domingo, 30 de julio de 2017

Letra 529, 30 de julio de 2017

ISABEL I DE INGLATERRA (1533-1603)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.

Resultado de imagen para isabel I de inglaterraReina de Inglaterra, nacida en Greenwich y fallecida en Richmond, hija del rey Enrique VIII y de Ana Bolena. Su derecho a la sucesión del trono se basó en el testamento de su padre de 1543. Después de ascender al trono, disolvió el Parlamento y estableció las bases de la Iglesia de Inglaterra. No se nombró “Cabeza” de la iglesia sino Suprema Gobernadora, es decir, fiduciaria. El Acta de Uniformidad exigió de los ministros eclesiásticos un juramento, pero permitió la conformidad meramente externa (presencia en las acciones litúrgicas). Mediante diversos documentos de culto exigió el juramento de los ministros y siguió una política pragmática propicia para el acuerdo. En 1555, la joven Isabel, aún princesa, dedicó a su hermano Eduardo VI su traducción al latín de una obra de Bernardino Ochino subrayando la importancia de la misma a causa del exilio de su autor por causa de su fe en Cristo. También tradujo al inglés El espejo del alma pecadora, de Margarita de Navarra, y leyó las obras de Philipp Schwarzerd. Cuando se convirtió en reina de Inglaterra, sus relaciones con Ochino siguieron siendo estrechas, aunque su política religiosa se hizo más prudente y atenta a los equilibrios políticos ingleses, hasta el punto de que algunos historiadores la definieron como una “católica anglicana”. Incluso corrigió la edición de 1552 del Libro de Oración a fin de atenuar las diferencias entre católicos y protestantes.
Contra los Estuardo, aliados de los franceses, apoyó el Covenant de los lores escoceses, lo que impuso en Escocia la iglesia presbiteriana (1560). En el Tratado de Berwick (1586) llegó a reconocer las religiones protestantes de Escocia y Alemania como ramas con idénticos derechos en el árbol de la iglesia cristiana. El regreso de la reina viuda María Estuardo de Francia al trono escocés (1561) terminó, después de algunas dificultades, con la huida de María a Inglaterra (1568), donde fue tomada prisionera como rival al trono. Ningún católico murió en la hoguera como hereje, pero unos 250 fueron ejecutados por traición. Reinó por poco más de 44 años.

Bibliografía
“Isabel I de Inglaterra”, en www.iglesiapueblonuevo.es/index.php?codigo=bio_isabeli; Kurt Kluxen, “Isabel I de Inglaterra”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, pp. 294-295; Federico Mare, “Los orígenes del Estado laico (II): la Inglaterra protestante y las persecuciones religiosas”, en www.mdzol.com/nota/578090-los-origenes-del-estado-laico-ii-la-inglaterra-protestante-y-las-persecuciones-religiosas/
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LAS 95 TESIS DE LUTERO Y LA CRISIS DE PODER DE SU ÉPOCA
Tomás Gómez Bueno
Protestante Digital, 18 de junio de 2017

