sábado, 23 de junio de 2012

Letra 275, 24 de junio de 2012



COMUNIDAD CIVIL Y COMUNIDAD CRISTIANA (III)
Karl Barth


A la comunidad cristiana le es dado poder comprender la necesidad de la existencia de la comunidad civil. Ella sabe que todos los hombres (cristianos o no-cristianos) precisan "reyes", es decir, que es necesario que se encuentren bajo un orden legal, exterior, relativo y provisorio, protegido por poderes y por autoridad superiores. Sabe que la forma auténtica, original y definitiva será revelada en el Reino eterno de Dios y en la justicia eterna de su gracia. La comunidad misma lo proclama en primer y último término bajo esta forma eterna. Mientras tanto, alaba a Dios porque "en este mundo todavía no redimido" este orden tiene una forma exterior, relativa y provisoria, que hacen de él una morada útil y eficaz; aunque este mundo tenga de Jesucristo un conocimiento muy imperfecto, en ocasiones lamentable y otras veces no tenga de él ninguna noción. Este orden legal, exterior, relativo, provisorio y no obstante útil y eficaz es la comunidad civil. La comunidad cristiana -y en realidad ella sola- sabe hasta que punto es necesaria la comunidad civil. Su conocimiento del Reino y de la gracia de Dios le permiten comprender el alcance del orgullo humano y sus consecuencias catastróficas. Sabe lo peligroso que es el hombre y el peligro que presenta para si mismo. Le conoce como pecador, es decir, como un ser siempre dispuesto, si no se le retiene, a abrir las compuertas del caos y de la nada, poniendo así punto final al tiempo que Dios le concede.

        Para la comunidad cristiana este tiempo que se le otorga al hombre no puede ser otra cosa que un "tiempo de gracia" en el doble sentido de la palabra: el plazo que se le concede para permitir que él reconozca y alcance la gracia de Dios; y una prórroga que Dios le concede por gracia justamente para este fin. La propia comunidad cristiana existe en este tiempo que Dios le concede al hombre, esto es, allí donde la vida temporal del hombre está todavía protegida contrala irrupción del caos, en un plazo que en realidad debería haber vencido hace ya mucho tiempo. Reconoce la comunidad cristiana el instrumento visible de esta protección en la existencia de la comunidad civil, y particularmente en los esfuerzos que hace el Estado en el nivel de las posibilidades exteriores, relativas y provisorias para humanizar la condición del hombre e impedir que acontezca lo peor, dándoles a todos (cristianos y no-cristianos: porque este orgullo humano es virulento entre los unos tanto como entre los otros) la garantía de un orden político que tiene el poder de castigar a los malos y recompensar a los buenos —,¡que vea cada uno donde se encuentra! (Rom. 13.3; 1ª P. 2.14). La comunidad cristiana sabe que sin este orden político no habría tampoco un orden cristiano. Sabe -y por esto alaba a Dios- que le es permitido vivir al abrigo de la comunidad civil, como el círculo más pequeño dentro del círculo grande (véase O. Cullmann, "La realeza de Cristo y la Iglesia en el Nuevo Testamento", 1941).

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En virtud de esto, la comunidad cristiana reconoce en la existencia de la comunidad civil, lo mismo que en su propia existencia, -sean sus funcionarios y representantes Cristianos o no y sin entrar a considerar su personalidad como individuos- un acto de la voluntad divina(ordenación, institución, creación) ; es decir una exousía que existe y actúa de acuerdo con la voluntad de Dios (Rom. 13.1),, En la comunidad civil, en el Estado, no estamos en medio de un producto del pecado, -no obstante los errores y elementos arbitrarios que se manifiesten en él-sino en una constante de la providencia y del orden universal de Dios, que, para el bien del hombre, está destinado a ser un contrapeso de su pecado: en una palabra, estamos en presencia de un instrumento de la gracia divina. De esta forma comparte su origen y su centro con la comunidad cristiana. La comunidad civil es un orden de la gracia divina por cuanto expresa también la paciencia de Dios en su relación con el hombre pecador y el mundo no redimido. Es la señal de que la humanidad que está todavía (o de nuevo) expuesta al pecado y consecuentemente a la cólera de Dios, no ha sido abandonada por Dios en su estado de ignorancia y ceguera, sino de que Él le conserva la vida
La comunidad civil tiene como meta proteger al hombre contra la irrupción del caos y así darle tiempo: tiempo para la predicación del evangelio, para el arrepentimiento, para la fe. Mientras cuida "dentro de los límites de la inteligencia y de las fuerzas humanas" y "bajo amenaza y ejercicio de la fuerza" que se establezca un derecho humano y (en el sentido absolutamente exterior, relativo y provisorio que esto implica) un régimen de libertad, paz y humanidad, deja libre a los individuos que la componen para cumplir con su función precisa que es la de servir a la providencia de Dios y a su plan de salvación. La comunidad civil no posee una existencia separada del orden de Jesucristo y con fundamento propio: es -fuera de la Iglesia, pero no fuera de este orden- un factor del Reino de Jesucristo. Según el Nuevo Testamento, forma parte de las "potestades" que han sido creadas en El y que El tiene en sus manos (Col. 1.16). Como tales no pueden separarnos del amor de Dios (Rom. 8.37) porque, como lo demostró la resurrección de Jesucristo, están a su disposición. El dispone de ellas según su voluntad (Mt. 28.18). La actividad del Estado es también, por consiguiente, servicio a Dios, según la palabra del apóstol (Rom. 13.4). Como tal, esta actividad puede pervertirse, de la misma forma que las obras de la Iglesia tampoco están exentas de este peligro.
El Estado puede tener la cara y el carácter de Pilato, pero aun en esta situación no cesa de actuaren virtud del poder que ha recibido de Dios (Jn. 19.11). La perversión del Estado y su gravedad se pueden medir solamente cuando uno se acuerda que ha recibido la tarea y la responsabilidad de servir a Dios. Por más pervertido que esté no puede escapar de este Dios cuya ley lo mide. La comunidad cristiana reconoce pues, con "respeto y gratitud hacia Dios, que el Estado es una bendición de orden divino" (Declaración de Barmen, tesis 5). Distingue esta bendición en la santificación, por cierto muy superficial, relativa y provisoria, de un mundo impío que permanece gracias a la existencia del orden y del poder político. La pregunta, sobre la actitud concreta que este reconocimiento del Estado implica para la Iglesia en tal o cual caso particular, tiene que quedar abierta todavía. De todas formas hay una actitud que desde ya queda excluida: la de la indiferencia, la de un cristianismo apolítico. En ningún caso la Iglesia puede permanecer indiferente o neutral frente a una institución que está evidentemente tan estrechamente unida a su propia misión. Esto significaría manifestar aquella indiferencia de la cual nos habla Rom. 13.2, que es, en última instancia, dirigida contra Dios mismo y que acarrea condenación.
La Iglesia tiene que permanecer siendo la Iglesia. Debe limitarse a ser aquel círculo más pequeño trazado en el interior del reino de Cristo. La comunidad cristiana ha recibido una responsabilidad que no puede ceder a la comunidad civil y que no puede realizar usando los métodos de aquélla, de la misma forma que el Estado, por su parte, no podría desempeñar su papel tratando de imitar a la Iglesia. Tampoco conduciría a nada bueno para el Estado si, según lo aconseja R. Rothe, la comunidad cristiana tratara sencillamente de diluirse dentro de la comunidad civil, renunciando a su misión particular que expresamente le fue confiada.
La comunidad cristiana proclama la soberanía de Jesucristo y la esperanza del Reino de Dios que viene. Por su propia naturaleza la comunidad civil no tiene nada que ver con esta tarea: no le corresponde dar un mensaje de esta naturaleza. Está llamada a recibir el mensaje de la Iglesia y por su parte no está en condiciones de referirse a la autoridad y a la gracia de Dios. Está limitada a aceptar la intervención de una instancia fuera de ella misma. No ora: está limitada a saber que se ora por ella. Está cerrada a las grandes preguntas que plantea la existencia humana: su misión es darle un límite y una protección en una forma totalmente superficial, relativa y provisoria. Debe admitir que estas preguntas tienen su respuesta fuera de ella. En principio, no puede contener a la hybris humana y no está en condiciones de levantar una barrera invulnerable a toda la amenazante irrupción del caos que resulta de ello. En este caso la comunidad civil no puede hacer otra cosa que reconocer que también aquí la última palabra y la última ciencia pertenecen a otra autoridad. Tanto en su pensamiento como en su lenguaje la comunidad civil está oscilando, en lo que se refiere al hombre, entre un optimismo infantil y un pesimismo desmesurado. ¿No es cierto que ella espera de cada uno de nosotros prodigios de virtud cívica, y que sospecha al mismo tiempo de las peores intenciones con la misma naturalidad?
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PRIMER CULTO REGIONAL: D.F.

