domingo, 30 de julio de 2017

Evangelización y testimonio profético: el gran desafío, A.I. Ricardo Ruiz Ocampo

30 de julio de 2017

El libro de Amós (porteador) es el mensaje que contiene la marca autentica de un profeta que es el llamamiento al arrepentimiento y en el que su autor advierte al reino de Israel contra una religión vulgar y sus falsas expectativas con respecto al día de Jehová y contra el día del juicio, en el tiempo de Amós, era como un día de venganza contra los enemigos del reino, los cuales perecerían,   pero los creyentes heredarían el Reino de Dios.     Sin embargo, Amós advirtió a la comunidad de la fe que el día de Jehová también sería un día de juicios severos para su pueblo, por cuanto habían abandonado la vida espiritual auténtica, su religión era solo externa, llena de actos y ritos, y no una transformación interior y relaciones verdaderas con el prójimo;  Dios odiaba esa adoración: no la hacían de corazón, y en su adoración no había justicia.       Amós, aunque era originario de Judá  y su lugar de residencia era Tecoa, pequeña población situada al sudeste de Belén al borde del desierto en donde se cree que ocho siglos después creció hasta su juventud Juan el bautista.      Amós seria lo que llamaríamos un laico, pues no era sacerdote ni profeta de oficio;  Se dedicaba a la cría de ganado y a la recolección de cabrahígos, especie de higos silvestres,  pero el Señor lo llamo para que lo sirviera desempeñando la misión profética “ve y habla a mi pueblo Israel”
Samaria, capital del reino del norte se hallaba sobre una colina de cien metros de alto, en un valle de notable belleza y tan expugnable como hermosa, pero sus residentes palaciegas se habían construido a costa de la sangre de los pobres de manera tan inmisericorde que escandalizaría aun a los paganos egipcios y filisteos.        Esta ciudad sobresalía por su esplendor y “BETE EL”  era donde se hallaba situado el rey Jeroboam II región que atravesaba por una notable prosperidad,  pues había recuperado los territorios ubicados al este del Jordán, además de que los intercambios comerciales con países extranjeros habían aumentado considerablemente los recursos económicos reviviendo sus sueños de grandeza, pero en forma contraria y directamente proporcional de las riquezas el desequilibrio social también se vio grandemente agudizado, ya que en contraposición con el lujo desmedido de la gente adinerada y empoderada religiosa, comercial y políticamente  la gran masa del pueblo vivía oprimida en la miseria y sin esperanza de librarse de esta opresión y dicho sea de paso se veía agravada por la corrupción de los jueces y de los tribunales.       En cuanto al plano religioso, el culto se celebraba en ceremonias esplendidas, pero carentes de una autentica religiosidad y sumidas en el paganismo.

La misión profética de Amós ante su falta de preparación religiosa mas no teológica nos muestra las maravillas que hace el Señor en quienes verdaderamente son temerosos de él y con disposición se ponen a su servicio, no con un temor servil de miedo a que si no lo hago me va a castigar o a quitar las bendiciones que me ha concedido, sino por amor a su nombre reconociendo su soberanía y confiando que esperamos en él conforme a sus tiempos y no a los nuestros.      Las  limitaciones de Amós  no hicieron mella en su fe ni en su valor para enfrentar estas circunstancias históricas, por supuesto que no fue sencillo en función de que tuvo que armarse de mucho valor y obediencia a Dios para que en medio de ese ambiente tan hostil y lleno de peligro para quienes levantaran la voz contra el reino.

A pesar de todo esto él centraba sus predicaciones con implacables críticas para denunciar los pecados que se cometían contra los pobres y que atentaban contra la justicia social dirigiéndolas directamente a quienes se enriquecían a través de la violencia y la explotación de los más débiles.     Y ante estas atrocidades Dios no podía permanecer indiferente y envía al profeta Amós a hablar a su pueblo para denunciar sus maldades anunciando una sentencia para que se preparen para encontrarse con Dios.  Pero entremos a escudriñar la Palabra de Dios en los versículos 16 y 17 donde Amós describe la sentencia de Dios para su pueblo:
“Así dice el Señor, el Dios todopoderoso: en todas las plazas habrá llanto, en todas las calles habrá gritos de dolor.  Llamaran al duelo a los campesinos, y a los llorones profesionales al llanto.(plañideros)  En todos los viñedos lloraran cuando yo venga a castigarlos. Lo dice el Señor.

