domingo, 10 de enero de 2016

Letra 452, 10 de enero de 2016

CLAMO EN LA NOCHE EN LA CÁMARA DE TORTURA
Ernesto Cardenal
Salmos. México-Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1969.

He Qi, Los diez mandamientos


D
esde lo profundo clamo a ti Señor!
Clamo de noche en la prisión
y en el campo de concentración
En la cámara de torturas
en la hora de las tinieblas
oye mi voz
mi S. O. S.
Si tú llevaras el récord de los pecados
Señor ¿quién estaría inmune?
Pero tú perdonas los pecados
no eres implacable como ellos en su Investigación!
Yo confío en el Señor y no en los líderes
No en los slogans
Confío en el Señor y no en sus radios!
Espera mi alma al Señor
más que los centinelas la aurora
más que como se cuentan en la prisión las horas nocturnas
Mientras nosotros estamos presos
están en fiesta!
Pero el Señor es la liberación
la libertad de Israel

CLASE UNIDA
LOS “FUERTES” Y LOS “DÉBILES” SEGÚN SAN PABLO

¿Quién eres tú para erigirte en juez de alguien que no está bajo tu dominio? Que se mantenga en pie o que caiga es algo que incumbe solamente a su amo. Y no cabe duda de que se mantendrá en pie, pues le sobra poder al Señor para mantenerlo.                                                                                               
Romanos 14.4

7 Precisamente para que no se me suban los humos a la cabeza, tengo una espina clavada en mi carne: se trata de un agente de Satanás que me da de bofetadas para que no me ensoberbezca. 8 Tres veces he pedido al Señor que me libre de esto 9 y otras tantas me ha dicho: “te basta mi gracia, porque mi fuerza se realiza plenamente en lo débil”. Con gusto, pues, presumiré de mis flaquezas, para sentir dentro de mí la fuerza de Cristo. 10 Por eso me satisface soportar por Cristo flaquezas, ultrajes, dificultades, persecuciones y angustias, ya que, cuando me siento débil, es cuando más fuerte soy.
II Corintios 12.7b-10

Definición
1.
Debilidad (asthéneia) es un concepto contrario a fuerza y abarca las dimensiones de la incapacidad física, psíquica, social, económica y finalmente espiritual. Todo esto puede expresar el grupo de palabras relacionadas con asthenés.
2. Pablo aportó a los términos de este grupo una profunda reflexión teológica y los desarrolló en un aspecto humano sobre el pecado, cristológico y ético.
3. Pablo, por una parte, presentó la asthéneia como el dominio propio de la caducidad de lo creado, de la impotencia legal y de la incapacidad humana frente a Dios, mientras que, por otra, en un segundo momento, la entiende como el lugar propicio para que se haga presente el poder de Dios.
4. Contrapone a la fuerza, la debilidad y la impotencia. Los hombres están ellos mismos sometidos a la debilidad de Dios, de tal manera que Dios abochorna a la fuerza, en cuanto que elige la debilidad (1 Cor 1.25). Los hombres no son más fuertes que Dios (I Cor 10.22: “A no ser que pretendamos provocar la ira del Señor. ¿Nos creemos acaso más fuertes que él?”). Pablo mismo ha de oírse el reproche de que sus cartas son duras y fuertes, pero que él es débil (II Cor 10.10).

Pablo y el conflicto en Corinto
1. Enfrentándose con sus enemigos de Corinto, para los cuales la cruz de Cristo no desempeña ningún papel decisivo, el apóstol desarrolla con toda claridad su teología de la cruz. En este contexto interpreta Pablo la asthéneia como la pasión y muerte de Cristo y de sus seguidores.
2. Cristo fue crucificado por debilidad (II Cor 13.4: “Porque es cierto que se dejó crucificar manifestando así su debilidad, pero ahora vive en virtud de la fuerza de Dios. Igualmente nosotros, que compartimos su debilidad, compartiremos también su poderosa vitalidad divina si hemos de enfrentarnos con ustedes”; cf. Heb 5.2), y en ese crucificado se muestra la debilidad divina que aparece a los ojos de los hombres como flaqueza y locura (1 Cor 1.25, 27).
3. Pero puesto que en la flaqueza, es decir, en la muerte de Cristo, mostró Dios su poder por la resurrección de los muertos (II Cor 13.4), por eso precisamente se hace presente el poder vitalizador de Dios en la pasión de sus seguidores.

