domingo, 2 de octubre de 2016

Letra 488, 2 de octubre de 2016

MÉTODO SENCILLO DE ORACIÓN PARA UN BUEN AMIGO (1535)
Martín Lutero

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De esta oración constante habla Dios de hecho (Lc 11): “Hay que orar sin interrupción para protegernos contra el pecado y la injusticia”, algo inasequible si no se teme a Dios y si no se tienen delante sus mandamientos, como dice el Salmo 1: “Dichoso el que día y noche medita la ley del Señor”.
Hay que andar con cuidado, no obstante, para no desacostumbrarnos a la verdadera oración y para no juzgar nosotros mismos como definitivamente buenas nuestras propias acciones, cuando en realidad no lo son. Llegaríamos por este camino al abandono, el emperezamiento, la frialdad y el disgusto hacia la oración; y no olvidemos que el demonio no se empereza ni se abandona cuando de nosotros se trata, ni que, por otra parte, nuestra carne anda muy viva y dispuesta al pecado y es tan desafecta al espíritu de oración.
Una vez que tu corazón se haya enfervorizado con estas palabras dichas verbalmente y se haya concentrado, arrodíllate o ponte en pie, con las manos juntas y la mirada hacia el cielo, y di o medita de la forma más breve posible: «Padre celestial, Dios mío querido; soy un indigno, pobre pecador, que no merezco elevar mis ojos o mis manos hacia ti ni dirigirte mi oración. Pero tú nos has ordenado a todos que oremos, has prometido escucharnos y nos han enseñado, además, las palabras y la forma de hacerlo por tu amado hijo, nuestro señor Jesucristo. Ateniéndome a este precepto, aquí me tienes para obedecerte, acogido a tu graciosa promesa.
En el nombre de mi señor Jesucristo te elevo mi oración en unión de todos los santos cristianos de la tierra, como él me lo ha enseñado: «Padre nuestro, que estás en los cielos, etc.”, y así hasta el final, palabra por palabra.
1. A continuación repite una parte (o lo que mejor te parezca), como, por ejemplo, la primera petición: “Santificado sea tu nombre”, y añade: “Sí, señor, padre amado, santifica tu nombre en nosotros y en el mundo entero. Destruye y aniquila las abominaciones, la idolatría y la herejía del turco, del papa y de todos los falsos maestros y espíritus sectarios; porque llevan tu nombre en falso, abusan de él tan descaradamente y le blasfeman sin ninguna vergüenza; porque andan diciendo por ahí, y vanagloriándose de ello, que esto y esto es tu palabra y precepto de la iglesia, cuando en realidad se trata de un engaño y de mentira del demonio. Seducen miserablemente así y bajo el señuelo de tu santo nombre a tantas pobres almas en todo el mundo; matan, derraman sangre inocente, decretan persecuciones con la excusa de hacerte un servicio.
Señor, Dios querido, vuélvete y resiste. Convierte a los que todavía han de convertirse para que ellos con nosotros, y nosotros con ellos, santifiquemos y glorifiquemos tu nombre con la verdadera y pura doctrina, al mismo tiempo que con una vida buena y santa. Pero resiste a los que no quieren convertirse para que cesen de profanar tu santo nombre, que no lo sigan avergonzando y deshonrando y que dejen de seducir a las pobres gentes. Amén.

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¿QUÉ TIPO DE LITURGIA QUEREMOS DESARROLLAR?

Tesis principal
La Biblia nos muestra que el carácter y las obras de Dios nos llevan a tener un culto solemne, celebrativo, didáctico y comunitario.

Introducción
La verdadera adoración es la más alta y noble actividad que el ser humano, por la gracia de Dios, puede llevar a cabo. Sin embargo, la forma en la que adoramos refleja el conocimiento que tenemos de Dios. El principio que dice: lex orandi, lex credendi (“lo que se ora es lo que se cree”) nos muestra que adoración y teología caminan juntas, y que gran parte de nuestra teología (correcta o incorrecta), es influenciada por nuestra liturgia (forma de adoración) y viceversa.
Por otro lado, la gran fuerza motora para el traslado de miembros de una iglesia a otra ya no es más el aspecto doctrinario, geográfico o la enseñanza bíblica, sino el estilo de adoración y culto. No debemos asumir que podemos elegir nuestro lugar de adoración pública de la misma manera que elegimos nuestro lugar de compras, solamente basado en nuestros derechos en lugar de nuestras responsabilidades.

