domingo, 1 de junio de 2014

Letra 370, 1 de junio de 2014

EL DIOS VIVO: SU FIDELIDAD
Karl Barth, Instantes

“Los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Romanos 11.29)

El hecho de que los judíos no desaparecieran de la historia universal en el año 70, sino que —precisamente ellos entre todos los pueblos grandes y pequeños de su antiguo entorno— siguieran entonces y sigan todavía hoy existiendo, y con más energía que nunca, tiene su fundamento obviamente, desde el punto de vista del mensaje bíblico, en el hecho de que el designio de Dios al elegir precisamente a ese pueblo, al hacer alianza precisamente con él, es un designio eterno e inmutable. Nada pudo cambiar en la fidelidad de su Dios el hecho de que aquel pueblo fuera un pueblo infiel que desde siempre quiso ser un pueblo como los demás pueblos, tener como ellos un rey y una historia. Precisamente porque la elección y la alianza subsisten —¡pues en Jesucristo éstas no quedan anuladas, sino cumplidas!—, subsisten también los judíos dentro de la historia universal, un pueblo que no es un pueblo y, precisamente por ello, es el pueblo, el pueblo de Dios, con una historia que no es historia y, precisamente por ello, precisamente en su problemática histórica, es la historia realmente humana, la historia del ser humano con Dios. Precisamente porque los judíos son ese pueblo, se puede decir de ellos hasta el día de hoy: “Quien os toca a vosotros toca la niña de mis ojos” (Zacarías 2.12). Y la niña de los ojos de Dios no puede tocarla nadie.
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CÁNONES DE DORT (1619)
CAPITULO QUINTO: DE LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS (II)

IX. De esta protección de los elegidos para la salvación, y de la perseverancia de los verdaderos creyentes en la fe, pueden estar seguros los creyentes mismos, y lo estarán también según la medida de la fe por la que firmemente creen que son y permanecerán siempre miembros vivos y verdaderos de la Iglesia, y que poseen el perdón de los pecados y la vida eterna.

X. En consecuencia, esta seguridad no proviene de alguna revelación especial ocurrida sin o fuera de la Palabra, sino de la fe en las promesas de Dios, que Él, para consuelo nuestro, reveló abundantemente en Su Palabra; del testimonio del Espíritu Santo, el cual da testimonio a nuestro espíritu, de que romos hijos de Dios (Rom. 8:16); y, finalmente, del ejercicio santo y sincero tanto de una buena conciencia como de las buenas obras. Y si los elegidos de Dios no tuvieran en este mundo, tanto este firme consuelo de que guardarán la victoria, como esta prenda cierta de la gloria eterna, entonces serían los más miserables de todos los hombres.

XI. Entretanto, la Sagrada Escritura testifica que los creyentes, en esta vida, luchan contra diversas vacilaciones de la carne y que, puestos en grave tentación, no siempre experimentan esta confianza absoluta de la fe y esta certeza de la perseverancia. Pero Dios, el Padre de toda consolación, no les dejará ser tentados más de lo que puedan resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida (1 Cor. 10:13), y de nuevo despertará en ellos, por el Espíritu Santo, la seguridad de la perseverancia.

XII. Pero tan fuera de lugar está que esta seguridad de la perseverancia pueda hacer vanos y descuidados a los creyentes verdaderos, que es ésta, por el contrario, una base de humildad, de temor filial, de piedad verdadera, de paciencia en toda lucha, de oraciones fervientes, de firmeza en la cruz y en la confesión de la verdad, así como de firme alegría en Dios; y que la meditación de ese beneficio es para ellos un acicate para la realización seria y constante de gratitud y buenas obras, como se desprende de los testimonios de la Sagrada Escritura y de los ejemplos de los santos.

XIII. Asimismo, cuando la confianza en la perseverancia revive en aquellos que son reincorporados de la caída, eso no produce en ellos altanería alguna o descuido de la piedad, sino un cuidado mayor en observar diligentemente los caminos del Señor que fueron preparados de antemano, a fin de que, caminando en ellos, pudiesen guardar la seguridad de su perseverancia y para que el semblante de un Dios expiado (cuya contemplación es para los piadosos más dulce que la vida, y cuyo ocultamiento les es más amargo que la muerte) no se aparte nuevamente de ellos a causa del abuso de Su misericordia paternal, y caigan así en más graves tormentos de ánimo.

XIV. Como agradó a Dios comenzar en nosotros esta obra suya de la gracia por la predicación del Evangelio, así la guarda, prosigue y consuma Él por el oír, leer y reflexionar de aquél, así como por amonestaciones, amenazas, promesas y el uso de los sacramentos.

