sábado, 13 de marzo de 2021

Letra núm. 709, 14 de marzo de 2021

EL CMI CELEBRARÁ LA SEMANA DE ORACIÓN AL CUMPLIRSE UN AÑO DEL INICIO DE LA PANDEMIA DE COVID-19

Pronto se cumplirá un año desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la propagación de la COVID-19 pandemia mundial, fecha que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) marcará con una semana de oración, del 22 al 27 de marzo. 

 


La semana invitará a dedicar un tiempo a la oración y la reflexión sobre el clamor y la esperanza expresados y experimentados en todo el mundo, durante lo que ha sido un año de sufrimiento sin precedentes; aunque también uno en que las iglesias han trabajado juntas, innovando constantemente para adaptarse, asistir y acompañar a las comunidades en los procesos de crisis mentales, físicas, económicas, espirituales y medioambientales.  

El secretario general en funciones del CMI, el Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, describe la próxima semana de oración como una oportunidad para experimentar y transmitir la lealtad común de las iglesias a Cristo.

“Durante la semana, nos reuniremos para ofrecer intercesiones, especialmente por las personas más vulnerables y por quienes están en primera línea, cuidándolas, a menudo en circunstancias difíciles; y renovar nuestro compromiso con la compasión activa, más allá de lo que nos separa, en obediencia a aquel que tuvo compasión por las multitudes y ministró para su curación”, reflexiona Sauca.

La semana de oración reúne a las iglesias miembros del CMI y asociados ecuménicos. Se difundirán las oraciones y recursos espirituales elaborados en respuesta a la pandemia.

Durante la semana, se convocará un servicio mundial de oración en línea que contará con la participación de las ocho regiones del CMI. Se pondrá a disposición una colección de recursos en alemán, español, francés e inglés, en el sitio web del CMI, a más tardar el 18 de marzo de 2021.

www.oikoumene.org4 de marzo de 2021

 

DIOS NOS AYUDE A SER UNA COMUNIDAD

Pastora Dora Arce Valentín

Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba

 

Texto bíblico: Mateo 14.13-21 

A

limentarse e hidratarse son necesidades básicas de todos los seres vivos. La diferencia entre otros seres vivos y los seres humanos es que, como seres creados para vivir en comunidad, esas necesidades biológicas tienen un carácter social. En muchas culturas compartir comidas y bebidas son señales de familiaridad, de amor, de respeto, de alegría por estar juntos. En mi país decimos: donde comen dos comen diez. De hecho, la iglesia primitiva, según los textos del Nuevo Testamento, con mucha frecuencia, sino siempre, se reunía para celebrar el vínculo que les unía en Cristo, y lo hacían alrededor de la mesa, comiendo y bebiendo en comunión.

Uno de los contenidos fundamentales en cuanto a la misión de nuestra iglesia en Cuba hoy, tiene que ver con la necesidad de servir a aquellas personas en necesidad, aun en medio de nuestras limitaciones, especialmente las económicas. Agradecemos siempre que muchas de nuestras iglesias hermanas y agencias de proyectos vienen solidariamente a suplir esas carencias de orden material. El reto para nosotros está en poner límites a esa diaconía para no convertirla en un asistencialismo que fácilmente puede convertirse en caridad vacía de sentido. Comprender que satisfacer las necesidades básicas de todo ser humano no es suficiente para construir los cimientos del Reino de Dios no es cosa fácil. ¡Si lo sabremos los cubanos!

Un texto como el que corresponde a este domingo IX después de Pentecostés, no ayuda a reflexionar en el tema y también empodera nuestra capacidad de entender dónde está el verdadero sentido de nuestra diaconía. La narración que nos ofrece el Evangelio de Mateo acerca del llamado milagro de la multiplicación de los panes y los peces nos confirma que el ministerio de Jesús, como antesala del Reino de Dios, estuvo lleno de señales que afirmaban los valores que dan sentido a la propuesta de Dios para el ser humano en Cristo Jesús. Porque no es sólo satisfacer esas necesidades básicas sino crear un espíritu comunitario que comulgue con la intención de Dios de que todo ser humano tenga derecho a tener satisfechas esas necesidades. El proyecto del Reino es construir una comunidad, una familia humana en armonía con toda la Creación. Solidaridad y justicia son imprescindibles para la vida plena que propone el Reino y que anunció Jesús.

La solución fácil, que es la que como humanos siempre buscamos, era la que traían los discípulos a Jesús: “El lugar está desierto y la hora ya es avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos” (Mt 14.15). La respuesta de Jesús es firme: “…denles ustedes de comer” (14.16). El llamado como seguidores de Jesús es a ser agentes de solidaridad y promotores de alternativas en las que la solución no sea “comprar” sino “dar”. Ofrecer lo poco que somos o lo poco que tenemos puede ser como esa semilla de mostaza de la parábola, que es la más pequeña de todas, pero que cuando crece y se multiplica puede ser cobijo para anidar las aves del cielo.

Cinco panes y dos peces se convierten entonces en esa semilla, en ese incentivo para que aun en medio de las necesidades y las limitaciones, el pueblo de Dios pueda sentir sus necesidades, todas, satisfechas. El gran problema del mundo hoy nos recuerda esta historia: no es la carencia de los recursos para alimentar a los seres humanos, sino la falta de solidaridad, la falta de alternativas a la mercantilización de las necesidades básicas de los seres humano, la necedad de no de entender que la mesa del Reino es para todas y todos, no para unos pocos.

Dios nos ayude a ser una comunidad de hombres y mujeres, una iglesia con las puertas abiertas y la mesa servida en el nombre de Jesús. Como dice un canto que entonamos mucho acá: “Bendice Señor nuestro pan, y da pan a los que tienen hambre y hambre de justicia a los que tienen pan.”

canaac.wcrc.ch, 12 de marzo de 2021

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