domingo, 30 de septiembre de 2018

Ser verdaderamente libres gracias al amor de Dios, A.I. Ricardo Ruiz O.

30 de septiembre de 2018


Galacia, era a mediados del siglo I d.C., una provincia romana situada en la región central de Asia Menor, hoy parte de la actual Turquía, en esta porción de la carta encontramos que los cristianos eran de origen pagano, no judíos y los maestros advenedizos trataban de obligar a los gálatas a someterse a la ley de Moisés y de manera especial a aceptar la circuncisión.          Pablo comprendiendo que esto ponía en juego el reconocimiento del valor de la obra salvífica de Jesucristo con la que se superaba la ley de Moisés advierte a los gálatas sobre las consecuencias de su actitud insistiéndoles en el hecho de que sean libres.     
La libertad es uno de los derechos humanos mas defendidos y apreciados en nuestras sociedades, muchas personas no vienen al evangelio, no reciben a cristo como señor y salvador por temor a perder su libertad, por miedo a volverse esclavos de la religión del no, una religión de prohibiciones;  porque muchos cristianos queriendo echarle una manita a Dios inmediatamente le dan una gran lista de prohibiciones: ahora que eres cristiano no puedes tomar ni drogarte, no puedes fumar, no puedes  bailar, no puedes oír música, no puedes ir a la playa, no puedes ver futbol, no puedes ir al estadio, no puedes maquillarte, no puedes usar ropa ajustada ni escotes, no dejamos que el Espíritu que es el que transforma vidas haga su obra en su tiempo, de ahí que tienen la idea de que volverse cristiano es volverse aburrido, volverse ermitaño, pues les han predicado un evangelio de prohibiciones y no un evangelio de libertad.
Y no es que exista un evangelio de prohibiciones, sino que es el evangelio que muchas iglesias predican erróneamente.    Cristo nos hace libres, pero lastimosamente debemos reconocer que muchos cristianos nos ocupamos de volver a esclavizar a las personas con nuestras leyes humanas, con las cargas que nosotros no podemos llevar (Luc 11:46) o predicamos el evangelio de la recompensa, mira si tu le confiesas a Dios que eres pecador, te arrepientes y   lo aceptas como Salvador Él te va a cambiar la vida, te va a llenar de bendiciones materiales, te va a dar un buen trabajo, te va a sanar de tu enfermedad.
Versículo 1:  Pablo expone categóricamente que Cristo nos dio libertad para que la disfrutemos, para que nos gocemos en ella y la conservemos y no para que volvamos al pasado para estar sometidos al yugo de la esclavitud de la ley,  y es que en la reciente comunidad cristiana creada de los gálatas había personas que insistían en volver aceptar de buen grado algunas de las prescripciones de la Ley Judía, entre ellas el rito de la circuncisión.                                                         Por medio de este ritual estos varones judíos pretendían destacar su condición de descendientes de Abraham.     Por lo tanto, imaginaban que a través de dicho ritual conseguían identidad y pertenencia.    
Pablo teme que la práctica de una de las obras de la Ley desemboque finalmente en un sometimiento a toda ella.   Y él mejor que nadie sabe cuán peligroso es volverse esclavo de la Ley creyendo que ella es capaz de justificar y salvar.     Él sabe cuán seductor puede llegar a ser el marco regulatorio que da la ley puesto que a su luz todo se define claramente: el que cumple es justo, el que no es un pecador.    Pero también Pablo sabe cuán esclava puede volverse una persona de sus logros o de sus fracasos en su intento de ser aprobado justificado por las obras de la ley.    Por eso insiste en que los cristianos valoren y no pierdan aquella libertad que han recibido por medio de Cristo.
Si el mundo conceptualiza que para que haya libertad primeramente se tiene que estar prisionero, esclavo, encarcelado o sujeto a una condena entonces el mundo esta siego, muerto en pecado no ve su pecado porque no tiene el Espíritu y piensa que vive en libertad porque puede hacer lo que le venga en gana,  por más leyes que se añadan a las actuales seguirá batiéndose en la inmundicia del pecado.
¿En qué momento nace la libertad? ¿En qué momento Dios da origen a la libertad en la creación?¿de qué? o de ¿Quiénes nos liberó, nos libera y habrá de liberarnos?
