NO SE
ENSOBERBECE, SEÑOR, MI CORAZÓN (Salmo 131)
Ernesto Cardenal
Salmos. México-Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1969.
He Qi, El hijo pródigo
N
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o se ensoberbece Señor mi corazón
Yo no quiero ser millonario
ni ser el Líder
ni ser Primer
Ministro
Ni aspiro a puestos públicos
ni corro detrás de las condecoraciones
yo no tengo propiedades ni libreta de cheques
y sin Seguros de
Vida
estoy seguro
Como un niño dormido en los brazos de su
madre…
Confíe Israel en el Señor
(y no en los
líderes)
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POR QUÉ LOS CRISTIANOS NECESITAN
CONFESIONES DE FE (I)
Carl R. Trueman
http://elcaminoangosto.org/
A
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unque algunos afirmen lo contrario, el
mundo cristiano no está dividido en dos grupos: los que tienen credos y
confesiones y aquellos que solamente tienen la Biblia. En realidad, está
dividido en dos grupos: los que tienen credos y confesiones y las han escrito
de manera pública, abiertos al escrutinio público y a la corrección y, aquellos
que tienen confesiones pero no las escriben. La razón es simple: cada iglesia
(y de hecho cada cristiano) cree que la Biblia tiene cierto significado, y
según lo que crea que la Biblia le dice, así es su credo y confesión, sea que
elija escribir sus creencias o no.
Por su puesto,
aquellos que afirman no tener otro credo que a Cristo y ningún otro libro sino
solo la Biblia, suelen tratar de proteger algo importante y bíblico: la
autoridad suprema de la Escritura en todo asunto de la fe y práctica cristiana.
Es el temor correcto de permitir que tradiciones o ideas no bíblicas impacten
la sustancia de lo que la iglesia cree. Sin embargo, a pesar de todas las
buenas intenciones que puedan tener, creo que eso que desean proteger —el estatus
único de las Escrituras— se protege de una mejor y más explícita manera en los
documentos confesionales, en conexión con una forma de gobierno eclesiástico
cuidadosamente estudiada.
De hecho,
aunque parezca irónico, son aquellos que no expresan sus confesiones en
documentos escritos los que están en peligro de elevar la tradición por encima
de las Escrituras, de tal manera que llega a ser imposible que la Biblia los
gobierne.
Si una iglesia tiene un documento que dice que su escatología es
dispensacionalista, sabemos cuál es su posición en lo que se refiere a los
últimos tiempos, y entonces podemos tomar la actitud bereana para comprobar esa
postura por las Escrituras y ver si es correcta. Si la iglesia solo afirma que
su posición con respecto a los últimos tiempos es la que se enseña en la
Biblia, parece que está afirmando todo, pero en realidad no está afirmando
nada.
En resumen, los
credos y las confesiones conectados a una política eclesiológica bíblica, son
partes vitales para mantener una vida de iglesia en conformidad con el Nuevo
Testamento. Aquí se presentan siete razones por las cuales cada iglesia debería
tenerlas.
1. Las
confesiones delimitan el poder de la iglesia
En una era en la que las palabras,
especialmente las palabras que afirman verdades, son siempre consideradas
sospechosas de un juego de poder manipulador, sería tal vez contra-intuitivo
pensar en confesiones como delimitantes del poder de la iglesia. Sin embargo,
al reflexionar se ve claramente que eso es lo que hacen. Un anciano en la
iglesia tiene autoridad únicamente sobre los asuntos que la confesión define.
Así, si alguien en la iglesia declara que la Trinidad no tiene sentido, o
comete adulterio, los ancianos tienen el derecho y el deber de intervenir.
Ambas cuestiones están cubiertas en los documentos de Westminster. Pero si
alguien desea llegar a la iglesia con un traje amarillo brillante o decide
hacerse vegetariano, los ancianos no tienen derecho a intervenir. Esos ancianos
podrían tener reservas personales al respecto de la forma de vestir para ir a
la iglesia o cuestionarse cómo podría alguien vivir sin comer una hamburguesa
de vez en cuando, pero no es asunto de la iglesia meterse en esas cuestiones.
De hecho, esto es lo que preserva a las iglesias de convertirse en sectas:
declaraciones claras y abiertas con respecto a dónde comienza y dónde termina
la autoridad de la iglesia. Esto, ligado a procesos transparentes en el
ejercicio de esa autoridad.
2. Las
confesiones ofrecen sumarios sucintos de la fe
Si usted tiene en su biblioteca o en su
bolsillo una copia de los documentos de Westminster, usted tiene más contenido
teológico por página que cualquier otro libro aparte de la Biblia misma. Los
tomos de teología suelen verse muy grandes y prohibitivos, y pocos tienen el
tiempo para leerlos. En cambio, el Catecismo
Menor puede llevarse en el bolsillo, leerse en pocos minutos, y es de fácil
memorización. Es un currículum teológico completo en una forma fácil de
digerir. Por supuesto, hay otros libros que hacen lo mismo. Pero, ¿habrá alguno
que lo haga de una forma tan eficiente y en una manera tan fácil de digerir? La
iglesia que tenga una buena confesión y un buen catecismo tiene una herramienta
pedagógica para llevar la verdad a su gente.