Pablo y la debilidad a partir de Cristo
1. Pablo entiende su debilidad, que sus adversarios de Corinto atacan duramente, como un distintivo de su seguimiento y de su comunicación con la pasión de Cristo (I Cor 2.2-3: “Decidí que entre ustedes debía ignorarlo todo, a excepción de Cristo crucificado; así que me presenté ante ustedes sin recursos y temblando de miedo”; 4.10; II Cor 13.4).
2. Pero al mismo tiempo es en la debilidad de los seguidores de la cruz, que tienen ante sí la resurrección, donde opera ya ahora el poder divino (dynamis) bajo las condiciones de la pasión y de la enajenación.
3. Así llega Pablo a las paradójicas afirmaciones de que prefiere gloriarse en la debilidad (II Co 11.30; “Aunque si hay que presumir, presumiré de mis debilidades”; 12.5: “De alguien así podría presumir; pero en lo que me atañe, sólo presumiré de mis flaquezas”, 9ss; 13.9: “ Lo que nos alegra es que ustedes se encuentren fuertes, aunque nosotros parezcamos débiles; lo que pedimos es que se corrijan”), puesto que “en la debilidad (humana) llega a su máximo rendimiento el poder (divino)” (II Co 12.9).

Los dos grupos antagónicos: fuertes y débiles
1. En un tercer nivel de tipo exhortativo, distingue Pablo entre los fuertes (Ro 15.1, dynatoí) y los débiles (Rom 14.1, asthenón y asthenoūntes), en la fe.
2. En este contexto, con la idea de debilidad no se alude ni a la incapacidad humana frente a Dios (a), ni a la pasión de Cristo o la de sus seguidores (b), sino que más bien (c) el uso tópico inmediato de los términos fuerte y débil permite deducir que Pablo recoge aquí los nombres distintivos bien conocidos  que  designaban claramente a distintos grupos, que formaban parte de las comunidades de Corinto y Roma (cf. el contexto de I Co 8-10; Ro 14.1-15, 13).
3. El grupo de los débiles se caracteriza por el hecho de que su conciencia (syneídésis) es débil (I Co 8.7. “Pero no todos tienen este conocimiento. Algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace muy poco, comen pensando que es carne
sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que está poco formada, incurre en culpa”) y todavía no ha conseguido el conocimiento pleno de la fe (I Co 8.11: “Y así, porque tú te las das de sabio, se perderá ese hermano poco formado todavía, pero por quien Cristo murió”). Esto se manifiesta en su negativa a gustar de la carne (¿y del vino?) (Ro 14.2), especialmente de la carne sacrificada a los ídolos (I Co 8.11), así como en la observancia de determinados días (¿el sábado?, ¿días de ayuno? Ro 14.5), y en determinadas tendencias ascéticas y legales.
4. Frente a ellos, los fuertes han tomado conciencia de que nada hay en ellos ni para ellos impuro (Ro 14.14), puesto que ellos sólo conocen a un Señor, del que proceden todas las cosas (I Co 8.6); así pues, ellos comen de todo (Ro 14.2), incluso de lo sacrificado a los ídolos (I Cor 8.10), y consideran todos los días iguales (Ro 14.5).

La actitud y orientación pastoral de Pablo
1. Aunque Pablo se sitúa en el grupo de los fuertes (I Co 8.4; Ro 14.14; 15.1), en este caso no se detiene en discutir el contenido del conocimiento (gnósis) de ambos grupos, sino que carga el acento en la reciprocidad en el amor entre los débiles y los fuertes (1 Cor 8.1ss) ante un Señor común a unos y otros (Ro 14.6ss).
2. Lo que procede es que los fuertes no ofrezcan a los débiles una ocasión de tropiezo (I Cor 8.9: “Eso sí, procuren que esta libertad de que ustedes gozan no se convierta en ocasión de caída para los poco formados”; Ro 14.13, 20), ni un escándalo (Ro 14.13), con lo cual sufra perjuicio la conciencia de los débiles (I Co 8.13), o se vea inducida a pecado (I Co 8.10; Ro 14.23), o se le haga caer (Ro 14.21) y finalmente perezca (I Co 8.11; Ro 14.15).
3. En la vinculación que se hace de asthéneia con poner un tropiezo”, y “hacer caer”, encontramos una semejanza con el uso profético de asthéneia (Jer 6.21; 18.23).). Por encima del diverso conocimiento de los fuertes y de los débiles sitúa Pablo el amor que une a ambos grupos.

H.-G. Link, “Debilidad” y G. Braumann, “Fuerza”, en L. Coenen et al., dirs., Diccionario teológico del Nuevo Testamento. 3ª ed. Salamanca, Sígueme, 1990, pp. 9-11, 222-223.

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