MÉTODO SENCILLO DE ORACIÓN
PARA UN BUEN AMIGO (1535)
Martín Lutero
4. Repite después la cuarta petición: “El pan nuestro
de cada día dánosle hoy”, y di: “¡Ay, Señor, Dios padre querido! Bendice
también esta vida temporal y del cuerpo. Concédenos graciosamente la paz amada,
líbranos de la guerra y de la discordia. Concede a nuestro amado señor, el
emperador, felicidad y fortuna contra sus enemigos; dale sabiduría y
discernimiento para que rija pacífica y felizmente su reino terreno. Otorga a
todos los reyes, príncipes y señores consejo acertado y buena voluntad, para
que mantengan sus dominios y su gente en paz y en justicia. Ayuda
principalmente a nuestro señor N., bajo cuyo amparo y protección nos guardas, y
guíale para que, libre de todo mal, al abrigo de lenguas mentirosas y de gente
felona, gobierne con toda felicidad. Concede que todos los súbditos sirvan con
lealtad y sean obedientes. Concede que todos los estados, así ciudadanos como
campesinos, sean honrados y se muestren amor y confianza mutuos. Concede
tiempos favorables y los frutos de la tierra. También te encomiendo la casa,
las pertenencias, la mujer y los hijos; ayúdame a saber gobernarlos y a cuidar
de su manutención y de su educación cristiana. Aleja al demonio y a todos los
ángeles malos que nos causan desgracias y nos ponen obstáculos. Amén”.
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5. Repite después la quinta petición: “Perdónanos
nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, y di: “¡Ay,
Dios mío, padre amado! No entres en juicio con nosotros, porque ningún humano
viviente puede hallarse justo a tus ojos”. ¡Ay! No nos imputes como pecado
nuestro desagradecimiento hacia tus inefables beneficios, así espirituales como
corporales, ni que tropecemos y caigamos al cabo del día tantas veces, más de
las que podamos advertir. No te fijes en nuestra bondad o malicia; atiende,
mejor, a tu misericordia insondable que nos has regalado en Cristo, tu hijo
amado. Perdona también a todos nuestros enemigos y a todos los que nos han
hecho algún mal, al igual que nosotros les perdonamos de corazón, ya que los
más perjudicados por haber encendido tu cólera son ellos y de nada nos serviría
a nosotros su destrucción; por eso preferimos que se salven también con
nosotros. Amén”. (El que vea que le cuesta perdonar, que pida la gracia de
poder hacerlo. Pero esto pertenece a la predicación).
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OSEAS Y AMÓS: ¿CONSERVADOR
Y PROGRESISTA?
Wenceslao Calvo
Protestante Digital, 13 de octubre de 2016
Los seres humanos tenemos una tendencia a la
parcialidad, según la cual somos muy sensibles a determinadas cosas, pero
insensibles a otras. Los cristianos no estamos exentos de esa tendencia, que de
hecho la llevamos al extremo cuando tenemos en cuenta en la Biblia aquellas
partes a las que somos proclives e ignoramos aquellas otras que no nos seducen
tanto. Si en vez de reconocer y admitir esa parcialidad la convertimos en
totalidad, entonces caeremos en el falso planteamiento de que nuestra
parcialidad es imparcialidad y acusaremos a los que no comparten nuestra preferencia
de ser parciales ellos mismos.
Uno
de los falsos planteamientos de parcialidad en el que es fácil caer es el que
subraya una opción a costa de otra, aunque en verdad ambas sean igualmente
importantes. Ocurre actualmente con los asuntos de justicia social y
sexualidad. Hay quienes defienden con todas sus fuerzas que lo verdaderamente
importante y en lo que un cristiano debe estar comprometido por encima de todo
es con lo que tiene que ver con la justicia social, siendo su responsabilidad
prioritaria luchar hasta erradicar los males que la hacen imposible. Por otro
lado, hay quienes piensan que lo realmente vital es poner en su sitio los temas
que atañen al desorden sexual y que inciden en el matrimonio y la familia. Hay
unos encasillamientos que se han fabricado, según los cuales los primeros
serían cristianos progresistas y los segundos cristianos conservadores. Ya en
esa nomenclatura se advierte una parcialidad interesada, porque el término
progresista tiene un tono honroso mientras que el de conservador es sospechoso.
Pero
cuando estudiamos la Biblia con mayor profundidad y no nos contentamos con
preferencias artificiales, encontramos que lejos de sostener esa falsa división
lo que hallamos es la complementariedad de enseñanzas aparentemente dispares, que
echan abajo nomenclaturas engañosas.
Oseas
y Amós fueron dos profetas cuyo ministerio ocurrió en el mismo tiempo y en la
misma nación. Ambos profetizaron en el tiempo de Jeroboam II, quien reinó entre
los años 780 y 740 a. C. aproximadamente. Ese reinado fue destacable porque
rompió la tendencia a la reducción territorial progresiva de las fronteras de
Israel, recuperándose territorio que se había perdido hacía mucho tiempo. En
principio, pues, todo indicaba que la nación iba viento en popa. Pero detrás de
la apariencia triunfal se escondía una realidad bien distinta, la cual
diagnosticaron Oseas y Amós.