Dios había llamado la atención de su pueblo constantemente reconviniéndolos a que dejaran de hacer el mal y se volvieran a Él haciendo lo bueno, los esfuerzos repetidos de Dios para salvarles habían sido en vano; las damas mimadas de Samaria Vivian entregadas al lujo, Amós las llama vacas de Basàn reses engordados para el matadero, dentro de poco tiempo serian llevadas con anzuelos, pues así con anzuelos literales en los labios, llevaban los asirios a sus cautivos.  Los viñedos, en tiempos normales eran sitios donde reinaba la alegría, especialmente cuando se celebraba la vendimia.
La religiosidad de Israel era inmisericorde en su crueldad, y sin embargo eran intensamente religiosos.    Pero su día de retribución se acercaba,  Bet-el situada al norte de Jerusalén, donde el rey Jeroboam había erigido un becerro de oro, a este centro degenerado de idolatría vino Amós con una admonición postrera para el reino apóstata.    Dios sabía que el pueblo de Israel no se arrepentiría, con estas palabras describió con claridad el juicio y castigo que vendría sobre el país. Habría una gran mortandad y todos se lamentarían.

VERSICULOS 18-20
“¡Ay de los que ansían que llegue el día del Señor! ¿Saben cómo va a ser para ustedes ese día?  Será día de oscuridad, y no de luz.  Sera como cuando huye uno de un león y se topa con un oso,  o como cuando uno entra en su casa, se apoya en la pared, y lo muerde una culebra.  Sí el día del Señor será de oscuridad y no de luz; de una densa oscuridad, sin claridad ninguna.”

Aquí se implica que muchas personas estaban pensando con mucha seguridad y con una pretendida actitud de piedad que deseaban que llegara el Día del Señor.      Situación que  aun en nuestros días no ha cambiado la Escritura nos previene diciéndonos que muchas personas podrán pensar que su falsa religiosidad podrá salvarlos que debemos tener cuidado que es precisamente discerniendo en lo que el Señor espera de nosotros y que no es precisamente sacrificios, ofrendas alabanzas y de lo cual nos ocuparemos particularmente más adelante.        Pero el profeta Amós hace referencia a ese supuesto deseo como una lamentación, al decir  ¡Ay de los que desean el día del Señor!    ¡Ah, si viniera el Señor!     Pero esa expresión para tales personas solo significaba un sentimiento piadoso. Ese "Día del Señor" no iba a ser para ellas una experiencia tan placentera como pensaban.

Amós usó aquí la expresión "el Día del Señor". Que el profeta Joel introdujo como tema en la profecía, y cada uno de los profetas después de él tuvo algo que decir al respecto. Muchos han creído que el Día del Señor se refería al reino milenario; y puede ser que en un principio se pensara  que así era.       
Joel  así como también Amós fue muy cuidadoso al decir que el Día del Señor no consistiría en un período luminoso, sino más bien oscuro.     Pero ¿qué significado tiene en la escritura “El día del Señor”? 
Es una referencia que hacían los profetas al juicio divino sobre su pueblo o sobre sus enemigos. La figura de la plaga de langosta en el libro de Joel pinta lo terrible de ese día.   Así el día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo (Is.2:12) y será terrible y de indignación y ardor de ira (Is.13:9) de angustia y de aprieto, día de alboroto y asolamiento, día de tinieblas y de oscuridad (Sof.1:14-18)  día grande y espantoso (Joel. 2:31) grande y terrible (Mal. 4:5)

Esta sentencia debió ser considerada por  los enemigos de Dios hermanos, pero mucho más tomada en cuenta por el pueblo de Israel que se suponía que conocía a Dios, que sabían de Él y no lo hicieron
¿Y qué fue lo que paso?  Vinieron los juicios sobre Samaria en el año 721 a. C. cuando el rey asirio Sargón II toma la ciudad y sus habitantes son exiliados y sobre Jerusalén en el 586 a. C.  Cuando la ciudad cae en manos de Nabucodonosor quema la casa de Jehová, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén.    Y podemos comprobar como el Señor cumple sus promesas, pero como también cumple  sus sentencias.  Dios permite que nos pasen la factura que debemos pagar por nuestros pecados porque nos ama y quiere que suframos las consecuencias del mal que hacemos para que aprendamos a discernir sobre lo malo, para que nos deje una enseñanza y no lo volvamos a hacer.  
No es que Castigue por que le guste martirizarnos sino que tenemos que ser responsables de nuestros errores y pagar las consecuencias de lo que sabiendo que era malo lo hacemos.