Primeramente, debemos hacer una diferenciación del pensamiento mundano materialista el de la carne el que solamente cree en lo que puede ver, en lo que puede tocar, escuchar y comprobar su existencia con base en lo que pueden percibir sus sentidos todo aquello que le produce placer y le satisface “la vida es corta y hay que vivirla, no hay más” y esto indudablemente es el resultado de la caída del hombre en la creación.    Mientras que el pensamiento cristiano espiritual, el de hombres y mujeres de fe que se han reconciliado con Dios, sin dejar a un lado su cuerpo material se sujetan gozosamente a la voluntad de su creador, aun cuando su parte física no quiera hacerlo porque está muerta en el pecado y constantemente se rebela resistiéndose a la gracia de Dios y persiste en ser sujeta a su ira condenatoria. (Rom-7:9-10)
¿Por qué el cristianismo sitúa en el origen del ser humano un acto de inteligencia y de libertad?  El objeto de Dios en la creación fue manifestar su propia gloria, principalmente en el hombre y la mujer hechos a imagen y semejanza suya inteligentes y libres los doto de libre albedrio lo cual significa de voluntad para tomar sus propias decisiones y les dio un espacio lleno de todo lo necesario para cubrir sus necesidades y vivir en plenitud conviviendo con todas las demás especies creadas para que se señoreara sobre ellas y sobre toda la tierra, esta etapa se le denomina la 1ª dispensación o estado de la inocencia, pero el hombre carece en estos momentos del conocimiento de que el orden establecido por Dios en todo el universo está concatenado integralmente como ecosistema a los siclos del agua, del carbón e inclusive al hombre mismo y que con la caída, su desobediencia lo llenaría de soberbia y vanagloria y que por su insensatez  rompería la armonía y el orden de la creación al tratar de imponer su voluntad y su propia ciencia humana a la de Dios.
Hoy en día nos pasa algo muy semejante, Dios nos mueve a abrir una iglesia local en esta comunidad y muy poco cumplimos el propósito de ser luz de ser sal en este lugar y traer los frutos que el demanda, estamos pretendiendo crecer enormemente en el conocimiento de Dios y estamos tan ocupados en esto que descuidamos el propósito de Dios para hacer crecer su evangelio en este lugar y no es que lo estemos haciendo dolosamente, ¡no! ciertamente hemos caído en una etapa de confort que debemos dejar y aplicarnos a traer esas nuevas almas que seguramente el Espíritu ya tiene preparadas,  pero como van a creer si no les hablamos. Hoy no estamos en la 1ª dispensación y mucho menos ignoramos que estamos en la gracia alcanzada por Cristo, sabemos perfectamente lo que Jesucristo espera de nosotros, no hay pretexto.   De manera hermanos que si nuestra fe está en la gracia y creemos en la elección Dios ya tiene a sus elegidos solo tenemos que hablarles.
Han tenido que pasar miles de años para que la ciencia pueda desentrañar y entender un poco más de nuestro origen y esto visto a los ojos del mundo a reforzado la idea de que la teoría creacionista es mera fantasía y puede parecer como que el hombre no era libre puesto que estaba sujeto a la prohibición que le había dado Dios de comer de ese árbol debiendo obediencia a este mandato,    malinterpretando el libre albedrio (facultad constitucional e inalienable del alma humana, por la que este ejerce sus voliciones según lo que le place en cada caso) y esto es inviolable, absoluto, sacrosanto porque Dios lo dio al Hombre y a la mujer para sojuzgar la tierra.    Una voluntad libre es enteramente esencial para el libre albedrio y nosotros la poseemos pues de otra manera no seriamos responsables de lo que hacemos.
