LA LLAMADA A CONVERTIRSE ES UNA CUESTIÓN CENTRAL EN la Biblia. Deriva de la convicción de que Dios no va a dejar a los creyentes, a la Iglesia y a la creación tal y como están ahora, sino que es posible que se dé una renovación radical, que Dios ha prometido a aquellos que quieren que se produzca. En otras palabras, la dinámica fundamental de la Biblia concibe la vida como un doble proceso que consiste en desligarse de las cosas tal como son en el presente y en aceptar, asumiendo el riesgo, las cosas tal y como Dios nos ha prometido que serán en el futuro. Se trata, pues, de reorientar la vida pasándola por el tamiz de una lealtad central alrededor de la cual pueden reorganizarse otras lealtades y percepciones.
La conversión y el concepto correlativo de arrepentimiento no deben interpretarse en el vacío. Considerada aisladamente, la conversión puede quedar reducida a una idea moralista y entenderse en el sentido de aceptar nuevas reglas o una disciplina nueva para una vida que carece de la capacidad de transformar. O puede considerarse también una experiencia emocional (como la que se puede dar en una celebración religiosa, por ejemplo) que no afecta sustantivamente los compromisos vitales y no resiste el tiempo.
Convertirse es sellar una alianza con Dios
La conversión, tal y como es interpretada en la Biblia, consiste en sellar una alianza con un nuevo socio, lo que significa contraer nuevas obligaciones y, también, introducirse en una historia diferente, asumir una memoria diferen
te y vivir con promesas diferentes. Y de todo esto emana, claro está, un nuevo mundo de percepciones y un nuevo estilo de vida, de modo que la vida pasa a enfocarse de otra manera y, en consecuencia, uno vive de una forma distinta. De esto se deduce que la conversión no incumbe solamente a un individuo, sino que es la formación de una nueva comunidad impulsada por una lealtad nueva. La principal acción encaminada a la conversión que describe la Biblia es la formación de una nueva comunidad que vive en alianza con el Señor, este Dios sin parangón. La historia de la llamada a convertirse es la historia de la formación de Israel y de la formación de la Iglesia, en que la asamblea de creyentes se nutre de otros lugares y lealtades. Así, la alianza que sellan Moisés y Josué marca el inicio bíblico de la conversión (Ex 19.5-6; Jos 24.14-15).
te y vivir con promesas diferentes. Y de todo esto emana, claro está, un nuevo mundo de percepciones y un nuevo estilo de vida, de modo que la vida pasa a enfocarse de otra manera y, en consecuencia, uno vive de una forma distinta. De esto se deduce que la conversión no incumbe solamente a un individuo, sino que es la formación de una nueva comunidad impulsada por una lealtad nueva. La principal acción encaminada a la conversión que describe la Biblia es la formación de una nueva comunidad que vive en alianza con el Señor, este Dios sin parangón. La historia de la llamada a convertirse es la historia de la formación de Israel y de la formación de la Iglesia, en que la asamblea de creyentes se nutre de otros lugares y lealtades. Así, la alianza que sellan Moisés y Josué marca el inicio bíblico de la conversión (Ex 19.5-6; Jos 24.14-15).
La conversión es comunitaria y personal
Los profetas llamaron decididamente a Israel a la conversión. […] Los profetas llaman a aceptar la alianza e insisten en que esta alianza es una forma de vida factible, incluso en el contexto del imperialismo urbano. […]
Hacen una llamada firme y perentoria al pueblo para que viva su vida, personal y colectiva, en consonancia con los objetivos de propiciar la justicia, la virtud y la fidelidad.
Hacen una llamada firme y perentoria al pueblo para que viva su vida, personal y colectiva, en consonancia con los objetivos de propiciar la justicia, la virtud y la fidelidad.
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