Estas profecías deben tomarse con un sentido de doble referencia, porque pasados los juicios los justos recibirán la corona de vida prometida por el Señor,  por otra parte es evidente también su intención escatológica, que señala hacia la culminación histórica en la cual Dios aparecerá como en una teofanía como un guerrero listo a combatir, que pasa revista a su ejército y lo lleva al combate, del cual resulta victorioso.  Y entonces Dios es vindicado y los malos destruidos y hace acto de presencia la misericordia de Dios para con los justos,     porque en ese día “Jehová será la esperanza de su pueblo”  para los que esperaban en Él haciendo su voluntad, dando testimonio de que han cambiado su vana manera de vivir de esto también hacen declaración los profetas: “Jehová será la esperanza de su pueblo” (Joel.3:16) “en aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén” (Zac.12:18).   Vemos como Dios recompensa a quienes son fieles y pasan la prueba sin caer en la tentación.

Ahora hermanos trasladémonos desde los tiempos de los profetas allá en el Antiguo testamento hasta nuestros tiempos, pero es muy necesario que hagamos una pequeña escala en los tiempos de los Apóstoles, ya acá en el Nuevo Testamento en donde el Apóstol Pablo nos describe “EL DIA DEL SEÑOR” como “ el día de nuestro Señor Jesucristo” (1ª Cor. 1:8 y 2ª Cor. 1:14)  “el cual vendrá como un ladrón en la noche” (1ª Tes. 5:2) y el Apóstol Pedro en (2ª. Ped. 3:10) y finalmente lleguemos a nuestro destino que es el día de hoy aquí y ahora y reflexionemos en lo que podemos encontrar en ambos testamentos bíblicos que señalan “El día del Señor” y que fueron escritos con muchos siglos de diferencia. 
-       Lo primero que vamos a encontrar es que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre que no cambia, es un Dios celoso, que no solo se preocupa de cuidar que su pueblo no se salga de sus caminos, sino que se mantenga fiel a él, no para beneficio de Dios sino para nuestro propio beneficio y mientras que en el Antiguo Testamento utilizo como instrumentos: su Ley, sus profecías a través de sus profetas que eran las buenas nuevas de salvación de aquel tiempo le hizo un llamamiento a Amós que no era Sacerdote ni tampoco profeta, pero él lo hizo profeta y lo envió a predicar su mensaje de salvación y cuál fue el resultado que mucha gente de su propio pueblo no creyó, se salió del camino por su propia cuenta, confiando en sus propios medios, se sintieron muy seguros de sus riquezas y su becerro de oro y finalmente tuvieron que pagar las consecuencias de su desobediencia e infidelidad.     Hay indicios que muestran que el pueblo de Israel fue engañado en el sentido de que Amasias Sacerdote de Bet-el hacía creer al pueblo que profesaban que sus sacrificios al becerro eran ofrendas por intermedio de éste a Jehová. O que estaban dispuestos a sacrificar a Jehová en lugar de al becerro.  
  
-       En segundo lugar vamos a encontrar que el Señor sigue fiel a su pueblo y aunque somos injertos de su pueblo por la justificación en Cristo en este tiempo se presenta la misma situación Dios habiendo comprendido históricamente la necedad de su pueblo para no creer y para no obedecer decide ahora enviar a su hijo Jesucristo, es decir mandarnos su Palabra, pero ahora hecha carne viva como nosotros, para demostrarnos que podemos tener dominio de la carne con la ayuda de su Espíritu, y no solo eso, sino que le da poder sobre la enfermedad, sobre el egoísmo, sobre la vanagloria, sobre las riquezas, sobre el poder de este mundo, sobre la muerte y sobre el mismísimo maligno y nosotros que hacemos ante el testimonio de su hijo, que le contestaríamos cuando nos preguntara ¿Qué hiciste con el llamamiento que te hice?  Tal vez nuestra respuesta seria Señor es que Jesús era tu hijo tenía tu Espíritu y por eso tenía poder para soportar las tentaciones del mundo
 
