ESPERANZA, AÚN EN LA OSCURIDAD
Chris Ferguson
Secretario general de la Comunión Mundial de Iglesias
Reformadas (CMIR)
¡Levántate y resplandece, que
tu luz ha llegado!
¡La gloria del Señor brilla
sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la
tierra,
y una densa oscuridad se
cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor
brillará sobre ti;
¡sobre ti se manifestará su
gloria!
Las naciones serán guiadas por
tu luz,
y los reyes, por tu amanecer
esplendoroso.
Isaías 60.1-3, Nueva Versión Internacional
En unas palabras
de elogio para un ministro que dedicó su vida a la apasionada lucha por la justicia, su colega comenzó observando:
“Dicen que es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad. ¡Bueno, Dave
hizo ambas cosas!”
El citado pasaje
de Isaías es un clásico para el Adviento y la Navidad, pero este año habla de
una manera particularmente directa a nuestra comunión de iglesias. El llamado
invita a levantarse y a dar testimonio de la luz en un mundo sumido en una
sombría desesperación y en tragedias en espiral, para anunciar la luz y la
gloria de Dios a la vez que se anuncia que vendrá aún más oscuridad. Este “uno
y lo otro” de la esperanza irrumpe precisamente allí donde no hay una razón
aparente para pensar que las cosas podrían cambiar. La situación se ve cada vez
peor en muchos frentes, y el pueblo de Dios en nuestras iglesias y en todo el
mundo están levantándose para anunciar y hacer visible la gloria de Dios. Y
como Ireneo nos recuerda: “La gloria de Dios es la humanidad plenamente viva”.
La comunidad ecuménica
se reunió en Roma para abordar la xenofobia, el racismo y el autoritarismo en
el contexto de la migración mundial. Ni un paso atrás del llamado profético
claramente mencionado por la Revda. Dra. Tracy Blackmon, de la Iglesia Unida de
Cristo, en un discurso en el que abordó con pasión y con claridad la realidad
sombría y en el cual la luz del evangelio brilló en medio de las injusticias
estructurales y sistémicas que estamos llamados y llamadas a transformar, con y
junto a Dios.
Cuando los
líderes del G20 se reunieron en Buenos Aires, Argentina, el Foro Interreligioso
del G20 se reunió en sesiones paralelas para elevar el imperativo ético y
espiritual de transformar el sistema económico global impulsado por el llamado
capitalismo de libre mercado, que es el generador de la injusticia climática,
la inequidad y la pobreza, y dentro del cual muy pocas personas se benefician a
costa de la vida y del trabajo de la gran mayoría de las personas del mundo.
Enfrentando con la verdad al poder en un mundo que ha caído en manos de
ladrones.
En ambos casos,
las personas de fe se levantan con la esperanza de defender y proteger la vida
de las personas y del planeta, precisamente porque la situación no ofrece
ninguna certeza de que el cambio sea probable o posible. Alimentados y
alimentadas por la esperanza de Isaías, como lo atestigua Jesús de Galilea,
encontramos inspiración en las palabras del Dr. Martin Luther King, Jr.:
“Siempre es el momento adecuado para hacer lo correcto”. Nos levantamos a
medida que las cosas se tornan más sombrías, más problemáticas… la esperanza no
es lineal. No viene a nosotros y nosotras porque el cambio parezca probable o
evidente. Viene mientras la desesperación aumenta. Como don de la fe, la
tragedia y la desesperación son, de hecho, nuestras señales para surgir y para
movilizarnos a la luz del implacable don de la vida. Como dijo quien expresó su
elogio al colega fallecido, tanto maldecimos la oscuridad como encendemos una
vela. Los desafíos no admiten un optimismo suave o un anhelo desencarnado de
mejores tiempos, o la oración sin discipulado.
Esto no fue
nunca más claro que en nuestra
reciente visita a Irak, liderada por nuestra Presidenta Najla Kassab,
junto con líderes de la PCUSA (por sus siglas en inglés) e iglesias miembros en
Siria y Egipto. Visitamos las tres pequeñas congregaciones dispersas por todo
el país. Después de años de guerra, conflicto o invasión, una tras otra, hasta
90% de los cristianos y cristianas de nuestra familia se han ido y todas las
personas cristianas se han enfrentado a lo mismo. La muerte, la violencia y el
desplazamiento son comunes a todos los iraquíes de todas las religiones y
grupos. Poner atención en las personas cristianas nos ayuda a comprender una
vez más que, en medio de las amenazas, las pérdidas y la migración masiva,
ellas se levantan en medio de situaciones que siguen empeorando y en medio de
las crisis profundizan su preocupación por el testimonio y el servicio. Ofrecen
atención a la población general en jardines de infantes y otros ministerios de
servicio.
Entienden
necesaria su presencia para la construcción de una sociedad de coexistencia que
haga posible la paz y la reconciliación en un marco de respeto por la
diversidad. Nuestra presidenta acompañó la ministración de mujeres en la
prisión, lugar donde la iglesia asegura a cada persona su valor y dignidad. Los
jardines de infantes y las escuelas ofrecen un espacio en que los valores del
amor y la pertenencia contrastan con la violencia, la guerra y la injusticia
que ha dividido a la región. ¡Levántate y brilla! En Irak lo escucharon, ¡y lo
hicieron! Pero también nos piden que abordemos las causas profundas de la
migración para garantizar la paz, la justicia y la reconciliación para que la
gloria de Dios, que es la humanidad plenamente viva en toda su diversidad,
prospere. Sin los cristianos y las cristianas y otros que no pertenecen a los
grupos dominantes, esta visión es imposible.
