viernes, 1 de febrero de 2019

Letra 606, 3 de febrero de 2019


¿RETORNO DEL EXILIO O EVOCACIÓN DEL ÉXODO? (III)
Philippe Abadie y Pierre de Martin de Viviès



Se busca con esta descripción el efecto de masa y de unanimidad antes de comenzar la rehabilitación del altar en el cap. 3. Veremos que las cifras serán más realistas en Esd 8, al no exceder de un total global —ya enorme— de 5000 personas, es decir, diez veces menos. El detalle de la lista muestra igualmente su carácter compuesto, es decir, la fusión de materiales de procedencias diversas.
Entre las 17 fratrías enumeradas en los vv. 2-19, 14 son mencionadas entre los firmantes de compromisos comunitarios asumidos en Neh 10.11 son mencionadas en la caravana de Esd 8, y 6 en la lista de las personas que habían contraído un matrimonio mixto (Esd 10). La mayoría tienen nombres yahvistas (Nehemías, Serayas, etcétera), pero ciertos nombres suenan extranjeros (Elam, Azgad, Bigvay, Ater), lo que deja entrever una población mucho más mestiza de lo que da a entender el relato de Esdras.
Los nombres de 22 localidades dados en los vv. 20-25 diseñan un territorio bastante exiguo, limitando al norte con Ay y Betel (v. 28), al este con Jericó (v. 34), al sur con Belén y Netofá (vv. 21-22), y al oeste con Lod y Onó (v. 33); nótese la ausencia de Jerusalén. Esta área geográfica corresponde, sin duda, a la realidad territorial de Judá durante la época persa, excluyendo el Négueb, siempre ocupado por los edomitas (Jr 13.19), que escapa a la esfera de influencia judea (véase mapa, p. 10). Por comparación, la lista territorial dada en Neh 12.25-35 se corresponde con las antiguas fronteras del reino de Judá en tiempos de Josías.
Obedeciendo a otros principios, los vv. 36-39 mencionan las cuatro grandes familias sacerdotales, tres de las cuales (Yedaías, Imer y Pasjur) aparecen también en tres las repatriadas en 1 Cr 9.10-13. A la cabeza se encuentra la casa de Josué, el sumo sacerdote testigo de la reconstrucción del Templo. Notemos, por otra parte, que solo las dos primeras familias mencionadas eran conocidas antes del exilio y que esta división por «familias» parece más antigua que la organización en veinticuatro clases que prevalecerá posteriormente (según 1 Cr 24 y el historiador judío Flavio Josefo).
Este dato, unido a otros indicios, es, sin duda, la prueba de una cierta antigüedad de la lista, aun cuando denota evoluciones con respecto al período precedente al exilio. En este punto es interesante ver que la lista demuestra, de este modo, un arcaísmo en su descripción de los levitas, cantores y porteros (vv. 40-42): en contra de lo que aparece en 1 Cr 23–26, estas tres funciones son distintas de todo oficio sacerdotal; y posteriormente los cantores y los porteros serán contados entre los levitas (Neh 11.15-19; véase también 1 Cr 9.33; 2 Cr 5.12; etcétera).
En la escala más baja de esta jerarquía social los vv. 43-54 mencionan a los “donados” (netimîm), en referencia al estatus otrora otorgado por Josué a los gabaonitas (Jos 9,27); a estos se añaden los prisioneros de guerra (Esd 8.20; Nm 31.28). De hecho, este grupo parece estar compuesto por los descendientes de extranjeros, como atestigua el gran número de nombres no israelitas y el vínculo establecido en los vv. 55-57 con los “servidores de Salomón”, restos de poblaciones cananeas no asimiladas y condenadas a trabajos forzados (1 Re 9.20-21).
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