Con gran regocijo, gratitud y tremenda expectación espiritual, se reunió el presbiterianismo en el Centro de nuestro País. Nos dimos cita en el Centro de Convenciones Banamex el sábado 2 de Junio a las 16:00 hrs., para llevar a cabo el solemne culto de gratitud a nuestro buen Dios por los 140 años de presencia presbiteriana en México, y los 65 años de haberse conformado la R. Asamblea General.
Ante la presencia de más de dos mil presbiterianos, se llevó a cabo este solemne acto, con la alegría y el gozo puesto por delante, y la participación de algunos grupos musicales de diversos estratos de iglesias Presbiterianas que alabaron el nombre del Señor, previo al culto oficial. Sin embargo, dentro del orden del culto, las intervenciones especiales estuvieron a cargo del coro magno con cerca de 300 voces, que para la gloria de Dios entonaron solemnes himnos que nos elevaron a la misma presencia del Señor, resaltando su misericordia, gloria, honor, majestad y poder.
El poderoso mensaje de la Palabra de Dios, estuvo a cargo del Rev. Dr. Jerry Pillay Presidente de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, quien instó a la Iglesia a seguir manteniendo la unidad, la fe y comunión con el Señor. Así como a seguir proclamando el evangelio de Jesucristo, y extender cada día más el reino de Dios entre los hombres.
En este acto también se hizo entrega de reconocimientos a los ex presidentes de la R. Asamblea General del Centro de nuestro país, y sus alrededores. A Dios sea la gloria.
Asimismo nuestro reconocimiento al Comité de celebración del centro, por su valiosísima organización y trabajo bien coordinado, todo para la gloria de Dios.


SEGUNDO CULTO REGIONAL: VILLAHERMOSA

Uno de los cultos regionales grandemente esperado por las expectativas planteadas, lo fue el del Estado de Tabasco. Por fin llegó el gran día 9 de junio del 2012. Desde las 14 horas, y bajo los rayos abrasadores del sol que irradiaba con su majestuosa luz el Estado de Tabasco; comenzaron a darse cita en el Parque Tabasco 2000 de la Cd. de Villahermosa, los autobuses que transportaban al personal que integraría el magno y majestuoso coro.
Desde las 17:30 horas, y ante la presencia de 18 000 presbiterianos tabasqueños reunidos en el lugar del evento, y con la alegría y entusiasmo de los diversos grupos musicales, tríos y cantantes solistas que con gran regocijo y gratitud entonaron sus cantos, se tributó la adoración musical al que vive y reina por los siglos de los siglos hasta las 19:00 horas. Hora en que hizo su entrada al Parque Tabasco la juventud presbiteriana tabasqueña, que portaban la antorcha del presbiterianismo en México, y que hizo su recorrido por las Iglesias Presbiterianas de los diferentes municipios de Tabasco, iniciando su recorrido un mes antes de este magno evento.
Ya con la alegría, el entusiasmo desbordado y con el fervor espiritual de los presbiterianos presentes, representantes de las diversas iglesias que integran los 6 Presbiterios y el R. Sínodo de Tabasco en el Sureste de nuestro País; se dio inicio al magno culto de gratitud a nuestro buen Dios por los 140 años de presencia presbiteriana en México, y los 65 años, de haberse conformado la R. Asamblea General.
En este solemne acto, las participaciones especiales estuvieron a cargo del coro magno integrado por 2,000 voces y el Trío Diamante, que para la gloria de Dios entonaron solemnes himnos que nos elevaron a la misma presencia del Señor, resaltando su misericordia, gloria, honor, majestad y poder entre otras cosas.
Así como la interpretación de algunos coros compuestos especialmente en alusión a esta magna celebración.
El poderoso mensaje de la Palabra de Dios estuvo a cargo del Rev. Jhonny Alicea Báez, Director General de Misiones de la Iglesia Reformada de América. Quien viajó desde Michigan, E.U., para ser partícipe de esta grandiosa bendición. Un día antes estuvo impartiendo conferencias para pastores y líderes, y para la juventud presbiteriana de Tabasco, en las instalaciones del Seminario Teológico Presbiteriano del Sureste; eventos que también fueron muy motivadores y de grande bendición. A Dios sea la gloria.
En este acto también se hizo entrega de reconocimientos a los ex – directivos de la R. Asamblea General del Estado de Tabasco. Gracias a Dios, este evento se transmitió a través del canal 16 y por internet a través de www.tvx.com.mx
Agradecemos a nuestro buen Dios sus misericordias y provisión, para la celebración de este acto. Así mismo nuestro reconocimiento al Comité de celebración, y a la Directiva del R. Sínodo de Tabasco, por su valiosísima organización y trabajo coordinado, todo para la gloria de Dios.

