24 de febrero de 2019
La etimología de la palabra "dedicación" nos lleva a dedicatio, un vocablo de
la lengua latina.
Dedicación es el acto y el resultado de dedicar:
emplear; dirigir algo a alguien; destinar; o consagrar un sitio a un culto.
También
se llama dedicación a la inscripción que registra cuándo un templo fue erigido
y a la celebración que recuerda cuándo fue dedicado.
La
ceremonia consiste en consagrar este edificio a Dios haciéndolo un templo
santo; destinado exclusivamente a reunirnos en él para rendirle culto, y
escuchando su palabra.
El rito
de la dedicación de un templo tiene una honda dimensión, profética, pascual y
de purificación.
Los
judíos que reconstruyeron el Templo en Jerusalén se enfrentaron a muchos
desafíos y dificultades. Un fuerte liderazgo era esencial tanto para poder
reconstruir el Templo como para restablecer una comunidad fuerte.
Cuatro
individuos jugaron un rol crítico en el restablecimiento de la comunidad judía
en Israel, ellos fueron Zorobabel y Josue, así como Esdras y Nehemías sin dejar
de referir las profecías de Hageo y Zacarías.
La
dedicación del Templo reconstruido en Jerusalén, fue un acontecimiento muy
importante, ya que nadie que había regresado del cautiverio probablemente nunca
había visto el Templo de Salomón, que había sido destruido unos noventa años
antes.
A
pesar de que el pueblo ahora probablemente no tenía muchos recursos económicos
como había sido el caso cuando el Templo original fue construido y dedicado, no
obstante gozaba de su terminación.
La
terminación del Templo se indica en las palabras:
13 Entonces Tatnaí,
Setar-Boz-naí y los demás jefes cumplieron cuidadosamente lo que había ordenado
el rey Darío; 14 animados por los profetas Hageo y Zacarías, los jefes judíos
siguieron con la reconstrucción. Terminaron el edificio de acuerdo con lo que
el Dios de Israel había indicado y según las órdenes de Ciro, Darío y Artajerjes,
reyes de Persia. 15 el templo de Dios quedó terminado el día tres del mes de Adar,
en el año seis del gobierno del rey Darío.
Aunque
las apariencias pudieran hacer creer otra cosa, es cierto que Dios rige los
acontecimientos de la historia universal para la consecución de sus fines
inefables. De esta manera vemos que el exilio fue una medicina saludable para
Israel, que reconoció sus pecados y se volvió a su Dios. Como consecuencia, Yahvé
depone su actitud airada y perdona a su pueblo. En prueba de su amistad y
benevolencia hizo surgir monarcas partidarios a la causa de Israel, permitiendo
y facilitando el regreso a la patria y un nuevo resurgimiento del pueblo judío.
Las
autoridades provinciales recibieron con satisfacción la orden de Darío,
escudándose en ella para frenar toda actividad hostil de parte de los
samaritanos. El favor real animó a los judíos, tanto por la ayuda económica que
les prometió como por la seguridad que les garantizaba con su decreto. En estas
circunstancias pudieron los profetas Hageo y Zacarías apresurar el deber que correspondía
a todos de trabajar en la obra del templo. Por un conjunto de circunstancias
favorables, la obra terminó el día tercero del mes de Adar (febrero-marzo) del
año 515 a.C. Los trabajos duraron cuatro años y medio. Todos los pormenores
concurren a demostrar que no pudo competir este nuevo templo con el de Salomón,
en cuya construcción se invirtieron siete años. Sin embargo, se procuró conseguir
una reproducción del edificio anterior bastante perfecta. De este segundo
templo escribió Hageo 1.9: “La
gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los
ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.
16 Los sacerdotes, sus ayudantes y
todos los demás judíos que habían regresado de Babilonia festejaron con alegría
la dedicación del templo a Dios.