Amós
es el profeta favorito de quienes actualmente defienden la opción de que lo que
importa es la justicia social. Y efectivamente, sus denuncias de la corrupción
y abuso que imperaban en aquella sociedad no dejan lugar a dudas sobre el
estado decadente de un organismo social que estaba minado por profundas
diferencias económicas, basadas en la especulación y la ganancia, por cualquier
medio, de unos a costa de otros. El mensaje de Amós muestra que Dios aborrece
ese estado de cosas, que no puede ser compensado por una religiosidad
ceremonial vacía y divorciada del interés por el prójimo.
Cuando
leemos a Oseas vemos que usa con profusión (casi 40 veces en total) las
palabras fornicar, adulterar, ramera y prostituir para describir lo que estaba
ocurriendo en la nación. De hecho, Dios mismo le ordena al profeta que
contraiga matrimonio con una mujer fornicaria para ilustrar lo que estaba
pasando en términos generales, tanto verticales como horizontales. Que el
espíritu de desorden sexual que dominaba a la nación no era solamente una
metáfora para describir una realidad espiritual, se hace patente al referirse a
los centros de prostitución establecidos, donde lo sexual y lo religioso se
combinaban y eran expresión fehaciente de la depravación que carcomía a la
nación. Una depravación presente en las costumbres. El mensaje de Oseas muestra
que Dios aborrece ese estado de cosas, empleando duros términos para condenarlo.
Si
Amós fue inspirado por Dios para escribir lo que escribió, también lo fue
Oseas. Por lo tanto, la importancia de sus mensajes es pareja, porque el mismo
Dios está detrás de los dos. Amós no es progresista, porque es sensible a los
temas sociales, de la misma manera que Oseas no es conservador, porque es
sensible al desorden sexual. Esas etiquetas no son sino intentos engañosos de
manipular, usando las preferencias artificiales personales que algunos han
fabricado y que quieren imponernos a todos. Es una disyuntiva falsa, basada en
falsos postulados.
Me
quedo con Amós y me quedo con Oseas, porque ambos hablaron de parte de Dios. No
es mayor la credibilidad del primero que la del segundo ni es menor la
autoridad del segundo que la del primero. Y si vivieran hoy denunciarían los
abusos sociales y la depravación sexual de nuestro tiempo con igual fuerza,
porque una cosa no excluye a la otra, ya que ambas son detestables ante Dios,
pues tanto la ética social como la ética sexual tienen un mismo Autor y la
transgresión de cualquiera de ellas, o de las dos, merece su reprobación.
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CANONIZAR Y ATONTAR
Maciek Wisniewski
La Jornada, 30 de septiembre
de 2016
Una cosa es ser crítico, pero otra es
ser crítico y a la vez estar decepcionado con la actuación del objeto de esta
crítica. Un sentimiento peculiar y encontrado. Ni siquiera los alemanes, que
parecen tener un término separado para todo, inventaron una palabra que
serviría aquí. Inventaron schadenfreude
(placer causado por las desventuras ajenas), pero no es lo mismo.
Tomemos a Francisco y la
canonización de la monja albanesa Agnes Gonxha Bojaxhiu (1910-1997) a.k.a.
Madre Teresa de Calcuta (4/9/16). No es la primera vez que el Papa proclama
santo a un personaje controvertido –ver Juan Pablo II o Junípero Serra–, pero
es la primera vez que algo le falla tan estrepitosamente en el estilo de
hacerlo. Si antes muchas de estas operaciones –aunque es curioso que, para ser
un progresista, Francisco canoniza y beatifica un número sospechosamente
grande de gente de ultraderecha eclesiástica-política– parecían bastante finas
–ver la doble canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II (27/4/14), con que
pretendía disciplinar y conciliar diferentes alas de la Iglesia–, la
canonización de la Madre Teresa y su narrativa correspondiente carecían de esta
finura; parecían más bien un trabajo con el hacha y tornaban todo en un acto
lleno de manipulaciones y medias verdades (por no decir mentiras).
La Madre Teresa siempre fue un
personaje divisivo: venerada acríticamente y a la vez fuertemente cuestionada.
Aroup Chatterjee, un médico de Calcuta que trabajó en una de sus clínicas (Madre Teresa: el veredicto final, 2002,
pp. 415) y Christopher Hitchens (La
posición del misionero: la Madre Teresa en teoría y práctica, 1995, pp.
128) la acusan, entre otras cosas, de:
• Llevar moritorios, no sanatorios,
donde los pobres entraban sólo para ser convertidos, no curados.
• Infligir de manera dogmática el
sufrimiento, glorificándolo en vez alivianarlo.
