www.oikoumene.org,
6 de diciembre de 2018
Levántate; toma
al niño y a su madre, y huye…
Mateo 2.13
Cuando se
acerca la Navidad, nos maravillamos del
acto singular por el que Dios dio la gracia a la condición humana y la elevó. Eso
ocurrió porque Dios compartió la vulnerabilidad de la vida humana en este
mundo. Aquel precioso niño era vulnerable desde todo punto de vista, pues había
nacido en una familia pobre, en medio de circunstancias adversas y en un mundo
peligroso. Un imperio cruel acechaba a su alrededor, al tiempo que un rey
celoso buscaba su vida, lo que llevó a su familia a huir con él al exilio, una
familia refugiada que vivía con miedo. Su vida fue asegurada por aquellos con
pocos recursos, pero con mucho amor y atentos al llamado de Dios de que lo
cuidaran.
Hoy en día,
cuando nos acercamos a Belén y las tierras que la circundan, vemos muchos
refugiados y campamentos de refugiados. Si bien los refugiados son acogidos y
ayudados de diversas maneras, hay muchos que sufren. También encontramos muros
intimidantes. La región natal de Jesús crepita con la violencia y el enfrentamiento
cotidianos, mientras que los refugiados siguen a la espera de un asentamiento
tranquilo y seguro. Y en todo el mundo, la pobreza y la violencia obligaron a
unos 60 millones de personas a huir de su hogar y desarraigarse en una búsqueda
desesperada de seguridad, dignidad y bienestar. En campamentos de refugiados y
centros de detención, caminos desconocidos o mares furiosos. Todos ellos
arriesgan la vida con la esperanza de salvarse, pero a menudo tropiezan con la
sospecha, la hostilidad o incluso el racismo y la explotación. También se
enfrentan a formas de populismo que cuidan de algunas personas, no de todas.
¿Cómo defender y
asegurar su dignidad y su valor humanos, sellados en el nacimiento de Jesús? Por
la encarnación sabemos que para Dios no hay extranjeros. La buena nueva de que
Dios se hace humano elevó la perspectiva humana, forjándonos en una sola
humanidad, amada de Dios y unida en la solidaridad para trabajar por la
justicia y la paz, proteger al vulnerable, sanar al herido y ofrecer protección
al refugiado.
Que la maravilla
y la alegría del mensaje navideño inspire esperanza en nuestros corazones, amor
en nuestras obras y una solidaridad fraterna con toda la humanidad.
Rev.
Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general
Véase el video en Youtube: canal del World Council of
Churches
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CARTA DE ADVIENTO A LOS PASTORES DE LA IGLESIA CONFESANTE
Dietrich Bonhoeffer
29 de noviembre de 1942
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EN EL CENTRO DEL MENSAJE (Lucas 1.26-38)
Karl Barth (10 de mayo de 1886-10 de diciembre de 1968)
Adviento. Madrid, Studium, 1970, pp. 27-29.
Adviento. Madrid, Studium, 1970, pp. 27-29.
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