LOS
SERVIDORES Y LOS IMPÍOS
Samuel
Amsler
Los
últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros.
Estella,
Verbo Divino, 1996, p. 45.
E
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l discurso de los capítulos 65 y 66
endurece más todavía el tono, para poner de relieve el contraste entre la
felicidad prometida a los justos y la condenación que aguarda a los culpables.
El profeta arrostra el escepticismo que pone en duda las consecuencias de la opción
que hay que hacer entre servir a Dios y servir a los propios intereses.
El oráculo toma la forma de un discurso
procesal en el que, antes de actuar como juez, el Señor presenta una denuncia
contra su pueblo que se niega a responder a sus llamadas. Tan sólo más tarde
anuncia cuál va a ser su juicio.
1 Yo ofrecía respuesta a los que no preguntaban,
salía al encuentro de los que no me buscaban;
decía: «Aquí estoy, aquí estoy»
al pueblo que no invocaba mi nombre.
2 Tenía mis manos extendidas todo el día hacía un pueblo rebelde,
que andaba por el mal camino, siguiendo sus antojos,
3 pueblo que me provocaba en la cara continuamente,
que sacrificaba en los jardines y ofrecía incienso sobre los
ladrillos,
4 que se sentaba en los sepulcros y pernoctaba en las grutas,
que comía la carne del puerco y caldo abominable en las tazas;
5 que decía: “Retírate, no te acerques, que estoy consagrado”.
6 Eso hace humear mi cólera como fuego que arde todo el día.
De ahí las dos partes del discurso.
vv. 1-12: El Señor comienza su requisitoria recordando las
iniciativas renovadas que había tomado para entablar un diálogo con su pueblo,
sin esperar a que éste se pusiera a buscarlo. Fue como un padre que extiende
las manos a sus hijos (v. 2). Pero ellos no quisieron escucharle. Se entregan a
prácticas idolátricas, a consultas a los muertos o a banquetes infames (vv. 3-5).
¡Que no se les ocurra pensar que el Señor se ha olvidado de
estas abominaciones!; todo esto queda registrado por escrito ante él (vv. 6-7).
No es que haya renunciado a llevar a la práctica su plan de salvación para los
que perseveran en su servicio (vv. 8-10). Pero juzgará sin piedad a los que se
han rebelado contra él (vv. 11-12).
vv. 13-16: Cae entonces la sentencia por la que el juez describe
el destino que aguarda a los malvados, en contraste con la felicidad prometida
a los justos. Una serie de oposiciones muestra a los malvados cómo se verán
privados de todo lo que constituirá la felicidad de los justos: hambre, sed,
vergüenza, gritos de dolor.
Ocurrirá incluso que su nombre servirá de maldición, de eslogan
para desear la muerte de alguien. ¡Qué lejos estarán de tener parte en la bendición
del “Dios del amén”, es decir, del Dios que mantiene fielmente sus promesas!
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LLEVANDO ESPERANZA A LOS HUESOS SECOS
Chris Ferguson
Comunión Mundial de Iglesias Reformadas
8 de abril de 2020
Entonces me dijo: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: ‘¡Huesos
secos, escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor omnipotente a estos
huesos: Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir. Les pondré
tendones, haré que les salga carne, y los cubriré de piel; les daré aliento de
vida, y así revivirán. Entonces sabrán que yo soy el Señor’”.
Ezequiel 37:1-14 (NVI)
…yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Juan 10:10
C
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omo familia humana, apenas estábamos abriendo colectivamente
nuestros ojos a las crisis que conmovía al mundo y a las inigualables amenazas
para la vida y el futuro del planeta. Estábamos justo a punto de ponerle nombre
a los estragos del imperio, puestos de manifiesto en un sistema de apartheid
global que enfrenta los intereses del 1% de las personas del mundo contra las
necesidades del otro 99%, dejando incluso al último 50% sin esperanza de vida y
sin sustento. Estábamos comenzando a comprender el alcance de las masivas
heridas resultantes de vivir en un mundo caído en manos de ladrones.
Y en eso llegó el COVID-19. La
nueva pandemia de coronavirus expuso sin piedad nuestra innegable
interconexión: de toda la creación, de toda la humanidad.
