1 Cuando Jesucristo venga como Rey, juzgará a todos, tanto a los que estén vivos
como a los que estén muertos. Por eso pongo a Dios y a Jesucristo por testigos
de lo que te ordeno. 2 Tú
anuncia el mensaje de Dios en todo momento. Anúncialo, aunque ese momento no
parezca ser el mejor. Muéstrale a la gente sus errores, corrígela y
anímala; instrúyela con mucha paciencia. 3 Porque llegará el día en
que la gente no querrá escuchar la buena enseñanza. Al contrario, querrá oír
enseñanzas diferentes. Por eso buscará maestros que le digan lo que quiere oír.
4 La gente no escuchará la verdadera enseñanza, sino que prestará
atención a toda clase de cuentos. 5 Pero
tú, Timoteo, mantén la calma en todo momento, soporta los sufrimientos y
anuncia siempre la buena noticia. Haz bien tu trabajo.
6 Ya falta poco para que yo muera, y mi
muerte será mi ofrenda a Dios.7 He luchado por obedecer a Dios en
todo, y lo he logrado; he llegado a la meta, y en ningún momento he dejado de
confiar en Dios. 8 Sé que Dios es un juez justo y que, cuando juzgue
a todos, me dará una corona como premio a mi obediencia. Y no sólo a mí me la
dará, sino también a todos los que esperan con ansias su regreso.
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