NECEDAD
Karl Barth, Instantes
Santander, Sal Terrae, 2005, p.
71.
“No le agradan los necios” (Eclesiastés 5.3)
El pecado es también necedad, y la
necedad es además pecado. Con lo cual, por “necedad” se ha de entender en sentido
estricto esa realidad reprobable que la Biblia llama “insensatez”. La necedad
del ser humano se manifiesta en que, pensando dar con lo esencial —sin
reconocer a Dios y sin escuchar ni obedecer su palabra—, precisamente no da nunca
con lo esencial. Siempre llega demasiado pronto o demasiado tarde. Siempre
duerme cuando debería velar, y siempre se pone nervioso cuando podría descansar
tranquilamente. Siempre calla cuando debería hablar, y siempre dice algo cuando
callar sería la única aportación oportuna. Siempre ríe cuando debería llorar, y
siempre llora cuando podría reír sin miedo. Quiere hacer siempre una excepción cuando
debería imperar la norma, y siempre se somete a una ley cuando tendría que
escoger la libertad. Trajina siempre cuando lo único que sirve es orar, y ora
siempre cuando lo único que sirve es trabajar. Siempre pelea donde no es
necesario, sino perjudicial, y siempre habla de amor y paz cuando habría que
repartir golpes con toda calma. Tiene siempre la fe en los labios cuando habría
que expresar un poco de sana comprensión humana, y siempre razona cuando podría
y debería ponerse confiadamente, a sí mismo y a los demás, en las manos de
Dios. La necedad es única a la hora de pensarlo todo a destiempo, de decirle
todo a la persona inadecuada, de omitir siempre lo sencillo, lo necesario y lo
exigido en cada momento preciso para, en su lugar, querer y hacer con certero
instinto lo complicado, lo superfluo, lo que en ese momento sólo estorba.
________________________________
Juan Calvino
Institución de la Religión Cristiana, Libro III, capítulo XX
Es
necesario, por el contrario, confesar nuestras faltas y pedir perdón
En suma; el principio y preparación
para orar bien es pedir perdón a Dios de nuestros pecados humilde y
voluntariamente, confesando nuestras faltas. Porque no debemos esperar que
nadie, por más santo que sea, alcance cosa alguna de Dios, hasta que
gratuitamente haya sido reconciliado con El. Ahora bien, es imposible que Dios
sea propicio más que a aquellos a quienes perdona los pecados. Por lo cual no
es de extrañar que los fieles abran con esta llave la puerta para orar, según
se ve claramente por muchos pasajes de los salmos; porque David, al pedir otra
cosa distinta de la remisión de los pecados, con todo dice: “De los pecados de
mi juventud y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia
acuérdate de mí por tu bondad, oh Jehová”. Y: “Mira mi aflicción y mi trabajo,
y perdona todos mis pecados” (Sal. 25.7, 18). En lo cual asimismo vemos que no
basta llamarse a sí mismo a cuentas cada día por los pecados cometidos durante
él, sirio que es también necesario traer a la memoria aquellos de los que por
el mucho tiempo pasado podríamos haber olvidado. Porque el mismo profeta,
habiendo en otro lugar confesado un grave delito, con este motivo se mueve a
volver hasta el seno de su madre, en el cual ya mucho antes recibió la
corrupción general (Sal. 51,5): y ello, no para disminuir la culpa con el
pretexto de que todos estamos corrompidos en Adán, sino para amontonar todos
los pecados que durante toda su vida había cometido, a fin de que cuanto más
severo se muestra contra sí mismo, tanto más fácil encuentre a Dios para perdonarle.