http//:presbiterianosag.com.mx

Actividades


HOY POR LA TARDE SE LLEVARÁ A CABO EL TALLER DE ACCIÓN SOCIAL.

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 26 de junio, 19 hrs.
Pioneros/as del presbiterianismo en México (IV) (Salmo 78.20-26)
Modera: A.I. Germán Fernández

MELINDA RANKIN (1811-1888) (IV)
M. Ángel González Quiroga y Timothy P. Bowman

Tras establecerse en Brownsville, Rankin se puso de inmediato a trabajar. Compró una modesta casa de dos habitaciones, una de las cuales utilizaba como escuela para niñas mexico-americanas. Casi de inmediato, Rankin se enfrentó a su primer desafío con la Iglesia católica cuando un grupo de curas y monjas de Francia arribaron a Brownsville con suficientes recursos para establecer un convento y una escuela. Comenzaron a atraer a los jóvenes del pueblo, poniendo a Rankin, quien carecía de recursos, en una gran desventaja. A principios de 1853, antes de que cumpliera un año en Brownsville, decidió regresar al noreste y solicitar fondos para su propio seminario.
El viaje de vuelta al noreste se volvió una horrenda odisea que, en muchas formas, puso a prueba la fortaleza y tenacidad de Rankin. Este es el viaje durante el que la misionera sufrió esa terrible experiencia a medida que las olas bamboleaban su “endeble barca” como un corcho sobre las aguas durante varios días. Aunque se creyó “perdida en el mar”, la barca finalmente llegó a Nueva Orleáns, y Rankin continuó su viaje. Para marzo había llegado a Filadelfia, en busca de fondos para un seminario. Pasó el resto de ese año en el noreste y luego, a inicios de 1854, se encaminó hacia la frontera en un lento viaje que incluía la recolección de fondos. Se detuvo en distintas poblaciones a lo largo de los ríos Ohio y Mississippi, recorriendo con dificultad hasta 15 kilómetros diarios entre plantaciones para buscar donativos individuales. A lo largo de su jornada de 14 meses, se topó con tormentas, incomprensión, hostilidad y abiertos rechazos a su proyecto. Algunos le dijeron que los mexicanos necesitaban ser exterminados, no instruidos. Pero ella perseveró, encontrando aceptación entre otros y regresando a Brownsville con 2 mil 500 dólares, suficiente para construir su escuela.
El viaje para recolectar fondos revela mucho sobre el carácter de Rankin. Se enfrentó a juicios que hubiesen derrotado a gente de menor fortaleza. Parecía insensible a las penurias y temeraria ante el peligro. Pero no es difícil descubrir la fuente de su fuerza. […] De hecho, ella se consideraba un instrumento de Dios.

M. Rankin, Veinte años entre los mexicanos. Relato de una labor misionera. 2ª ed. Monterrey, Fondo Editorial Nuevo León, 2008, pp. 17-18.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
29 – Velada de oración, 19-22 hrs.

JULIO
1 – Santa Cena

Ejercer la ciudadanía como un deber cristiano, L. Cervantes-O.


24 de junio, 2012

Amados hermanos en Cristo, les hablo como si ustedes fueran extranjeros y estuvieran de paso por este mundo. […]
Para que nadie hable mal de nuestro Señor Jesucristo, obedezcan a todas las autoridades del gobierno. Obedezcan al emperador romano, pues él tiene la máxima autoridad en el imperio. Obedezcan también a los gobernantes. El emperador los ha puesto para castigar a los que hacen lo malo, y para premiar a los que hacen lo bueno. Dios quiere que ustedes hagan el bien, para que la gente ignorante y tonta no tenga nada que decir en contra de ustedes.
I Pedro 2.11, 13-15

1. La ciudadanía en la Biblia
Ciertamente estamos ante un concepto que no se encuentra como tal en buena parte de la Biblia, pues en la antigüedad no se manejó de la misma manera en que hoy lo hacemos, pues el sentido de pertenencia social e igualdad política no se experimentó como ha sucedido desde los inicios de la época moderna. Aun así, es posible delimitar sus contornos en el marco de una participación comunitaria que siempre se dio como parte de una comunidad étnica y racial que incorporaba a las personas sin una etiqueta social adicional a la establecida por el nacimiento por lo que todos eran hermanos/as, en igualdad de condiciones y derechos, aunque en la práctica esto no se cumpliera del todo. A esto se le añadió, cuando surgió la monarquía, el carácter de súbditos que vino a alterar el esquema de igualdad y colocó diferencias que se acentuaron durante los gobiernos de los reyes, sobre todo en el caso de los que asumieron el control del mismo modo que los monarcas de los pueblos vecinos.
Con la desaparición de la monarquía, los integrantes del pueblo continuaron en el esquema de súbditos, con el agregado de que ahora lo serían de gobernantes extranjeros, pues el grado variable de dependencia política que experimentaron sólo cambió de matices según la hegemonía de turno. En el libro de Daniel, aunque es fruto de otra época histórica, se aprecia claramente cómo los exiliados tenían ya la conciencia de que detrás de cualquier imperio estaba presente el gobierno divino, lo cual servía para esbozar formas de resistencia simbólica, cultural y espiritual mientras se abrigaba la esperanza de una transformación que volviese las cosas a su situación normal. La comprensión apocalíptica de los asuntos políticos fue una suerte de refugio y
Ya entrando al Nuevo Testamento, la práctica de la ciudadanía estaba dominada por el trasfondo social y cultural del ámbito griego, del cual proceden la palabra ciudadano (polités), emparentada directamente con política, dada su relación con la vida de las ciudades (polis). De ahí que el uso que encontramos en todo el NT depende del contexto socio-político de la época:

