
Hay que tener en cuenta tres aspectos: la actitud que asume Jesús al proclamar el evangelio en la sinagoga de Nazaret; los pobres en el pensamiento de Jesucristo; y la relación entre evangelio y liberación. [...] Es sabido que Lucas, contrariamente a Mr y Mt, sitúa el comienzo de la manifestación pública de Jesús en la sinagoga de Nazaret. De este modo la patria de Jesús se constituye no sólo en el lugar en donde el Señor se ha criado, sino también en el lugar en donde se ha dado a conocer a los hombres como el auténtico “mensajero” del evangelio.
El mismo Jesús, en el discurso inaugural que allí pronuncia asume con toda claridad y plena conciencia la función de “mensajero” o “heraldo de buenas noticias”. Este heraldo, de acuerdo con las expectativas mesiánicas del AT, tenía como misión anunciar el triunfo sobre los enemigos, proclamar las victorias de Yahvé y dar a conocer solemnemente la salvación o liberación que Dios iba a realizar en favor de su pueblo. Es justamente este último aspecto el que más sobresale en la actitud que, en cuanto “heraldo de buenas noticias”, el propio Jesús asume en la sinagoga de Nazaret Y, en tal sentido, se presenta como el profeta anunciado y consagrado que, en los tiempos mesiánicos, no sólo iba a proclamar el mensaje gozoso de la liberación, sino que también la iba a instaurar efectivamente con su propia persona.
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