OREMOS POR LAS
ACTIVIDADES PLANIFICADAS PARA EL MES DE OCTUBRE
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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 2 de octubre, 19
hrs.
Modera: Hna. Ruth Carrillo A.
Llamamiento: Salmo
124
Oración de ofrecimiento
Himno: “Cual mi maestro” (542)
Círculo de oración y
testimonios
Lectura bíblica: Daniel
5.1-17
Tema: La fiesta de Belsasar
Himno: “Hay quien vele mis pisadas”
(354)
Ofertorio
Bendición pastoral
EL BANQUETE
José Héctor Lüdy
A
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l gran banquete organizado por el rey
(véase en Est 1,5-8 una descripción de este tipo de banquete real) han sido
invitados mil dignatarios del reino; este número de convidados hay que
entenderlo como referencia a una idea de plenitud. El relato destaca el papel
del vino en el comportamiento de Baltasar: en la fiesta lo bebe delante de
todos los dignatarios invitados, bajo su influjo hace traer los vasos sagrados
del templo de Jerusalén y luego bebe en ellos, junto con sus invitados,
alabando a los dioses paganos (sobre el uso y los efectos del vino véase Prov
20,1; 23,20-21.29-35; Eclo 34,25-31). Destaca el relato que por orden del rey
se traen los vasos sagrados, que son profanados y puestos al servicio de los
ídolos, y que con este gesto se consuma el desprecio del Dios altísimo.
El relato
insiste reiteradamente en la relación padre-hijo entre Nabucodonosor y
Baltasar, en el transporte de los utensilios del templo por parte de
Nabucodonosor y en el uso sacrílego que hace de ellos "su hijo". Se
trata de un artificio literario: Baltasar nunca fue rey, sino sólo gobernador
de Babilonia en ausencia de su padre Nabonido y éste fue el cuarto sucesor de
Nabucodonosor II al frente del imperio neobabilonio, después de Amel Marduk,
Neriglisar y Labashi Marduk. Quizás detrás de esta insistencia en la relación entre
padre e hijo y en el tema de los objetos sagrados el libro de Daniel haga una
referencia implícita a la relación entre Antíoco III, el rey seléucida que
había saqueado el santuario del dios Bel en Elam y fue linchado por la
población en el año 187 a.C. y Antíoco IV Epífanes, que saqueó el templo de
Jerusalén en el 169 a.C.
La orgullosa
conducta del rey, transformada en ofensa del Altísimo, exige la respuesta
inmediata de Dios. La iniquidad cometida suscita la intervención divina. Como
en el capítulo cuarto con Nabucodonosor, la respuesta divina a la soberbia del
rey no se hace esperar: en ese mismo momento, mientras el rey Baltasar festeja
y usa sacrílegamente los vasos sagrados, ve cómo se decreta el fin de su
fiesta, anticipo del fin de su imperio.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
7 – Santa Cena / Reunión de Consistorio
21 – Culto de Evangelización
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