sábado, 8 de septiembre de 2018

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OREMOS POR TODAS LAS ACTIVIDADES DE SEPTIEMBRE Y POR LOS HERMANOS/AS ENFERMOS

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 11 de septiembre, 19 hrs.
Modera: D.I. electo Mauricio Magallanes

Llamamiento: Salmo 120
Oración de ofrecimiento
Himno: “Santo Espíritu, dirige” (272)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica: Daniel 3.19-30
Tema: Dios libra a Daniel y sus compañeros
Himno: “Fija tus ojos en Cristo” (588)
Ofertorio
Bendición pastoral

CONDENA DE LOS AMIGOS DE DANIEL
José Héctor Lüdy

N
abucodonosor entiende la respuesta de los jóvenes judíos como un desafío y hace uso de todo su poder para ejecutar a los jóvenes: el horno es encendido al máximo de su capacidad, los jóvenes son atados por los hombres más fuertes del ejército imperial y son arrojados al horno con todas sus ropas para que de ninguna manera puedan escapar a las llamas. Los jóvenes "fuertemente atados" recuerdan la imagen sacrificial del culto judío {véase Gn 22.9). Sorprendentemente los ejecutores del castigo ordenado por el rey son los primeros en experimentar el poder del horno.
Con este hecho el autor del relato anuncia anticipadamente el cambio de suerte de los jóvenes judíos. La salvación de Dios comienza a hacerse presente en el castigo de los que arrojaron a los jóvenes al horno. […]
El rey ve un cuarto hombre que tiene aspecto de un dios (literalmente: "un hijo de los dioses"). Para Daniel, el rey padecía una ceguera especial al no reconocer los límites de su poder. Sólo la revelación de Dios descubre al poderoso sus límites. Al rey se le revela que el poder de Dios es infinitamente superior al poder humano. ”¿No arrojamos nosotros a tres hombres atados...? yo veo cuatro”. El poder de Dios es de un orden diferente: tiene capacidad para librar de la muerte, para dar la vida y para intervenir en la historia en favor de sus fieles. […]
Probablemente el libro de Daniel quiera esta ambivalencia: el hijo de los dioses en boca del rey pagano es para la piedad judía un ángel; con esto prepara la sección apocalíptica. […]
La expresión: “No hay otro Dios que pueda salvar como éste”, que el autor pone en boca de Nabucodonosor, constituye para los judíos, aunque no para el rey pagano, el reconocimiento del monoteísmo. Concluye el episodio relatando que el rey dio nuevamente autoridad a los jóvenes sobre la provincia de Babilonia. Literalmente hizo prosperar es comprendido por los comentaristas judíos como una confirmación en sus cargos y un ascenso en su rango. La enseñanza del capítulo es clara. El hombre, aún el más poderoso de la tierra, no es Dios ni puede pretender un reconocimiento divino.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

15 – Noche Mexicana
23 – Taller bíblico-doctrinal

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