17 En esa fiesta de dedicación
presentaron como ofrenda cien toros, doscientos carneros y cuatrocientos
corderos. También presentaron doce chivos como ofrendas para el perdón de los
pecados de las doce tribus de Israel.
18 Después organizaron a los
sacerdotes y a sus ayudantes según las instrucciones que Moisés había dado para
la adoración a Dios en Jerusalén.
Terminadas
las obras, se procedió a la dedicación del templo, conforme se hizo en tiempos
de Salomón (1 Re 8:1ss; 2 Crón 5:1-7). Con ello, aquella obra se destinaba
exclusivamente al culto religioso, declarándose lugar sagrado. No se dice
cuánto duró la fiesta. La pequeña comunidad formada por los repatriados celebró
el acontecimiento con todo entusiasmo. Sacerdotes, levitas y laicos se regocijaron
en este día. Para esta celebración se inmolaron un número reducido de animales,
que contrasta con el gran número de los tiempos de Salomón (1 Re 8:62-63). Los
holocaustos se ofrecieron a Dios en reconocimiento de su dominio universal y
para darle gracias por los beneficios recibidos; los sacrificios por el pecado
eran expiatorios, conducentes a purificar al pueblo de sus pecados conforme al
rito (Lev c.4; Núm c.15). Aunque los repatriados fuesen pocos y pertenecientes
en su inmensa mayoría a las tribus de Judá y de Benjamín, se ofrecieron doce
machos cabríos, según el número de las tribus de Israel.
Aquel
pequeño grupo representaba a todo Israel, que en cierta manera había
contribuido a aquella obra (Esd. 1:4; 7:16; 8:33). Al edificio material siguió
la reorganización del culto en el templo. En tiempos de David
(1 Crón
23:6-24; 24:1-19) se organizaron las veinticuatro clases sacerdotales. Pero el
texto invoca el "libro de Moisés," a saber, Núm 3:6 13; 8:6-15, en
donde se habla de los sacerdotes y levitas y de sus respectivos oficios.
Con
el v.18 acaba el texto aramaico. ¿Por qué no termina con el decreto de Darío?
Porque el cronista del libro reproduce una fuente o documento escrito en
arameo, empezando su trabajo personal con el v.19.
19 El día catorce del mes de Abib los que
habían regresado de Babilonia celebraron la Pascua. 20 Los sacerdotes y sus
ayudantes estaban en condiciones de hacerlo, porque ya se habían purificado.
Entonces sacrificaron el cordero de la Pascua por todos los que habían
regresado de Babilonia, por los otros sacerdotes y por sí mismos.
21 De la comida de la Pascua participaron
los judíos que habían regresado de Babilonia, y también todos los que allí
vivían y habían dejado las malas costumbres de otros pueblos. Todos juntos
adoraban al verdadero Dios de Israel.
22 Durante siete días celebraron con
alegría la fiesta de los panes sin levadura. Estaban muy contentos porque Dios
había hecho que el rey de Persia los tratara bien, pues los ayudó a reconstruir
el templo del Dios de Israel.
Durante
los siete días que duraba la pascua, el reposo era obligatorio los días primero
y último, y se comía el pan ácimo los panes sin levadura (Ex 12:15-2). La
ceremonia principal consistía en la inmolación del cordero pascual, que se
comía en familia, según un detallado ceremonial (Ex 12:1-14). Esta nueva pascua
significaba el restablecimiento definitivo de Israel.
Los
hijos de la cautividad se
conformaron a las prescripciones antiguas. A ellos se juntaron los israelitas
que no habían sido deportados y que se separaron de los cultos idolátricos de
los pueblos paganos que poblaban la tierra y habían llegado a instalarse en las
ruinas de Jerusalén.
Tras
un largo paréntesis histórico, los nuevos tiempos se enlazaban con los de
Moisés. La pascua se celebró el día 14 de Nisán (Ex 13:6; Lev 23:5), del año
515.