El impacto de tantas muertes y el
alcance de la pandemia sobre el bienestar humano y ecológico aún está por
verse. Los esfuerzos para frenar la propagación de la enfermedad y para salvar
vidas son la primera prioridad. Queda claro que, debido a que la mayoría del
mundo se ha parado, el siguiente paso para los gobiernos y para los movimientos
populares consiste en discernir dónde reside la esperanza en tanto estamos
parados en medio de las ruinas causadas no solo por el virus sino por un
sistema político y económico mundial que había dejado a la mayoría de las sociedades
envueltas en la pobreza masiva, la inequidad, los sistemas de atención médica
desmantelados, las escuelas desfinanciadas, un número sin precedentes de
personas obligadas a emigrar; de hecho, un mundo explotado y violado por los
excesos y la extralimitación del capitalismo neoliberal y de gobiernos
autoritarios, un mundo injusto para las personas y para la creación sufriente.
Por
ello, al hacer un balance del desastre provocado por la pandemia, descubrimos
que volver a la normalidad no puede ser nuestro objetivo. Dios seguramente no
nos está llamando a volver al anterior statu quo anterior. Dios sin dudas nos
está llamando a un futuro marcado por la paz, la justicia, la reconciliación y
la sanidad.
Mientras transitamos la Cuaresma,
acercándonos a la Pascua en tiempos de coronavirus, nuestra fe nos convoca a
acompañar a Ezequiel al lugar más difícil: al valle de los huesos secos. Es
importante saber que la visión de Ezequiel se inspiró en un hecho histórico
real, la derrota militar y política de Israel y el cautiverio de su liderazgo.
Muerte real, desastre real. En los primeros pasos en el peregrinaje de la
esperanza, Dios lleva a Ezequiel a confrontar y a evaluar honestamente el
alcance y la verdad del desastre, a comprender plenamente el alcance de las
heridas, a constatar que los huesos estaban verdaderamente secos,
desconectados, dispersos, sin vida y que eran muchos, muchos.
A partir de allí es que se da el
siguiente giro, un tanto confuso, en el peregrinar de la esperanza: se le
pregunta a Ezequiel algo que él esperaba fuera respondido por él: “¿Pueden
vivir estos huesos?”. Con razón Ezequiel se vuelve a Dios. Porque Dios sabe. Y
Dios, en lugar de ofrecer una promesa o palabras de esperanza, asigna una
tarea. «Profetiza sobre estos huesos, y diles: “¡Huesos secos, escuchen la
palabra del Señor!”. Recurriendo a Dios en busca de esperanza, Ezequiel
descubre que la palabra de Dios obrará sanidad, reconciliación y restauración
por medio del pueblo de Dios. Ezequiel descubre que él no va a ser un mero espectador
que espera, sino que debe ser quien administre la esperanza respondiendo al
llamado de Dios. Aspirando a ser el beneficiario de la esperanza, Ezequiel es
convocado a ser un servidor de la esperanza.
El siguiente signo de esperanza
no es simplemente la restauración de la vida sino la rearticulación de lo
fragmentado, la reparación de la grieta y no solo para toda la humanidad sino
sobre todo para las personas más afectadas y destruidas. La comunidad histórica
que fue destruida por el imperio se restaura para hacer la diferencia. Para ser
una luz para el mundo. Curiosamente, Juan Calvino en sus sermones sobre este
texto siempre insistió en que este pasaje no se refería a la resurrección final
sino a la restauración de Israel luego del exilio y, por ende, era aplicable a
la restauración de la iglesia al servicio de palabra esperanzadora de Dios.
La esperanza emergiendo de los
valles de los huesos secos. Podemos vernos a nosotros mismos como una koinonia
global: la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas en su complejidad y
diversidad, pero una sola familia junto a Ezequiel. La esperanza para nosotros
y nosotras radica en asumir la verdadera destrucción provocada por el imperio y
también en abrazar la tarea que el Dios de la Vida nos da para re-articular la
comunidad terrena para servir a la vida.
La reconocida cita de Agustín
resuena fuerte en este tiempo de pandemia, en la oscura sombra de los saqueos
del capitalismo neoliberal, en las garras de un sistema asesino de apartheid
global: «La esperanza tiene dos hermosas hijas; sus nombres son Ira y Valor.
Ira para indignarse por cómo están las cosas y Valor para tratar que esa
realidad no permanezca igual”.