Y saben ¿cuál sería su respuesta?   Tú también eres mi hijo y aunque te adopte a través del sacrificio de mi unigénito, también te di mi Espíritu el día que creíste, pero que hiciste con la fe que te di, la malgastaste, no la alimentaste con mi palabra, no me buscabas en oración desde los tiempos de Miqueas lo envié a  declararte lo que espero de ti hombre y con lo que debes presentarte ante mí para adorarme no mostrabas al mundo los frutos de mi Espíritu haciendo justicia, amando misericordia y humillándote ante mí.   Después te envié a mi hijo a enseñarte a que amaras a tu prójimo como a ti mismo,  y que hiciste solo venias al templo a buscar lo tuyo a adorarme y alabarme para que no te faltara nada y para que te resolviera tus problemas.        Me viste desnudo y no me cubriste, tuve hambre y no me alimentaste, tuve sed y no me diste de beber, estuve enfermo y en la cárcel y no me visitaste.

Hay varios expositores Bíblicos que creen que en aquella época el pueblo de Israel se estaba convirtiendo en un pueblo bastante cínico y los israelitas estaban ridiculizando el Día del Señor.     Pero nosotros no debemos considerarlo así,  porque no vemos posible aplicar aquí esta interpretación. Más bien vemos que la gente se estaba haciendo piadosa en el sentido que estaban cumpliendo los rituales de la ley de Moisés, pero por otra parte también estaban adorando a los ídolos.

Para muchos, todo se limitaba a practicar una religión, así como en la actualidad muchas personas asisten a la iglesia. No hay ninguna vitalidad, ni ninguna experiencia real por el hecho mismo de cumplir un ritual. La razón por la cual muchos servicios religiosos hoy revelan una falta de espiritualidad es, que no implican nada más que el cumplimiento de un ritual.  Puede incluso que se trate de reuniones atractivas, que apelen a la vista y al oído, pero amados hermanos, ¿cambian en algo nuestra vida? ¿Constituyen una experiencia transformadora? ¿Le ayudan a hacer frente a las circunstancias de su vida personal, familiar, laboral y social?  Ayer y hoy  hay muchos que se declararían conservadores en su posición teológica y premilenialistas en la profecía, y también suelen decir "¡Ah, si el Señor viniera!".
Si yo fuera uno de ellos, lo primero que debiera preguntarme es: ¿verdaderamente, deseo que Él Señor venga? ¿O estoy utilizando el arrebatamiento de la iglesia como una especie de vía de escape para evadirme de los problemas que me rodean?
A veces, algunos, al enfrentarse con una situación difícil o una experiencia de gran tensión, o por momentos de dolor, deseamos que el Señor venga antes de ese trance crítico.      Y, por otra parte, cuando viven impulsados por la ilusión de pasar por una experiencia placentera, desean ardientemente que el Señor demore su venida para poder disfrutar de esos momentos de felicidad.

Aquellos que creemos que la iglesia no va a pasar por el período de la gran tribulación deberíamos ser conscientes de que no evitaremos todo juicio o evaluación por parte de Dios. Escuchemos lo que dijo el apóstol Pablo (2ª Cor. 5: 9-10) “Por tanto, procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables”   “porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”   El tribunal de Cristo, en el idioma original, es el "bema"; es decir, que no se trata del juicio final del Gran Trono Blanco, mencionado en  (Apc. 20:11-15) El tribunal de Cristo significa el momento en el que todos los cristianos se presentarán ante su Señor, como dice este versículo de San Pablo, para que cada creyente reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en esta tierra. Surge aquí una pregunta: ¿será ese juicio para determinar la salvación de cada uno? Por supuesto que no. Recordemos que el apóstol Pablo también dijo en (1ª Cor. 3:11)  “Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.   Es decir, que ningún ser humano puede poner otro fundamento que éste en su vida. Pero sobre ese fundamento, uno puede edificar con materiales de baja calidad, como madera, heno y paja. O también puede edificar con materiales de gran calidad, como oro, plata o piedras preciosas. En ese tribunal de Cristo que mencionó San Pablo, la obra de cada creyente no su salvación, ni su persona será probada por el fuego  para poner a prueba la calidad del trabajo de cada uno.        Si la obra de un creyente sobrevive al fuego, entonces él recibirá una recompensa. Pero supongamos que la obra de un creyente no supere la prueba del fuego y es consumida por las llamas; entonces, ¿qué le sucederá a ese creyente? Pues, como dijo San Pablo, él mismo será salvo, pero como quien pasa por el fuego, como podemos ver en 1 Corintios 3:8-15.

