos los líderes protestantes clave (Lutero y Calvino, etcétera) se dedicaron a escribir numerosos textos teológicos con el fin de reflejar las verdades de la Palabra de Dios. Irónicamente, la misma Biblia registra varias confesiones de fe que existían en los días apostólicos tales como “Jesús es el Señor” (Romanos 10:9) o el resumen magistral de la fe en 1 Timoteo 3:16 o el himno cristológico primitivo de Filipenses 2:6-11. La Biblia, al fin y al cabo, es una obra teológica impresionante.
A nivel práctico, me doy cuenta de que las personas que gritan: “¡No necesitamos nada sino la Biblia!” siempre aceptan cosas que no están mencionadas en ningún lugar en la Biblia, por ejemplo, el uso de los instrumentos musicales en la iglesia, los micrófonos para los predicadores y el equipo de alabanza, invitar a la gente al altar después de la prédica, etcétera. Así que sí, es cierto, necesitamos que la Biblia sea la roca sobre la cual edificamos nuestra fe, sin embargo, hacen falta otras ayudas piadosas para que entendamos mejor la enseñanza bíblica (sobre todo para los novatos en la fe). En mi opinión, los catecismos protestantes son una herramienta estupenda porque son capaces de resumir las doctrinas principales de la Palabra en unas cuantas frases sucintas.

2. Sólo hace falta el Espíritu. Hoy día en muchos de nuestros círculos evangélicos, el Espíritu Santo ha llegado a ser sinónimo de espontaneidad y emocionalismo. Ahora lo más importante no es que la Palabra sea predicada correctamente sino las dulces sensaciones y mariposas que podamos sentir mientras estamos congregados en el nombre del Señor. Se ha perdido la verdad. Nos hemos vuelto posmodernos. La reunión se trata de sentimientos, sentimientos y más sentimientos. Por eso tantos sermones ya no se preocupan por la instrucción doctrinal sino que se centran exclusivamente en la aplicación y los testimonios personales.
Por esta misma razón hay un nuevo estilo de alabanza y adoración entre nosotros que no hace nada sino bombardear a nuestros jóvenes con ritmo, luces brillantes, con el volumen de la música a tope y canciones desprovistas de cualquier tipo de contenido cristiano. Sin importar la popularidad de semejantes “ministerios”, tal clase de emocionalismo barato no tiene nada que ver con el cristianismo bíblico. Promueven emoción por amor a la emoción. No es emoción fundamentada en la preciosa verdad de la Palabra de Dios. La mente se encuentra ausente. ¿Cuántos falsos adoradores, falsos profetas y herejes habrán justificado sus “ministerios” apelando al Espíritu Santo a lo largo de los siglos? Haríamos bien en recuperar el énfasis de Lutero en que la Palabra y el Espíritu siempre obran en armonía. Los catecismos, por lo tanto, son documentos profundamente espirituales puesto que procuran ser fieles a la bendita revelación de las Escrituras.

3. Los catecismos son aburridos. Otra objeción a los catecismos es que son tediosos y aburridos. Ahora bien, tal objeción revela el estado del corazón de la persona que emite semejante juicio. ¿Cómo puede un corazón regenerado —verdaderamente regenerado— no sentirse abrumado por la gloria de Dios mientras estudia sobre la Trinidad, la doble naturaleza de Cristo, su obra expiatoria, la promesa de la vida eterna, etcétera? Los catecismos nos hacen pensar. Nos estimulan la mente con la verdad de Dios. Creo que, en gran parte, nos hemos olvidado del mandato del Salvador Jesús de amar al Señor nuestro Dios con todas nuestras fuerzas, todo nuestro corazón y “toda nuestra mente”. ¡Por eso hay tantos protestantes que quieren volver al redil de Roma! Cualquier persona dotada de una célula de inteligencia en su cerebro pensaría que el protestantismo no tiene nada que ofrecernos intelectualmente.
Uno de los desafíos para nuestra generación es recuperar la mente en la adoración evangélica. Me acuerdo de un testimonio compartido por el apologeta americano William Lane Craig. Mientras estudiaba para sus exámenes doctorales, se topó con una mujer sencilla que llevó a varias personas al Señor después de tocar unas canciones de adoración en su guitarra. Lane Craig dijo, “¿Qué hago yo con todos mis libros si todo lo que hace falta para que una persona se convierta es una simple guitarra?”. Uno de sus amigos se acercó  y  le  dijo:
“Sí, pero, ¿ves a todas esas personas conver-tidas? En el futuro no muy lejano, te van a necesitar a ti también”.