Confesión general y confesión especial. Y aunque no siempre los santos pidan con palabras expresas perdón de
sus pecados, sin embargo, si consideramos diligentemente las oraciones que de
ellos refiere la Escritura, en seguida veremos que es verdad lo que digo: que
siempre han cobrado ánimos para orar por la sola misericordia de Dios, y que
han comenzado procurando apaciguar su ira y aplacarlo. Porque si cada uno se
pone la mano en el pecho y pregunta a su conciencia, tan lejos está de
atreverse familiarmente a descargar ante Dios sus congojas, que sentirá horror
de dar un paso adelante para acercarse a Él, a no ser que confíe que Dios por
su pura misericordia lo ha recibido en su favor.
Es verdad
que hay otra confesión especial, cuando pidiendo a Dios que aparte su mano y no
los castigue, reconocen el castigo que han merecido. Porque sería gran absurdo
y confusión de todo orden, querer quitar el efecto dejando la causa. Pues
debemos guardarnos muy bien de imitar a los enfermos ignorantes, los cuales
procuran cuanto pueden quitar lo accidental y no tienen cuidado alguno de la
causa y raíz de la enfermedad. Por tanto, lo que ante todas las cosas debemos
procurar es que Dios nos sea propicio y no que nos muestre su favor con señales
externas; porque él quiere guardar este orden; y poco nos aprovecharía sentir
su liberalidad, si nuestra conciencia no lo sintiese aplacado e hiciese que nos
fuera amable. Lo cual se nos declara por lo que dice Jesucristo, cuando
habiendo determinado curar al paralítico, declara: “Tus pecados te son
perdonados” (Mt. 9.2). Al hablar de esta manera levanta el corazón a lo que
principalmente debemos desear; a saber, que Dios nos reciba en su gracia y
después nos muestre el fruto de nuestra reconciliación ayudándonos.
Además de
esta confesión especial que los fieles hacen de sus culpas y pecados, la
introducción general por la que se confiesan pecadores y que hace que la
oración sea acepta, en modo alguno ha de omitirse; porque jamás nuestras
oraciones serán oídas, si no van fundadas en la gratuita misericordia de Dios.
A este propósito puede referirse lo que dice san Juan: “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda
maldad” (1 Jn. 1.9). De aquí nació que en la Ley, las oraciones para ser
aceptas, eran consagradas con efusión de sangre, a fin de que el pueblo fuese
advertido que no merecía tan excelente privilegio como es invocar a Dios, hasta
tanto que, limpio de todas sus manchas, pusiese toda su confianza para orar, en
la sola misericordia divina.
_________________________________________
MÉXICO: UN ESTADO FALLIDO PLANIFICADO (II)
Raúl Zibechi, Ecupres, 29 de
octubre de 2014
Controlar
la sociedad
Por su larga experiencia, sostiene
que la masacre de Ayotzinapa, “es un mensajito al pueblo, es decirnos: vean de
lo que somos capaces”, como sucedió en San Salvador Atenco en 2006, cuando
militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, que participaban en
La Otra Campaña zapatista, fueron brutalmente reprimidos con un saldo de dos
muertos, más de 200 detenidos, 26 de ellas violadas. El gobernador a cargo del
entuerto era Enrique Peña Nieto, el actual presidente.
Esos
“mensajes” se repiten una y otra vez en la política mexicana. El padre
Alejandro Solalinde, quien participó en el Foro de Derechos Humanos, coordina
la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano y dirige
un alberque para migrantes que pasan por México hacia Estados Unidos, asegura
que recibió información de que los estudiantes fueron quemados vivos. Luego de
ser ametrallados, los heridos fueron quemados, como le relataron policías que
participaron en los sucesos y “reventaron por conciencia” (Proceso, 19
de octubre de 2014).
Si el
modo de asesinar revela un claro mensaje mafioso, deben develarse los
objetivos, hacia quiénes apuntan y porqué. La respuesta viene de la mano del
obispo Vera. Destaca la íntima relación entre los carteles y las estructuras
política, judicial y financiera del Estado, al punto que es imposible saber
dónde comienza uno y acaba el otro. Constatar esa realidad lo lleva a asegurar
que los dirigentes de su país “son el crimen organizado” y que, por lo tanto,
“no estamos en democracia” (Proceso, 12 de octubre de 2014).