Resultado de imagen para gómez bueno 95 tesisEl surgimiento de la Reforma Protestante vino a transformar la relación de poder existente en el siglo XVI. Se trata de un acontecimiento que, junto al Renacimiento, está vivamente subrayado sobre la línea que pone fin a la Edad Media y da inicio a la Edad Moderna.
El clima social que en todos los órdenes emergió con la Reforma Protestante motorizó cambios decisivos en toda Europa y en toda la historia de Occidente. El mapa político europeo fue alterado por el impacto de este acontecimiento. Novedades como la imprenta y otros inventos crearon un nuevo ambiente en el orden social de la época y no hay dudas de que surgió una nueva conciencia de la relación del hombre con Dios, con la vida y con toda su realidad.
En esta época nació una nueva forma de conocer y pensar que dio paso a una gran transformación, cuyo impacto en el aspecto religioso, político, cultural y económico de la humanidad ha sido enorme y continúa sintiéndose 500 años después. Las instituciones modernas, incluyendo el Estado y gran parte del andamiaje político y jurídico en que se soporta la sociedad de hoy no se puede entender a cabalidad sino se apela a los principios fundamentales sobre los que se erigió la Reforma Protestante.
El gesto emblemático que da inicio a este movimiento fueron las 95 tesis de Martín Lutero posteadas el 31 de octubre a la entrada del Castillo de Wittenberg en Alemania. Escritas en latín y tituladas “Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias”, estas 95 tesis abrieron la entrada de Lutero al escenario de lo que fue la Reforma Protestante. Rápidamente traducidas al alemán e impresas circularon con gran profusión e impacto, no sólo en Alemania, sino también en otras partes de Europa.
Más que una simple lista de consideraciones religiosas, ellas fueron un llamado al debate de las ideas, a la pluralidad de opinión, a la puesta en la agenda pública de pensamientos y creencias que por siglos permanecieron aplastadas por un sistema religioso intolerante que no admitía disidencia ni disputa.
Con estas propuestas públicas, con este desafío en plena calle llamando a suscitar el debate se empujaban hacia el descrédito las ya vilipendiadas indulgencias, credenciales comercializadas por la Iglesia para otorgar la salvación por dinero y supuestamente librar las almas del castigo eterno.
Llama la atención que estas 95 tesis fueron resultado de un tormento de conciencia que había alcanzado en Lutero niveles de profunda y dolorosa crisis personal. Una crisis que encarnaba todo una época y su respuesta sintonizaba con inquietudes similares que surgían en otros puntos. Este estado de angustia llevó a Lutero a experimentar una conversión estremecedora y convincente que le dio un impulso vital. Se trataba de un asunto moral, de conciencia, de repercusión escatológica que los sacramentos religiosos de la Iglesia Católica habían sido incapaces de responder. Los dos principios básicos que definen el aporte de la Reforma Protestante al nuevo orden político y religioso de la modernidad son la sola escritura y la sola fe. Es aquí donde reside el germen de la libertad de conciencia que es el fundamento de las demás formas de libertades y derechos humanos.
El problema de Lutero era conocer cómo recibe el hombre el favor de Dios para alcanzar la salvación. Su búsqueda había sido desesperada y angustiosa. Sus lecturas habían sido intensas, agotadoras y torturantes. La respuesta, simple, pero iluminadora y convincente, la encontró directamente en la Biblia: “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). El hombre es salvo por la fe. Este es el nuevo paradigma. Cualquier otro mecanismo para alcanzar la salvación es inútil. ¿Pero quién y dónde se afirma esto? es la pregunta crucial.
Esto lo revela Dios mismo en su Palabra, la Biblia, única fuente de autoridad para explicar el plan divino para la salvación y establecer las normas y principios de convivencias por las que debe regirse el ser humano para alcanzar la vida plena. Esta autoridad había sido secuestrada, usurpada y desconocida por la Iglesia Católica y, en su nombre se había erigido un poder que tergiversaba y negaba esta autoridad.
El mérito de Martín Lutero fue poner la Escritura en el centro del debate de su época. Cabe recordar las memorables palabras de su discurso, precisamente ante los dos representantes del poder que prevalecía en su época. Fue ante el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos V y del Papa León X, el 18 de abril del 1521, que Lutero en la Dieta de Worms defendió con firmeza sus creencias: “A menos que esté convencido mediante el testimonio de las Escrituras o por razones evidentes —ya que no confío en el Papa, ni en su Concilio, debido a que ellos han errado continuamente y se han contradicho—, me mantengo firme en las Escrituras, a las que he adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios, y no puedo ni quiero retractarme de nada, reconociendo que no es seguro o correcto actuar contra la conciencia. ¡Que Dios me ayude! Amén”.
Originalmente los reformadores buscaban una transformación a lo interno de la iglesia. Es el contexto histórico y las exigencias de sus postulados lo que los llevan a tener impacto en toda la sociedad en sentido general. Es aquí donde nace el impacto político de la Reforma Protestante, una convulsión humana colectiva, cuyos efectos aun no acaban medirse.
Con Lutero, la autoridad y el poder de la Iglesia Católica comienzan hacer crisis. La imprenta hace que las ideas de Lutero se difundan con gran despliegue y su propia persona adquiere una dimensión inusitada. La Iglesia va perdiendo poder de mediación y control sobre la vida individual y pública y comienza a surgir una nueva subjetividad, emerge según muchos pensadores, el individualismo moderno que porta un sentido de libertad, igualdad  y dignidad humana que tendrá importantes repercusiones políticas, especialmente en lo que tiene que ver con nuevas concepciones del poder, con nuevas formas de organización de la sociedad y otros fundamentos que legitiman la autoridad y el orden que deben definir los modelos de convivencia modernos. […]

