domingo, 30 de marzo de 2014

I Corintios 12.1-11


1 En cuanto a los dones del Espíritu, no quiero, hermanos, que desconozcan lo que a ellos se refiere.2 Ustedes saben que cuando eran paganos [ethne], se dejaban arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. 3 Les hago saber al respecto que nadie impulsado por el Espíritu de Dios puede exclamar: “Maldito sea Jesús”; como tampoco nadie puede proclamar: “Jesús es Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.


4 Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Hay diversidad de funciones, pero uno mismo es el Señor. 6 Son distintas las actividades, pero el Dios que lo activa todo en todos es siempre el mismo. 7 La manifestación del Espíritu en cada uno se ordena al bien de todos. 8 Así, a uno lo capacita el Espíritu para hablar con sabiduría, mientras a otro el mismo Espíritu le concede expresarse con un profundo conocimiento de las cosas. 9 El mismo y único Espíritu que otorga a uno el don de la fe, concede a otro el poder de curar enfermedades, 10 o el de hacer milagros, o el de comunicar mensajes de parte de Dios, o el de distinguir entre espíritus falsos y el Espíritu verdadero, o el de hablar en un lenguaje misterioso, o el de interpretar ese lenguaje. 11 Todo lo realiza el mismo y único Espíritu, repartiendo a cada uno sus dones como él quiere.

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