Se resucita de una muerte verdadera,
no fingida.
Se ha bebido de un cáliz completo,
henchido totalmente.
Se ha pasado por la oscuridad del sepulcro,
por su silencio absoluto.
La tumba ha sido abierta
sin testigos presenciales.
La fe puede ser cuestionada
por razones lógicas.
Pero el golpe del milagro sigue ahí:
a la espera de respuesta.
Situarse ante la vida recuperada
es el desafío.
Desde entonces hasta hoy
la vida grita su triunfo.
El mesías sacrificado voluntariamente
vuelve a respirar.
Y su victoria es completa
en territorio sombrío.
Los infiernos son derrotados
desde su misma entraña.
Sólo un instante se durmió la
Muerte
y soñó con la Vida.
(LC-O)
[Los dos últimos versos pertenecen a Niko Kazantzakis, “Odisea”,
rapsodia VI, 1292, versión de Miguel Castillo Didier]
15 de abril, 2017
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