1. […] Los cristianos, que no tienen aquí morada permanente, están esperando esa ciudad futura (Heb 13.14; cf. Ap 3.12; 22, 4). La Jerusalén terrenal es sólo esbozo y sombra (Heb 8.5; 10.1), símbolo (Heb 9.9), de esa ciudad futura, pero que ya existe ahora en el cielo. Los que salen victoriosos de las persecuciones tienen en ella derecho de ciudadanía (Ap 3.12). La nueva Jerusalén descenderá sobre la tierra renovada (Ap 21.2.10 ss).
2. Politēs se presenta 4 veces en el NT, pero sin acento “político”, salvo en Hech 21.39, donde Pablo dice que él es ciudadano de Tarso.
3. Sympolitēs aparece en Ef 2.19 e indica que los étnico-cristianos gracias a Cristo tienen parte como conciudadanos en la llamada hecha a Israel, el pueblo de Dios.
4. Politeía se refiere en Hech 22, 28 al derecho de ciudadano romano, que poseía Pablo. En Ef 2.12 significa la posición privilegiada de Israel, desde el punto de vista histórico-salvífico, a la que ahora tienen acceso también los étnico-cristianos por la fe en Jesucristo.
5. Politēuma se presenta solamente en Flp 3.20: los cristianos pertenecen a una mancomunidad en el cielo; son “ciudadanos de derecho público” del reino de Cristo y de la ciudad celestial. De ahí brota la exhortación a no dejarse seducir por la ciudad terrenal.
6. Politeúomai se halla sólo en Hech 23.1 y Flp 1.27, donde se habla (según el modo de hablar judeo-helenístico) de un vivir de acuerdo con la fe.[1]

2. Nuevo Testamento, política y ciudadanía actual
En la segunda parte de la Biblia es posible esbozar al menos cuatro etapas en del desarrollo de la comprensión del Estado como realidad política y de la actitud que los creyentes pueden tener ante él. Ninguna de ellas es predominantemente normativa y todas forman parte, más bien, de una práctica que implicó a los protagonistas de los sucesos bíblicos de manera coyuntural aunque como resultado de sus profundas convicciones. En primer lugar, Jesús, con su actitud mesiánica, así fuera velada y hasta clandestina, entró a la arena política al ser visto como un adversario del César y sus representantes. Pero él se encargó, como se dice hoy, de “deslindarse” de la labor estrictamente política: si su labor al servicio del reino lo llevó a ese conflicto, no fue su propósito central, si bien sus acciones y afirmaciones proponían el cambio social de fondo. Por lo tanto, Jesús, sin ser apolítico, no se enfundó ninguna casaca y más bien entró en el esquema de cierto anarquismo, ante su sospecha sobre las autoridades civiles y religiosas. El momento más álgido del riesgo político para su labor fue la tentación sobre el poder (Mt 4.8-10).[2]
San Pablo, por su parte, recomienda en Ro 13.1-7 reconocer al Estado como establecido por Dios y señala que oponerse a él sería como oponerse a Dios. Esta postura aparentemente “gobiernista” estaba dominada por su autocomprensión como ciudadano (polités) que fue (Hch 22.25-29) y que le hizo percibir muy bien tal hecho como un recurso para ponerlo al servicio de la predicación del Evangelio. Pero el apóstol estaba muy consciente de que el Imperio Romano no podía estar al servicio de la misma, pues su propósito es eminentemente “policiaco” (Ro 13.3-5). Roberto Zwetsch encuentra en las epístolas varias orientaciones sobre el ejercicio cristiano de la ciudadanía:

En la car­ta a los Fi­li­pen­ses, Pa­blo es­cri­be cómo, a su mo­do de ver, una per­so­na cris­tia­na par­ti­ci­pa en la lu­cha por la ciu­da­da­nía. Así di­ce: “So­la­men­te pro­cu­ren or­de­nar su vi­da (¡po­li­teúest­he!) de acuer­do con la Bue­na Nue­va de Cris­to” [1.27]. Pa­blo, en pri­mer lu­gar, rea­fir­ma su con­vic­ción: el pue­blo cris­tia­no par­ti­ci­pa de la ciu­dad co­mo ciu­da­da­no. No es­tá afue­ra o más allá de la vi­da en so­cie­dad. Es­tá en­vuel­to en ella y en sus que­ha­ce­res. Par­ti­ci­pa de la ges­tión de la so­cie­dad ci­vil, de la ciu­dad  y del go­bier­no. Es­te re­co­no­ci­mien­to del va­lor de la ciu­da­da­nía co­mo vo­ca­ción cris­tia­na es de vi­tal im­por­tan­cia pa­ra la en­car­na­ción de la fe en la ac­tua­li­dad. Es­to quie­re de­cir, por ejem­plo, que si los cris­tia­nos par­ti­ci­pan de las or­ga­ni­za­cio­nes que lu­chan con­tra el ham­bre y la mi­se­ria o de los con­se­jos mu­ni­ci­pa­les que tra­tan del te­ma de la ni­ñez  y del ado­les­cen­te o que tra­tan de la sa­lud, ha­cen lo que co­rres­pon­de a la vi­ven­cia con­cre­ta de la fe en el mun­do. No es al­go op­cio­nal. Es com­pro­mi­so de acuer­do con la fe.[3]

Y agrega otros dos principios:

