LAS DISCÍPULAS DE JESÚS (XV)
Ana María Tepedino
Consecuencias para el movimiento de Jesús y la iglesia
naciente
A través de
todas estas lecturas, descubrimos que el
sexismo de la Sagrada Escritura no es inherente al mensaje. Ponen de manifiesto
que la revelación bíblica asumió la forma y se expresó mediante estructuras y
expresiones androcéntricas y patriarcales. Pero el Dios que revela Jesucristo
es un Dios liberador, aspecto que queda desvelado por su comportamiento. La
forma de relacionarse Jesús, revelando la igual dignidad de todos los seres
humanos llamados a una idéntica vocación de hijos de Dios no podía dejar de
sacudir todas las segregaciones vividas en Palestina.
Dios no puede
soportar la opresión, la minusvaloración, la marginación y la segregación de
ninguno de sus hijos. Ante él, todos son iguales. Esa experiencia de igualdad
que vivieron las personas con Jesús se cifrará en la fórmula que San Pablo
expresa en Gal 3.28: “Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón y
hembra, pues ustedes hacen todos uno, mediante el Mesías Jesús”. En el mundo de
Dios, los hombres y las mujeres dejan de estar en las relaciones de dominación
y dependencia patriarcales para ser personas que viven en presencia del Dios
vivo.
Si para Dios
existe esta igualdad, esa misma debería existir en la comunidad que quiere ser
su anunciadora, que debería ser una comunidad sin opresiones ni marginaciones.
En realidad, así
parece haber ocurrido en la iglesia naciente, como nos revela Hch 1.14-15,
narrando la experiencia de la primera asamblea cristiana en Pentecostés, en la
que todos, hombres y mujeres, reciben el bautismo del Espíritu.
También en Hch
8.12, se comprueba que el rito de iniciación cristiana es tanto para hombres
como para mujeres, difiriendo del judaísmo, como vimos antes, en el que la
circuncisión estaba reservada a los varones.
Por tanto, en la
primera fase de la actividad misionera de la comunidad recién formada, dentro
de la esfera cultural grecorromana, la concepción del ministerio como servicio
no está restringida a un solo sexo. La difusión del mensaje es tan importante
que toda ayuda es bienvenida (cf. Hch 2.17-18, en donde se muestra de manera
explícita que “sus hijos e hijas…, mis siervos y siervas… profetizarán”). Es
interesante señalar que incluso cambia el lenguaje: No se utiliza “hombres” en
el sentido genérico en el que lo emplean los evangelios, sino “hombres y
mujeres” (cf. Hch 1.14; 5.14; 8.3.12).
En realidad, los
textos nos muestran que, en la iglesia primitiva, hombres y mujeres «han
trabajado tanto por el Señor» (cf. Rm 16.6, 12), así como «luchando» lado a
lado para colaborar en la construcción del Reino (cf. Fil 4.2-3).
Tenemos
testimonios que acreditan que las mujeres desempeñaban funciones de liderazgo
(cf. Rm 16.7: Junia, a quien Pablo llama “apóstol”; Rm 16.1-3: Febe, llamada diakonos y prostatis, o coordinadora, títulos que Pablo atribuye a Apolo y a
sí mismo: cf. 1 Cor 3.5-9). Ejercieron funciones misioneras de acuerdo con el
precepto de Lucas de ir de dos en dos a anunciar, como Prisca y Áquila (cf. 1
Cor 16.19 y Rm 16.5). Prisca y Aquila participaron en la misión entre los
gentiles junto con Pablo, Bernabé, Timoteo y Apolo. Prisca aparece mencionada
cuatro veces delante de su marido, lo que atestigua su liderazgo. Pablo llama
al matrimonio cooperadores. Su casa era un centro misionero en Corinto (1 Cor
16.19), Efeso (Hch 18.18), Roma (Rm 16.5).
Además de éstas,
aparecen mencionadas mujeres que eran jefas de iglesias domésticas, como Lidia
de Tiatira (cf. Hch 1.4), Ninfa de Laodicea (cf. Col 4.15), Cloe (cf. 1 Cor 1.11).
Por estos
detalles descubrimos que, en la iglesia naciente, seguía vigente la situación
igualitaria inaugurada por Jesús. Pero el proceso de adaptación cultural, el
retraso de la Parusía y la institucionalización eclesial limitaron el papel y
la influencia de las mujeres. En el siglo II, la situación era ya diferente.
No obstante, el
redescubrimiento de lo que ellas hicieron sirve para estimular a las mujeres en
la lucha contra cualquier tipo de opresión: pobreza, machismo o estereotipo. El
texto bíblico es fuerza de salvación. Por eso, es preciso redescubrir y
proclamar lo que tiene de liberador.
La lucha de la
mujer para conseguir un puesto de compañera, hombro con hombro con el hombre,
no puede desarrollarse ya en situación de inferioridad y de sometimiento, sino
que tiene fundamento y legitimidad teológicos. Podemos interpretar la praxis de
Jesús, en la que imperaba la igualdad entre hombre y mujer. Con Jesús, la mujer
se redescubre cara a cara como compañera del hombre, en cuanto a su dignidad de
ser, su actuar con él en pie de igualdad, a imagen de Dios.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer
Todos están
llamados a ser lo que son en realidad. Los discípulos son bienaventurados por el lIamamiento de Jesús que han
seguido. El pueblo es bienaventurado por la promesa de Dios que le ha sido
concedida. Pero ¿conseguirá el pueblo de Dios la promesa por la fe en
Jesucristo, o se apartará de Cristo y de su comunidad mostrándose incrédulo?