La
reconstrucción del templo despertó la fe dormida de los judíos que habían
quedado en el país. Se trata de israelitas y no de prosélitos, como prueba la
comparación de nuestro texto con Esd. 2; 10-11; 9:1 y Neh 9:2; 10:29. La
constancia y fe de los repatriados no podía menos de influir en el ánimo de los
judíos, que se dejaron seducir por prácticas religiosas de otros pueblos.
Nadie
que no estuviera puro podía tomar parte en la fiesta (Ex 12:2-5; Núm 9:3), sino
que debía esperar a celebrarla un mes más tarde como sucedió en 2do. Crón 30:3,
bajo Ezequías se celebró la pascua "en el mes segundo, pues no había podido
celebrarla antes por no haber suficientes sacerdotes santificados." En
esta ocasión podía celebrarse la pascua en su día, ya que los sacerdotes y
levitas estaban purificados, por lo tanto, podían ejercer las funciones que les señalaba la Ley. Nuestro texto es
algo confuso en relación a la personas
que se purificaron, pues mientras al final del verso da a entender que
solamente se purificaron los levitas a fin de inmolar la pascua para el pueblo,
para sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos (2 Crón 30:17-19; 35:11), al
principio señala que se purificaron "los sacerdotes y los levitas."
Esta purificación se hacía con sacrificios por el pecado y por el delito. La
purificación era tanto más necesaria en cuanto que, después del exilio, el
cordero pascual era inmolado por los levitas en el atrio del templo, en vez de
hacerlo el jefe de familia, como en otros tiempos (Ex 12:3-7; Deut 16.2). En la
celebración de la pascua en tiempos de Ezequías inmolaban los levitas el
cordero pascual "por los que no habían tenido el cuidado de santificarse
para Yahve" (2 Cron 30:,17); bajo Josías, los levitas desollaban los
animales para los sacerdotes y para ellos mismos, no teniendo los cantores y
porteros que abandonar sus oficios (2 Cron 35:11-15). Los sacerdotes esparcían
la sangre al pie del altar (Lev 17, 3-6; 2 Cron 30:16; 35:11). El sacrificio
del cordero pascual revestía en carácter expiatorio para todos los que habían
estado en el exilio. Al final del capítulo se hace hincapié en la alegría que
reinó en "la fiesta de los panes ácimos (panes sin levadura) durante siete
días." Esta fiesta, que en un principio era distinta de la pascua, pero
unida a ella estrechamente, duraba una semana (Ex 12:15-20; Lev 23:6-9; Num
28:,17) celebrándose con grande alegría (2 Cron 30:21).
En
esta fiesta de la pascua, los judíos
tuvieron presente al rey Darío,
que tan favorablemente se había portado con ellos.
Plan divino
La intervención de Dios y su plan divino
con relación al templo. Las montañas a menudo son los lugares donde Dios se
encuentra con la gente, cambia sus vidas y los envía de regreso al mundo con un
mensaje profético. No cabe duda que lo imponente de las montañas apenas pueden
contener la grandeza y poder de Dios. Es la cumbre donde se levanta el templo a Jehová no tiene límites ni muros ni fronteras y aun así como en el monte del
Sinaí desde allí llama al hombre y al
pie de la montaña su pueblo y la humanidad admira con temor la cumbre humeante y de fuego
donde la presencia de Dios con toda su magnificencia está presente en este
mundo. Mientras que el Monte Sión se nombra más que cualquier otro monte en la
Escritura, en los Evangelios es el Monte de los Olivos el más asociado con
Jesús, especialmente en los días anteriores a su crucifixión, cuando se
retiraba ahí después de enseñar en el Templo (Lucas 21:37). Lo que es más
importante, Jesús completó su ministerio en la cruz en una colina conocida como
monte de la calavera o Gólgota (Marcos 15,22-25).