• Falta de transparencia y gestión
adecuada de sus cuantiosos recursos.
• Ser agente de un papado reaccionario
(JP II) y su agenda contra el aborto (civilización de la muerte), el
comunismo/izquierda y la Teología de la Liberación.
• Servir de proyecto bandera de la derecha para promover la falacia de que es
posible abatir la pobreza desde la caridad (y no desde lo estructural).
• Ser amiga de dictadores (los
Duvalier en Haití, régimen post-hoxhista en Albania) y criminales de cuello
blanco (Ch. Keating), de quienes recibía dinero a cambio de apoyo.
• Ser cómplice de poderes seculares
(R. Reagan, M. Thatcher, la familia real británica, H. Clinton en sus tiempos
de primera dama), ayudándolos a lavar
su imagen, conciencia, dinero y mantener la supremacía de clases dominantes y
el statu quo imperial y colonial.
• Ser negacionista de masacres
(Guatemala, con sus “inexistentes ‘aldeas modelo’”; Líbano, con sus inocentes
de masacrar a palestinos falangistas católicos-maronitas; India, con su
inocente fábrica química en Bhopal, cuya explosión mató a 2 mil 500 personas,
más unas 20 mil que murieron después y 600 mil que fueron afectadas en su
salud).
Claramente,
nada de esto impidió al papa Francisco destacar su misión en las
periferias de las ciudades y pedir que sea modelo de santidad (Página/12 ,5/9/16).
Pero
eso no es lo peor (cada uno puede armar modelos a su antojo, o buscarlos a su
semejanza). Lo peor es esto: según Francisco, la Madre Teresahizo sentir su voz
ante los poderosos de la Tierra para que reconocieran sus culpas ante los
crímenes de la pobreza creada por ellos mismos (El País, 4/9/16).
Whaaat???!!! En
un principio no sabía qué decir, pero luego, cuando –después de un cierto
escándalo– las categorías de estupidez (Jesús Silva-Herzog Márquez) e imbecilidad (Javier
Sicilia) entraron con vigor al mainstream del análisis político, me dieron
ganas de decir esto y lo digo: lo dicho por el Papa es lo más estúpido que
hemos escuchado de él hasta ahora (Ipse dixit).
Si
algo se puede decir de la Madre Teresa es que fue ¡exactamente al revés!: su
voz y su misión eran constantemente alquiladas e
instrumentalizadas por los poderosos de la Tierra para sus propios fines.
Si había en ella alguna consistencia, era la consistencia con que apoyó los
intereses de los de arriba contra los intereses de los desposeídos.
Vijay
Prashad, historiador nacido en Calcuta: Su trabajo era parte de una
empresa global para aliviar el sentido burgués de culpa, no un desafío real a
fuerzas que producen y mantienen la pobreza. (Australian Marxist Review, no.
40, 8/98).
Por
si fuera poco, Francisco –un personaje por otra parte muy inteligente y astuto–
no sólo dijo una estupidez (algo absurdo que no tiene sustento en la
realidad), sino también nos tomó a todos por tontos (¡sic!), asumiendo tal vez
que en medio de una generalizada franciscomanía tragaríamos todo.
A
menudo, pensando en cualidades manipuladoras de la religión hablamos
del opio del pueblo (Marx). Temo que ni con esto alcanza: aquí
Francisco se fue hasta el final, reduciéndola al nivel del atole con
el dedo, y el acto de canonización a una burda herramienta de manipular y
atontar. Todo esto es de mayor significancia para la política: aquí no solo
habla el Papa, sino también el político progresista que –según
algunos– lidera la lucha contra la pobreza, la desigualdad e incluso el
capitalismo mismo.
Así
que –para asegurarme– quisiera preguntar: ¿a quién exactamente la Madre Teresa forzó
a reconocer su culpa por la pobreza? ¿A su amigo Duvalier (que huyó a la Costa
Azul francesa con maletas llenas de billetes, dejando el país saqueado)? ¿A su
amigo Reagan (a quien bendecía cuando él diseminaba por el mundo el
neoliberalismo a.k.a. la doctrina de los ricos y mientras sus
marionetas masacraban a pobres y a católicos-revolucionarios en Centroamérica)?
¿A Thatcher? ¿A la princesa Diana y al príncipe Carlos (cuyo divorcio avaló,
mientras al pueblo de Irlanda le urgía que votara para mantener su prohibición
en un referendo)? ¿Tal vez a Keating (que estafó a cientos de personas y a
quien defendía ante el fiscal sin devolver siquiera un centavo de lo que
recibió de él)? ¿O a los ejecutivos de la trasnacional Union Carbide (cuya
codicia explotó en Bhopal y a quienes absolvió diciendo a las
víctimas que perdonen, en vez de buscar justicia)? Todo eso y más quisiera
preguntar, pero estoy tan decepcionado que ya no me da para hacerlo.
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