domingo, 9 de julio de 2017

Letra 526, 9 de julio de 2017

LA COMUNIÓN MUNDIAL DE IGLESIAS REFORMADAS CELEBRÓ SU XXVI ASAMBLEA GENERAL
Protestante Digital, 7 de julio de 2017

Signada por una serie de procesos encaminados desde la anterior asamblea de unificación, realizada en Grand Rapids, Michigan, en 2010, la XXVI Asamblea General de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR, WCRC, por sus siglas en inglés) se llevó cabo del 29 de julio al 7 de julio en Leipzig, Alemania, con una asistencia de más de mil delegados de los cinco continentes.
En el sitio web de la CMIR (wcrc.ch) es posible descargar todos los materiales preliminares (un cuaderno previo de oración y temas bíblicos, el programa, una guía práctica, principalmente), así como el Libro de Trabajo en el cual se concentran todos los temas desarrollados. El lema de la asamblea fue: “Dios de vida, renuévanos y transfórmanos”. El domingo 2 de julio los participantes se trasladaron a Berlín para llevar a cabo una celebración litúrgica, y el miércoles 5 estuvieron en Wittenberg, la legendaria ciudad donde Martín Lutero comenzó su actividad reformadora.
A la asamblea la precedieron reuniones de jóvenes y mujeres. Asimismo, el doctor Jürgen Moltmann presentó una conferencia el viernes 30 de junio, moderada por Reinerio Arce, ex rector del Seminario Evangélico de Matanzas, Cuba. Los estudios bíblicos estuvieron a cargo de los profesores Elsa Tamez y Mitri Raheb.
En el cuaderno de oración, estudio bíblico y recursos litúrgicos (Preparación en oración: explorando el lema de la Asamblea General del 2017), donde se tratan temas como “Despiértanos de la pesadilla”, “Siendo sacrificio viviente de Dios”, “Confesando al Dios de vida – Viviendo una fe viva” “Barmen y Leipzig”, destaca el último texto, “Una visión bíblica de la justicia de género”, de la Rev. Dra. Ofelia Ortega (Cuba), primera mujer ordenada como pastora presbiteriana en América Latina. Dedicado al análisis de la historia de las hijas de Zelofehad (Números 27.1-11), el estudio se centra en la recuperación bíblica del nombre y la voz de las mujeres, a pesar de que el libro en cuestión “parece tener la intención de hacer ‘invisibles’ a las mujeres”, como recuerda la autora.
Luego de exponer el relato bíblico, Ortega llega a la conclusión, con base en el v. 5, de que “Dios opta a favor de las mujeres”, pues en la narración Moisés modifica la ley para dar lugar a la herencia que recibieron Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.
Con base en sus conclusiones, surgen las preguntas para el presente: “¿Cuáles son las reglas y normas que regulan y gobiernan las vidas de nuestras mujeres y niñas en la iglesia y en
la sociedad? ¿Debemos tener el valor de analizarlas, eliminarlas o cambiarlas para poder enriquecer la vida de nuestras comunidades?” (p. 54). Y es allí donde la Rev. Ortega pone un ejemplo controversial:

Déjenme contarles una pequeña historia sobre Evangelina Corona Cadena de la Iglesia Presbiteriana de México. En esta iglesia una mujer fue diputada federal del Congreso de la Unión Mexicana. Su participación en la vida política del país fue brillante. Poco después de esto, fue elegida anciana de su iglesia local. El presbiterio votó en contra de la decisión de
esta congregación, ya que la Iglesia Presbiteriana de México no ordena mujeres como pastoras o ancianas. ¡Increíble! ¿No les parece? Una mujer puede ser miembro del Congreso en México, pero no anciana de su propia iglesia local. Me alegró saber que las mujeres en México publicaron un libro con una foto del rostro de Evangelina en la portada, mostrándole esta mujer al mundo eclesiástico que la rechazó. Pero Dios está de nuestro lado, y la historia bíblica en Números 27 lo reafirma (p. 55).