Hay muchas demandas de todo el
mundo para que no se estimule la economía solo bajo el modelo capitalista
actual, sino para aprovechar esta oportunidad para la implementación de
impuestos justos, para asegurar ingresos y salarios dignos y para implementar
un impuesto a la riqueza, para no regresar a los niveles anteriores de
destrucción ecológica y utilización de combustibles fósiles. Para no intentar
el salvataje de las compañías aéreas tal como son, sino para insistir que
cambien y se vuelvan sostenibles.
Para la CMIR, la esperanza y la
responsabilidad que son base de la Confesión de Accra, nos desafían a buscar
una Nueva Arquitectura Financiera Internacional, a unirnos a la lucha por la
justicia como parte integral de nuestra fe en el Dios de la Vida. Hay un rumbo
de esperanza que se nos abre a medida que el mundo va saliendo de este desastre
sin precedentes. Mientras lloramos nuestras pérdidas, mientras nos esforzamos
por volver a la vida cotidiana, permanezcamos en la inconformidad,
esforzándonos por no volver a la normalidad sino a un mundo transformado por
medio de la gracia de Dios y de nuestra mayordomía de la esperanza.
Damos gracias a Dios porque el
Espíritu de Dios se está moviendo potentemente en nuestra historia y en estos
tiempos. Damos gracias porque el Espíritu de Dios nos moviliza como a Ezequiel
en el camino de la esperanza, con sus giros inesperados, que nos lleva a
comprender el rol que nos toca en ser, con la ayuda de Dios, servidores y
servidoras de la esperanza. A rechazar el statu quo y volver a conectarnos con
las personas quebrantadas y heridas del mundo para crear, con Dios, una normalidad
nueva de paz, justicia, reconciliación y sanidad.
Necesitamos compartir y escuchar
la palabra de Dios que nos convoca como una familia global a la unidad y a la
justicia. El poder de la Resurrección radica en ser el movimiento de Jesús con
todas las personas desposeídas para garantizar que podamos emerger del valle de
los huesos secos, para que todos los planes y las promesas para salir adelante
luego de la pandemia traigan esperanza para toda la creación y para que ya no
regresemos al valle de los huesos secos.
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LAS
IGLESIAS SE PREPARAN PARA AYUDAR A LOS REFUGIADOS DURANTE LA PANDEMIA DEL
COVID-19
Consejo
Mundial de Iglesias
15
de abril de 2020
Es
duro vivir aislado en casa durante la pandemia del
COVID-19 viendo el aumento de la cantidad de infectados con el virus y del
número de muertos. Pero piense en los refugiados y las personas desplazadas del
mundo.
ACT Alianza –la alianza mundial
de más de 145 iglesias y organizaciones relacionadas que forman parte de la
familia del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y trabajan juntas en más de 120
países– estaba tan preocupada por la difícil situación de los vulnerables que
hizo público “Un llamado a una humanidad y gobernanza global más contundente”.
“¡Protegerse usted del #COVID-19
significa proteger a los demás! Ayude a quienes trabajan en la #primeralínea”,
tuiteó ACT el 8 de abril mientras los interesados volvían la atención a zonas
como Oriente Medio, el Cuerno de África, el Sahel y la República Democrática del
Congo, donde abundan los refugiados y los desplazados.
Rudelmar Bueno de Faria,
secretario general de ACT Alianza, dijo en su declaración
del 7 de abril: “Con consternación, vemos cuánto el COVID-19 ha
afectado a personas y naciones. Esta pandemia es una de las mayores crisis
humanitarias en la historia moderna y se ha extendido a países frágiles y
afectados por conflictos”.
Muchos de los conflictos
mundiales han continuado mientras aumenta el número de muertos por el nuevo
coronavirus. Apenas se ha prestado atención al llamado del secretario general
de la ONU, António Guterres, el 23 de marzo a una cesación del fuego inmediata
para ayudar a combatir la pandemia.
De Faria dijo: “Esta pandemia
aumenta la vulnerabilidad de las personas que ya experimentan crisis
humanitarias, pobreza, desigualdades y aprietos económicos. Las necesidades
humanitarias se volverán más agudas y más difíciles de equipar y financiar, ya
que los países de todo el mundo se centran en satisfacer sus propias
necesidades relacionadas con el COVID-19”.
Tácticas de guerra económica
Expresó asimismo su angustia al ver a algunos gobiernos
utilizando tácticas de guerra económica para controlar las cadenas de
suministro de bienes que de repente parecen estratégicos, lo que socava una
respuesta humanitaria justa, especialmente en países con menos recursos
económicos.
