HOMBRE Y MUJER
Karl Barth, Instantes
“Hombre y mujer los creó” (Génesis 1.27)
Dios existe en comunidad. Puesto que
en sí no está solo, ni tampoco hacia fuera quiere estarlo, no es buena la soledad
para el ser humano. La condición humana es, en su forma fundamental, humanidad
compartida. Que las cosas son así lo demuestra sin duda el hecho de que no
podemos decir “ser humano” sin tener que decir “hombre” o “mujer” y, al mismo
tiempo, “hombre y mujer”.
La mujer es eminentemente para
el hombre, y el hombre para la mujer, el otro ser humano, el prójimo, al que
hemos de ver y nos ha de ver, al que se ha de hablar y escuchar, cuya ayuda se
ha de experimentar y al que se ha de prestar ayuda, cosas todas ellas que han
de significar la suprema necesidad humana, pero también el supremo problema
humano y, al mismo tiempo, la suprema realización humana. El uno puede y tiene
que saberse interrogado por el otro: ¿puedes y quieres garantizar que también
tu naturaleza es humana? ¿Puedes mostrármelo de manera que yo lo entienda
también?
Si el hombre considerara que con sus
palabras y obras debe demostrarle a la mujer, para la que él constituye tan
enorme interrogante, que es humano, probablemente sería razón suficiente para
que muchas cosas típicamente masculinas quedaran sin decir y sin hacer, o se
dijeran e hicieran de un modo totalmente distinto. Y precisamente lo mismo
habría que decir también de la manera femenina de hablar y de actuar. Estar
solo y vivir para sí no puede ser para ambos sino algo fortuito, extrínseco,
provisional y pasajero. En realidad, su ser es, siempre y en toda
circunstancia, un ser con el otro.
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LA ORACIÓN DE JESÚS Y DEL CRISTIANO (IV)
Jon Sobrino
No es que existan, por lo tanto, dos
objetos distintos del amor: Dios y el prójimo. Existe una única experiencia de
la praxis del amor, cuyo material es el amor al prójimo, y en cuya formalidad
-cuando se hace sin reservas- se da también la experiencia de Dios; y por ello
puede formularse como amor a Dios.
El amor al prójimo es la
condición de posibilidad de la experiencia de Dios como trascendente, como Dios
siempre mayor; es su única mediación histórica. En el amor, por una parte,
aparece el "más", el exceso de realidad y sentido; por otra, la
praxis del amor es el lugar en que se experimenta la aporía fundamental: quien
de verdad ama es perseguido, quien se pone en el camino del amor siente sobre
sí el peso del pecado.
Aceptar cristianamente la
trascendencia no es una identificación ingenua con la exigencia de un absoluto,
sino corresponder a un absoluto a pesar de su cuestionamiento por la historia.
En la frase tradicional de Pablo, significa tener esperanza contra toda
esperanza.
Todas las tradiciones sobre
Dios que recibe Jesús quedan sintetizadas en la tradición "del reino de
Dios". Este reino es la alteridad última de Jesús. En cuanto
"reino" apunta al amor real e histórico, a la comunión del individuo
con los demás hombres, y de éstos con el origen y futuro de ellos mismos, es
decir, con Dios. En cuanto es reino "de Dios" apunta a la última
profundidad del reino, a la trascendencia, al Dios mayor.
Analizando la oración de los
cristianos de la primera comunidad, tras la experiencia de la resurrección,
vemos que su fundamento es trinitario. En su oración mencionan al Padre,
misterio último de la existencia, santo e inmanipulable, trascendente como
creador y origen de todo o como futuro absoluto. Amor, que se expresa como
redentor y reconciliador. El Padre es puesto, además, en relación con la
historia a partir del misterio del mal y del pecado: su sabiduría se muestra en
la cruz, que es locura y escándalo.
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EL NUEVO PARTIDO NEOPENTECOSTAL
Bernardo Barranco V.
La ambigüedad y el doble discurso
acompañan al naciente Partido Encuentro Social (PES). El mayor señalamiento
consiste en ser un partido confesional de corte neopentecostal. Su presidente,
Hugo Éric Flores Cervantes, se dice cristiano, pero no ministro, y mucho menos
pastor. Sin embargo, su trayectoria indica lo contrario. No es de extrañar que
el ascenso en México y en América Latina de las iglesias pentecostales haya
alcanzado a tener brazos políticos que posicionen sus intereses y agendas en
los entramados del poder. Así pasa en Brasil con la Iglesia Universal del Reino
de Dios, la cual desde hace 15 años tiene una representación robusta en los
tres órdenes de poder del país. También en Colombia y en varios países
centroamericanos los grupos evangélicos tienen expresiones político partidarias
que reflejan la pluralización y el alcance que estas nuevas minorías están
desarrollando. En el caso mexicano no es de extrañar la irrupción evangélica en
la vida partidaria y electoral, porque la Iglesia católica parece afianzar su
influencia en el PAN y de manera palpable en el PRI. Muchos gobernadores y
presidentes municipales encomiendan a Dios sus territorios y mandatos,
vapuleando el carácter laico de su desempeño público y del Estado. Por ello el
hecho de que un partido religioso disfrazado reivindique lo que en los hechos
goza la iglesia mayoritaria. Se podría llamar “justicia divina”, pero no la
justicia secular mexicana, ya que su irrupción viola el 130 constitucional, el
código electoral y la Ley de asociaciones religiosas y culto público. En este
país, al menos así lo dicen las leyes, no está permitido un partido
confesional. Por ello los partidos están obligados a actuar y conducirse sin
ligas de dependencia o subordinación con ministros de culto de cualquier
religión. Bajo este manto de sospecha, el presidente del nuevo partido insiste
a los cuatro vientos: “No somos partido religioso, al contrario, somos
liberales”, como si ser liberal lo eximiera de ser religioso. Flores quiere
escamotear y sabe bien que la mayoría de los liderazgos protestantes en México,
al menos, son juaristas, políticamente liberales y laicos.