Esta exposición cobró fuerte relevancia, pues tal como lo anunciaba el programa, los días 3 y 4 de julio se discutió y se aprobó la Declaración de Fe de la CMIR acerca de la ordenación de las mujeres a los ministerios eclesiales, que estableció, además, el compromiso de las iglesias miembros que aún no la practican para dar los pasos en ese sentido antes de la siguiente asamblea general en 2024. Las palabras del documento presentado por la comisión respectiva engloban la profunda preocupación de las comunidades reformadas sobre el hecho de persistir con las relaciones asimétricas en el ejercicio del poder y los ministerios al interior de las mismas:
Esta declaración testimonia nuestra creencia de que las mujeres y los hombres fueron creados igualmente a la imagen de Dios y que por lo tanto deben ser tratados con igual respeto y dignidad. Da testimonio de la profunda unidad de todas las personas bautizadas. Da testimonio de nuestra experiencia durante siglos de que Dios ha llamado tanto a mujeres como a hombres a los ministerios de liderazgo espiritual, concediéndoles los dones y la gracia para llevar a cabo esos roles.

En algunos de los contextos culturales en los que viven nuestras iglesias hoy en día, esta declaración va en contra del ethos predominante. Así, los cristianos y cristianas fieles a menudo son llamados a ser contraculturales.
La integridad teológica y la justicia exigen que las iglesias de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas manifiesten valientemente su compromiso de asegurar que tanto las mujeres como los hombres tengan el mismo derecho a su incorporación común en el cuerpo de Cristo en el bautismo y servicio.

La exhortación mutua adquiere un tono grave y apelante ante las manifestaciones de abierto rechazo que expresaron algunas delegaciones (especialmente latinoamericanas) que argumentaron que este tema no es tan relevante como para seguir ocasionando divisiones. El lenguaje de la Declaración es claro y enfático:

A través de la historia y en el presente hay una perturbadora y recurrente experiencia en las iglesias que no ordenan mujeres. Es la disyuntiva de la ordenación de la práctica de las funciones ordinariamente relacionadas con el ministerio ordenado. En todas nuestras iglesias las mujeres realizan tareas que las iglesias con gobierno presbiteriano suelen asignar a los ancianos y a los diáconos; sin embargo, cuando se rechaza la ordenación de las mujeres, las mujeres desempeñan esas tareas sin la autoridad del cargo, sin la posibilidad de participar en la toma de decisiones de los órganos directivos y sin el apoyo colegiado de los colegas ordenados. […]
Sin embargo, aun siendo educadas teológicamente, ellas también carecen de la autoridad del oficio, la participación en las instancias directivas y el apoyo colegiado y no pueden administrar los sacramentos. También se les paga mucho menos que a los pastores. La tradición reformada ha ligado estrechamente la ordenación a las funciones del ministerio. Si se confía en las mujeres para que desempeñen las funciones del ministerio, deben ser ordenadas. Esta es una cuestión de fe y de justicia. […
Ahora buscamos vivir nuestro compromiso con la comunión y la justicia al hacer esta Declaración de Fe común, orando: ¡Dios de Vida, renuévanos y transfórmanos!


El resto del programa de la asamblea incluyó también la firma de adhesión formal de la CMIR al documento común sobre la doctrina de la justificación por la fe que aprobaron conjuntamente la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica Romana en 1999, al cual se agregó también la representación mundial de la Iglesia Metodista. Dicha firma se celebró en Wittenberg durante el culto del miércoles 5 en el cual predicó, desde el púlpito usado por Lutero en el siglo XVI, la Rev. Najla Kassab, del Sínodo Nacional Evangélico de Siria, segunda mujer ordenada como pastora en el Medio Oriente, quien finalmente fue electa nueva presidenta de la CMIR.                                           (LC-O)
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PIERRE ROBERT OLIVÉTAN
(1506-1538)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.

