sábado, 9 de noviembre de 2019

Nehemías 12.31-47 / Efesios 2.14-22, TLA

31 Yo, Nehemías, les pedí a los líderes de Judá que se subieran al muro, y que formaran dos grandes grupos para que marcharan por el muro dando gracias a Dios. También organicé dos coros. Un coro marchó primero, hacia la derecha, como si fuera hacia la entrada del Basurero. 32 Detrás de ellos iba Hosaías, con el primer grupo de líderes, 33 en el cual estaban: Azarías, Esdras, Mesulam, 34 Judá, Benjamín, Semaías, Jeremías.
35-36 Los sacerdotes que los acompañaban eran todos miembros de una misma familia: Semaías, Azarel Milalai, Guilalai, Maai, Natanael, Judá, Hananí, Zacarías.
Todos ellos tocaban trompetas, y otros instrumentos musicales inventados por David. Los antepasados de Zacarías fueron: Jonatán, Semaías, Matanías, Micaías, Zacur, Asaf.
Delante de todos ellos iba el maestro Esdras. 37 Cuando llegaron a la entrada de la Fuente, siguieron por el muro, subieron las escaleras de la ciudad de Jerusalén, pasaron por el palacio de David y llegaron hasta la entrada del Agua, que está al este.
38 El otro coro marchó hacia la izquierda dando gracias a Dios, y yo iba detrás de ellos con el otro grupo de líderes. Marchamos por el muro desde la torre de los Hornos hasta donde el muro se hace más ancho, 39 pasando por la entrada de Efraín, la entrada de Jesaná, la de los Pescados, la torre de Hananel y la torre de los Cien, hasta la entrada de las Ovejas. Nos detuvimos en la entrada de la Guardia. 40 Luego los dos coros que daban gracias a Dios ocuparon sus puestos en el templo de Dios. Los líderes que me acompañaban y yo, nos colocamos 41-42 junto a varios sacerdotes que tocaban las trompetas. Entre ellos estaban: Eliaquim, Maaseías, Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías, Hananías, Maaseías, Semaías, Eleazar, Uzí, Johanán, Malquías, Elam, Éser.
Izrahías dirigía a los cantores. 43 Aquel día se ofrecieron muchos sacrificios, y todos nosotros, hombres, mujeres y niños, estuvimos muy contentos, pues Dios nos había llenado de alegría. El gozo que había en Jerusalén se oía desde muy lejos.
44 En aquel tiempo nombramos a los encargados de las bodegas en donde se guardaban las provisiones para el templo de Dios, es decir, las ofrendas, los primeros frutos y los diezmos. Eran las porciones que llegaban de los campos de cada ciudad y que, según la ley, les correspondían a los sacerdotes y sus ayudantes. Los de Judá estaban satisfechos con la tarea que hacían los sacerdotes y sus ayudantes. 45 Ellos, junto con los cantores y los vigilantes de las entradas, celebraban el culto a Dios y la ceremonia de la purificación, siguiendo las instrucciones que habían dado David y su hijo Salomón. 46 Antiguamente, en los tiempos de David y Asaf, había un director de coro. Entonces se cantaban himnos para alabar y dar gracias a Dios. 47 En los tiempos de Zorobabel y de Nehemías, todos los israelitas daban ofrendas para los cantores y los vigilantes de las entradas. También daban ofrendas para los ayudantes de los sacerdotes, y éstos apartaban lo que les correspondía a los sacerdotes descendientes de Aarón.
*
14 Cristo nos ha dado la paz. Por medio de su sacrificio en la cruz, Cristo ha puesto fin al odio que, como una barrera, separaba a los judíos de los que no son judíos, y de dos pueblos ha hecho uno solo. 15 Cristo ha puesto fin a los mandatos y reglas de la ley, y por medio de sí mismo ha creado, con los dos grupos, un solo pueblo amigo. 16 Por medio de su muerte en la cruz, Cristo puso fin a la enemistad que había entre los dos grupos, y los unió, formando así un solo pueblo que viviera en paz con Dios. 17 Cristo vino y anunció las buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes, que no son judíos y estaban lejos de Dios, como a los que son judíos y estaban cerca de él. 18 Por medio de lo que Jesucristo hizo, tanto los judíos como los no judíos tenemos un mismo Espíritu, y podemos acercarnos a Dios el Padre. 19 Por eso, ante Dios ustedes ya no son extranjeros. Al contrario, ahora forman parte de su pueblo y tienen todos los derechos; ahora son de la familia de Dios.
20 Todos los miembros de la iglesia son como un edificio, el cual está construido sobre la enseñanza de los apóstoles y los profetas. En ese edificio Jesucristo es la piedra principal. 21 Es él quien mantiene firme todo el edificio y quien lo hace crecer, para que llegue a formar un templo dedicado al Señor. 22 Por su unión con Jesucristo, ustedes también forman parte de ese edificio, en donde Dios habita por medio de su Espíritu.

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