Así, en se­gun­do lu­gar, la per­so­na cris­tia­na de­be­rá ejer­cer su ciu­da­da­nía en co­he­ren­cia con el evan­ge­lio, de tal for­ma que su par­ti­ci­pa­ción en los des­ti­nos de la so­cie­dad ci­vil sea un tes­ti­mo­nio del amor de Cris­to. Ser dig­no del evan­ge­lio im­pli­ca  asu­mir pos­tu­ras éti­cas de res­pe­to al otro, de la ver­dad y de la hu­mil­dad. La per­so­na cris­tia­na sa­brá oír y con­tri­buir, es­ta­rá siem­pre lis­ta a arre­man­gar­se y en­su­ciar sus pies en el ba­rro de las lu­chas his­tó­ri­cas, aun­que es­to pue­da sig­ni­fi­car, en al­gu­nos ca­sos, pér­di­da de pres­ti­gio, ata­que al ho­nor per­so­nal, o en ca­sos lí­mi­te, ame­na­za a la vi­da (per­se­cu­ción y muer­te). Tal ejer­ci­cio de la ciu­da­da­nía no es al­go ape­nas in­di­vi­dual, co­mo si que­da­ra al cri­te­rio de ca­da uno lo qué ha­cer; es an­te to­do un es­fuer­zo co­mu­ni­ta­rio. En es­te sen­ti­do es que la co­mu­ni­dad es­tá ca­li­fi­ca­da y bus­ca per­ma­nen­te­men­te ca­li­fi­car­se pa­ra par­ti­ci­par, de for­ma or­ga­ni­za­da, de la ges­tión y de la trans­for­ma­ción de la vi­da en so­cie­dad.
En ter­cer lu­gar, tal par­ti­ci­pa­ción ten­drá co­mo cri­te­rio el evan­ge­lio de Cris­to. Es­to quie­re de­cir: a par­tir del evan­ge­lio, la ciu­da­da­nía es un de­re­cho vi­tal que orien­ta la ac­ción. Y es­te cri­te­rio es­tá con­subs­tan­cia­do en el men­sa­je de la li­ber­tad cris­tia­na, de la prác­ti­ca de la jus­ti­cia, del amor y del per­dón.[4]

Pedro, al parecer, secunda la idea paulina de que los gobiernos proceden de Dios y (I P 2.13) y de que su labor es “castigar a los malhechores”, aunque también alabar “a los que hacen bien” (2.14). Y aunque parte del principio de la extranjería o el peregrinaje del creyente en este mundo (2.11), su exhortación vale como un llamado a la práctica permanente de la justicia, a fin de no hacerse acreedores a sanciones por parte de las autoridades “seculares”, lo cual  representaría una “vergüenza” en el sentido ético, pues de los hijos/as de Dios sólo deben esperarse cosas buenas. En el Apocalipsis, finalmente, aparece la alternativa crítica y “opositora” hacia gobiernos injustos y totalitarios, pues la comprensión “moderada” del Estado como “árbitro social” o “policía” es sustituida por una actitud profundamente profética que señala y enjuicia a un Estado criminal y anti-cristiano. El anuncio de que ese modelo estatal caerá (Ap 18) es señal de la evolución del pensamiento cristiano hacia posturas intransigentes en el terreno político, las cuales procedían de un claro enfrentamiento ideológico y espiritual con el Imperio Romano. Esta orientación, que no siempre fue leída así, implica que la fe puede tener resonancias políticas no necesariamente previstas en la afirmación de las creencias y que las comunidades pueden verse “orilladas” a una toma de postura clara en situaciones concretas. Los/as creyentes que refleja el Apocalipsis lo hicieron así y algunos de ellos pagaron con su vida tal opción, aunque otros negociaron con el poder, como sucede en ocasiones también.[5]



[1] H. Bietenhard, “Polis, polités…”, L. Coenen et al., Diccionario teológico del Nuevo Testamento. Vol. III. Salamanca, Sígueme, 1990, p. 448.
[2] Cf. O. Cullmann, Jesús y los revolucionarios de su tiempo. Culto, sociedad, política. Madrid, Studium, 1973, pp. 54-56; e Idem, El Estado en el Nuevo Testamento. Madrid, Taurus, 1966. El que la actitud de los primeros cristianos ante el Estado no sea acorde, sino que parece ser contradictoria, guarda relación con el concepto complejo de [que el Estado es] ‘provisional’. Hago hincapié: parece ser así. Pensemos, por ejemplo, en Rom 13, 1: "Sométase toda persona a las autoridades superiores"; y junto a esto, el Apocalipsis de Juan 13, 1ss, donde el Estado es la bestia que sale del abismo".

[3] R. Zwetsch, “Bi­blia y ciu­da­da­nía. Re­fle­xio­nes, sin ma­yo­res pre­ten­sio­nes, acer­ca de un te­ma can­den­te”, en RIBLA, núm. 32, www.claiweb.org/ribla/ribla32/biblia%20y%20ciudadania.html.

[4] Idem.
[5] Jorge Pixley, “Las persecuciones: El conflicto de algunos cristianos con el Imperio”, en RIBLA, núm. 7, http://www.claiweb.org/ribla/ribla7/las%20persecuciones.htm.

I Pedro 2.11-20


Traducción en Lenguaje Actual

Amados hermanos en Cristo, les hablo como si ustedes fueran extranjeros y estuvieran de paso por este mundo. No hagan nada que obedezca a sus malos deseos, pues esos deseos los llevarán a la perdición.
Pórtense bien cuando estén con gente que no cree en Dios. Así, aunque ahora esa gente hable mal de ustedes, como si fueran unos malvados, luego verá el bien que ustedes hacen, y alabará a Dios el día en que él les pida cuentas a todos.
Para que nadie hable mal de nuestro Señor Jesucristo, obedezcan a todas las autoridades del gobierno. Obedezcan al emperador romano, pues él tiene la máxima autoridad en el imperio. Obedezcan también a los gobernantes. El emperador los ha puesto para castigar a los que hacen lo malo, y para premiar a los que hacen lo bueno. Dios quiere que ustedes hagan el bien, para que la gente ignorante y tonta no tenga nada que decir en contra de ustedes.
Ustedes son libres porque son servidores de Dios. Pero no crean que por ser libres pueden hacer lo malo. Respeten a todos, y amen de manera especial a los miembros de la iglesia. Honren a Dios y respeten al emperador romano.
A los esclavos y a las esclavas les mando que obedezcan a sus amos y que los respeten. Pero no sólo a los que son buenos y comprensivos, sino también a los que son malos. Dios bendice a los que, por ser fieles a él, sufren injustamente y soportan el sufrimiento. Si alguno es castigado por hacer algo malo, y soporta con paciencia el castigo, no está haciendo nada extraordinario. Pero si uno sufre y soporta el sufrimiento por haber hecho algo bueno, Dios lo bendecirá.