Pero
el plan de Dios continua de desde la cumbre de los montes como dice el salmo 91
de donde vendrá mi socorro… Dios se acerca más a su pueblo lo acompaña en su peregrinaje,
la presencia de Dios y su pacto ahora en un arca de madera protegida en una tienda conocida como el
tabernáculo el salmo 15:1: "Jehová,
¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace
justicia, Y habla verdad en su corazón".
Fue Moisés el cual instauró el Tabernáculo, poniendo los
tablones y las bazas y travesaños, y asentando las columnas, y extendiendo la
cubierta, como el Señor le tenía ordenado. Puso también las tablas de la Ley en
el arca, cubriéndola con el propiciatorio, y metiendo por debajo las varas. Y
colocada el arca dentro del Tabernáculo, colgó delante de ella el velo,
cumpliendo el precepto del Señor. Puso el velo a la entrada del Tabernáculo, el
altar del holocausto, donde ofreció holocausto y sacrificios. Colocó la concha
del lavatorio y la llenó de agua. Y Moisés y Aarón y sus hijos, lavaron sus
manos y pies al entrar en el Tabernáculo de la Alianza para llegar al altar.
Concluidas todas estas cosas, una nube cubrió el Tabernáculo, y quedó todo
lleno de la gloria del Señor. Ni podía Moisés entrar en el Tabernáculo, porque
la nube lo cubría todo, y brillaba la majestad del Señor. Y cuando la nube se
retiraba del Tabernáculo, marchaban los hijos de Israel por escuadrones. Si la
nube se quedaba encima parada, hacían alto en el mismo sitio. Porque la nube
del Señor durante el día cubría el Tabernáculo, y por la noche aparecía allí
una llama, a vista de todo el pueblo de Israel.
Una vez que Israel se estableció como nación, le fue necesario tener un
santuario central símbolo de la unidad en el culto a Dios. Durante los años del
desierto y la conquista el tabernáculo cumplía esta función, que era un
santuario portátil símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo. Dentro del
tabernáculo ocupaba el lugar principal el “arca del pacto” Después
que el pueblo se asentó y construyo ciudad David adoraba desde el tabernáculo y
considerando que el cómo rey tenía un palacio pensó en levantar un templo. Una casa para
Dios. El deseo natural de un hombre piadoso como David
fue edificar un templo pues él mismo habitaba en un palacio. Aunque Natán
estaba originalmente de acuerdo, Dios le hizo saber que él mismo elegiría el
momento y el lugar. Más tarde Dios explicó que, debido a que David era un
guerrero, había derramado mucha sangre y que sería su hijo Salomón. Y Salomón edificó el Templo, como nos narra el 1 Libro
de los Reyes, 6.1, así edificó la casa y la perfeccionó, y la cubrió con
artesanados de cedro. Después habló el Señor a Salomón, diciendo: En esta casa
que tú has edificado (si tú siguieres mis preceptos, y mis determinaciones, y
guardares todos mis mandamientos, sin desviarte de ellos), verificaré en ti la
promesa que hice a David, tu padre; y habitaré en medio de los hijos de Israel,
y no desampararé nunca al pueblo mío de Israel. Edificó, el Primer
Templo, planeado por el rey David y construido por Salomón, (motivo de orgullo para el pueblo de Israel hasta
hoy), fue arrasado, saqueado y destruido hasta sus fundaciones. Todo el cuidado
en la construcción, que contó con técnicas avanzadas para la época, no
sirvieron de nada en el momento en el que el pueblo de Dios se equivocó en
relación a la grandiosa obra, apartándose del verdadero Creador. La corrupción
y la idolatría de los israelitas hicieron que la Palabra de Dios no volviera
atrás, llevando al pueblo judío a ser derrotado por los babilónicos, bajo el
mando del rey Nabucodonosor, en el 586 a.C.
En el momento en
el que el propio Templo pasó a ser el centro de atención, y no el Dios
Todopoderoso para quien había sido construido, no quedó piedra sobre piedra de
él y ni de la ciudad de Jerusalén. Una vez más, como en el pasado, los judíos
eran dominados por otra nación.
