viernes, 15 de agosto de 2008

Interpretar la Biblia desde la economía (III), José Míguez Bonino

20 de julio de 2008
Desde Calvino hasta el presente, el tema de la economía capitalista, que el Reformador comenzó a entender en su racionalidad y en sus sombras, fue ganando espacio hasta proclamarse hoy como el único sentido, futuro y esperanza de la historia. Si bien la religión quedó cada vez más encerrada en la subjetividad y el individuo, el desafío que la economía representaba para la fe cristiana no desapareció. A partir de fines del siglo XIX, la Iglesia Católica Romana comenzó a desarrollar una ‘doctrina social’ muy atada teológicamente por bastante tiempo a la concepción de la ley natural, pero crecientemente apoyada, en los últimos treinta años, en el uso de textos y nociones bíblicas. Casi simultáneamente con las primeras encíclicas sociales, el protestantismo, más tímidamente en Europa continental y con más vigor en el mundo anglosajón, gestó, desafiado por las consecuencias sociales de la revolución industrial, un ‘Evangelio social’, basado en la recuperación del discurso social de los profetas y en las ‘enseñanzas de Jesús’ sobre ‘el Reino de Dios’. Varias iglesias proclamaron, apoyadas en la interpretación bíblica del Evangelio social, ‘credos sociales’ que trataban de formular unas definiciones de fe con respecto a la condición del obrero, a la demanda de justicia y protección de los débiles, a la recta distribución de los bienes, a los necesarios límites al poder del capital. Al mismo tiempo, las ciencias bíblicas desarrollaban instrumentos técnicos, en el estudio de la historia, en la crítica textual, redaccional y de las formas, en el análisis lingüístico, en la teoría hermenéutica, en la ‘lectura popular de la Biblia’. Y esos avances permitían formas nuevas de enfocar la economía desde la lectura e interpretación de las Escrituras.
Ulrich Duchrow, en uno de sus recientes libros habla de “un nuevo paradigma”, “un enfoque socio-histórico” que, sin reduccionismos socio-políticos, permite “reconocer que las estructuras socio-económicas y políticas y las formas de actuar deben, de acuerdo a la percepción de la Biblia, ser entendidas como decisiones por o contra Dios”, es decir, opciones en que se juega la autenticidad cristiana de la fe. Sobre esa base Duchrow sigue el desarrollo de las varias etapas de la historia bíblica —la emergencia de Israel como una ‘sociedad contractual alternativa’, el intento de ‘controlar’ el sistema monárquico por medio de la profecía y la ley, las alternativas luego del colapso de la monarquía y la transformación de la sociedad israelita en un rincón del Imperio Persa, la resistencia a los imperios helenista y romano y las alternativas de menor escala de los escritos apocalípticos, el movimiento de Jesús y las comunidades mesiánicas como sal, luz y levadura del Reino de Dios en Israel y las naciones.

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