Éric Flores es un personaje de
largo linaje evangélico. Nace en el seno de una familia enlazada a la Iglesia
de Dios, agrupación de corte bautista; estudia en una preparatoria
presbiteriana, Instituto Juárez, en el sur del DF, y desde muy joven milita
políticamente. Trabajó con el grupo priísta de Colosio y fue asesor de Ernesto
Zedillo, bajo la dirección de Liébano Sáenz. Encontré en el libro de Mariano
Ávila Arteaga, Entre Dios y el césar: líderes evangélicos y política en
México (1992 -2002), una reveladora entrevista en la que el actual
presidente del PES afirma: “Queremos el poder para crear un modelo de gobierno
de justicia y de misericordia para que este pueblo voltee a ver a Dios. Eso
será posible con gobernantes íntegros cristianos”. Ahí afirma no creer en los partidos
y, con un toque de mesianismo conservador, proclama: “El gobierno civil es
bíblico. El federalismo surge de la Biblia. En ello pensaban los que crearon la
constitución estadunidense. Hallaron inspiración en Moisés y su formación de
líderes laicos”.
Flores se alía con Casa sobre
la Roca, una Iglesia dirigida por Alejandro y Rosi Orozco. Se venden
ante Felipe Calderón como el leal brazo evangélico de su campaña presidencial.
Igualmente neopentecostal, Casa sobre la Roca navega también en la ambigüedad,
no se reconoce una agrupación religiosa, sino una comunidad de superación
humana con inspiración en los valores bíblicos que se sustentan en los
principios de la teología de la prosperidad. Pero su concepción de familia,
sexualidad, aborto y otros análogos es idéntica a la de los católicos conservadores.
En ese mismo sentido, el PES, expresado por Daniela Pérez, delegada de Baja
California Sur se pronuncia por el establecimiento de un matrimonio exclusivamente
entre un hombre y una mujer, el cuidado y protección de la vida desde su
concepción hasta su muerte natural y no inducida, la prohibición al acceso de
páginas pornográficas en escuelas, oficinas de gobierno y en áreas públicas.
El PES de Éric Flores puede
representar un modelo inédito que aglutine corrientes conservadoras y
ultraconservadoras en México. Ante el desgaste político y simbólico de grupos
de derecha radical católica como el Yunque, muchas asociaciones conservadoras
requieren nuevos interlocutores y canales más modernos de representación con el
poder político; en este sentido el PES apuesta como una conveniente
alternativa. Hay que reconocer que la derecha se ha modernizado; ya no es el
actor ultra, iracundo, personificado por Serrano Limón. El antropólogo Roger
Bartra nos recuerda que si algo irrita a los políticos que viven bajo viejas
coordenadas ideológicas es que se esté constituyendo una derecha moderna y que
incluso haya impulsado la transición democrática en México.
Flores, el presidente del PES,
retoma el proyecto de Casa sobre la Roca fraguado en los tiempos del
calderonismo. La pluralización del campo religioso en América Latina ha
obligado a incorporar nuevos actores evangélicos con diversas tradiciones,
intenciones e intereses específicos. Dicho de otra manera, la ultraderecha ha
dejado de ser sólo católica, tiene una competencia evangélica que puede bajo
ciertas circunstancias convertirse en aliada. Ambas, la derecha católica y
neopentecostal, cuentan con recursos humanos y económicos, con fuertes vínculos
internacionales, especialmente con poderosos grupos afines en Estados Unidos.
En el fondo la presencia del PES plantea la resignificación de las derechas
religiosas del país. Los grupos conservadores quieren salir de sus catacumbas.
No cabe duda de que la secularización de la cultura y la globalización han
tocado las puertas de los nuevos grupos conservadores, los cuales han logrado
mutar, adaptarse e insertar su agenda en la plaza pública. La irrupción del PES
lleva a considerar de forma crítica la tentativa conservadora de reconquistar
el espacio secular. La derecha encapsulada y conspiradora, como el Yunque, se
ha vuelto obsoleta, mientras grupos como el PES suponen el asedio a los
espacios de la sociedad civil urbana, la incidencia religiosa en políticas
públicas y el ascenso político de una nueva generación, religiosamente
conservadora.
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