http://issuu.com/igl-ammi-shadday/docs/bol26-120624

viernes, 15 de junio de 2012

Letra 274, 17 de junio de 2012

http://issuu.com/igl-ammi-shadday/docs/letra274-120617


COMUNIDAD CIVIL Y COMUNIDAD CRISTIANA (II)
Karl Barth

He aquí la razón por la cual la comunidad civil tiene solamente tareas y fines, externos, relativos y provisorios. Y he aquí, también, la razón por la cual debe llevar la incómoda carga del empleo de métodos que por definición son ajenos a la comunidad cristiana: la fuerza, el brazo secular, del cual se sirve para asegurar la protección del conjunto de ciudadanos. Lo que adolece la comunidad civil es aquello que constituye la esencia misma de la cristiandad: la perspectiva ecuménica y la libertad. La ciudad (polis) tiene muros. Aun en el presente se puede decir que las ciudades humanas, sea en el plano local, regional o nacional, permanecen más o menos cerradas en sus relaciones con las otras, con la consecuencia de la competencia y choques que esto implica. En este aislamiento vemos la razón por la cual la comunidad civil se encuentra sin defensas y sin correctivo frente al peligro siempre presente del descuido de sus instituciones legítimas o, en el caso contrario, por la tentación de tornar las mismas en absolutas, provocando de una u otra forma, su propia ruina. Desde la perspectiva de la Iglesia no se puede considerar al Estado sin tener en cuenta su vulnerabilidad y la situación siempre amenazada bajo la cual se encuentran los miembros de esta "otra comunidad".
Sin embargo, no sería muy prudente permanecer mucho tiempo tan solo con esta constatación. Según la quinta tesis de la Declaración de Barmen, la comunidad cristiana está también "en este mundo todavía no redimido", y entre los problemas que preocupan al Estado no hay ninguno que no tenga que ver al mismo tiempo con la Iglesia.
Dentro de la Iglesia se está lejos de poder establecer una distinción absoluta entre los creyentes sinceros y los dudosos, entre los cristianos y los no cristianos. ¿No participó Judas, el traidor, de la cena del Señor? Creer en Dios no significa siempre "permanecer" en Dios. La Palabra y el Espíritu de Dios no están más automáticamente a nuestra disposición como comunidad cristiana que como comunidad civil. La fe de la Iglesia puede llegar a ser frígida y vacía; su amor puede enfriarse, su esperanza morir, su mensaje debilitarse y hasta apagarse completamente. Su adoración y su acción de gracias pueden llegar a ser meras formas, su espíritu comunitario degenerar y desaparecer. La comunidad cristiana, del mismo modo que todos nosotros, no se adueña, ni de la fe, ni del amor, ni de la esperanza. Existen Iglesias "muertas" y desafortunadamente no es necesario ir lejos para buscarlas. Aunque es cierto que, como regla, la Iglesia se ha abstenido de usar la fuerza, de derramar sangre, esto se debe más que nada a coincidencias y al simple hecho de que no tuvo la posibilidad de hacerlo: de todas formas no faltaron nunca las luchas para asegurarse posiciones dominantes en el seno de la Iglesia. Junto a otros factores muchos más graves, las diferencias locales, regionales y nacionales eran y son aun fuerzas centrífugas tan grandes en la iglesia, que, frente a la falta de fuerzas en dirección opuesta bien arraigadas, se puede hasta dudar de la unidad de las comunidades cristianas en su totalidad y llegar al punto de desear y creer necesario un “movimiento ecuménico” particular.
No existe, por consiguiente, ninguna razón en virtud de la cual la comunidad de los cristianos pueda mirar a los ciudadanos de este mundo con demasiada condescendencia.
A pesar de esto, la relación entre la comunidad civil y la comunidad Cristiana tiene su lado positivo, y es la consecuencia de que los elementos que constituyen la primera también pertenecen a la segunda y le son indispensables. El mismo término ekklesia está tomado de la terminología del campo político. La comunidad Cristiana también vive y actúa en el marco de un orden, de un estatuto legal, de un "derecho eclesiástico" que es obligatorio para todos sus miembros. Este orden no es un fin en si mismo, pero la Iglesia tiene que presentarse en este mundo como “un signo de la soberanía de Cristo” (A. de Quervain, "Kirche, Volk und Staat", 1945, p. 158). La comunidad Cristiana existe siempre y en todos los lugares como politeia, con sus autoridades y sus funciones propias, con sus formas de asociación y sus sectores de actividades. Los distintos poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, que caracterizan la vida del Estado, tienen sus similares bien definidos en la vida de la Iglesia, a pesar del carácter más libre y más ágil que allí se encuentra y del fondo puramente “espiritual” que se les atribuye. Aunque la comunidad cristiana no abarca a la totalidad de los hombres de un lugar sino tan solo a los cristianos -a los que se confiesan como tales, y tratan de serlo con mayor o menor sinceridad-ella que ha sido llamada la “luz del mundo”, quiere dirigirse a todos los hombres. Delante de ellos confiesa su fe, para ellos recibió su mensaje. Habiendo sido llamada a todo el pueblo de una localidad, región o país, la comunidad cristiana tiene tanta importancia como la comunidad civil. Según 1 Tim. 2: 1-7 es bueno y acepto delante de Dios, que los cristianos lleven una vida quieta y tranquila en toda piedad y honestidad; y Dios quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad. Es por esta razón que los cristianos deben orar por todos los hombres y particularmente por los "reyes", es decir por aquellos que tienen cierta responsabilidad dentro de la ciudad (que abarca todos los hombres). En esta perspectiva la existencia de la comunidad Cristiana, lejos de ser apolítica, es política en una de sus funciones principales. Añadirnos a esto el hecho de que según las palabras incontestables del Nuevo Testamento, el objeto de la promesa y la esperanza de los Cristianos no es una Iglesia eterna, sino una ciudad, —la polis de Dios, —que desciende del cielo a la tierra, la luz de la cual iluminará a los pueblos y a la cual los reyes de la tierra traerán su gloria (Ap. 21. 2, 24); el politeuma celeste (Fil.3:20), la basileia de Dios; todo esto dependiente de la decisión soberana, una decisión que no es otra cosa que un juicio de Jesucristo que toma posesión de su trono (Mt 25:31ss). Partiendo de esta base no podemos cerrar los ojos delante de la gran importancia política que tiene la existencia de la comunidad cristiana en el mundo.


