domingo, 23 de diciembre de 2018

Letra, núm. 600, 23 de diciembre de 2018


ESPERANZA, AÚN EN LA OSCURIDAD
Chris Ferguson
Secretario general de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR)

¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!
¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la tierra,
y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;
¡sobre ti se manifestará su gloria!
Las naciones serán guiadas por tu luz,
y los reyes, por tu amanecer esplendoroso.
Isaías 60.1-3, Nueva Versión Internacional

En unas palabras de elogio para un ministro que dedicó su vida a la apasionada lucha por la justicia, su colega comenzó observando: “Dicen que es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad. ¡Bueno, Dave hizo ambas cosas!”
El citado pasaje de Isaías es un clásico para el Adviento y la Navidad, pero este año habla de una manera particularmente directa a nuestra comunión de iglesias. El llamado invita a levantarse y a dar testimonio de la luz en un mundo sumido en una sombría desesperación y en tragedias en espiral, para anunciar la luz y la gloria de Dios a la vez que se anuncia que vendrá aún más oscuridad. Este “uno y lo otro” de la esperanza irrumpe precisamente allí donde no hay una razón aparente para pensar que las cosas podrían cambiar. La situación se ve cada vez peor en muchos frentes, y el pueblo de Dios en nuestras iglesias y en todo el mundo están levantándose para anunciar y hacer visible la gloria de Dios. Y como Ireneo nos recuerda: “La gloria de Dios es la humanidad plenamente viva”.
La comunidad ecuménica se reunió en Roma para abordar la xenofobia, el racismo y el autoritarismo en el contexto de la migración mundial. Ni un paso atrás del llamado profético claramente mencionado por la Revda. Dra. Tracy Blackmon, de la Iglesia Unida de Cristo, en un discurso en el que abordó con pasión y con claridad la realidad sombría y en el cual la luz del evangelio brilló en medio de las injusticias estructurales y sistémicas que estamos llamados y llamadas a transformar, con y junto a Dios.
Cuando los líderes del G20 se reunieron en Buenos Aires, Argentina, el Foro Interreligioso del G20 se reunió en sesiones paralelas para elevar el imperativo ético y espiritual de transformar el sistema económico global impulsado por el llamado capitalismo de libre mercado, que es el generador de la injusticia climática, la inequidad y la pobreza, y dentro del cual muy pocas personas se benefician a costa de la vida y del trabajo de la gran mayoría de las personas del mundo. Enfrentando con la verdad al poder en un mundo que ha caído en manos de ladrones.
En ambos casos, las personas de fe se levantan con la esperanza de defender y proteger la vida de las personas y del planeta, precisamente porque la situación no ofrece ninguna certeza de que el cambio sea probable o posible. Alimentados y alimentadas por la esperanza de Isaías, como lo atestigua Jesús de Galilea, encontramos inspiración en las palabras del Dr. Martin Luther King, Jr.: “Siempre es el momento adecuado para hacer lo correcto”. Nos levantamos a medida que las cosas se tornan más sombrías, más problemáticas… la esperanza no es lineal. No viene a nosotros y nosotras porque el cambio parezca probable o evidente. Viene mientras la desesperación aumenta. Como don de la fe, la tragedia y la desesperación son, de hecho, nuestras señales para surgir y para movilizarnos a la luz del implacable don de la vida. Como dijo quien expresó su elogio al colega fallecido, tanto maldecimos la oscuridad como encendemos una vela. Los desafíos no admiten un optimismo suave o un anhelo desencarnado de mejores tiempos, o la oración sin discipulado.
Esto no fue nunca más claro que en nuestra reciente visita a Irak, liderada por nuestra Presidenta Najla Kassab, junto con líderes de la PCUSA (por sus siglas en inglés) e iglesias miembros en Siria y Egipto. Visitamos las tres pequeñas congregaciones dispersas por todo el país. Después de años de guerra, conflicto o invasión, una tras otra, hasta 90% de los cristianos y cristianas de nuestra familia se han ido y todas las personas cristianas se han enfrentado a lo mismo. La muerte, la violencia y el desplazamiento son comunes a todos los iraquíes de todas las religiones y grupos. Poner atención en las personas cristianas nos ayuda a comprender una vez más que, en medio de las amenazas, las pérdidas y la migración masiva, ellas se levantan en medio de situaciones que siguen empeorando y en medio de las crisis profundizan su preocupación por el testimonio y el servicio. Ofrecen atención a la población general en jardines de infantes y otros ministerios de servicio.
Entienden necesaria su presencia para la construcción de una sociedad de coexistencia que haga posible la paz y la reconciliación en un marco de respeto por la diversidad. Nuestra presidenta acompañó la ministración de mujeres en la prisión, lugar donde la iglesia asegura a cada persona su valor y dignidad. Los jardines de infantes y las escuelas ofrecen un espacio en que los valores del amor y la pertenencia contrastan con la violencia, la guerra y la injusticia que ha dividido a la región. ¡Levántate y brilla! En Irak lo escucharon, ¡y lo hicieron! Pero también nos piden que abordemos las causas profundas de la migración para garantizar la paz, la justicia y la reconciliación para que la gloria de Dios, que es la humanidad plenamente viva en toda su diversidad, prospere. Sin los cristianos y las cristianas y otros que no pertenecen a los grupos dominantes, esta visión es imposible.
En Manila, integrantes de la CMIR que visitaban la Iglesia Unida de Cristo en Filipinas, caminaron por sitios complicados para acompañar la tarea solidaria con las comunidades urbanas empobrecidas, escucharon el testimonio de jóvenes desplazados por la violencia y la violación de sus derechos humanos desde la isla de Mindanao. Allí, con el mismo ritmo, el pueblo de Dios se levanta y resplandece en defensa de la vida, a medida que crecen la oscuridad de la injusticia estructural y el autoritarismo. La esperanza que aparece cuando las razones para la esperanza parecen lejanas.
La oscuridad cubre la Tierra y una densa oscuridad cubre a las personas. Esta es una descripción acertada del momento en que vivimos, pero la CMIR continúa siendo motivada y movilizada toda vez que somos “llamados y llamadas a la comunión y comprometidos y comprometidas con la justicia”. Personas e iglesias llamadas a la comunión para compartir el sufrimiento y la esperanza en toda nuestra familia. Una familia de iglesias que se está levantando para que la gloria de Dios – la humanidad y la tierra plenamente vivas – sea plena y se pueda decir, finalmente, para quienes siguen a Jesús, aquello que fue dicho en medio de los tiempos más sombríos: “Yo he venido para que todos y todas tengan vida y vida en abundancia”.
Paz.
_________________________________________

EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

No es la ley la que distingue a los discípulos de los judíos, sino la “justicia mejor”. La justicia de los discípulos “supera” a la de los escribas. Es algo extraordinario, especial. Por primera vez resuena aquí el concepto perisseúein [“hacer de más”], que será de gran importancia en Mt 5.47. Debemos preguntamos: ¿en qué consistía la justicia de los fariseos?, ¿en qué consiste la justicia de los discípulos? Los fariseos nunca cayeron en el error, contrario a la Escritura, de que la ley sólo había que enseñarla, pero no cumplirla. El fariseo quería ser observante de la ley. Su justicia consistía en el cumplimiento literal, inmediato, de lo dispuesto por la ley. Su justicia era acción. Su fin, la conformidad plena de su acción con lo mandado en la ley. Sin embargo, siempre debía quedar un resto que había de ser tapado con el perdón. Su justicia permanecía incompleta.
También la justicia de los discípulos sólo podía consistir en la observancia de la ley. Nadie podía ser llamado justo si no observaba la ley. Pero la observancia de los discípulos supera a la de los fariseos porque, de hecho, su justicia es perfecta, mientras la de estos es imperfecta. ¿Cómo? La preeminencia de la justicia de los discípulos consiste en que entre ellos y la ley se encuentra aquel que cumplió perfectamente la ley y está en comunión con ellos. Él no se vio frente a una ley incumplida, sino frente a una ley ya cumplida.
Antes de que comenzase a obedecer a la ley, ésta ya estaba cumplida y sus exigencias satisfechas. La justicia que exige la ley ya está presente; es la justicia de Jesús, que marcha hacia la cruz por amor a la ley. Pero como esta justicia no es sólo un bien ofrecido, sino la comunidad plena y verdaderamente personal con Dios, Jesús no sólo tiene la justicia, sino que él mismo es justicia.
Resultado de imagen para young bonhoefferEs la justicia de los discípulos. Por su llamada los ha hecho partícipes de su persona, les ha regalado su comunidad, y así les ha permitido tomar parte de su justicia, les ha otorgado su justicia.
La justicia de los discípulos es la justicia de Cristo. Con el único fin de decir esto comienza Jesús sus palabras sobre la mejor» haciendo referencia a su cumplimiento de la ley. La justicia de Cristo es realmente la justicia de los discípulos. En sentido estricto, sigue siendo una justicia regalada, otorgada por la llamada al seguimiento. Es la justicia que consiste en el seguimiento y que ya en las bienaventuranzas recibe la promesa del reino de los cielos. La justicia de los discípulos es justicia bajo la cruz. Es la justicia de los pobres, de los combatidos, hambrientos, mansos, pacíficos, perseguidos por amor a Cristo, la justicia visible de los que son luz del mundo y ciudad sobre el monte, por la llamada de Cristo.
__________________________________

50 AÑOS SIN KARL BARTH: APUNTES SUELTOS (II)
Protestante Digital, 14 de diciembre

Toda mi atención ha tendido a penetrar, a través de lo histórico, en el espíritu de la Biblia, que es el espíritu eterno. Lo que una vez fue importante lo es también hoy; y lo que hoyes grave y no pura casualidad y capricho conecta de forma inmediata con lo que otrora fue importante. Si nos comprendemos correctamente a nosotros mismos, nuestros interrogantes son las preguntas de Pablo; y las respuestas de Pablo, si su luz nos ilumina, deben ser nuestras respuestas.
K.B., prólogo a la primera edición de la Carta a los Romanos (1919)

Karl Rahner (1904-1984), en La Iglesia, Israel y las demás religiones:

Karl Barth ha hecho una distinción en el cristianismo entre religión y fe. Estaba equivocado al querer separar completamente estas dos realidades, considerando positivamente la fe, y la religión, negativamente. La fe sin religión es irreal, pues ella implica religión, y la fe cristiana debe, por su naturaleza, vivirse como una religión. Pero tenía razón al afirmar que, incluso entre los cristianos, la religión se puede corromper y transformar en superstición, es decir, que la religión concreta, en la que se vive la fe, debe purificarse continuamente a partir de la verdad que se manifiesta en la fe y que, por otra parte, en el diálogo hace que se reconozca de nuevo su propio misterio y su propio carácter infinito.
(LC-O)

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...