Y la confundimos con la libertad Cristiana, la cual  es diferente porque incluye dos cosas:  una condición espiritual interna por la cual el hombre tiene el poder necesario por medio de la gracia divina, para desear y querer conforme a la voluntad de Dios y segundo unas relaciones tales para con Dios, que la persona es libertada de los motivos del temor que antes le constreñían, quedando bajo impulsos nobles del amor y de la esperanza,   incluyendo también el cambio de naturaleza efectuado por el Espíritu Santo regenerando nuestra vida en el proceso de santificación, pero nuestros primeros padres decidieron mal escogieron el libertinaje, que se define en este caso como el abuso de la libertad otorgada,  y en que el sujeto no asume las consecuencias de sus propios actos
Libertinaje viene de libertino, que deriva del latín libertinus, que se refiere al individuo que trasgrede sin control ni obstáculos las normas hechas para su beneficio.  El libertinaje consistió nada más y nada menos en que Adán y Eva no estimaron que su derecho a hacer su voluntad terminaba donde empezaba la libertad del dueño y creador del huerto donde fueron puestos. 
Por consiguiente, en el conocimiento de mi existir no puede haber sino un acto de inteligencia y de elección: yo era conocido antes de existir y he sido elegido entre infinitos seres posibles. Hasta ahí llega la razón. Y, en profunda sintonía con sus exigencias explicativas, la fe cristiana enseña que cada persona humana es creada por Dios.   Más aún, y con mayor precisión, que el espíritu hu­mano sólo puede ser originado, de forma directa e inmediata, por el propio Dios.
Porque el núcleo sustancial de la persona lo constituye el alma espiritual.      Por lo tanto, y concluyendo con palabras más sencillas: ninguno de nosotros existe por azar o por necesidad, sino que ha sido querido y escogido por Dios mismo. “Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamo desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria” (Is. 49:1)              
“Antes de que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones” (Jer. 1:5)
Puesto que toda persona debe su ser a un acto de libertad divina, la libertad humana se sitúa desde su inicio en el seno de una relación: la que media entre el amor de Dios y la persona humana el individuo como tal tiene un valor infinito, y, por ser principio y término del amor de Dios, está destinado a tener una relación absoluta con Dios como espíritu.   Por eso cuando se predica el evangelio puro de la salvación, las personas son tocadas por el Espíritu Santo, cristo entra en el corazón de la persona, lo libera de sus pecados, le da libertad de condenación, le da libertad de las obras de la Ley.  Y entonces ¿cuál debe ser nuestro parámetro de la libertad que cristo nos ha otorgado?
Primeramente, debemos discernir que ninguna norma o ley puede cambiar la naturaleza pecaminosa del ser humano (Rom. 7:5-25)
Segundo debemos comprender que el cristianismo no es de prohibiciones sino de decisiones tomadas con la libertad que nos dio el sacrificio de Jesús por amor y sus enseñanzas en la Escritura (1 Cor. 10:23)
La única forma de cambiar nuestra vida no es por medio de leyes humanas sino por medio de la libertad que Cristo nos ha dado para hacer lo correcto guiados por su Espíritu “todo nos es licito”, y licito significa permitido, es decir que pablo nos está diciendo: todo te es permitido, el ser cristiano no es una religiosidad llena de prohibiciones, no es un listado de cosas no permitidas; el cristianismo es la libertad de elegir lo que es conveniente para nuestra vida, para nuestra familia, para nuestro diario vivir en testimonio para los que nos rodean comprendiendo que la libertad no significa libertinaje (jud. 1:4) ser salvo y tener seguridad de nuestra salvación no significa que podemos vivir en libertinaje, usando la gracia de Dios como excusa para pecar, libertinaje no es libertad sino esclavitud.        
Tercero teniendo claro que la conciencia es el termómetro de nuestra libertad (Rom. 14:22-23) hay muchos temas que nos pueden parecer no sencillos de determinar si son pecado o no, pero la presencia del Espíritu Santo en nosotros le ha dado vida nueva a nuestra conciencia con el discernimiento del bien y del mal.   Si lo que yo hago mi conciencia que ya no está cauterizada ni insensible, sino viva y limpia por el Espíritu Santo y me dice que lo que estoy haciendo no está bien, no debo hacerlo, pues si lo sigo haciendo estoy pecando, pero debo ocuparme no solo por mi conciencia sino por la conciencia de mi prójimo (1 corintios 8:9-13)  si lo que hago no me afecta a mí pero afecta a mi prójimo no debo hacerlo, pues estamos para edificar al prójimo no para hacerlo caer.
