domingo, 1 de julio de 2018

Letra 475, 1 de julio de 2018


LAS DISCÍPULAS DE JESÚS (III)
Ana María Tepedino

Resultado de imagen para ana maria tepedino as discipulas de jesusUn argumento frecuentemente utilizado contra ellas se basa en que los evangelios no relatan ninguna vocación de mujeres. La forma de relacionarse Jesús con ellas, respetando su dignidad y tratándolas con ecuanimidad era suficiente para que lo siguiesen. Es como si Jesús no tuviera que ordenarles “sígueme”. Parece que el seguimiento de las mujeres se basa en la gratuidad y en la gratitud. Algunos especialistas hacen hincapié en que el “mensaje de Jesús debió tener un especial impacto sobre las mujeres de Israel”.
Del mismo modo, el pueblo que seguía a Jesús no recibe ninguna invitación especial. Su forma de actuar, su práctica de hacer el bien, su acogida a todos sin prejuicios de ninguna especie, suponía una invitación más atractiva que cualquier orden.
Jesús, que con su comportamiento ponía de manifiesto que consideraba iguales a todos los seres humanos, no ve dificultad en que las mujeres, como los pobres y los pecadores, sean discípulos y discípulas suyos, como nos revela Marcos. En este sentido, Schüssler Fiorenza va más allá y dice que las mujeres no eran figuras marginales en el movimiento cristiano, sino que ejercían un liderazgo como apóstoles, en pie de igualdad con los Doce. Según ella, ése es el testimonio de las Escrituras, pues, según las tradiciones de los evangelios, las mujeres fueron las primeras testigos apostólicas de los acontecimientos fundamentales de la predicación primitiva: siguieron a Jesús desde el principio, presenciaron sus padecimientos, así como su sepultura y resurrección.
Nuestro relato presenta a las mujeres utilizando también el término diakonein que, como vimos antes, tiene diversos significados, desde servir la mesa hasta el servicio a la comunidad. En nuestro texto, parece que Marcos no tiene presente el servicio a la mesa, pues emplea dos veces el término y siempre vinculado al seguimiento19. Parece difícil creer que el seguimiento y el servicio de las mujeres se narre con tanto énfasis si se trata de tareas domésticas. El énfasis revela exactamente lo contrario. Es más, si el autor no pretendiera hablar del discipulado, ¿por qué emplear la misma frase ekolouthoun autó, como la que describe la respuesta de Simón y Andrés, así como la de Leví, a la llamada de Jesús (cf. Mr 1.18; 2.14)? Para él, diakonein no significa específicamente servir la mesa, pues su sentido varía con el contexto. El pasaje en el que aparece más claro este sentido es el de la curación de la suegra de Simón que habiendo sido sanada, se levantó y se puso a servirle.
En Mc 10,45, en donde el término “servicio” se aplica al ministerio total de Jesús como donación de sí mismo al servicio de los demás, aparece con toda claridad lo que el evangelista pretende decir con dicha palabra. En un contexto en el que dos apóstoles piden la gloria de estar al lado de Jesús, el narrador de Marcos muestra a Jesús invirtiendo la forma de actuar del mundo: la finalidad del poder no es subordinar ni oprimir a los otros (cf. Mr 10.42), sino ser su servidor (diakonos) y dar su vida por la libertad de todos (cf. Mr 10.44-45). Cobra aquí una luz nueva la palabra diakonesai, mostrando la esencia del ministerio mesiánico: poder como servicio a los demás. En este ministerio, entendido de este modo, los discípulos son llamados a participar. Por tanto, el servicio a los otros pertenece a la esencia del discipulado.
La interpretación tradicional que se ha hecho del papel de las mujeres que nos presenta Mr 15.40-41 ha sido reductora, como si las mujeres siguiesen a Jesús para servirle en las tareas domésticas. Como ya señalamos, este seguimiento provocaba extrañeza, hecho que se observa en la suavización del texto que lleva a cabo Mateo inspirándose en Marcos: “Habían acompañado a Jesús desde Galilea para servirle” (Mt 27.56).
No obstante, el marco de referencia no es de servicio doméstico21. Al contrario, la cena representa un corte con la costumbre usual de la representación que Marcos hace de las mujeres. Por primera vez se las presenta aquí en un número considerable, no en la intimidad de la casa, sino en una zona pública, relacionadas con Jesús y su misión, lo que contradice la interpretación de diakonoun limitada al ámbito doméstico.
En la versión de este mismo material que aparece en Lc 8.1-3, se nota que Lucas sigue a Marcos, aunque coloque la perícopa en medio del ministerio en Galilea, pues encajaba mejor ahí, teniendo en cuenta las palabras “cuando él estaba en Galilea”, de Mr 15.41. La idea de seguimiento aparece también al vincular a las mujeres con los Doce (cf. Lc 8.1c.2a). Al mismo tiempo, parece que tiene acceso a una tradición independiente que le permite nombrar a Juana y a Susana, no mencionadas en ningún otro evangelio canónico, e incluir algunos detalles personales: “Las mujeres poseen medios y categoría social, con lo que su presencia implica en cuanto significación moral, así como soporte material. Teniendo en cuenta lo que nos dice en los Hechos, se percibe que Lucas nos está revelando que al mensaje de Jesús se habían adherido mujeres de clases media y alta” (E. Schüssler Fiorenza, En memoria de ella…, p. 187).
La idea que tiene Lucas del «servicio» nos brinda Hch 6.16, en donde se convierte en palabra técnica utilizada en relación con el ministerio de la distribución de alimentos. No obstante, dos de los nombrados en este pasaje (cf. Hch 6.8; 7.60, en relación con Esteban, y Hch 8.26-40, respecto a Felipe) participaban en las actividades de predicar, enseñar y bautizar, de modo que su concepción es ambigua. ¿Se trataría, quizá en un primer momento, de la distribución de alimentos, mientras que, en un segundo momento, evolucionaría hacia un sentido más global? Parece que sí. Por tanto, la esencia del discipulado consiste en el servicio a los demás, incluida la distribución de alimentos.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
LA GRACIA CARA
Dietrich Bonhoeffer

