3 Alabemos a Dios,
Padre de nuestro Señor
Jesucristo,
que por medio de
Cristo nos ha bendecido
con toda suerte de
bienes espirituales y celestiales.
4 Él nos ha elegido en la persona de Cristo
antes de crear el
mundo,
para que nos
mantengamos
sin mancha ante sus
ojos,
como corresponde a
consagrados a él.
Amorosamente 5
nos ha destinado de antemano,
y por pura iniciativa
de su benevolencia,
a ser adoptados como
hijos suyos mediante Jesucristo.
6 De este modo, la bondad
tan generosamente
derramada sobre nosotros
por medio de su Hijo
querido,
se convierte en himno
de alabanza a su
gloria.
7 Con la muerte de su Hijo,
y en virtud de la
riqueza de su bondad,
Dios nos libera y nos
perdona los pecados.
8 ¡Qué derroche de gracia sobre nosotros,
al llenarnos de
sabiduría e inteligencia
9 y darnos a conocer sus designios más secretos!
Los designios que
benévolamente por medio de
Cristo,
había
decidido realizar
10
llevando la historia
a su punto culminante
y haciendo que todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
recuperen en Cristo su unidad.
11 El mismo Cristo en quien también nosotros
participamos de la herencia
a la que hemos sido destinados de antemano
según el designio del Dios
que todo lo hace de acuerdo
con los planes de su libre decisión.
12 Así, nosotros, los que habíamos puesto
nuestra esperanza en el Mesías,
nos convertiremos en himno
de alabanza a su gloria.
13 Y también ustedes,
los que han escuchado
el mensaje
de la verdad,
la buena
noticia de salvación,
al creer
en Cristo
han sido
sellados
con el
Espíritu Santo prometido,
14 que es garantía de nuestra herencia,
en orden a
la liberación
del pueblo
adquirido por Dios,
para
convertirse en himno de alabanza a su gloria.
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