3 de febrero, 2019
Cuando los
constructores colocaron los cimientos del templo de Dios, los sacerdotes se
pusieron de pie y alabaron a Dios con trompetas. Esdras
3.10a, TLA
La segunda parte de
Esdras 3 presenta al doble liderazgo, político y religioso, de Zorobabel y
Josué al frente de la reconstrucción del templo un año y dos meses después de
su retorno a Jerusalén (v. 8a). En esa empresa estaban empeñados todos los
sacerdotes con sus ayudantes y los demás judíos, especialmente los levitas
mayores de edad (8b). Josué y su gente cercana familia dirigió la obra junto a
otras familias (9). “La función de inspección de los trabajos que se atribuye a
los levitas (vv. 8c; 9b) proviene de 1 Cr 23.4 y de 2 Cr 34.12-13, remitiendo
así a la realidad del primer templo. Su edad de entrada en funciones ‘20 años
para arriba’) corresponde al dato de 1 Cr 23,24, 27; 2 Cr 31,17”.[1]
Los vv. 10 y 11 describen una liturgia propia del templo, “con la importancia
del elemento musical y su reparto instrumental particular. Estos mismos rasgos
se observan en 1 Cr 15-16 (traslado del arca a Jerusalén), 2 Cr 5 (entrada del
arca en el templo), 2 Cr 7 (dedicación del templo) o cuando las reformas
litúrgicas de Ezequías (2 Cr 29-30) y de Josías (2 Cr 34-35)” (Ídem): a) sacerdotes con trompetas, levitas descendientes de Asaf, con
címbalos, siguiendo la tradición del rey David (10b), “alabando y dando gracias
al Señor”, celebrando su misericordia eterna” sobre Israel.
Este cuadro muestra
muy bien el doble modelo que sigue el texto: “la liturgia del traslado del arca
y la dedicación del primer templo”, lo cual esconde “otra referencia
arquetípica, la liturgia guerrera”
que acompañó a la entrada en la tierra prometida en Josué 6. En ese caso, el
relato insistió en el papel de los sacerdotes que llevaban “siete trompetas de
cuernos de carnero” (Jos 6.6, 13, 16) y en la acción de la gente que lanzaba
gritos ensordecedores (Jos 6.5, 20 = Esd 3.11c: “y todo el pueblo lanzaba
grandes gritos”, igual que en Esd 3.13. Esta oportuna comparación permite vislumbrar
cómo la aprovecha el texto: el regreso es un “nuevo éxodo”, y de ahí se sigue
la posesión del país por parte de la asamblea de Israel (Esd 2) a través de un
acto litúrgico de reanudación del culto (Esd 3) y el enfrentamiento con el “pueblo
de los países” (Esd 4). En este nuevo comienzo, la Golah (diáspora) babilónica experimenta nuevamente las maravillas
del primer Éxodo.
Los vv. 12 y 13
prestan especial atención a la forma en que: “…muchos de los sacerdotes, de los
levitas y de los jefes de casas paternas” y especialmente los “ancianos que
habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban
en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría” (12). Para
los demás desterrados quizá era un suceso excesivamente modesto, pero quienes
conservaban la imagen del primer templo estaban sumamente emocionados. Este
versículo recoge la temática y el vocabulario de Hageo 2.3, con todo y las
interrogantes profundas y la comparación que hace con el templo de Salomón,
ante el cual este nuevo santuario es casi una caricatura: “Todavía hay entre
ustedes / algunos que conocieron mi templo anterior. / ¿Qué les parece el
templo de ahora? / ¿Verdad que es muy poca cosa, / si lo comparamos con el
primero?”. La teología de Hageo es todo, menos triunfalista, y destaca el hecho
de que no son los elementos exteriores los que le importan a Dios sino establecer
su presencia entre el pueblo en condiciones sencillas, sin tantas pretensiones.
Quienes recordaban el esplendor de aquel templo tendrían que acostumbrarse a un
lugar de culto más modesto, a fin de concentrarse en la realidad más importante
que ese edificio representaría. Después de todo, como recuerda Walter
Brueggemann: “Yahvé es un Dios nómada, errante y libre que no será constreñido
ni domesticado en un templo, aun cuando las tradiciones del templo trataran de
vez en cuando de encerrar a Yahvé”.[2]
El mayor dilema
teológico no siempre salta a la vista cuando se plantea la gran contradicción
del culto en Israel: “Yahvé debe estar en el templo si Israel quiere hallar
plenitud y seguridad en él. Yahvé no debe estar atado al templo si se quiere
reconocer por completo su auténtica santidad”.[3]
Ambas realidades son verdaderas y están atestiguadas por sólidos textos, por lo
que deberían quedar salvaguardadas en una tensión que no siempre fue clara para
todo el pueblo.
La variada gama de
testimonios sobre este aspecto de la “presencia real” indica que en situaciones
diversas Israel experimentó, practicó y articuló dicha presencia de muchas
formas. Una presencia reclamada de una forma muy ligada al templo empequeñece
el verdadero carácter de Yahvé, pero una presencia afirmada de un modo demasiado
leve deja a Israel excesivamente expuesto. Por consiguiente, no bastará con una
única y simple formulación de la presencia. El testimonio canónico de Israel
proporciona suficientes pruebas tanto para el sacramentalismo “católico” como
para la protesta “protestante” frente a un sacramentalismo controlado y
controlador. […]
Por un lado, Yahvé
puede ejercer su libertad y estar ausente del templo. Esta crisis se pone de
manifiesto en los salmos de lamento, donde Israel experimenta la ausencia y el
silencio de Yahvé. Por otro lado, la libertad soberana de Yahvé puede ser presa
de la rutina del templo, de manera que se olvida el verdadero carácter de Yahvé
en una serie de prácticas sacramentales que se dan por descontado.[4]
Pero la impresión
última sigue siendo la del gozo unánime subrayado por la manera en que el
pueblo recibió esta gran muestra de la benevolencia de Yahvé: “Era imposible
distinguir las manifestaciones de júbilo de las manifestaciones de llanto de la
gente, porque los gritos estrepitosos del pueblo se oían a mucha distancia” (v.
13).
[1]
Philippe Abadie, El libro de Esdras y de
Nehemías. Estella, Verbo Divino, 1998 (Cuadernos bíblicos, 95), p. 22, www.mercaba.org/SANLUIS/CUADERNOS_BIBLICOS/095%20El%20libro%20de%20Esdras%20y%20de%20Nehemias%20(PHILIPPE%20ABADIE).pdf.
[2] W.
Brueggemann, Teología del Antiguo
Testamento. Un juicio a Yahvé. Testimonio. Disputa. Defensa. Salamanca,
Sígueme, 2007 (Biblioteca de estudios bíblicos, 121), p. 708.
[3] Ídem.
[4] Ibíd., pp. 708-709.
No hay comentarios:
Publicar un comentario