Y la pregunta más grande que debemos hacernos: ¿Lo que hago le da gloria a Dios o no? Si sé que alguien me ve saliendo borracho de un antro de mala muerte y se sentirá ofendido o motivado a volver al mundo que ahora intenta dejar pensando que el cristianismo es solo hipocresía no debo hacerlo (1 Cor, 10:27-29) y finalmente el amor con el que Jesucristo me liberto me tiene que motivar a hacer todo para la gloria del señor (1 Cor. 10:31-33)
Versículo 2-6   Ahora el Apóstol añade nuevos argumentos que les dice a los creyentes de Galacia que no piensen que las exigencias de la ley pueden ser satisfechas mediante el solo cumplimiento simbólico de la circuncisión; sino que deben dar cumplimiento a todas las exigencias de la ley.   Y que además de estar confrontando la ley con la gracia Pablo resalta que lo mas grave de su error al confiar en el cumplimiento de la ley es que están haciendo inútil el sacrificio que por amor realizo Jesucristo para llenarnos de gracia y justificarnos ante el Padre, despreciando la bendición de la vida en el Espíritu al que han sido llamados, ya que Cristo promete la salvación a los que depositan su confianza en Él, pero rechaza a los que negando su obra salvífica pretenden que Dios les acepte mediante la circuncisión o alguna otro mandamiento de la ley.
Actualmente, en nuestras sociedades posmodernas el problema de como entendemos la libertad radica en la interpretación y dirección hacia la cual está orientada y en el uso que se hace de la misma.     La sociedad de consumo y poder necesita hacer desaparecer cualquier tipo de límite a fin de que todas las personas eviten descartar un permanente estado de alerta para evitar comprar lo que en realidad les es necesario, y se doblegue ante las nuevas promociones y ofertas.     Para ello exacerba el principio del placer por sobre el de la realidad.  Lo importante es lo que quiero lograr sin importar como, y obtener lo que desee por encima de lo que me es necesario y de lo que me es posible obtener.  
En ese marco, las reglas se hacen difusas y desaparecen todos los límites; todos deben ser libres a la hora de consumir y conseguir lo que quieren a costa de lo que sea. ¿Cómo? la mercadotecnia moderna apoyada por la tecnología de punta nos envuelve con autos, tarjetas de crédito que son otorgadas sin comprobantes de ingresos, ofertas de compra a meses sin intereses, aunque rebasen nuestra capacidad de crédito, y ni que decir de los celulares y tabletas, es increíble como la mano invisible del mercado nos seduce a través de la publicidad, para que seamos aprobados o desaprobados si portamos determinadas marcas de ropa, perfume, celulares o tomemos determinadas marcas de cerveza o wiski y por otro lado la economía aparentemente lo prohíbe pero se incursiona en nuestra conciencia para hacernos creer que somos totalmente culpables porque con plena libertad lo adquirimos.
Pero lo importante es cómo repercute esta supuesta libertad en nuestra sociedad, cuando a través de los medios de comunicación nos manipulan ordenando a todos consumir lo que no necesitamos, aunque la mayoría no lo tenga al alcance de su economía, y una vez apareciendo las presiones para cubrir estos pagos se traducen en invitaciones a delinquir para lograrlo.     Este mundo ofrece el banquete de la codicia a todos, pero cierra la puerta en las narices de muchos, es a la vez igualador y desigual: igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en las oportunidades que brinda para ser solvente.    Y cuando enfrentamos la cruda realidad resulta que cada uno es culpable de sus éxitos o fracasos, ahora las causas no son externas, sino que salen del interior del hombre.   Esta es la razón por la que se ha incrementado grandemente la depresión que muchas personas sufren y otras que llegan hasta el suicidio o por lo menos han experimentado un infarto y no se explican cómo fueron a caer en esa situación de endeudamiento.
