12 Yo,
Jeremías, dije:
“El templo donde tienes tu trono
desde un principio está en lo alto;
¡es un lugar muy hermoso!
13 Los que te abandonan
quedarán avergonzados.
¡Desaparecerán como el polvo
que se lleva el viento!
Sólo tú, Dios de Israel,
eres la fuente de vida.
¡Tú eres nuestra única esperanza!
14 Dios mío,
sólo tú mereces mis alabanzas.
¡Devuélveme la salud,
dame salvación!
Así viviré feliz y en paz.
15 La gente de Judá me dice:
“Dios no ha cumplido sus promesas.
¡Queremos que se cumplan ya!”.
16 Dios mío, yo no te pedí
que castigues a tu pueblo;
al contrario, lo cuidé
como un pastor a sus ovejas.
17 Cuando estoy en peligro,
tú me proteges.
¡No dejes que el miedo
se apodere de mí! […]”.
*
1 Queridos
hermanos y hermanas de la iglesia de Colosas: Nosotros, Pablo y Timoteo,
les enviamos nuestros saludos. Ustedes son parte del pueblo especial de Dios y
han puesto su confianza en Cristo. 2 Yo soy apóstol de Jesucristo
porque Dios, nuestro Padre, así lo quiso. Deseo de todo corazón que Dios y el
Señor Jesucristo les den mucho amor y paz.
3 Siempre que oramos por ustedes, damos
gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4 pues hemos
sabido que ustedes confían mucho en Cristo y aman a todos los que forman parte
del pueblo de Dios. 5 Ustedes
se comportan así porque, desde que oyeron el mensaje verdadero de la buena
noticia, saben bien lo que Dios les tiene guardado en el cielo. 6 Esta buena noticia se está
anunciando por todo el Imperio Romano, y está dando buenos resultados. Así
ocurrió entre ustedes desde el día en que supieron de verdad cuánto los ama
Dios. 7 Eso lo aprendieron de labios de Epafras, nuestro querido
compañero de trabajo, que tan fielmente les sirve por amor a Jesucristo. 8
Él nos ha traído noticias de ustedes, y nos ha contado cómo el Espíritu Santo
les hace amar a los demás.
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