Todos los cristianos, ya sea que se encuentren en la plenitud de la vida, o en el ocaso, deberíamos preguntarnos cómo lo pasarán cuando se presenten ante el tribunal de Cristo. Más allá de lo que cada uno haya hecho en esta vida, y de que haya llevado a cabo obras espectaculares, que pareciera que van a merecer una gran recompensa, o que más bien haya realizado una obra silenciosa, que casi haya pasado desapercibida ante los demás, está la realidad interior e íntima de cada creyente. Y más allá de lo que cada uno ve en los demás, cada uno se conoce a sí mismo, y esta realidad será la que contará al llegar a la presencia del Señor Jesucristo.   
Amados hermanos, las vidas que vivamos aquí en la tierra van a ser probadas, y será una apariencia piadosa inútil, el fingir estar tan interesado en la venida de Cristo, cuando la verdad es que algunos llegarán al cielo y al enfrentarse con el tribunal de Cristo  comprobarán que, después de todo, no habrán evitado las preocupaciones que otros pasarán en una gran tribulación. 

De manera que no piense usted que al llegar ante la presencia del Señor lo que va a contar para que Él le entregue su recompensa será su constante asistencia a los servicios religiosos de la iglesia. Lo que realmente contará en el tribunal de Cristo será la vida que usted haya vivido en su propio hogar, su testimonio cristiano en su vida laboral y social, así como su conducta moral con respecto a los demás. Lo importante en aquel momento será entonces, las motivaciones que le hayan impulsado aquí en la tierra, que determinarán la calidad de las obras que haya realizado
¿Desea usted ir al cielo lo antes posible? ¿Y entonces, tiene usted todo preparado para presentarse allí? El apóstol Pablo escribió en (1a Cor 11:31)  “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;     
Por este motivo, algunos tratamos de confesar todo al Señor, ya que es mejor arreglar cuentas con Él cada día, en vez de dejar una cuenta grande pendiente para aquel día futuro en su tribunal.     Él va a juzgar todas nuestras acciones, así que si fallamos en nuestro testimonio cristiano, si hemos perdido en alguna ocasión el control sobre nuestro temperamento perjudicando a otras personas, ofendiéndolas, si hemos hablado mal de alguien, o hemos cometido alguna otra falta, será mejor que cada día nos examinemos a nosotros mismos. Como hemos leído, el apóstol Pablo tenía esa regla. El Señor va a juzgar todas las cosas y al llegar a su Presencia, todo tendrá que quedar examinado y aclarado, pues ese será el propósito del tribunal de Cristo.

Por ello, lo que el profeta Amós estaba diciendo, puede aplicarse a que seamos más cuidadosos con la vida que estamos viviendo para Dios aquí en la tierra. Como creyentes, nuestra salvación no se encuentra en peligro;   Cristo ha pagado el castigo por nuestros pecados, pero si nuestros pecados como cristianos no son tratados, resueltos o enderezados, el Señor mismo los corregirá. Por lo tanto, usted y yo tenemos que haber resuelto ese problema cuando lleguemos a su presencia.
Esta es una realidad de la cual muchos cristianos no son conscientes en la actualidad, debemos ser hallados sinceros, irreprensibles para el día de Cristo hacer de las enseñanzas de Jesucristo un testimonio de vida fortaleciéndonos con su Palabra, buscándolo en la intimidad en oración, y cuidando nuestro crecimiento espiritual en su casa de oración  para servirle mejor;  creer con nuestra mente y nuestro corazón aplicándolo en nuestro diario vivir y confesándolo con nuestra boca.

VERSICULOS 21-23.
"Aborrecí, desprecié vuestras solemnidades y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofrecéis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de grano, no los aceptaré, ni miraré las ofrendas de paz de vuestros animales cebados. Quita de mí el ruido de tus cantares, pues no escucharé la música de tus arpas.”