Esas tácticas se aplicaban “en
momentos en que todos los gobiernos e instituciones deberían estar garantizando
el acceso pleno, seguro, inmediato y sin restricciones para el personal
humanitario y médico, así como sus equipos y suministros, a las áreas más
afectadas”.
“Las implicaciones para los
países con sistemas de salud débiles pueden ser especialmente severas, y pueden
afectar desproporcionadamente a personas altamente expuestas o confinadas,
incluidos migrantes y personas desplazadas, solicitantes de asilo, refugiados y
aquellos viviendo en asentamientos informales”, dijo De Faria.
El Departamento de Servicio a los
Refugiados Palestinos del Consejo de Iglesias de Oriente Medio dijo que sus
oficinas están cerradas en muchas zonas, excepto las oficinas principales de
Gaza en el área bajo el control de la Autoridad Palestina. Esas oficinas siguen
funcionando a pesar de los diez casos del COVID-19 en la Franja de Gaza.
“La situación es preocupante no
solo en la Franja de Gaza, donde solo hay disponibles 60 respiradores para una
población de 2 millones, sino también en Cisjordania, que dispone de 205
ventiladores para una población de más de 2,5 millones”.
“El sistema de salud palestino
está bajo presión y está llegando a un punto crítico. Esta razón está detrás de
los estrictos cierres impuestos en este período por la policía palestina y las
fuerzas del orden de la Autoridad Palestina”, dijo el Departamento de Servicio
a los Refugiados Palestinos. A continuación, añadió que el principal problema
al que se enfrentan los palestinos ahora son los trabajadores que regresan de
Israel, ya que algunos de ellos son portadores del virus.
Test insuficientes
“No hay bastantes test para distribuir”, dijo el Departamento de
Servicio a los Refugiados Palestinos. La Dra. Souraya Bechealany, secretaria
general del Consejo de Iglesias de Oriente Medio, habló con motivo de la
emisión por parte del CMI y las organizaciones ecuménicas regionales de una
histórica declaración pastoral conjunta en la que afirmaban la urgencia de
permanecer unidos para proteger la vida ante la pandemia del COVID-19.
“En estos momentos en que la
crisis del COVID-19 desafía y cuestiona a toda la humanidad, es importante que
las iglesias, juntas en el cuerpo de Cristo, hablen alto y claro para dar
testimonio de nuestra fe y nuestra esperanza en Jesucristo resucitado, y osen
la palabra profética que nos ha sido confiada”, dijo el 8 de
abril.
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EL CMI PUBLICA EN LÍNEA SALUD Y ESPERANZA,
UN RECURSO ANTE LA PANDEMIA DE COVID-19
El
Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha puesto
recientemente en línea Salud y esperanza: la Iglesia en la misión y la
unidad, una colección de artículos previamente publicados que pueden tener
resonancia en la actual lucha mundial contra la pandemia de COVID-19.
La publicación, disponible en
línea gratuitamente durante los próximos tres meses, sirve para recordarnos la
presencia de Dios durante los tiempos difíciles a lo largo de las diversas épocas,
y cómo podemos inspirarnos en la historia y la tradición para hacer frente a
los desafíos actuales.
En el prefacio, la Dra. Isabel
Apawo Phiri, secretaria general adjunta del CMI, observa que en estos tiempos
difíciles es fácil sentir ansiedad, incluso como creyentes. La lectura de estos
artículos “puede servirnos de apoyo y ayudarnos a recordar la presencia de Dios
y de la iglesia a lo largo de la historia”, afirma Phiri, diciendo que estos
textos, al mismo tiempo, “también pueden contribuir a fomentar una nueva
reflexión”. […]
Las iglesias están cada vez más
unidas a la hora de plantear la cuestión de “¿Cómo la misión y el ministerio
pueden incluir y situar en el centro a los marginados y abogar por sus
necesidades y sus derechos?” Los artículos en “Salud y esperanza”, basados en
la sabiduría del pasado, pueden ayudar a empezar a responder a esta cuestión.
“Mientras seguimos lidiando con
esta y otras cuestiones, cabe esperar que como iglesia mundial podamos seguir
siendo instrumentos de paz y justicia”, concluye Phiri. El contenido de la edición digital Salud y
esperanza: la Iglesia en
la misión y la unidad puede descargarse gratuitamente.
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