Nació en Noyon y murió en Italia. Pedagogo, hebraísta y helenista. Fue primo de Juan Calvino. Estudió en Orléans y París, y en 1528, con Bucero en Estrasburgo. Se convirtió a la Reforma ese mismo año. Entre 1531 y 1533 fue profesor y tutor en Neuchatel y Ginebra, a continuación, en los valles valdenses del Piamonte. Escribió Instruction des enfants (1533) antes de traducir la Biblia al francés en menos de dos años, luego de consultar los textos originales y los estudios de los mejores comentaristas de la época. Impresa en Neuchâtel en 1535 por Pierre de Vingle, fue la primera Biblia protestante en ese idioma, y es conocida como la Biblia de Olivétan (https://levigilant.com/olivetan_ 1535/olivetan_1535.htm), fue financiada, en parte, por los valdenses.
En 1532, en el Sínodo de Chanforan (valle valdense del Piemonte), ese movimiento, bajo la influencia de Guillaume Farel, decidió adherirse a la Reforma. De ahí su interés por patrocinar la traducción de la Biblia. Farel otorgó a Olivétan esa responsabilidad. Le llevó dos años completar la tarea. Era la primera vez que los textos sagrados se vertían al francés. Los trabajos de eruditos como Lefèvre d’Étaples le fueron de gran utilidad. La obra fue impresa en Neuchatel in 1535, con una introducción de Calvino, quien tenía 25 años. Los libros apócrifos se incluyeron en la edición, aunque una nota especificaba que “no eran considerados legítimos por los judíos ni por la iglesia en su totalidad”. En 1536 se estableció en Ginebra, donde fue designado profesor del nuevo Gymnasium; volvió a trabajar en su traducción y, en marzo de 1538, marchó a Italia, donde visitó a la princesa Renata en Ferrara, antes de fallecer.
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ISABEL, MADRE TARDÍA (II)
Margot Kässmann

Isabel no conocía todavía todos estos métodos clínicos. Pero el ansia de tener un hijo, la infelicidad asociada a la propia infecundidad y la percepción básica de estos sentimientos eran entonces las mismas que tienen las mujeres actuales. Si se presenta una maternidad tardía, casi siempre es un motivo especial para sentirse feliz. Me parece duro que haya quienes se muestran críticos con las mujeres que se convierten en madres a una edad tardía, porque personas que no tienen nada que ver con esos embarazos piensan que son demasiado mayores, y que tal vez sean incapaces de responder a los retos que supone acompañar a un hijo en su desarrollo, sobre todo en su pubertad.
Sin duda, el riesgo para estas madres tardías es mayor, en principio; por eso muchas “madres jóvenes” más maduras pierden menos los estribos y son más pacientes con sus hijos. Las madres que han esperado un embarazo durante mucho tiempo lo viven con mayor conciencia. De hecho, en nuestro país son cada vez más las mujeres que se convierten en madres por primera vez a una edad mayor, porque primero se forman y desarrollan una carrera profesional, o porque las parejas muestran una tendencia clara a casarse más tarde.
Antes se sentía lástima de las madres mayores; a partir de los 36 años, se consideraba a una mujer demasiado mayor para tener un hijo. Hoy, la maternidad tardía es más bien algo normal. Muchas madres mayores irradian tranquilidad, ya han vivido muchas experiencias y no suelen tener miedo a perderse nada importante. Si la maternidad temprana tiene la ventaja de la ingenuidad, la tardía tiene el privilegio de la madurez, de una vida ya sopesada. Son dos modos de vida radicalmente distintos. Una mujer que es madre de joven puede afrontar el embarazo y el nacimiento de sus hijos de una manera más despreocupada, y experimenta también antes una cierta libertad en el cuidado de sus hijos. Una mujer que ya es mayor cuando queda embarazada espera con una ilusión muy especial la llegada de ese hijo, cada paso que da lo hace a conciencia, aprovecha esta oportunidad que le brinda la vida como un gran regalo.

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