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NOEMÍ: SUEGRA
Margot Kässmann

Todo sacerdote, toda pastora, se encuentra en algún momento, celebrando una boda, con el siguiente versículo: “Adonde tú vayas, iré yo; donde tú te quedes, me quedaré yo”. Preciosas palabras. De hecho, un testimonio de amor y confianza. Sin embargo, estas palabras no se pronunciaron para expresar la relación entre un varón y una mujer, sino entre una nuera y una suegra. […]
Esta es una historia que todavía hoy nos conmueve. Demuestra la unión de dos mujeres que, en principio, no tienen por qué vivir juntas. Las suegras tienen mala reputación, también en nuestro tiempo: al que más quieren es al hijo; solo desean lo mejor para él; ninguna mujer está a su altura; una nuera molesta... También la madre de la hija está en una posición difícil: se recuerda de buena gana lo «arpía» que es, y cómo le gusta controlar a su yerno. También pueden surgir conflictos en relación con los nietos: ella les permite comer chocolate, aunque los padres no estén de acuerdo. Los padres les permiten irse más tarde a la cama, pero a la suegra no le parece bien. A la suegra le parece que no puede decir nada; los padres creen que su intervención les resta autoridad... Rut, Booz y Noemí supieron convivir en estrecha unión, a pesar de todas las tensiones posibles. Esa convivencia es una prueba de comprensión y amor mutuos.
Cuando nació mi cuarta hija, el médico dijo, medio alarmado: “¡Es otra niña!”. ¿Es que él pensaba que mi única intención al volver a quedarme embarazada era tener un hijo? Una conocida dijo entonces: “No se preocupe, ¡los chicos ya llegan solos!”. Y es cierto. Todavía no soy suegra, pero los amigos de mis hijas ya se han ganado mi cariño, porque veo, y han demostrado, que ellos apoyan a mis hijas, y estas los quieren. Pero, ¿qué pasaría si no me gustaran esos chicos? Se notaría una cierta distancia, un sentimiento de rechazo. Tras haber seguido de cerca la primera etapa de la vida de su hija, una madre es crítica con la persona con la que esta decide compartir el resto de su vida.
Tal vez sea esto lo que tan fácilmente nos lleva a caricaturizar a una suegra: quieren a su propio hijo, les gusta protegerlo y solo desean lo mejor para él. Cuando luego el amor del hijo va destinado a otra persona, que no acaba de convencer a las suegras, estas pueden llegar a ser muy críticas. Nadie puede hacernos tanto daño como alguien a quien conocemos bien, alguien a quien queremos. Y seguramente muchas veces las madres tienen razón al decir: el nuevo novio, o novia, no es bueno para mi hijo. Tales ideas pueden basarse en esta convicción: “¡Nadie sabe cuidar de mi hijo tan bien como yo!”. O pueden causarlas los celos: “¡Mi hijo quiere a otra persona más que a mí!”. O bien la incapacidad de aflojar las riendas: “Pasada la fase de crianza de mis hijos, puedo dedicarme a conocerme mejor a mí misma. Mi vida no puede estar ya totalmente supeditada a la de mis hijos. Ellos viven la suya, y necesitan libertad para hacerlo, y yo, como madre, también tengo que dejarlos libres”.
A la vez, hay muchas suegras que hacen todo lo posible por apoyar a sus hijos, biológicos y políticos. Muy frecuentemente desarrollan un amor especial por sus yernos y nueras. Noemí es un ejemplo magnífico que nos brinda la Biblia. Demuestra que aprecia sinceramente a Orfá y a Rut. Desea lo mejor para ellas, sobre todo tras la difícil pérdida de sus hijos. Tiene que ser duro para Noemí perder primero al esposo y después a sus hijos. No va a tener nietos, así que regresa a su tierra natal. Es comprensible. Busca, al menos, sentirse protegida por estar rodeada de personas conocidas, que hablan una lengua que le es familiar.

La voluntad de las dos nueras de acompañarla a un país extranjero es una profunda muestra del cariño mutuo que unía a estas mujeres. Un amor así crece generación tras generación. A menudo se cuentan historias sobre este tema, por ejemplo, sobre abuelas y nueras que han huido juntas. En cualquier caso, sé por experiencia que también hay muchas abuelas que ayudan a sus hijas y nueras a cuidar de los nietos en la rutina diaria.

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