Marcos 12.1-12
8 de abril de 2020
En esta sección,
Jesús se sirve de un ejemplo arraigado, nuevamente, en la tradición antigua de
Israel, pues la explicación gira alrededor de la viña de Isaías 5, esto es, la
visión metafórica de la nación judía como espacio central de la acción divina
en el mundo. Sin conexión aparente con lo acontecido con anterioridad, no
obstante, los destinatarios de la parábola son los dirigentes religiosos cuyos
planes homicidas Jesús denunciaría abiertamente. La viña rentada a los
trabajadores, preparada de antemano por el dueño (12.1) sirve como muestra de
la práctica permanente de soberbia y altivez de ellos (2-3).
La acusación
identifica veladamente a los dirigentes judíos, pues habían rechazado
continuamente, golpeado, y hasta asesinado, a los siervos de Dios (4-5). No
sería diferente la suerte del hijo del dueño de la viña, el propio Jesús como
representante de su padre Dios (6). La saña con que actuaron los labradores en
ese caso es digna de señalarse (7-8), pues su conducta hacia él es
particularmente violenta: “agarraron al muchacho, lo mataron y arrojaron su
cuerpo fuera del terreno”. La última parte alude a la muerte indigna que
implicaría arrojar el cadáver fuera de los límites de la viña, una clara
referencia a lo que padecería Jesús, que fue retomada por Hebreos 13.12ss
La pregunta con que concluye la historia (“¿Qué
piensan ustedes que hará el dueño de la viña?”, 9a) y su respuesta inmediata (“Yo
se lo voy a decir: irá a la viña, matará a esos hombres, y luego dará la viña a
otras personas”, 9b) remite a Is 5.4-6, adonde el Señor se plantea varias
preguntas sobre su accionar hacia la viña y decide actuar radicalmente, para
luego afirmar categóricamente, en el mismo espíritu de la parábola de Jesús:
Mi
viña, mi plantación más querida,
son ustedes, pueblo de Israel […]
Yo, el
Dios todopoderoso,
esperaba de ustedes obediencia,
pero sólo encuentro
desobediencia;
esperaba justicia,
pero sólo encuentro injusticia (5.7).
“Si
la muerte del Hijo debe convertir a los viñadores en propietarios de la viña se
da a entender que ellos reconocieron en el Hijo al heredero de las promesas de
Israel, al que haría que ellas llegaran también a los gentiles”.[2] Como bien señala Gnilka, la parábola tiene una amplia perspectiva de toda la
historia de la salvación, “desde la elección hasta el rechazo de Israel, así
como la constitución de un nuevo pueblo de Dios”[3]
y apunta hacia el juicio de Dios (la abolición total de la elección de Israel,
su pérdida de privilegios) al remitir al Salmo 118 (vv. 22-23, el mismo que fue
citado en la entrada a la ciudad) mediante la figura de la piedra rechazada que
ahora sería la “piedra principal” (10-11).
Los destinatarios de esta historia
se reconocieron completamente en ella y trataron de detenerlo, pero fu mayor su
temor de un levantamiento popular, por lo que se alejaron de Jesús (12). Esta
es la parábola de juicio más dura de toda la tradición sinóptica.
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