Detrás del cumplimiento de los rituales por parte de aquel pueblo, había vidas deshonestas. Dios condena la adoración fría, manipuladora y no satisfactoria; y con realizaciones, técnicas de manipulación, gracia presuntuosa, y/o ritos mecánicos (Isa. 1:11-14).  En aquel tiempo, y en nuestro tiempo, los que forman parte del pueblo de Dios necesitan reconocer que su fe debe ser auténtica, real, la fe no es algo falso, ni una fábula, sino una realidad, la fe tiene que sostener a una persona, la fe no es engañarse a uno mismo.  Muchos dicen que si uno cree, es porque está ciego, porque tiene una fe ciega.        Hermano, si usted tiene una fe ciega, olvídela, la fe proviene de Dios y  no espera que creamos en Él sin saber quién es, quien soy yo y lo que espera de mí y yo de Él.      
La fe debe tener una influencia decisiva, un efecto real sobre la vida de una persona.  El apóstol Santiago dijo que la fe sin obras es muerta.    Que si alguno se cree religioso entre vosotros y no refrena su lengua, engaña su corazón y su religión es vana. Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a los hombres que están hechos a imagen y semejanza de Dios. Y saben una cosa hermanos cuando hablamos mal de alguien, cuando lo ofendemos, cuando lo lastimamos con nuestras actitudes primeramente estamos ofendiendo a Dios y después a nuestro hermano y lo peor es que ese pecado repercute en la vida espiritual de la Iglesia, contristamos al Espíritu porque esto no es agradable a Dios.      En la actualidad, en muchos de nuestros encuentros de canto y adoración que consideramos tan entusiastas, si los corazones de los que participan no están concentrados en lo que hacen, si solo tenemos bocas que emiten un sonido.  Somos como metal que resuena, como címbalo que retiñe.

VERSICULOS 24-26
 "Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso. ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, casa de Israel? Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestros Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis,”

Como podemos concebir que corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso y de inmediato viene a nuestra mente, que eso es solo asunto de los jueces, de los magistrados y de los ministerios públicos que imparten justicia, pero nosotros sabiendo hacer lo bueno no lo hacemos con cosas muy simples:   Conocí un hermano compañero de trabajo en una empresa que de una forma muy sencilla utilizando las bendiciones de Dios representada en dinero decidió un día romper con una cadena de injusticia montada por otro compañero que prestaba dinero a redito a todos los empleados y según les cayera bien o mal era el redito o interés que les cobraba el cual iba desde el 10% hasta un 15% mensual.
¿Cómo lo hizo? Bueno con las riquezas que Dios le proporciono comenzó a prestarles sin ningún interés a las personas que lo necesitaban y cuando hubo ganado la confianza de todos con su buen testimonio ayudo a  formar una caja de ahorro de los trabajadores prestando con un muy bajo interés 2% el cual se convertía en ahorro y le era devuelto equitativamente a las personas que formaban parte de esa caja de ahorro.         Un testimonio aún más sencillo de otro hermano un día en un puesto de tacos nos encontrábamos ahí entrándole a los tacos y de pronto se acerca un señor con su hijo  a pedir dinero a los que ahí estábamos,      sin embargo nadie quiso darle dinero, pero mi amigo amablemente le dijo pide un taco para ti y uno para tu hijo yo te los invito y cual va siendo mi sorpresa que una pareja de jóvenes también amablemente les ofrecieron que pidieran otro taco para cada quien y ellos lo invitaban, pero  mi sorpresa creció aún más cuando  otro señor le ordeno al dueño del puesto que les diera un refresco que él se los pagaba.  Y podemos ver en estas cuestiones tan sencillas como podemos hacer justicia compartiendo con los menos favorecidos lo que Dios nos da abundantemente y a pensar en apoyar a los que no la están pasando bien en esos momentos.  Dicen que las mañas y los  malos ejemplos cunden rápidamente mucho más que los bienes, pero debemos hacer lo bueno no para lucirnos de que nos sobra el dinero o para que la gente vea cuan piadosos somos, sino con corazón limpio amoroso y para agradar a Dios y no a los hombres.

Aparentemente, el pueblo de Israel ofreció sacrificios en el desierto, pero cuando se encontraron con un pueblo pagano, quisieron asumir también la adoración de sus dioses. La adoración de Moloc dios de los Amonitas era aquella en la cual los niños pequeños eran colocados en los brazos de un ídolo candente y ofrecidos como sacrificios humanos.  Los gritos de aquellos niños eran  aterradores mientras que el dios de los caldeos quiùn mismo era identificado con el planeta Saturno.     
Una vez más y con un lenguaje particularmente duro Amós condena las ceremonias y fiestas religiosas que los israelitas celebraban con tanto celo y ostentación; Todas esas prácticas carecen de valor si aquellos que las realizan se olvidan de lo más importante: La justicia y la honradez en las relaciones con nuestro prójimo.