4. Los catecismos son demasiado autoritarios, demasiado católicos. En nuestro contexto vemos que la verdad no está siendo rechazada únicamente en el nombre de las sensaciones y sentimientos sino también por un odio profundo hacia las autoridades. Esto es lo que nos propusieron algunos eruditos posmodernos franceses el siglo pasado; no obstante, la enseñanza bíblica sobre la autoridad es marcadamente positiva. ¿De qué se trata el quinto mandamiento? Dios usa la autoridad. Pablo insta a Timoteo y a Tito a oponerse a los falsos maestros con autoridad divina para el bienestar de la iglesia. La autoridad protege al rebaño del Buen Pastor. No tiene por qué ser mala.
En cuanto a la acusación de que los catecismos son demasiado católico-romanos, fueron los católicos los que volvieron a tomar en serio los catecismos después de contemplar los cambios efectuados por la Reforma protestante en Europa. Los líderes romanos se dieron cuenta de cómo los catecismos y confesiones de fe protestantes iban revolucionando las mentes europeas y, en respuesta a dicha realidad, los católicos empezaron a producir sus propios documentos confesionales. ¡De allí, por cierto, el archiconocido Concilio de Trento!

5. Los catecismos son del pasado y el pasado es pasado. Supongo que la objeción más absurda que he oído contra el uso de los catecismos es la noción de que no hay que usarlos puesto que pertenecen al pasado. De nuevo, esta triste mentalidad sólo sirve para demostrar que estamos siendo más influenciados por el posmodernismo que por el pensamiento bíblico. ¿Acaso no se escribió la Biblia en el pasado? ¿Acaso no fue crucificado y resucitado Cristo en el pasado? ¿Acaso no obró el Espíritu en el pasado? ¿Acaso no vivían los reformadores, los puritanos, los Whitefield, Wesley, Edwards, Spurgeon, Ryle, Lloyd-Jones, etcétera, en el pasado? ¿Qué haremos? ¿Pasarlos por alto porque vivían en el pasado? ¡Qué absurdo! Esta idea es “esnobismo cronológico” (C.S. Lewis). Nuestro problema es que estamos demasiado centrados en el aquí y el ahora. Somos egocéntricos. El pasado del protestantismo tiene tantas lecciones bellas y profundas qué enseñarnos; pero nuestra falta de respeto por el pasado y nuestra pereza espiritual nos están perjudicando teológicamente. Por eso me animo hoy cuando veo cómo miles en nuestra generación están volviendo a los reformadores, los puritanos y sus catecismos con el fin de familiarizarse más con la grandeza de una fe evangélica robusta y bibliocéntrica.

II. Argumentos a favor de los catecismos
Después de oponerme a cinco objeciones comunes contra los catecismos evangélicos, me gustaría ofrecer cinco razones poderosas por las que hay que volver a usarlos en nuestros días.

1. Los catecismos hacen maravillas para el discipulado. Una parte importante del discipulado está relacionada con la madurez doctrinal del creyente. ¿Qué otra forma más eficaz hay de alcanzar madurez teológica sino a través de los catecismos? Nos son tan útiles gracias a su contenido tan extraordinariamente rico. Llenan la mente de verdades alegres que anclan el alma del cristiano en la gracia de Dios. Además, debido a los catecismos, los padres cristianos tienen algo de gran valor para educar a sus hijos en el Señor.

En la edad puritana, los padres que no enseñaron a sus hijos conforme al catecismo o que lo tomaron a la ligera, ¡ni siquiera fueron considerados como convertidos!

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