Barth explica por qué escribió su comentario a los Romanos (1919):
www.youtube.com/watch?v=bgaFoDYkYuM&feature=related

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DÍA SIN PADRE
Sergio Sarmiento
El Siglo de Torreón, 15 de junio de 2012

Lo que fue mi padre/ cabe en este saco de lona/
que un obrero me tiende/ mientras mi madre se persigna.
Octavio Paz

Nunca se me ha dado el festejo del día del padre. Germán Dehesa lo consideraba como "una especie de premio de consolación para los papás y una oportunidad de sacar un poco más de dinero". Pero este es el primer año que no tengo a mi padre junto a mí. Quizá por eso me resulta inevitable reflexionar un momento sobre el tema.
Quienes han analizado la cultura de la familia mexicana, entre ellos Octavio Paz, señalan que el mexicano vive con un padre ausente, que admira, pero lo intimida, y una madre presente, que adora, pero que a veces desprecia. No faltan explicaciones históricas o psicológicas, como la que plantea que la figura del padre en México es la de un español que abusa de una madre indígena y después se despreocupa de sus hijos.
La verdad es que en México y el mundo el padre ha sido siempre una figura, si no ausente, por lo menos más distante que la madre. Los ejemplos literarios son demasiado numerosos como para considerar esta situación como una anomalía. La diferencia entre el papel biológico del padre y de la madre parece ayudar a esta distinción.
En los últimos tiempos la separación de papeles se ha hecho más marcada por la frecuencia con la que los niños crecen en hogares divididos o encabezados solamente por una mujer. Algunos han llegado a pensar que la figura paterna es prescindible. Lo ideal es tener a un padre, pero los niños pueden desarrollarse muy bien sin él, afirman.
Y no hay duda de que los chamacos son muy resistentes. Aguantan no ya la ausencia de un padre sino hasta la presencia de un mal padre. Pero eso no quiere decir que se pueda obviar la figura paterna. Muchos estudios señalan que la ausencia es muy dañina en la mayoría de los casos. Un individuo puede superar esta carencia, e incluso sublimarla para superarse y destacar en la sociedad; pero las comunidades con padres ausentes tienen de manera consistente un peor desempeño educativo y una mayor pobreza y violencia.
Quizá el padre verdadero sí es prescindible. La desaparición de un padre biológico puede ser compensada de muchas formas. El niño busca de manera instintiva una figura paterna. Si el donador del semen no está presente, un abuelo, un tío o una pareja de la madre pueden cumplir más que adecuadamente con esta función. Muchos padres no biológicos son, de hecho, mucho mejores que los reales.
Sin embargo, el padre, aunque no sea biológico, representa un ser protector muy importante en el crecimiento. Muchos niños que pierden al padre declaran sentirse desprotegidos y angustiados. La madre genera una sensación de ternura, pero a partir de cierta edad es el padre el que en la noche ahuyenta a los monstruos de las pesadillas.
El padre es también un objeto de admiración, un "rôle model" que ayuda a construir un proyecto de vida. Los niños que tienen un padre trabajador, por ejemplo, tienden a volverse trabajadores; los que ven indolencia en el padre no tardan mucho en imitarla.
Para una niña, por otra parte, el padre es el primer amor y muchas veces el que marca las relaciones afectivas que tendrá a lo largo de la vida. Un padre golpeador hace que su hija suponga que recibir golpes de un hombre es algo natural.
Mucho de lo que somos proviene de la figura paterna. Por eso es tan importante que los hombres en México aprendamos a ser padres responsables. El padre que embaraza a una mujer y abandona a su hijo le hace más daño a la sociedad que el peor de los villanos. Esa es la mejor lección que podemos ofrecer en este día del padre.
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FE Y POLÍTICA EN MESA DE DISCUSIÓN ANTES DE LAS ELECCIONES
ALC Noticias, 12 de junio de 2012