Dios buscó
demostrarle al hombre lo que esperaba de él. Eso puede observarse en el hecho
de que Él no permitió que el rey David construyera el gran santuario, debido a
los errores que él había cometido. “El Señor de los Ejércitos quería que David y
el pueblo entendiera que, más que habitar en un templo, Él quería habitar en el
corazón del hombre. Eso muestra cuán necesario es cuidarse para que las cosas
de Dios tomen el lugar que le pertenece. Él no divide Su gloria con nadie”,
Mi reflexión de
hoy: ¿Porque Dios nuevamente permite que el hombre
reedifique un lugar sagrado (un templo) para manifestar su presencia?
¿Qué produjo el
cambio en la mente y el corazón de los judíos que volvieron del cautiverio,
para que reiniciaran el trabajo de construcción?
1.
Fue la predicación de la
Palabra de Dios, por medio de Hageo y Zacarías (v.14; ver Esd 5:1-2). Ver Hag 1:12. Restablecer a los profetas
2.
Restablecer el orden sacerdotal
Esd.6:18
3.
Restablecer la alabanza
4.
La purificación de todo el
pueblo por medio del sacrificio
En Esdras 6 Dios vuelve el corazón del rey hacia los judíos, y el
corazón de los judíos hacia Dios.
Hoy en día también debemos ofrecernos a sí mismos y edificarnos como
“piedras vivas” en el templo espiritual. “Vosotros también, como piedras vivas,
sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” -1 Ped.
2:5.
San Juan nos describe la culminación de la
secuencia de los Templos, con la visión del último Templo vivo en el que ya no
veremos a Dios como en un espejo, sino cara a cara y en gloria sustancial y
definitiva, es decir, le veremos cómo nos la relata el visionario de Patmos en
el Apocalipsis 21.1: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer
cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar ya no existía. Y vi
bajar del cielo de junto a Dios, a la ciudad santa, la nueva Jerusalén ataviada
como una novia que se adorna para su esposo. Y oí una voz potente que decía
desde el trono: "Esta es la morada de Dios entre los hombres; él habitará
con ellos; y ellos serán su pueblo; Dios en persona estará con ellos y será su
Dios. El enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni
clamor, ni dolor; pues lo de antes ha pasado." El que estaba sentado en el
trono dijo: "Todo lo hago nuevo" Y dijo: "Escribe, porque estas
palabras son fieles y verdaderas." Me dijo también: "¡Ya son un hecho!
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré
gratuitamente de la fuente de agua viva. El que salga vencedor heredará esto;
porque yo seré su Dios, y él será mi hijo." Vino uno de los siete ángeles
y habló conmigo diciendo: "Ven acá. Yo te mostraré la novia, la esposa del
Cordero." Me llevó el Espíritu sobre un monte grande y alto, y me mostró
la santa ciudad de Jerusalén, que descendía del cielo de junto a Dios, radiante
con la gloria de Dios.
Tenía una muralla grande y alta con doce puertas, y a las
puertas había doce ángeles, y en cada puerta grabados los doce nombres de los
Apóstoles del Cordero. Y oí una voz grande que venía del trono, y decía: Al
sediento yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El
que venciere poseerá todas estas cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Templo no vi ninguno; su templo es el Señor Dios omnipotente
con el Cordero. Y la ciudad no necesita sol ni luna que alumbren en ella;
porque la claridad de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero”. ¡Dichosos
los llamados y elegidos a participar en las bodas del Cordero en su templo
santo que es él mismo, el Verbo de la Vida!
Esa era la mente de Dios, cuando le dictaba a Moisés la
Tienda, y a Salomón el Templo, y a Esdras y a Nehemías la reconstrucción, y a
Pablo que somos templos vivos del Espíritu Santo, y a Juan en el Apocalipsis,
que el Templo y la lámpara es el Cordero.