OREMOS TODOS/AS POR LOS PLANES Y
PROYECTOS PARA ESTE AÑO QUE COMIENZA. QUE EL SEÑOR LOS BENDIGA Y DIRIJA
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CULTO
DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 5 de enero, 19 hrs.
Modera:
Mauricio Magallanes G.
Llamamiento: Salmo 8
Oración de ofrecimiento
Himnos:
“Oh, cuán dulce es fiar en Cristo” (537)
“Cristo es la peña de Horeb” (143)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Isaías 40
Tema: “¿Qué tengo que decir a voces?”
Himno:
“¡Tan dulce el nombre de Jesús!” (390)
Ofertorio
Bendición pastoral
EL SEGUNDO ISAÍAS, PROFETA DE LA ESPERANZA
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Los exegetas dan
por hecho con bastante unanimidad que los capítulos 40-55 del actual libro de
Isaías, no pertenecen al profeta que lleva ese nombre y que predicó en Judá en
la segunda mitad del siglo VIII a. C. El trasfondo histórico ya no es la época
en que Asiria era la potencia dominante, sino la época del destierro de
Babilonia, es decir siglo y medio después de la muerte de Isaías. Y algo
parecido hay que decir de las diferencias de estilo y del mensaje religioso que
uno y otro pretenden transmitir.
Nada sabemos en concreto de este nuevo profeta, a quien los estudiosos
han dado el nombre de “Déutero-Isaías” o Segundo Isaías. Pero sí conocemos las
circunstancias históricas en que predicó, y estas circunstancias nos ayudan a
entender mejor su mensaje.
Parece cierto que ejerció su misión entre los israelitas desterrados en
Babilonia hacia el final del exilio -entre los años 553 y 539 a.C.
aproximadamente-. Estos años se caracterizan por la rápida decadencia del
imperio neo-babilónico y el surgimiento fulgurante de una nueva potencia: el
imperio persa, de la mano de Ciro.
Los exiliados anhelan, por una parte, la liberación y el retorno a su
patria. En este sentido, el profeta asegura la pronta repatriación, que explica
como una intervención de Yahveh que se sirve de Ciro como instrumento (45,1-7;
cfr. 41,1-5; 48, 12-15). Por otra parte, ha cundido entre ellos el desaliento y
el desencanto y hasta se ha instalado en ellos una profunda crisis de fe y de
esperanza (40, 27; 49,14). Al profeta tocará despertar esta fe y reavivar la
esperanza de su pueblo.
Pues bien, ahí reside la grandeza del mensaje de Isaías II (es decir, Is
40-55). Este hombre de fe robusta y profunda se lanza a la tarea de convertir a
la esperanza a su propio pueblo. Porque la vuelta del exilio contará con
dificultades, pero la mayor es el mismo Israel que siente el peso de su fracaso
y su decepción.
Para ello el profeta tiene una única arma: la palabra de Yahveh, de la
que se sabe portador: se denomina a sí mismo «boca de Yahveh» (40,5). Pero esta
palabra la transmite con una impresionante fuerza religiosa y con un
extraordinario vigor expresivo.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
10 – Santa Cena /
Consistorio
17 – Taller con maestros
24 – Taller bíblico: La
nueva vida en Cristo según San Pablo
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