El pasado 7 de junio en las instalaciones de la Comunidad Teológica de México se llevó a cabo el foro “Fe y política ante las elecciones de 2012: actores y procesos”. La mesa estuvo conformada por un grupo de líderes evangélicos como Arturo Farela (Confraternice), Adoniram Gaxiola (Iglesia Casa de Pan), Sergio Ulloa (Seminario Bautista de México), Mariano Ávila (Iglesia Presbiteriana), así como la presencia del sociólogo y periodista Bernardo Barranco. También se invitó a la diputada Rosi Orozco, quien finalmente no confirmó su llegada.
     Ávila, quien hiciera una investigación sobre la participación política de los evangélicos a partir de las reformas de 1992, mencionó que gracias a que los evangélicos han obtenido conciencia del peso social que representan, es que su participación política ha sido latente; a su vez, ha surgido una élite evangélica que busca representar a sus feligreses y que a partir de los valores emanados de las Escrituras buscan proponer nuevas pautas sociales. Sin embargo, él mismo se preguntó: ¿qué pueden hacer los evangélicos que sea diferente de los políticos? ¿Cuál es su plataforma política más allá de los valores morales pregonados, en muchos casos, en contra de los derechos de otras minorías? ¿Cómo incidir en una sociedad donde las prácticas políticas son jerárquicas y corporativistas?
     Barranco se mostró preocupado por el proceso electoral y por la falta de ética con la cual se vive la práctica cívica. Mencionó que dado el desgaste del sistema electoral mexicano y ante la clase política ávida de votos pero sin valores, deberían ser las iglesias quienes cuestionen tales actitudes. Este divorcio entre ética y política, como lo llamó el conductor de Religiones del Mundo, ha traído como consecuencia un juego sucio donde determinados grupos religiosos son tentados por la sacralización del poder. Terminó aplaudiendo la postura que algunas iglesias, organizaciones y gente de fe expresaron al respecto para buscar una contienda electoral limpia y donde se promueve que la ética del bien común sea la base del respeto por la ciudadanía (www.jornada.unam.mx/2012/06/06/opinion/024a1pol  ).
Por su parte, Farela, presidente de la Confraternidad de Iglesias Cristianas Evangélicas, habló de su experiencia en casos concretos donde ha participado en la política, tales como su relación ante la Secretaría de Gobernación por los casos de intolerancia religiosa suscitados en Chiapas, al sureste del país, décadas atrás. En medio de estos contextos adversos “al pueblo de Dios”, indicó, se ha buscado concretar un partido político que responda a los intereses de las minorías religiosas. Farela también reaccionó frente a los cuestionamientos de la prensa que, en su calidad de apoderado legal de múltiples asociaciones religiosas hiciera una oración por el candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador en abril del presente año (www.eluniversal.com.mx/notas/843510.html  ), ya que la agrupación política nacional Encuentro Social (PES), donde participa, convocó a los candidatos a tener un encuentro con ellos.
     Este último punto fue criticado por Gaxiola, quien cuestionó las prácticas corporativistas fuera de las iglesias que se cargan del espíritu mesiánico de aquellos políticos que, a su vez, son conversos a alguna agrupación religiosa. También Gaxiola cuestionó la empatía de diversos grupos religiosos con los proyectos políticos al hacer coro de los encuentros que sostuvieron algunos líderes evangélicos con la candidata de la derecha mexicana Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional, quien el pasado 5 de junio se reunió con personajes como Rosi Orozco, de Casa sobre la Roca, y al que llamó “el grupo Liverpool”, presidido por Abner López, director de la Sociedad Bíblica de México (Reforma, 6 de junio de 2012, www.juareznewstv.com/Nacional/269.html#.T9NtMt1BTiF  ), acto en el cual se imploró la ayuda divina para alejar las posibles influencias de brujería sobre la ahora candidata a senadora por el derechista Partido Acción Nacional.
     En esa oportunidad, hay que agregar que Orozco fue la organizadora y que se le solicitó a Vázquez Mota que se descalzara para leer una oración que se le entregó. La nota agrega que los “casi mil asistentes con los brazos extendidos dirigían sus palmas al templete. El Pastor continuó las referencias: tal como Jesús hizo resucitar a Lázaro, dijo y pidió el poder de la resurrección para ayudar a Josefina”. Otra nota periodística (que incluye un video: Raúl Tortolero, “Respaldan evangélicos a Josefina”, en www.reporteindigo.com/reporte/mexico/respaldan-evangelicos-josefina?page=1  ) consigna que ésta se declaró “una mujer de fe” y que “con líderes religiosos presbiterianos, bautistas, metodistas, pentecostales y adventistas, coordinados por Juan Jacobo Pérez Cornelio y Carlos Cebreros, oró… pero no desayunó. Expusieron a la candidata panista su agenda, pues buscan que la integre a su oferta electoral, y eventualmente, a su plataforma de gobierno. A cambio le ofrecieron su respaldo en los comicios”.
     Javier Ulloa, quien ha estado involucrado en movimientos de corte ecuménico, cambió el tono del discurso y se manifestó por el respeto a la pluralidad social existente y la necesidad de nuevos modelos eclesiales y proyectos sociales que surjan mediante el diálogo para reconstruir la realidad compleja y diversa, y para responder qué país se quiere tener. Finalmente, se dio oportunidad al público para que compartiera su opinión de modo que surgieron temas pendientes en las ponencias como el Estado laico, la fe más allá de las prácticas internas y los vínculos de agrupaciones religiosas como Casa sobre la Roca con el gobierno calderonista y ahora muy cercana a la candidatura de Josefina Vázquez Mota. No obstante, lo que se deja al descubierto es que los evangélicos son un sinfín de grupos de diversas facciones, políticas, valores y teologías, por ende es difícil construir una agenda en común.
     En esta frontera tan flexible y porosa entre lo religioso y la política, donde las iglesias como instituciones también moldean a los individuos, quedaron dos preguntas sin resolver: en primer lugar, frente a la reconstrucción social de la participación civil, ¿las iglesias evangélicas son los espacios necesarios donde se deba formar un nuevo modelo político o, simplemente, de participación ciudadana, cuando éstas han sido formadas a partir del modelo posrevolucionario priista y donde reproducen modelos jerárquicos, corporativos y, en algunos casos, intolerantes, con otras formas de sociabilidad humana que no comparten sus modelos de vida?; en segundo lugar, donde la distancia entre los liderazgos y los laicos es cada vez más creciente, ¿los pastores evangélicos, por el mero hecho de ser ministros de culto tienen la autoridad para convertirse en representantes sociales de sus feligreses, o ellos creen que sus feligreses hacen todo lo que ellos pregonan desde los púlpitos?

Actividades


OREMOS POR NUESTROS HERMANOS/AS ENFERMOS Y NECESITADOS.

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 19 de junio, 19 hrs.
Pioneros/as del presbiterianismo en México (IV) (Salmo 78.20-26)
Modera: Lidia Martínez Murillo

MELINDA RANKIN (1811-1888) (III)
M. Ángel González Quiroga y Timothy P. Bowman


Tras dos años en Kentucky, Rankin se trasladó a Mississippi en 1842. Continuó con su enseñanza religiosa los siguientes cinco años y fue ahí donde descubrió el cometido de su vida. Cuando comenzó la guerra entre México y Estados Unidos en 1846, llegaron informes a Mississippi sobre la opresión religiosa en México, donde todas las religiones, salvo la católica, estaban prohibidas. Esto fascinó a Rankin y agitó su orgullo protestante y nacionalista. Se vio marchando hacia México como parte de un ejército de conquista religiosa que reivindicaría el “honor de la cristiandad norteamericana” contra un “clero tirano”.
Rankin se puso a trabajar de inmediato, escribiendo a diversas publicaciones religiosas sobre la necesidad de enfocar sus esfuerzos en México. Se topó con indiferencia, pero había descubierto su vocación: llevaría el Evangelio a México “para la ilustración de esta gente [mexicana] tanto tiempo olvidada”.
La ausencia de libertad religiosa en México evitó que Rankin pudiese predicar ahí, así que durante los siguientes 18 años, hasta que fue capaz de entrar en México, persiguió su meta con cada vez mayor intensidad. En algún momento a finales de 1846 o principios de 1847 decidió que ir a Texas al menos la pondría más cerca de México. En mayo de 1847 salió de Mississippi rumbo a Texas, sin un destino claro, pero confiada de que Dios le señalaría el camino. El destino la llevó a Huntsville, donde se requerían maestros con urgencia, y permaneció ahí y en otras localidades del oriente de Texas hasta 1852. Durante esos años, pasó sus días enseñando, estableciendo escuelas, y escribiendo para periódicos; también publicó un libro, Texas en 1850. Aparentemente su trabajo era muy estimado, pues la nombraron directora de una academia para señoritas llamada Academia Brick.
Para acercarse más a México, Rankin dejó Huntsville y se mudó a la frontera en mayo de 1852 […] ...y luego tomó una diligencia a Brownsville, donde estableció su hogar y una escuela para niñas mexicanas. [Eso le] serviría como plataforma durante los siguientes 13 años.

M. Rankin, Veinte años entre los mexicanos. Relato de una labor misionera. 2ª ed. Monterrey, Fondo Editorial Nuevo León, 2008, pp. 13-15.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

24 – Clase unida: “Ciudadanos del reino, ciudadanos del mundo/ Cumpleaños

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...