En Manila,
integrantes de la CMIR que visitaban la Iglesia Unida de Cristo en Filipinas,
caminaron por sitios complicados para acompañar la tarea solidaria con las
comunidades urbanas empobrecidas, escucharon el testimonio de jóvenes
desplazados por la violencia y la violación de sus derechos humanos desde la
isla de Mindanao. Allí, con el mismo ritmo, el pueblo de Dios se levanta y
resplandece en defensa de la vida, a medida que crecen la oscuridad de la
injusticia estructural y el autoritarismo. La esperanza que aparece cuando las
razones para la esperanza parecen lejanas.
La oscuridad
cubre la Tierra y una densa oscuridad cubre a las personas. Esta es una
descripción acertada del momento en que vivimos, pero la CMIR continúa siendo
motivada y movilizada toda vez que somos “llamados y llamadas a la comunión y
comprometidos y comprometidas con la justicia”. Personas e iglesias llamadas a
la comunión para compartir el sufrimiento y la esperanza en toda nuestra
familia. Una familia de iglesias que se está levantando para que la gloria de
Dios – la humanidad y la tierra plenamente vivas – sea plena y se pueda decir,
finalmente, para quienes siguen a Jesús, aquello que fue dicho en medio de los
tiempos más sombríos: “Yo he venido para que todos y todas tengan vida y vida
en abundancia”.
Paz.
Paz.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer
No es la ley
la que distingue a los discípulos de los judíos, sino la “justicia mejor”. La justicia de los discípulos “supera” a
la de los escribas. Es algo extraordinario, especial. Por primera vez resuena
aquí el concepto perisseúein [“hacer
de más”], que será de gran importancia en Mt 5.47. Debemos preguntamos: ¿en qué
consistía la justicia de los fariseos?, ¿en qué consiste la justicia de los
discípulos? Los fariseos nunca cayeron en el error, contrario a la Escritura,
de que la ley sólo había que enseñarla, pero no cumplirla. El fariseo quería
ser observante de la ley. Su justicia consistía en el cumplimiento literal, inmediato,
de lo dispuesto por la ley. Su justicia era acción. Su fin, la conformidad
plena de su acción con lo mandado en la ley. Sin embargo, siempre debía quedar
un resto que había de ser tapado con el perdón. Su justicia permanecía
incompleta.
También la
justicia de los discípulos sólo podía consistir en la observancia de la ley.
Nadie podía ser llamado justo si no observaba la ley. Pero la observancia de
los discípulos supera a la de los fariseos porque, de hecho, su justicia es
perfecta, mientras la de estos es imperfecta. ¿Cómo? La preeminencia de la
justicia de los discípulos consiste en que entre ellos y la ley se encuentra
aquel que cumplió perfectamente la ley y está en comunión con ellos. Él no se
vio frente a una ley incumplida, sino frente a una ley ya cumplida.
Antes de que
comenzase a obedecer a la ley, ésta ya estaba cumplida y sus exigencias
satisfechas. La justicia que exige la ley ya está presente; es la justicia de
Jesús, que marcha hacia la cruz por amor a la ley. Pero como esta justicia no
es sólo un bien ofrecido, sino la comunidad plena y verdaderamente personal con
Dios, Jesús no sólo tiene la justicia, sino que él mismo es justicia.
Es la
justicia de los discípulos. Por su llamada los ha hecho partícipes de su
persona, les ha regalado su comunidad, y así les ha permitido tomar parte de su
justicia, les ha otorgado su justicia.
La justicia
de los discípulos es la justicia de Cristo. Con el único fin de decir esto
comienza Jesús sus palabras sobre la mejor» haciendo referencia a su
cumplimiento de la ley. La justicia de Cristo es realmente la justicia de los
discípulos. En sentido estricto, sigue siendo una justicia regalada, otorgada
por la llamada al seguimiento. Es la justicia que consiste en el seguimiento y
que ya en las bienaventuranzas recibe la promesa del reino de los cielos. La
justicia de los discípulos es justicia bajo la cruz. Es la justicia de los
pobres, de los combatidos, hambrientos, mansos, pacíficos, perseguidos por
amor a Cristo, la justicia visible de los que son luz del mundo y ciudad sobre
el monte, por la llamada de Cristo.
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50 AÑOS SIN KARL BARTH: APUNTES SUELTOS (II)
Protestante Digital, 14 de diciembre
Toda mi
atención ha tendido a penetrar, a través de lo histórico, en el espíritu de la
Biblia, que es el espíritu eterno. Lo que una vez fue importante lo es también
hoy; y lo que hoyes grave y no pura casualidad y capricho conecta de forma
inmediata con lo que otrora fue importante. Si nos comprendemos correctamente a
nosotros mismos, nuestros interrogantes son las preguntas de Pablo; y las
respuestas de Pablo, si su luz nos ilumina, deben ser nuestras respuestas.
K.B., prólogo a la primera edición de la Carta a los Romanos (1919)
Karl Rahner
(1904-1984), en La Iglesia, Israel y las
demás religiones:
Karl Barth
ha hecho una distinción en el cristianismo entre religión y fe. Estaba
equivocado al querer separar completamente estas dos realidades, considerando
positivamente la fe, y la religión, negativamente. La fe sin religión es
irreal, pues ella implica religión, y la fe cristiana debe, por su naturaleza,
vivirse como una religión. Pero tenía razón al afirmar que, incluso entre los
cristianos, la religión se puede corromper y transformar en superstición, es
decir, que la religión concreta, en la que se vive la fe, debe purificarse
continuamente a partir de la verdad que se manifiesta en la fe y que, por otra
parte, en el diálogo hace que se reconozca de nuevo su propio misterio y su
propio carácter infinito.
(LC-O)
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