La libertad que ofrece la sociedad mercantil, de consumo y rendimiento es una libertad direccionada hacia el lado de la muerte, aunque sea presentada llena de vida.   Es una libertad que no solo se deriva hacia conductas destructivas sino también auto destructivas.     Es una opresión disfrazada de libertad.     Por eso resulta tan pertinente y relevante el anuncio y la exhortación del Apóstol Pablo: Cristo nos dio libertad para que seamos libres, pero no usen esa libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor” (Gál. 5:1,13)
Para Martín Lutero, la libertad cristiana es un regalo de Dios.   En la Cruz, Cristo cargó con todas las cadenas y opresiones y nos liberó de todas ellas.   La libertad es la gracia que nos da Jesucristo para ponerla al servicio del Reino de Dios.     Ya no somos libres para vivir para nosotros mismos egoístamente, sino que hemos sido liberados para vivir unos para otros y servir a Dios en la construcción de su Reino, porque esta es la forma de vida que más nos conviene a todos, en igualdad, en equidad y en justicia.  
Es una libertad que a diferencia de la libertad del mercado no nos aísla y nos oprime como individuos, sino que nos convierte en parte de una comunidad de amor que sirve con fidelidad a su Dios y a su prójimo.   Es una libertad que genera satisfacciones y no solo exigencias, porque se trata de la libertad que nos lleva a dar de aquello que somos y no la exigencia disfrazada de libertad;  Es una libertad que nos viene de Dios y al mismo tiempo nos humaniza para amarnos unos a otros. 
En contraste con la vana esperanza de la justificación por medio de la ley, los que creemos en Cristo estamos capacitados por el Espíritu, mediante la fe, a confiar en la esperanza de la justificación que es la confianza en el veredicto favorable en el juicio final.   Ésta es una esperanza segura.   En realidad, la circuncisión o la incircuncisión carecen de validez para los cristianos, lo importante es la fe que obra por el amor, porque los frutos del Espíritu son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gal.5:22)
Versículos 7-8: Aquí el apóstol emplea la metáfora del atleta para ilustrar el progreso espiritual de los gálatas, tal como había hecho con su propio servicio apostólico desde que los vio por última vez hasta que se enteró de lo que sucedía con los agitadores judaizantes, no puede creer que después de observar la firmeza y el progreso que mostraban según los informes alentadores que había recibido.      Por eso le sorprende que se hubieran desviado tan rápidamente de "Obedecer a la verdad" refiriéndose al evangelio (Gal. 2:5,14). La persuasión a la desobediencia y a la desunión no procede de Dios, sino de los que ponen obstáculos guiados por el maligno.

Versículo 9: Este es un dicho proverbial utilizado por Pablo está pensando en el legalismo que no tiene derecho a invadir la comunidad cristiana.    Usa, pues, la levadura como símbolo del mal y de las influencias perniciosas en relación con los judaizantes que estaban estorbando la obra.     El Señor Jesucristo mismo advirtió a sus discípulos de la levadura de los fariseos, como vemos en (Mateo 16:6) Y creemos que nosotros debemos ser advertidos o prevenidos en la actualidad contra la levadura del legalismo, que es muy perjudicial.  
El legalismo dice que cuando Cristo murió en la cruz por usted y por mi hace más de dos mil años,   Él no nos dio una salvación completa y entonces tenemos que pasar por otros ritos como: la circuncisión, el bautismo o métodos de vida o experiencias para recibir lo que nos falta.  Pero la Escritura nos enseña que cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro salvador hemos recibido la seguridad de la salvación.   Ahora bien, puede ser que tengamos experiencias espirituales después de haber sido salvos, pero ellas no añaden nada a nuestra salvación.      

Quizá hemos observado a un panadero cómo hace un pan y cómo antes de introducirlo en el horno, deja la masa afuera un rato para que se levante.     Luego la toma y la pone en el horno, pero ya tiene la levadura;   después saca las hogazas de pan y uno la prueba y entonces es evidente que al tener la levadura, el pan tiene un sabor y aspecto mejor.    Pues bien, hoy en día podemos apreciar en consecuencia, que hay una influencia muy marcada en poner mucha levadura en el evangelio para darle un mejor aspecto y hacerlo “más sabroso” más apetecible para la gente, logrando solamente la mayoría de las veces desviar la atención de lo que en esencia Dios quiere decirnos con sencillez para obtener un mayor discernimiento de su mensaje.   De ahí que se nos advierta que no desnaturalicemos el mensaje del Evangelio ni con legalismos ni con cosas innecesarias.

