viernes, 15 de agosto de 2008

Interpretar la Biblia desde la economía (IV), José Míguez Bonino

27 de julio de 2008

No hay duda que el sentido de estas interpretaciones responde a una concepción de la fe centrada en la vida eterna, la Sin duda podríamos identificar en la historia otras formas de relacionar las Escrituras con lo económico. Sin ir más lejos, han aparecido en el último medio siglo lecturas desde un fundamentalismo marxista, “teologías de la prosperidad”, la legitimación a la Michael Novak del sistema neoliberal. Y hasta hemos visto una interpretación apocalíptica en la que “la marca de la bestia” sin la cual “no se podía comprar ni vender” de Apocalipsis 14.17 se refería —tal vez no sin razón— ¡a las tarjetas de crédito! Una historia de esas interpretaciones no dejaría de ser útil y significativa. Pero hemos preferido aquí modelos de hermenéutica que han tenido repercusión e influencia en momentos importantes de la historia de la comunidad cristiana.
Las hermenéuticas que hemos hallado representan momentos históricos, corrientes teológicas y metodologías muy diversas. Como era de suponer, las interpretaciones están marcadas por las condiciones y los modelos económicos, la ubicación social, las categorías de pensamiento y la piedad de las personas y comunidades en los que surgen y a las que se dirigen (que no siempre coinciden). De estos condicionamientos tenemos hoy clara conciencia...e incluso a veces cierto ‘fundamentalismo’ que, ¡felizmente la libertad que Dios nos ha dado desmiente! También es claro que los diversos modelos hermenéuticos permiten descubrir nuevas dimensiones en los textos. O si queremos ponerlo en otros términos: las hermenéuticas son lentes —ciertamente con las limitaciones y las ventajas que el estado de la ‘artesanía’ de su tiempo permiten— que a la vez hacen posible ver cosas que quedaban ocultas, pero que, a la vez, a veces ‘desenfocan’ otras. Por eso, debemos mirarlas como instrumentos complementarios, tanto en sus coincidencias como en sus contradicciones.
Considero, sin embargo, que vale también la pena preguntarnos: ¿Hallamos elementos o loci de reflexión semejantes en las cuestiones o los resultados alcanzados? Simplemente como una invitación a la discusión, me atrevería a señalar al menos cuatro temas que recorren las distintas interpretaciones de la Biblia con respecto a la economía:

1) La condición del pobre —extranjero, viuda, huérfano, débil o indefenso— aparece casi siempre en las interpretaciones, aún en los casos en que se la ve como resultado de pereza o descuido, como un desafío o una convocatoria: piedad, limosna, justicia, solidaridad o reivindicación.

2) La vida económica es concebida siempre como una cuestión comunitaria: ricos y pobres se ven como interrelacionados. No hay ‘destinos económicos’ aislados sino relaciones —solidarias, destructivas o dependientes— que, en último término, abarcan a todos como conflicto, como demanda, como promesa.
3) Dios reclama justicia: Clemente puede verla como compartir, Calvino distinguirá caridad y justicia conmutativa, Duchrow como tema estructural. Pero todos procurarán, de una manera u otra, vincular el tema de la economía a la demanda de justicia.
4) En todos los textos se subraya el riesgo que el poder económico representa, sea por encerrar al ser humano en el ámbito de lo material, por hacerlo insensible al prójimo, ”prisionero de Mamón”, por llevarlo a la “idolatría” de la riqueza, del dinero o de la vanidad.

Estas observaciones pueden formularse de varias maneras. Lo que parece importante, desde el punto de vista de nuestra discusión actual, es que resulta prácticamente imposible una interpretación bíblica de lo económico como una realidad que se resume en si misma, que se define exclusivamente por sus propias ‘leyes’ y que se desvincula de su funcionamiento social. En último término, parece imposible, en una hermenéutica bíblica, negar el famoso aforismo patrístico: “la gloria de Dios es que el ser humano viva”. Es posible interpretar “vida” en formas muy diferentes —algunas, por cierto, alienantes o reductivas. Pero en tanto ese ser humano exista en las condiciones reales de la existencia material, ninguna interpretación bíblica —aún la más ascética y ultraterrena— podrá eludir ‘enredarse’ de alguna manera con la ‘economía’.
RIBLA, núm. 30, www.claiweb.org

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