domingo, 15 de marzo de 2020

Isaías 63.7-14, L. Alonso Schökel y J.L. Sicre / Hechos 2.25-33, TLA

7 Voy a recordar la misericordia del Señor,
las alabanzas del Señor:
todo lo que hizo por nosotros el Señor,
sus muchos beneficios a la casa de Israel,
lo que hizo con su compasión y su gran misericordia.
8 Él dijo: “Son mi pueblo, hijos que no engañarán”.
9 Él fue su salvador en el peligro:
no fue un mensajero ni un enviado,
él en persona los salvó, por su amor y su clemencia los rescató,
y los liberó y los llevó siempre a cuestas en todos los peligros.
10 Pero ellos se rebelaron e irritaron su santo espíritu;
entonces él se volvió su enemigo y guerreó contra ellos.
11 Se acordaron del pasado, del que sacó a su pueblo:
¿Dónde está el que sacó de las aguas al pastor de su rebaño?
¿Dónde el que metió en su pecho su santo espíritu?
12 ¿El que estuvo a la derecha de Moisés guiándolo con su brazo glorioso?
¿El que dividió el mar ante ellos, ganándose renombre perpetuo?
13 ¿El que los hizo andar por el fondo del mar
como el caballo por la estepa sin tropezar,
14 Y como ganado que baja a la cañada?,
el espíritu del Señor los llevó al descanso:
así condujiste a tu pueblo ganándote renombre glorioso.

*

25 Hace mucho tiempo, el rey David dijo lo siguiente acerca de Jesús:
Yo siempre te tengo presente;

si tú estás a mi lado,
nada me hará caer.
26 
Por eso estoy muy contento,
por eso canto de alegría,
por eso vivo confiado.
27 
¡Tú no me dejarás morir

ni me abandonarás en el sepulcro,
pues soy tu fiel servidor!
28 
Tú me enseñaste a vivir
como a ti te gusta.
Contigo a mi lado
soy verdaderamente feliz.
29 Amigos israelitas, hablemos claro. Cuando David murió, fue enterrado, y todos sabemos dónde está su tumba. 30 Y como David era profeta, Dios le prometió que un familiar suyo sería rey de Israel.
31 David sabía que Dios cumpliría su promesa. Por eso dijo que el Mesías no moriría para siempre, sino que resucitaría. 32 Todos nosotros somos testigos de que Dios resucitó a Jesús, 33 y de que luego lo llevó al cielo y lo sentó a su derecha.
Dios le dio a Jesús el Espíritu Santo. Y ahora Jesús nos ha dado ese mismo Espíritu, pues nos lo había prometido. ¡Y esto es lo que ustedes están viendo y oyendo!

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...