Versículo 10:  A pesar de lo desagradable y desalentador de las noticias recibidas, el apóstol aún confía que sus discípulos no hayan sucumbido a los agitadores y de ahí esta frase para que si hubiera duda en ellos, no cambiaran de idea.     Pablo creyó que los Gálatas, en última instancia, iban a rechazar la enseñanza de los judaizantes.    Él dijo aquí que confiaba en ellos, y en que cuando tuvieran los pies sobre el suelo y apartaran su cabeza de entre las nubes, regresarían al Evangelio que les había sido predicado originalmente, y entonces se darían cuenta de que la enseñanza de los judaizantes había sido una intromisión como la levadura.

En realidad, la cruz de Cristo es una ofensa para todo aquello de lo cual el hombre se enorgullece.    Es una ofensa para su moralidad porque le dice que sus obras no le pueden justificar ante Dios.   Es una ofensa para su filosofía porque apela a la fe y no a la razón.    Es una ofensa para la cultura del hombre porque sus verdades son reveladas a los niños.     Es una ofensa para su sentido de estrato social porque prefiere a los pobres y humildes.    Es una ofensa para su voluntad porque requiere una rendición incondicional.  Es una ofensa para su orgullo porque muestra la extremada maldad del corazón humano.   Y es una ofensa para su propia identidad, porque le dice que tiene que nacer otra vez espiritualmente.   
Recordemos que esta última condición fue casi insultante para aquel fariseo llamado Nicodemo, en aquella noche en la que Jesús le dijo, a alguien tan religioso como él, que tenía que nacer otra vez.     Por la misma razón, muchos predicadores o maestros que están proclamando la necesidad de experimentar un nuevo nacimiento tienen problemas con sus oyentes.    A muchos no les agrada escuchar esta idea porque creen que están muy bien tal como se encuentran.    Esta afirmación les suena como un insulto.                                      
En cierta ocasión un profesor del seminario dijo algo muy sabio a los estudiantes: “Jóvenes, no disminuyan para nada la sustancia del evangelio.   No la cambien, porque el evangelio tiene el tropiezo y la ofensa de la cruz en sí mismo para quienes se aferran al pecado.   Tienen que reconocerlo, pero no magnifiquen la ofensa”. A veces resultamos ofensivos por la manera en que presentamos el Evangelio.   Que el Señor nos perdone por actuar de esa forma.    Estamos seguros de que la mayoría de nosotros que ha intentado comunicar el evangelio no quiere ofender personalmente a nadie.  En todo caso, que no seamos ni ustedes ni yo los que contrariemos u ofendamos a las personas, sino el mensaje mismo del Evangelio.
Hermanos nuestra libertad en Cristo, exige, lealtad, fidelidad, compromiso, honestidad, veracidad en nuestras palabras, humildad al conducirnos, prudencia en el momento que se requiera, y estar dispuestos a sufrir las injusticias por causa del evangelio.    Los sufrimientos de Cristo cumplieron un propósito, nuestra salvación, por sus heridas fuimos sanados, vivir la vida cristiana que Dios nos pide cumple también con un propósito:     Agradar a Cristo como hijos que somos, sus huellas quedan plasmadas en el camino del creyente, el libertinaje quedó atrás, en Cristo somos nuevas criaturas y esto nos pone en la mirada de todos, expuestos a las críticas, vivir piadosamente encierra sufrimiento.   Lo sabemos porque Jesús nos dio ejemplo.   Quien vive en piedad responde al mal con el bien.   Cuando se le insulta bendice; y cuando se le hace sufrir nunca responde de igual forma.  Debemos vivir en amor y buen testimonio por causa del evangelio.
BIBLIOGRAFIA:   Biblia de estudio Palabra Clave versión Reina Valera 1960. Editorial Patmos
                              Comentario de la Confesión de Fe de Westminster. Alexander Hodge. Editorial El Faro
                              Compendio Manuel de la Biblia. Henry H. Halley. Editorial Moody.
                              Diccionario Expositivo Vine. W.E. Vine. Editorial Grupo Nelson.
                        Estudios Bíblicos. Estudio Gálatas 5 publicado el 18 de mayo de 2011 por Ani. 

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