Este es el problema. «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos». Los discípulos carecen absolutamente de todo. Son
“pobres” (Lc 6.20). Sin seguridad, sin posesiones que puedan considerar como
propias, sin un trozo de tierra a la que puedan llamar su patria, sin una comunidad
terrena a la que puedan pertenecer plenamente. Pero también sin fuerza,
experiencia, conocimientos espirituales propios a los que puedan invocar y con
los que puedan consolarse. Por amor a él lo han perdido todo.
Al seguirle, se
han perdido incluso a sí mismos y, con esto, todo lo que aún podía
enriquecerles. Ahora son pobres, tan inexperimentados, tan imprudentes, que no
pueden poner su esperanza más que en el que los ha llamado. Jesús conoce
también a otros, los representantes y predicadores de la religión popular, los
poderosos llenos de prestigio, firmemente asentados en la tierra e
indisolublemente enraizados en las costumbres, el espíritu de la época y la
piedad popular. Pero no es a ellos, sino sólo a sus discípulos a quienes dice:
Bienaventurados, porque vuestro es el reino de los cielos. Sobre ellos, que por
amor a Jesús viven en renuncia y pobreza, irrumpe el reino de los cielos. En
medio de la pobreza se han hecho herederos del Reino. Tienen su tesoro muy
oculto, en la cruz. Se les promete el reino de los cielos en su gloria visible,
y también se les regala ahora en la pobreza perfecta de la cruz.
La
bienaventuranza de Jesús se distingue perfectamente de su caricatura, figurada
por los programas político-sociales. También el anticristo proclama
bienaventurados a los pobres, pero no por amor a la cruz, en la que toda
pobreza es feliz, sino por la renuncia de la cruz a través de una ideología
político-social. Puede lIamar cristiana a esta ideología, pero al hacerlo se
convierte en enemigo de Cristo.
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ESTUDIANTES DE LA ESCUELA GEG ANTE LAS
INJUSTICIAS CONTEXTUALES
Phil Tanis
“Las
personas migrantes fueron bienvenidas en ese lugar, así como Jesús
hubiese sido bienvenido”, dijo Manasseh Musa, un estudiante de la Escuela GEG,
de Nigeria, mientras visitaba Casa Mambré, un centro para inmigrantes en la
Ciudad de México.
“Nos ayudó a
abrir los ojos el ver un espacio donde todas las personas tienen su sitio, un
lugar para el alivio de todas las personas que enfrentan desafíos económicos y
políticos, promoviendo la solidaridad unos con otros”, dijo Musa.
El 20 de agosto,
los y las participantes de la Escuela GEG fueron invitados a visitar diversos
centros para personas indígenas (Centro Nacional de Ayuda a las Misiones
Indígenas A.C. (CENAMI)) y para personas migrantes (Casa Mambré), ambos en la
Ciudad de México.
Estas visitas de
contacto con la realidad ofrecieron conocimiento de primera mano sobre las
injusticias económicas y políticas y los desafíos que enfrentan las comunidades
indígenas y las personas migrantes en México, lo que posibilita a los y las
estudiantes comprender mejor el contexto local en torno al cual se desarrolla
la Escuela GEG.
Durante la
visita a Casa Mambré, los y las participantes tuvieron ocasión de discernir
cómo la migración responde a una variedad de factores económicos,
sociopolíticos, culturales y ambientales. La visita proporcionó a los y las
participantes una visión de los complejos procesos migratorios a grandes
ciudades como la Ciudad de México.
Casa Mambré ha
brindado servicios médicos, psicológicos y de asesoramiento a personas
migrantes desde 2013. Los y las participantes de la Escuela GEG se reunieron
con miembros de la comunidad migrante, los escucharon y conocieron las razones
económicas y políticas que llevaron a su decisión de migrar.
“Estaba
realmente intrigada por el culto que está teniendo lugar allí para la comunidad
LGBTQ”, dijo Alana Martin, una participante de Canadá. “Me hizo pensar en
cuántas personas emigran a causa de su identidad de género. Las razones para
migrar son muy variables, pero en ese espacio se ponía énfasis en su bienestar;
nadie estaba allí para emitir juicio sobre las otras personas”.
En el centro
para los pueblos indígenas, los y las participantes se reunieron con José Luis
Sánchez García, secretario de CENAMI, quien brindó información sobre la tarea
cincuentenaria de la organización. Informó a los y las participantes de la
Escuela GEG acerca del aumento de las dificultades económicas que enfrentan los
pueblos indígenas en México, una de las poblaciones indígenas más grandes y
diversas de América Latina.
“Un pozo
petrolero vale hoy más que las vidas de las personas indígenas”, dijo. “Para
extraer petróleo, el gobierno simplemente desplazará a las comunidades
indígenas. Buscamos ayudar a estas personas tratando de encontrar lagunas en
las leyes existentes en el país”.
La visita a
CENAMI ofreció a los y las participantes un entendimiento de la historia de la
comunidad indígena en México y cómo la colonización ha moldeado y definido su
cultura actual y sus desafíos económicos.
“Si buscamos la
economía de la vida, la importancia de que hayamos visitado CENAMI es
sintonizar con las realidades de las que provienen nuestros hermanos y nuestras
hermanas de diversos orígenes”, dijo Pearce Robinson, participante del Reino
Unido. “Es necesario adquirir esta experiencia personal, y sentarnos con las
personas y descubrir cómo la injusticia económica les afecta y cómo podemos
trabajar con ellos y ellas hacia una economía de la vida”.
La Escuela GEG
es una iniciativa conjunta del Consejo para la Misión Mundial, la Comunión
Mundial de Iglesias Reformadas y el Consejo Mundial de Iglesias.
www.wcrc.ch, 31 de agosto de 2018
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