domingo, 8 de junio de 2014

Letra 371, 8 de junio de 2014

MENSAJE DE PENTECOSTÉS 2014


Pentecostés representado en un libro del Evangelio armenio, 1455 d.C.

A nuestros numerosos amigos y familia en Cristo:

Con ocasión de la festividad de Pentecostés, les transmitimos nuestros deseos de amor y paz en el nombre de Jesús. En esta festividad del calendario cristiano hay mucho que celebrar y ver, a través de nuestra fe secular, en el Verbo vivo entre nosotros, y en la inercia y el apremio de un mundo que encierra grandes amenazas y grandes promesas en cada una de sus células. Estamos llamados, nuevamente, a participar en la liturgia de la Creación.
En el Evangelio que fue proclamado a toda la Creación entrevemos claramente la esperanza y la promesa de Pentecostés: Dios renovará la faz de la tierra. Es difícil imaginar otro momento en la historia en el que esta esperanza pudiera adquirir la amplitud y el significado que la revisten hoy, y no nos referimos solamente al saneamiento o la recuperación ambiental. Ninguna otra era ha revelado tan nítidamente la estrecha conexión entre el gemido de la Creación y el quebrantamiento de la vida y la comunidad humanas. La vida de la humanidad, con sus riesgos y oportunidades, está ligada de manera evidente a la vida de la Creación.
El propósito de Dios, que se manifiesta de manera tan significativa en el don milagroso de las lenguas de Pentecostés, como se describe en el segundo capítulo de Hechos de los Apóstoles, es reunir todas las cosas del cielo y de la tierra en Cristo. “Aquel que separó a los que conspiraban en la torre mediante distintas lenguas, hoy reúne las distintas lenguas de las naciones en el sagrado aposento alto” (himnario armenio, san Nersés Shnorhali, siglo XII).La vitalidad de esta promesa contrasta drásticamente con la alienación de la vida humana y la vida de la Creación en nuestros tiempos. La Creación de Dios, el contexto necesario que nos da Dios para nuestra santidad, nuestro desarrollo y nuestra identidad, es hoy testigo del sufrimiento y el pecado que distorsiona y destruye la vida humana, y mancilla la propia matriz de dicha vida.
Así pues, en Cristo, se nos revela una realidad pentecostal de la Creación. San Máximo el Confesor describe nuestro mundo como un arbusto ardiente impregnado con el fuego de las energías de Dios, como nos recuerda Su Santidad el Patriarca Bartolomé. Esta perspectiva, en este momento de Pentecostés, le confiere una profundidad nueva al significado de la oración del tema de nuestra Asamblea de Busan en octubre y noviembre del año pasado: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz". Imploramos que la promesa y el espíritu de Pentecostés desciendan sobre nosotros, para ser revelados en nosotros y hacernos uno. ¡Ven, Espíritu Santo!
Amén.

Los presidentes del Consejo Mundial de Iglesias son:

·  Rev. Dra. Mary-Anne Plaatjies van Huffel, Iglesia Reformada Unida en África Austral (Sudáfrica)
·  Rev. Prof. Dra. Sang Chang, Iglesia Presbiteriana en la República de Corea
·  Arzobispo Anders Wejryd, Iglesia de Suecia
·  Rev. Gloria Nohemy Ulloa Alvarado, Iglesia Presbiteriana de Colombia
·  Obispo Mark MacDonald, Iglesia Anglicana del Canadá
·  Rev. Dra. Mele'ana Puloka, Iglesia Wesleyana Libre de Tonga
·  S.B. Juan X, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega de Antioquía y todo Oriente
·  S.S. Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicos de todos los Armenios
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EL DIOS VIVO: SU HUMANIDAD
Karl Barth, Instantes

“Entonces se manifestó el amor de Dios a los hombres” (Tito 3.4)

Dios no precisa de inhumanidad alguna para ser verdaderamente Dios. Una divinidad en la cual y con la cual no nos acogiera también inmediatamente su humanidad sería la divinidad falsa de un falso dios. En Jesucristo quedan escarnecidas de una vez para siempre tales divinidades falsas. En él queda decidido de una vez para siempre que Dios no es sin los seres humanos. Lo cual significa que Dios tenga necesidad del ser humano para, como interlocutor suyo, ser verdaderamente Dios. No tiene por qué estar a favor del ser humano; incluso cabe pensar que debería estar más bien en su contra. Pero éste es el misterio en el que él nos acoge en la existencia de Jesucristo: en su libertad, no quiere estar en contra del ser humano, sino a su favor -de hecho, quiere ser interlocutor compasivo y salvador todopoderoso del ser humano-. ¿Acaso Jesucristo no encierra precisamente en sí, como nos atestigua él mismo en la Sagrada Escritura, tanto la auténtica divinidad como la auténtica humanidad? Pues él es el padre que se compadece de su hijo perdido, el rey que se compadece del deudor que no podía pagarle, el samaritano que se compadece de quien había caído en manos de los salteadores. Si Jesucristo es la Palabra de la verdad, el «espejo del corazón paternal de Dios», la frase de Nietzsche de que el ser humano es algo que debe ser superado es una mentira descarada. La verdad de Dios es, entonces, precisamente ésta y no otra: su amor a los seres humanos.
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CÁNONES DE DORT (1619)
CAPITULO QUINTO: DE LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS (III)