Resultado de imagen para bonhoeffer paintingLa gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoy combatimos en favor de la gracia cara.
La gracia barata es la gracia considerada como una mercancía que hay que liquidar, es el perdón malbaratado, el consuelo malbaratado, el sacramento malbaratado, es la gracia como almacén inagotable de la Iglesia, de donde la toman unas manos inconsideradas para distribuirla sin vacilación ni límites; es la gracia sin precio, que no cuesta nada. Porque se dice que, según la naturaleza misma de la gracia, la factura ha sido pagada de antemano para todos los tiempos. Gracias a que esta factura ya ha sido pagada podemos tenerlo todo gratis. Los gastos cubiertos son infinitamente grandes y, por consiguiente, las posibilidades de utilización y de dilapidación son también infinitamente grandes. Por otra parte, ¿qué sería una gracia que no fuese gracia barata? […]
La gracia barata es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin disciplina eclesiástica, la eucaristía sin confesión de los pecados, la absolución sin confesión personal. La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado.
La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el que el hombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que el mercader entrega todos sus bienes; es el reino de Cristo por el que el hombre se arranca el ojo que le escandaliza; es la llamada de Jesucristo que hace que el discípulo abandone sus redes y le siga.
La gracia cara es el Evangelio que siempre hemos de buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama.
Es cara porque llama al seguimiento, es gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, la gracia es cara porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo —“habéis sido adquiridos a gran precio”— y porque lo que ha costado caro a Dios no puede resultamos barato a nosotros. Es gracia, sobre todo, porque Dios no ha considerado a su Hijo demasiado caro con tal de devolvernos la vida, entregándolo por nosotros. La gracia cara es la encarnación de Dios.
La gracia cara es la gracia como santuario de Dios que hay que proteger del mundo, que no puede ser entregado a los perros; por tanto, es la gracia como palabra viva, palabra de Dios que él mismo pronuncia cuando le agrada. Esta palabra llega a nosotros en la forma de una llamada misericordiosa a seguir a Jesús, se presenta al espíritu angustiado y al corazón abatido como una palabra de perdón. La gracia es cara porque obliga al hombre a someterse al yugo del seguimiento de Jesucristo, pero es una gracia el que Jesús diga: “Mi yugo es suave y mi carga ligera”.
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EL SOMETIMIENTO A LA AUTORIDAD EN ROMANOS 13
X. Manuel Suárez

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Romanos 13 ha sido para muchos una barrera infranqueable para poder presentar posiciones críticas ante gobiernos, para enfrentarse a decisiones de organismos públicos, para tener una participación política responsable, o para introducirse siquiera en los caminos de la política. El razonamiento es: “tenemos el mandato de someternos a los gobernantes, porque esos gobernantes, sean buenos o malos, corruptos o no, violentos o no, respetuosos de los derechos humanos o no, justos o injustos, han sido establecidos por Dios y hay que someterse a ellos, porque si nos enfrentamos, nos estamos resistiendo a lo establecido por Dios y acarreamos condenación.”
Lo cierto es que, en algunos casos, cuando el gobernante del momento abusa de su poder para imponer la injusticia y la arbitrariedad, esa forma de pensar chirría insoportablemente y nos crea problemas de conciencia: ¿Debemos entonces quedarnos de brazos cruzados frente a las violaciones de libertades democráticas fundamentales por parte del gobernante? Bueno, muchos hermanos siguen diciendo que sí, que eso está en las manos de Dios y no nos toca a nosotros cuestionarlo. Pero claro, cuando esas violaciones afectan a la libertad para predicar el Evangelio, entonces tenemos un problema, y muchos hermanos entienden entonces que Romanos 13 tiene excepciones y apelan a Hch 5.29: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Cuando reconocemos excepciones surge un problema: ¿Dónde situamos el límite? ¿Qué es normativo y qué es excepción? ¿Nos quedamos tan tranquilos diciendo que impedir la predicación del Evangelio es una excepción, pero no lo es el asesinato de civiles, las humillaciones, las violaciones, la corrupción? ¿Acaso nos repugnan estos menos? ¿Acaso le repugnan menos a Dios?
Y tenemos otro problema: ¿A qué autoridad hay que obedecer? Porque hay situaciones en las que no es fácil decidirlo: En el siglo XIX, ¿cuál era la autoridad establecida por Dios en Latinoamérica? ¿Acaso no era el gobierno español? ¿Acaso era legítimo oponerse a aquella autoridad establecida por Dios? ¿Fueron entonces desobedientes a la Palabra los evangélicos que participaron activamente en las insurrecciones independentistas?
Y, si hablamos de la actualidad, ¿acaso el gobierno venezolano no ha sido establecido por Dios? ¿Deben los hermanos venezolanos someterse a la Asamblea con mayoría de la oposición o a la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por Maduro?
La cosa se complica, ¿verdad? Ir al texto original de Ro 13 nos puede ayudar. Cuando allí habla de “autoridades superiores” y “autoridad”, el término que utiliza es exousía, y este término no describe a la persona, al gobernante que ejerce la autoridad, sino a la institución de la autoridad. Lo vemos más claro si nos fijamos en otros textos que incluyen la misma palabra: Ro 9.21 dice “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro?”, y aquí aparece otra vez exousía, que se traduce en este lugar como “potestad”, confirmando que este concepto de “autoridad” se refiere una capacidad de gobierno, no a la persona concreta que lo ejerce.

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