Principios esenciales en la adoración pública
Toda adoración a Dios debe tener una conciencia viva de la hermosura, de la majestad y de la santidad del trino Dios. La forma en que adoramos debe cultivar nuestro conocimiento y nuestra imaginación acerca de quién es Dios y de lo que Dios ha hecho. La adoración nos infunde una conciencia profunda de la gloria, de la belleza y de la santidad de Dios (Sal. 27:4; 63:2).
La adoración debe tener la participación plena, consciente y activa de todos los fieles, en el contexto de una comunidad plenamente multigeneracional. La liturgia no debe ser llevada a cabo tan sólo por los pastores, músicos y otros líderes; sino que debe ser participativa e integradora de todos los fieles, por medio de la obra del Espíritu en la adoración. En una adoración viva, todos los fieles participan en las acciones, en las palabras y en el significado del acto de adoración. De esta manera, las promesas del pacto de Dios perduran “de una generación a la otra”. Un acto de adoración que surge de una comunidad intencionalmente multigeneracional, en que se acoge a gente de toda edad como participantes plenos, y cuya participación resulta en un enriquecimiento mutuo, refleja el hecho de que la adoración derriba las barreras de edad (Neh. 8:2,6,7,8,12; Sal. 148:12-13).
Nuestra adoración, también, debe tener un profundo diálogo con las Sagradas Escrituras. La Biblia es la fuente de nuestro conocimiento de Dios y de la redención del mundo en Cristo. La Palabra de Dios como el medio de gracia más importante, ocupa un lugar central por medio de la predicación fiel de la Biblia. Este es el momento más importante, pues es el momento en que Dios habla a Su pueblo, lo exhorta, lo desafía, lo anima, lo trasforma. Y de esta manera entabla un diálogo con los que adoran mediante la práctica intencional de la lectura e interpretación de la misma. No obstante, es necesario destacar que debe presentar y retratar el ser, el carácter y las acciones de Dios en maneras que sean consistentes con las enseñanzas bíblicas. Debe seguir los mandamientos bíblicos en cuanto a las prácticas de la adoración y debe hacer caso a advertencias bíblicas sobre el culto falso e impropio (Col. 3:16).
Es importante también destacar la presencia imprescindible de los otros medios de gracia en el culto cristiano. La celebración de los sacramentos debe ser gozosa y solemne, firmemente enfocada en la obra redentora de Jesucristo en toda la creación y profundamente consciente de cómo obra el Espíritu de Dios para nutrir y fortalecer la fe por medio de estos actos de celebración.
Por último, por la oración podemos aproximarnos delante del trono de la gracia y pedir, suplicar, rogar algo a Dios y abrir nuestro corazón a Jesús, manifestándole nuestras carencias, angustias, temores, frustraciones, y proyectos, junto con aquellos que confiesan la misma fe que nosotros.
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EL FRENTE NACIONAL POR LA FAMILIA Y EL MOMENTO TRUMP (I)
Rodrigo Negrete
La Jornada Aguascalientes,28 de septiembre de 2016

El sábado 10, así como el pasado 24 de septiembre, tomaron la calle quienes no acostumbran hacerlo por las otras razones o motivos que aquejan a este país sino, esencialmente, para negarle un derecho a una minoría de la población. Una lectura fodonga o comodina verá en esto la confrontación entre extremos o entre posiciones más o menos extravagantes; entre conservadores persignados y coloridos radicales anti-conservadores cuando, en el fondo, es un asunto que a todos atañe pues lo que pone en juego son definiciones básicas sobre los principios que nos gobiernan: un Estado laico u otra cosa definida desde pronunciamientos que trascienden la polis, la condición de ciudadanía y la república misma.

En el trasfondo subyace si lo que define nuestra convivencia son decisiones humanas o supra humanas. Estamos pues ante una confrontación que nos toca a todos, estemos o no involucrados en el performance que sucede en la plaza pública.
Ya ha pasado en otras ocasiones. El pronunciamiento sobre la igualdad ante la ley de la minoría negra en Estados Unidos terminó definiendo su Estado Moderno. Quienes quedaron involucrados en su guerra civil (1861-1865) no fueron nada más esclavistas y pintorescos militantes antiesclavistas: fue la población toda. El drama de las minorías obliga tarde o temprano a pronunciamientos mayores entre quienes comparten una nación.
Se dice que el Frente Nacional por la Familia (FNF de aquí en adelante) movilizó más de un millón de personas. Es posible que así fuera y también, hay que mencionarlo, haciendo uso del derecho legítimo a manifestarse, ejerciéndolo de manera ordenada y no vandálica.  Pero más allá de las formas, al manifestarse no sólo contra la iniciativa de ley sobre matrimonio igualitario promovido desde la presidencia de la república a mediados de este año sino, asimismo, contra una resolución de la suprema corte de justicia de la que parte esta iniciativa (resolución en la que se establece que la Constitución de la República no define al matrimonio exclusivamente en términos de pareja heterosexual y que, tampoco, su fin único y exclusivo sea la procreación) se convierte de facto en un movimiento que se declara en rebeldía, no sólo frente a una ley específica y el gobierno que la sustenta, sino frente al Estado mismo. Son nuestros rebels confederados. No es precipitado pensar de pasada que haya una tercera rebelión en curso orquestada por la jerarquía católica mexicana contra el pontificado de Francisco, quien notoriamente se ha apagado desde que visitó México. Por ello, no está de más preguntarse si los movilizados están plenamente conscientes de la magnitud de su rebelión.
Es posible también que desde la perspectiva de la Iglesia mexicana y otras iglesias cristianas que en esto la acompañan lo que se presenta como una defensa sea, en realidad, una ofensiva cuyo objetivo estratégico es la educación pública, de la que nunca han aceptado su carácter laico. La consigna movilizadora del FNF “no te metas con mis hijos” es tan efectiva como demagógica en la medida en que en ninguna parte de la iniciativa de ley hay tal cosa que sugiera o siquiera insinúe que los alumnos en las escuelas públicas serán inmersos en la subcultura gay, pero tal gancho no deja de confesar la meta que se tiene por delante. Dios salve a las iglesias de salirse con la suya en esta, porque habría que ver que se pongan de acuerdo en qué tanta instrucción católica o evangélica habrá de impartirse o, una vez abierta la caja de pandora, cuántas denominaciones tendrán derecho al pupitre del profesor ¿también, los testigos de Jehová y, por qué no, el Islam? ¿Cómo decidirán las iglesias cuál será la religión natural, ya que insisten que no se puede ir contra natura?
Pero el problema no son sólo las confusiones y contrasentidos de un movimiento básicamente visceral. Si la educación puede hacer a un niño o niña gay ¿cómo se explica en primer lugar que aparecieran los gays en este mundo cuando se concede que la educación nunca ha abordado hasta ahora el asunto de las preferencias sexuales?

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