XV. Esta doctrina de la perseverancia de los verdaderos creyentes y santos, así como de la seguridad de esta perseverancia que Dios, para honor de Su Nombre y para consuelo de las almas piadosas, reveló superabundantemente en Su Palabra e imprime en los corazones de los creyentes, no es comprendida por la carne, es odiada por Satanás, escarnecida por el mundo, abusada por los inexpertos e hipócritas, y combatida por los herejes; pero la Esposa de Cristo siempre la amó con ternura y la defendió con firmeza cual un tesoro de valor inapreciable. Y que también lo haga en el futuro, será algo de lo que se preocupará Dios, contra quien no vale consejo alguno, ni violencia alguna puede nada. A este único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sea el honor y la gloria eternamente. Amén.
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EL CMI HACE UN LLAMAMIENTO AL PRESIDENTE SUDANÉS PARA QUE PROTEJA A MERIAM YEHIA IBRAHIM ISHAG

La sentencia judicial que ordena en Sudán la flagelación y la pena de muerte para Meriam Yehia Ibrahim Ishag ha suscitado la expresión de la profunda preocupación del Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), que ha instado al presidente Omar Hassan Ahmad al-Bashir a intervenir para “evitar el cumplimiento de esta sentencia injusta e inadmisible”.
Meriam Yehia Ibrahim Ishag, una mujer sudanesa de 27 años, ha sido acusada de convertirse del islam al cristianismo y de haber cometido adulterio al casarse con un hombre cristiano, según los medios de comunicación.
En su carta al presidente Omar Hassan Ahmad al-Bashir, enviada el 23 de mayo, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit expresó su consternación por la decisión del tribunal. “Ya fueran los padres de la Sra. Meriam Yehia Ibrahim Ishag cristianos o musulmanes, esta sentencia va en contra de la letra y el espíritu de la Constitución sudanesa”, afirmó. Añadió que, según la Constitución sudanesa, todos los ciudadanos tienen “derecho a la libertad de credo y culto”.
El Rev. Dr. Olav Fykse Tveit declaró que condenar a Meriam Yehia Ibrahim Ishag viola un principio fundamental del derecho internacional en materia de derechos humanos recogido en la propia Constitución de Sudán.
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EL LENGUAJE ESPIRITUAL EN VIDA EN EL AMOR (III)

Las más de 40 secciones en prosa de Vida en el amor pueden ser vistas como un auténtico itinerario espiritual, un viaje por los senderos de la fe que se autonombra y se pregunta continuamente por la relación con Dios, el cosmos y las demás personas. Pionero de una comprensión de la espiritualidad que rompe los esquemas tradicionales, forma parte de un proyecto poético que reorientó su rumbo desde que Cardenal asumió la fe cristiana como razón de su vida.
Thomas Merton dice en el prólogo (fechado en enero de 1966): “En una época de conflicto, angustia, guerra, crueldad, confusión, el lector se podrá sorprender con este libro que es un himno al amor, y que nos dice que ‘todos los seres se aman’”. La visibilidad del mundo, señala en otro momento, le ha servido a Cardenal para redescubrir la presencia de Dios en todos los seres y las cosas más allá del panteísmo que podría sugerir esta manera de apreciar todo lo creado. Y concluye: “Aquí hay algo más que una doctrina sistemática: hay una intuición de la profunda verdad de la vida cristiana: el cristiano está unido a Dios en Cristo por el amor. Este libro es completamente tradicional —a veces como san Agustín o los místicos del ‘desposorio’ de la región del Rhin— y completamente moderno…”.
El epígrafe del libro no podía ser otro que I Juan 4.16: “Dios es amor, y el que vive en el amor, en Dios vive y Dios en él”. Asimismo, Cardenal se reencuentra con autores que han celebrado la vida de una manera libérrima: “‘Encuentro cartas de Dios dejadas caer en la calle, y todas ellas están firmadas por Dios’, dice Whitman. Y la hierba verde es un pañuelo oloroso con las iniciales de Dios en una esquina, como dice Whitman, que Él ha dejado caer intencionalmente para que lo recuerden”. Mucho del estilo poético de Cardenal se debe a la profunda influencia de Ezra Pound.
Creador e indagador de un lenguaje de fe que ha renovado la visión tradicional de la mística, puesto que su filiación poética en América Latina lo colocaba desde hacía tiempo al lado de los grandes nombres, a Cardenal le sucedió algo similar al poeta mexicano Javier Sicilia, quien encontraría fuertes coincidencias con la teología de la liberación. Antecedente directo de Beber en su propio pozo (1984)de Gustavo Gutiérrez, Vida en el amor es un canto de amor a todo lo creado porque permite encontrarse con Dios en cada realidad. Como afirma López Baralt: “El misticismo de Cardenal es ya, desde este ensayo, unitario: el cosmos está en gozosa interdependencia y todo es sagrado en él, desde Romeo “en oración” ante Julieta hasta el ratón que cantara Whitman y que nuestro poeta evoca con tanta fraternidad”. (LCO)

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