3. Las confesiones permiten una discriminación
apropiada entre los oficiales y los miembros
Hay cierto debate en los círculos
reformados sobre cuánto conocimiento doctrinal debería requerirse a los que
solicitan membresía en la iglesia. En cuanto a mí, pienso que Romanos 10 indica
que la barra debe ponerse en el límite inferior y no en el superior. Una
confesión básica, mientras esté acompañada de una actitud humilde y de un
espíritu enseñable, es suficiente.
Pero aun si
algunos no están de acuerdo en poner la barra tan bajo, todos deberían estar de
acuerdo en que debe haber una diferencia entre el conocimiento que se requiere
para un oficial de la iglesia y para un nuevo miembro. Uno no debería terminar
en el lugar donde uno comenzó la vida cristiana. Debe haber crecimiento en
madurez, un aspecto de los cuales es el conocimiento doctrinal, y los
documentos confesionales ofrecen un mapa para trazar el camino o el enmarcado
de aspiraciones el cual dará sustancia y estructura a este crecimiento. La
iglesia que no tiene una confesión o que solo tiene una declaración doctrinal
mínima, tiene la desventaja de no ser capaz de establecer ante la gente alguna
visión de lo que se supone que es tener una teología cristiana madura.
4. Las confesiones resaltan lo que es de
importancia
Uno podría tal vez expresar este punto en términos negativos: si no está
en la confesión, será difícil argumentar que tenga gran importancia. Esta es
una de las razones por las cuales las confesiones deben ser algo elaboradas. Si
por ejemplo, una iglesia tiene una confesión de 10 puntos doctrinales básicos,
el problema que los ancianos van a enfrentar es cómo van a convencer a su gente
de que un undécimo artículo es realmente importante. Si no está en la Confesión,
entonces, de manera funcional, la iglesia está permitiendo liberad de
conciencia en esa materia. Por ejemplo, si la declaración no hace referencia al
bautismo y por lo tanto, se permite tanto a paidobautistas como a
credobautistas ser elegidos como oficiales, entonces el asunto del bautismo se
está considerando un asunto de indiferencia práctica. Lo mismo aplica para
cualquier doctrina – la perseverancia, la santificación, la escatología: si no
se menciona, entonces la iglesia no tiene una posición oficial al respecto y es
algo que se relega como asunto de importancia menor.
De nuevo, volviendo al punto anterior: el
nuevo convertido o el nuevo miembro no va necesariamente a saber lo que la
iglesia considera de importancia y lo que se considera indiferente. Una
confesión buena y elaborada, provee a la iglesia no solamente de un gran mapa
pedagógico, sino que es un recurso útil para enseñar a la gente cuáles son los
asuntos menos importantes y por qué.
5. Las confesiones relativizan el presente
y nos conectan con el pasado
Todos sabemos que el cristianismo no se reinventa todos los domingos.
Pisamos firmes en el suelo que fue preparado para nosotros por muchos hermanos
y hermanas en Cristo que fueron antes de nosotros. Sin embargo, podemos estar
tentados a vivir como si esto no fuera verdad. Esto no debe sorprendernos,
porque vivimos en una era donde las fuerzas anti-históricas de una cultura más
amplia y poderosa son poderosas y lo invaden todo. Desde el comercial que nos
asegura que nuestra próxima compra nos traerá felicidad o la ciencia que
promete descubrimientos que facilitarán nuestra vida, todo alrededor nuestro
apunta hacia el futuro, considerándolo lo más importante y ciertamente muy
superior al pasado.
Por el contrario, el cristianismo es una
religión enraizada en la historia. Fue constituida por las acciones históricas
de Dios, las cuales culminaron en Cristo, y llegó a nosotros por la fiel
articulación y preservación de su mensaje a través de las edades. Esto es
profundamente contra-cultural y algo que necesitamos recordar constantemente.
Irónicamente, podría ser que los que afirman no tener otro credo aparte de la
Biblia en realidad están reflejando un espíritu como el de nuestra época en
cuanto a su triunfalismo histórico.
En este contexto, el uso de credos y
confesiones es un medio intencional de conectarnos con el pasado, de
identificarnos con la iglesia de las épocas anteriores, y así hacer relativa
nuestra significancia en el gran esquema de cosas. La recitación de credos y
fórmulas antiguas en la adoración es una manera en la cual esto se hace. La
afirmación de los estándares confesionales, como un compromiso de los oficiales
de la iglesia y el contenido de las ambiciones pedagógicas para la membresía de
la iglesia, es otra manera.
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