Existe una anécdota sobre un cardenal llamado Thomas Wolsey que al subir al trono de Inglaterra Fernando VIII lo convirtió en su Lord y Canciller y después que le sirvió por muchos años de manera fiel y hasta servil fue expulsado de la corte por el propio rey  y que de no haber sido porque murió antes  lo habría ejecutado, el cardenal expreso en su lecho de muerte con profundo arrepentimiento: "¡Si sólo hubiera servido a mi Dios de la misma forma en que serví a mi rey!".       Y hay muchos creyentes que tendrán que decir en sus lechos de muerte: "En esta tierra yo he servido al ídolo de la codicia, he adorado a todo lo que le apetecía a mi naturaleza humana, pero no he servido a mi Dios:" por eso hermanos, independientemente de la música que cante algún coro o hermano o las palabras que sobre su vida algún predicador pronuncie en su funeral o en el mío, usted y yo vamos a comparecer ante el tribunal de Cristo". Y ese hecho debería causarnos una cierta inquietud, hasta el punto en que deseemos enderezar y poner en orden nuestra relación con el Señor.

VERSICULO 27
"Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho el Señor, cuyo nombre es Dios de los ejércitos."

Con estas palabras el Señor vuelve hacer alusión a la sentencia que dicto sobre Israel al destierro que sufrió y que fue realizado en el año 721 a. de C por el pueblo Asirio.  En estas palabras vemos que Israel sería castigado en un futuro por cuanto habían abandonado la vida espiritual autentica. Este pueblo seria llevado cautivo más allá de Damasco (más allá de Siria), donde se encontraba la ciudad de Nínive, de esta manera, Dios le estaba diciendo a Israel que los asirios les llevarían al cautiverio como vacas de Basàn.    La única solución para la crisis espiritual del pueblo era volverse a Jehová en obediencia y servicio a través del amor, la verdad y la justicia las cuales deben combinarse en la vida de quienes alaban a Dios

Hermanos el Señor nos está haciendo un llamado hoy  a que volvamos a sus caminos, a que busquemos una verdadera conversión de nuestra vida, pero no para que la busquemos en el mundo, ni para que la busquemos aquí en el templo, sino para que la busquemos allá en la intimidad con Él en la intimidad con su Espíritu buscando su consejo y su fortaleza para no caer en lugar de buscar su perdón y su misericordia para rescatarnos, restaurarnos y ayudarnos a salir de los problemas en que constantemente nos metemos por buscar beneficios materiales o superficiales, , el mensaje central de la profecía de Amós como porteador de Dios no es solo de sentencia sino de esperanza,  la disposición literaria del libro de Amós está construida de manera quiástica (una estructura en espejo), que era una de las muchas estructuras usadas en la antigüedad  y viene a decirnos que escuchemos lo que Dios tiene para decirnos y obedecerle que no solo el conocimiento que nos da quede en una lectura agradable, que no solo quede en una predicación bonita y edificante, nos manda intimar con Dios en el estudio de su Palabra para mostrar a quienes nos rodean nuestro testimonio que el Señor nos liberto del pecado y confesarlo fielmente con nuestra boca compartiéndoles las buenas nuevas de salvación.


BIBLIOGRAFIA

“La Biblia de Estudio” Dios habla hoy   Sociedades Bíblicas Unidas 3ª Edición
“SANTA BIBILIA”  Casiodoro de Reina 1569 Revisión 1960 Sociedades Bíblicas Unidas
“INSTITUCIÓN DE LA RELIGIÓN CRISTIANA” Juan Calvino.
“LA RUPTURA TEOLÓGICA CON LA TRADICIÓN: EL DÍA DE YAHVÉ  Estudio Bíblico Museo Bíblico de Mallorca.
“COMPENDIO MANUAL DE LA BIBLIA” Henry H. Halley.  Editorial Moody
 “NUEVO DICCIONARIO DE LA BIBLIA” Alfonso Lockward  Editorial Unilit  1ª Edición
 “DICCIONARIO EXPOSITIVO” W. E. Vine    Editorial Grupo Nelson
 “CONCORDANCIA COMPLETA DE LA SANTA BIBLIA” William H. Sloam  Editorial CLIE

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