Biblia de Ginebra (1552)
8
Está claro que
Josué no introdujo a los israelitas en el descanso definitivo, pues, de
haberlo hecho, no se aludiría a “otro día” de descanso después de todo aquello.
9 Por consiguiente, el pueblo de Dios está aún en espera de un
descanso, 10 ya que de haber entrado en el descanso de Dios, también
él descansaría de todos sus trabajos lo mismo que Dios descansó de los suyos. 11
Esforcémonos, pues, nosotros por entrar en el descanso que Dios ofrece
para que nadie perezca siguiendo el ejemplo de aquellos rebeldes.
12 En efecto, la palabra de Dios es
fuente de vida y de eficacia; es más cortante que espada de dos filos y penetra
hasta dividir lo que el ser humano tiene de más íntimo, hasta llegar a lo más
profundo de su ser, poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e
intenciones. 13 Ninguna criatura se
le oculta a Dios; todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel ante
quien debemos rendir cuentas.
14 Y ya que contamos con
un sumo sacerdote excepcional que ha traspasado los cielos, Jesús, el Hijo de
Dios, mantengámonos firmes en la fe que profesamos. 15 Pues no
tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al
contrario, excepto el pecado, ha experimentado todas nuestras pruebas. 16
Acerquémonos, pues, llenos de confianza a ese trono de gracia, seguros de
encontrar la misericordia y el favor divino en el momento preciso.
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