Lo extraordinario era algo simplemente voluntario, una obra del hombre piadoso nacida de su propio corazón. Era la rebelión de la libertad humana contra la simple obediencia al mandamiento de Dios. Era la autojustificación del hombre, que la ley nunca admite. Era la auto-santificación anárquica, que la ley debe rechazar. Era la obra libre que se opone a la obediencia carente de libertad. Era la destrucción de la comunidad de Dios, la negación de la fe, la blasfemia contra la ley y contra Dios. Lo extraordinario enseñado por Jesús era, delante de la ley, digno de la pena de muerte.
¿Qué dice Jesús a todo esto? Dice: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos». La llamada a lo extraordinario es el peligro grande, inevitable, del seguimiento. Por eso, tened cuidado con lo extraordinario, con esta manifestación visible del seguimiento. Jesús opone un “¡alto!” a la alegría alocada, ininterrumpida, rectilínea, que nos causa lo visible. Da un aguijonazo a lo extraordinario. Jesús llama a la reflexión.
Resultado de imagen para bonhoeffer trottaLos discípulos deben tener esto extraordinario sólo en la reflexión. Han de tener mucho cuidado en esto. Lo extraordinario no debe realizarse para que sea visto, es decir, no debe hacerse por sí mismo, la manifestación no debe producirse por sí misma. Esta justicia mejor de los discípulos no debe ser un fin en sí misma. Es preciso que esto se manifieste, es preciso que lo extraordinario se produzca, pero... cuidad de no hacerlo para que sea visto.
Es verdad que el carácter visible del seguimiento tiene un fundamento necesario: la llamada de Jesucristo; pero nunca es un fin en sí misma; porque entonces se perdería de vista el mismo seguimiento, intervendría un instante de reposo, se interrumpiría el seguimiento y sería totalmente imposible continuarlo a partir del mismo lugar donde nos hemos detenido a descansar, viéndonos obligados a comenzar de nuevo desde el principio. Tendríamos que caer en la cuenta de que ya no seguimos a Cristo.
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GRACIA, MISTERIO, BELLEZA Y LIBERTAD: CUATRO AFIRMACIONES DE LA TEOLOGÍA REFORMADA (III)
Cynthia Rigby

Resultado de imagen para cynthia rigbyEsta integración es importante en nuestro mundo actual, en parte, porque tiene en cuenta nuestras capacidades y responsabilidades intelectuales y espirituales, al mismo tiempo que respeta el hecho de que Dios puede hacer más de lo que podemos pedir o imaginar (Efesios 3.20). Al igual que los religiosos de nuestra cultura que no están afiliados a la religión (nones and dones), no queremos una fe que contribuya a los problemas del mundo al dejar de criticar, analizar y reinterpretar.
Queremos una fe que piense y siga pensando. Al mismo tiempo, también sabemos que necesitamos una ayuda que esté más allá de nosotros mismos. Como un amigo mío, preocupado por el clima político actual y el acto de violencia más reciente, comentó el otro día: “Creo que todos estamos buscando algo de magia en este momento”. La teología reformada tiene esa magia. La llamamos “misterio”. Podemos masticarlo, tragarlo y hablar sobre él y, al hacerlo, recuperar el carácter sacramental de cada elemento de la vida, incluidas nuestras preguntas y dudas.

Celebración de la belleza
Las congregaciones que estudian teología reformada saben que pueden celebrar la belleza incluso en medio de la fealdad que nos rodea. Lamentamos la fealdad de los actos violentos y los crímenes de intolerancia, de acusaciones y de pecado no confesado, del calentamiento global y otras formas de destrucción ambiental. Nos arrepentimos de nuestros horribles pecados, incluida nuestra complicidad para alimentar el consumismo desenfrenado.
En medio de toda esta fealdad, la tradición reformada insiste en que —¡no obstante!— las obras maravillosas de Dios son evidentes y que, como Calvino afirmó, este mundo es “el escenario de la gloria de Dios” compartido para nuestro goce. En uno de sus sermones, en esta línea, Calvino fue más lejos e insistió: “No hay una sola brizna de hierba, no hay un color en este mundo que no tenga la intención de alegrarnos”.
Podríamos preguntarnos en estos tiempos desagradables: ¿por qué es tan importante que veamos lo bello? ¿No es más crítico que nos mantengamos enfocados en los problemas que nos rodean, para que podamos abordarlos y resolverlos? La teología reformada enseña que ser capaz de percibir los hermosos dones de Dios es en sí mismo un don transformador de la gracia y un beneficio de la fe. Vivir con la percepción de la belleza es algo que Dios desea para que podamos disfrutar de vidas plenas y abundantes que se desborden al servicio de los demás.
Esto significa que nuestra percepción de lo bello nunca es sólo por nuestro propio bien, sino también por el bien de los demás. Las congregaciones que tienen el hábito de disfrutar los hermosos dones de Dios tienen “rostros brillantes” para el mundo, señala Karl Barth, que representan a la iglesia para el mundo como una “parábola y una promesa del Reino de Dios”. Lejos de servir como un escape de las dificultades, entonces, nuestra percepción de la belleza sólo debe profundizar nuestra aversión a toda la fealdad, incitándonos a trabajar con energías renovadas para la venida del hermoso Reino de Dios a la tierra como lo es en el cielo.
The Presbyterian Outlook, 7 de enero de 2019


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