26 de agosto, 2007, 17.30 hrs.
1. Concluye aquí la primera sección de la carta que comenzó en 1.18. Según el esquema “jurídico”, llegamos a la etapa de la sentencia en donde se encuentra culpable a la humanidad.
2. Para Pablo todos somos esclavos del pecado y por lo tanto no puede existir ningún justo.
3. En el “mundo invertido” (cf. Elsa Tamez, Contra toda condena) vivimos sumidos en un autoengaño, incluso los pobres y marginados. La injusticia se vuelve justicia; la corrupción es rectitud; la violación a los derechos humanos se vuelve verdadero derecho.
4. Incluso, tal como dice Pablo, en esa inversión, en ese autoengaño están inmersos los creyentes.
5. La Ley como privilegio para los judíos. En ella Dios revela la voluntad hacia la humanidad. Ellos la tienen escrita, tangible, codificada; los no judíos sólo cuentan con la “ley escrita en sus corazones”.
6. Si Dios concede el privilegio de la Ley a los judíos, ¿es un Dios justo?, si respondemos que lo es entonces, ¿dónde radica su justicia?
7. Lucha entre dos conceptos: Dios justo/equitativo y Dios que otorga privilegios.
8. Los judíos se auto-engañaron con la Ley, siendo así esclavos del pecado (Juan Luis Segundo, La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret. De los Sinópticos a Pablo, pp. 436-446).
9. Primer (desplazamiento) “autoengaño”: “consiste en pasar el acento, del cumplir la Ley, al poseerla.” (J. Luis Segundo, op. cit., p. 436).
10. La Ley, como ya se trató anteriormente, es para ser cumplida. Si la Ley no se cumple entonces se convierte en un sin-sentido.
11. La posesión es un asunto de poder. Si digo poseer la Ley (o el Evangelio) estoy también diciendo que nadie más lo puedo tener sino yo. Mi poder contra el poder de los demás.
12.Cuando el poder se discute agregando elementos religiosos se convierte en fanatismo/fundamentalismo. Digo: “Tengo la Ley (o el Evangelio) porque Dios me lo dio.”
Expresión similar: “Sólo yo poseo la verdad”, entonces todo lo demás es mentira.
13. La Ley para el judío o el Evangelio y por lo tanto Dios mismo pueden convertirse en un ídolo que exige la práctica de la injusticia. Podemos utilizar el Evangelio y a Dios para excluirnos de la sociedad, para excluir a los demás o para oprimir a ciertos grupos sociales. Ejemplos: los 500 años de “evangelización” en América Latina; la creación del Estado de Israel; los fundamentalismos protestantes.
14. “La única manera cabal de evitar que la Ley fuera tomada como privilegio y deshumanizara a quien la posee sería, entonces, el que fuera imposible de practicar. La crisis que esa imposibilidad significaría tal vez para el judío y sus pretensiones de tener en ella un privilegio, podría atacar por la base ese enredo engañoso que justifica el desamor y lo inhumano. El judío se vería así obligado a volver a su verdad y a ver sus propias obras como las ve el mismo Dios. Y ya se sabe que es ello es el más eficaz antídoto contra la esclavitud.” (J. Luis Segundo, op. cit.,p. 438).
15. Hay dos formas de la ley: la letra y el espíritu. En ellas el cumplimiento de la ley es por un lado posible pero por el otro imposible.
16. En la mentalidad de rasgos helénicos de Pablo en el que el hombre tiene cuerpo-espíritu la Ley como personaje tiene letra-espíritu.
17. La Ley practicada como algo absoluto, inamovible o dogmático es posible en su cumplimiento. De ahí que su cumplimiento cultual fuera un hecho. La Ley practicada de esta manera no coincide con su espíritu.
18. Toda ley más allá de su texto presenta un mensaje, un fin (thelos). La ley en su base es axioma. El texto legal cumplido en rigidez absoluta nunca llegará a su thelos ni será acorde a los valores que enmarca.
19. Para Pablo los judíos, al hacer tan rígida la aplicación de la ley, no cumplieron su espíritu, no pusieron por obra la Ley y la utilizaron como privilegio, como instrumento de poder para le exclusión y opresión del prójimo.
20. Pablo compara el ver a la Ley en sentido equivocado a la justicia romana: una justicia de privilegios (cf. Plática sobre el c. 1).
21. En contraposición de la “justicia de privilegios” está la justificación por la fe que presenta Dios: justificación gratuita para todos, sin importar orígenes, etnia, posición social (cf. Elsa Tamez, Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos, pp. 121-136).
22. Preguntas para la reflexión: como cristianos, ¿cómo estamos viendo el Evangelio?, ¿cómo letra rígida o como mensaje liberador?
23. ¿En estos tiempos el Evangelio es un instrumento de poder para escondernos de la sociedad o para oprimir al prójimo? ¿Pretendemos poseer la única verdad y nos sentimos como únicos privilegiados de Dios?
24. ¿Vivimos en la lógica de la Ley o en la lógica del Espíritu, esto es, de la práctica de la justicia por la fe?
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