_________________________________
CAMPAÑA DE LA JUVENTUD CRISTIANA EXIGE JUSTICIA PARA LOS ESTUDIANTES
DESAPARECIDOS DE MÉXICO
Jóvenes estudiantes del
Movimiento Estudiantil Cristiano del México "MEC por la Equidad"
(MECM) y la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos en
América Latina y el Caribe (FUMEC-ALC) han llamado a las iglesias, organismos
ecuménicos y la comunidad internacional para mostrar su apoyo a las familias de
los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que desaparecieron durante una protesta
estudiantil en Iguala, México, en la tarde del 26 de septiembre.
A través de la campaña "Todos Somos Ayotzinapa", el MECM y la
FUMEC - ALC, organizaciones ecuménicas asociadas del Consejo Mundial de
Iglesias (CMI), están exigiendo la visibilidad del caso, mientras que se aumenta
la conciencia acerca de los abusos de derechos humanos en México. La campaña
afirma que el incidente de los estudiantes desaparecidos de México no es un
caso aislado, sino parte de un panorama más amplio en el cual la policía
estatal ha estado involucrada en violaciónes de derechos humanos.
Los estudiantes desaparecidos son de la Escuela Normal Rural Manuel
Isidro Burgos, en Ayotzinapa, y fueran secuestrados en camionetas de la policía
en el día de su desaparición. La campaña de solidaridad ecuménica por los
estudiantes de la región está pidiendo una investigación seria del caso.
La campaña invita a participar de una petición en
línea para el presidente de México, Enrique Peña Nieto, apelando a
la reparación de la cuestión. Se ha enviado cartas a las embajadas mexicanas en
todo el mundo y iniciado acciones de incidencia en las redes sociales.
"Estamos enviando un mensaje a la comunidad internacional
inspirado en nuestra fe en Dios que nos llama a la justicia. Les llamamos a
estar atentos a todos estos ‘signos de los tiempos’, para actuar de forma
puntual y pertinente al llamado de justicia y paz del Dios de la vida",
afirma la declaración de la FUMEC - ALC, citando a un mensaje del MECM.
El 26 de octubre, la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y
Presbiterianas (CMIRP) también emitió una declaración sobre la situación de los
estudiantes mexicanos desaparecidos. "Nos añadimos a la multitud de voces
inconformes que se han escuchado dentro de nuestra patria mexicana y en muchas
ciudades alrededor del mundo, y la consigna es la misma: ¡Vivos se los
llevaron, vivos los queremos!"
El comunicado de la CMIRP exhorta a las congregaciones de todo el mundo
a se reunir en en oración y en el ejercicio de sus derechos de ciudadanía
mediante la participación en acciones de solidaridad con los que sufren la
violencia y expresa su solidaridad con las familias de los estudiantes
desaparecidos.
"Es con gran preocupación que seguimos las noticias acerca de los
estudiantes desaparecidos en México. Nos sumamos a las voces de los movimientos
cristianos juveniles, a nivel local y global, para exigir justicia para los 43
desaparecidos de Ayotzinapa", dijo Carla Khijoyan, encargada del programa
del CMI para la Participación de la Juventud en el Movimiento Ecuménico.
"Es responsabilidad del Estado mexicano garantizar la seguridad y
el retorno seguro de estos jóvenes estudiantes a sus hogares. Esperamos que el
gobierno escuchará nuestras súplicas", dijo.
Christine Housel, secretaria general de la FUMEC, dijo que "la
protesta de los 43 estudiantes desaparecidos, quienes insistían en vivir con
verdadera justicia y respeto de los derechos humanos, es lo que los estudiantes
cristianos deben hacer. Nuestro llamamiento es a las autoridades mexicanas para
que reaccionen con rapidez y encuentren a los estudiantes con vida."
www.oikoumene.org,
6 de noviembre
No hay comentarios:
Publicar un comentario