Habiendo declarado la doctrina ortodoxa, el Sínodo rechaza los errores de aquellos:

I. Que enseñan: que la perseverancia de los verdaderos creyentes no es fruto de la elección, o un don de Dios adquirido por la muerte de Cristo; si no una condición del Nuevo Pacto, que el hombre, para su (como dicen ellos) elección decisiva y justificación, debe cumplir por su libre voluntad.
Pues la Sagrada Escritura atestigua que la perseverancia se sigue de la elección, y es dada a los elegidos en virtud de la muerte, resurrección e intercesión de Cristo: Los escogidos sí !o han alcanzado, y los demás fueron endurecidos (Ro 11:7). Y asimismo: El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él rodar las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Ro 8:32-35).
II. Que enseñan: que Dios ciertamente provee al hombre creyente de fuerzas suficientes para perseverar, y está dispuesto a conservarlas en él si éste cumple con su deber; pero aunque sea así que todas las cosas que son necesarias para perseverar en la fe y las que Dios quiere usar para guardar la fe, hayan sido dispuestas, aun entonces dependerá siempre del querer de la voluntad el que ésta persevere o no.
Pues este sentir adolece de un pelagianismo manifiesto; y mientras éste pretende hacer libres a los hombres, los torna de este modo en ladrones del honor de Dios; además, está en contra de la constante unanimidad de la enseñanza evangélica, la cual quita al hombre todo motivo de glorificación propia y atribuye la alabanza de este beneficio únicamente a la gracia de Dios; y por último va contra el Apóstol, que declara: Dios... os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo (1 Co 1:8).
III. Que enseñan: «que los verdaderos creyentes y renacidos no sólo pueden perder total y definitivamente la fe justificante, la gracia y la salvación, sino que de hecho caen con frecuencia de las mismas y se pierden eternamente».
Pues esta opinión desvirtúa la gracia, la justificación, el nuevo nacimiento y la protección permanente de Cristo, en oposición con las palabras expresas del apóstol Pablo: que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira (Ro 5:8,9); y en contra del Apóstol Juan: Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nací do de Dios (I Jn 3:9); y también en contra de las palabras de Jesucristo: Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie lar puede arrebatar de la mano de mi Padre (Jn. 10:28,29).
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Fed. Protestante francesa contra ascenso de extrema derechaLa Federación Protestante de Francia ha manifestado su repulsa al ascenso de la extrema derecha en las recientes Elecciones Europeas en Francia, a través de un comunicado en el que expresa su compromiso con la “construcción de un proyecto europeo” basado en “la libertad, la justicia, la paz, la hospitalidad, el respeto y la reconciliación entre los pueblos”.
Dice el presidente de la entidad, François Clavairoly, que no pueden “permanecer en silencio” ante los resultados con los que el Frente Nacional liderado por Marine Le Pen consiguió una holgada victoria.
 “¿Qué mensaje le envía Francia a sus socios con una elección con este nivel de presencia de diputados de extrema derecha?”, lamentan desde la Federación Protestante. “El tema de Europa, su construcción y su proyecto es complejo y no puede reducirse a una caricatura o a simples consignas de rechazo o reclamos de una identidad perdida”, dice Clavairoly.
De esta manera, la Federación Protestante reitera “su compromiso con la responsabilidad cívica y con la esperanza de construir este proyecto europeo, en el que el protestantismo ha dedicado esfuerzos durante tanto tiempo desde sus iglesias y diversas organizaciones internacionales, entre ellas la Conferencia de Iglesias de Europa, la Comunidad de Iglesias Protestantes en Europa, la Conferencia de Iglesias de los países latinos de Europa, la Conferencia de Iglesias en el Rin, etc”.
Así, se posiciona “junto a otros actores de este proyecto basados en la justicia, el desarrollo, la paz, la libertad, la hospitalidad, el respeto y la reconciliación entre los pueblos”. “La angustia, el miedo al futuro, el resentimiento e incluso la crítica a menudo se basan en el comportamiento de algunos políticos de nuestro país, pero eso no puede por sí solo justificar esta elección: el mensaje de la evangelio llama a abrir horizontes más amplios, más lúcidos y tener más confianza”, finaliza la carta del presidente de la entidad.
Fundada en 1905, la Federación Protestante de Francia reúne a más de una treintena de agrupaciones de iglesias y 80 asociaciones, que representan aproximadamente a 500 comunidades, instituciones, iglesias y movimientos para un testimonio común. Una tercera parte está formada por las Iglesias Protestantes de Alsacia y Lorena, otra tercera parte por la Iglesia Protestante Unida de Francia (luterana y reformada), y otra tercera parte por iglesias evangélicas de diversas denominaciones.

Protestante Digital, 29 de mayo

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